Cap.

 1      1|            la doncella de tu joven señora me ponga mejor cara que
 2      1|           a ser condesa de Lemus y señora de media Galicia. -No hace
 3      1|          voluntad de nuestra joven señora que, por cierto, ha mostrado
 4      2|            Balboa, su madre, santa señora cuya vida había sido un
 5      2|         que habló. -¿No me diréis, señora -preguntó con voz grave
 6      2|            reverenciado y adorado, señora, como a una criatura sobrehumana,
 7      3|     temiendo que tu enlace con una señora tan poderosa en tierras
 8      6|            servir y acompañar a su señora durante su reclusión, no
 9      6|            apreciado siempre. -Sí, señora -contestó él con voz no
10      6|         capaz de abandonarme? -No, señora -respondió el criado con
11      7|             de paloma. La prudente señora quería dejar obrar la lenta
12      7|        padre. -No puedo jurároslo, señora -respondió el caballero -,
13      7|              Por vida de mi padre, señora, que sin duda estáis loca!
14      7|          olvidado por entero. -Sí, señora -respondió la muchacha -,
15      8|     sentase. -No haré tal, hermosa señora -respondió él cortésmente,
16      8|     fingido pesar. -Mucho me pesa, señora, de no haber conocido más
17      8|            entre los brazos de una señora, dechado de discreción y
18      9|            parasismo de la infeliz señora fue largo, y dio mucho cuidado
19      9|       gloria. -Sosegaos, por Dios, señora -respondió la doncella consternada -, ¿
20      9|          alborazada: - ¡Albricias, señora!, que en esta misma noche
21      9|         buen apretón de manos a su señora. La prevención que le dejaba
22      9|            va a poner el sol? -Sí, señora, a estas horas -replicó
23      9|            tarde. -¿Y dejando a tu señora en este estado? -repuso
24      9|         toda su vida. -Dejadla ir, señora tía, porque amas puede Dios
25      9|         salvación que quedaba a su señora. Así, pues, dio las gracias
26      9|         cobrador, se retiró con su señora a su celda como para prepararse
27      9|          relato aquello de: ¡pobre señora!, ¡maldita vanidad!, ¡despreciar
28      9|     silenciosamente el papel de su señora que leyó con una palidez
29      9|          romperse. -Sí, pero si tu señora ha de estarse encerrada
30      9|       repuso don Álvaro -, di a tu señora que mañana a media noche
31      9|       alcanzaba en las penas de su señora, y un poco además del tedio
32      9|           dirigió a la celda de su señora dejando a las buenas monjas
33      9|         con que tanto ella como su señora estuviesen ya por entonces
34     10|         sólo una había quedado por señora de aquel alma profunda e
35     11|            la huerta. Entonces, la señora se levantó como si un resorte
36     11|           su ama, le dijo: -Vamos, señora, porque estoy segura de
37     11|        arrancase la lengua. Vamos, señora -añadió con impaciencia -;
38     11|        dijo: -Todo está dispuesto, señora; no en vano habéis puesto
39     11|          oído: -¿Qué habéis hecho, señora? Por fin don Álvaro hizo
40     11|  precipitados pasos. La desdichada señora rompió en llanto y sollozos
41     11|        casi en brazos condujo a su señora a la habitación, en tanto
42     13|          sueños! -Bien os parecía, señora -replicó la muchacha reprimiéndose
43     16|     arrastradas por una pasión, la señora de Arganza se había sostenido
44     16|            su conducta, y la buena señora juzgaba que lo mismo debería
45     16|            Álvaro despedirse de la señora de sus pensamientos, doña
46     16|           sin saber lo que decía: -Señora, es Millán... La misma palidez
47     17|         nuestro linaje... -Acabad, señora -contestó doña Beatriz con
48     17|      caliente. -¡Pobre y angelical señora!, tu ciega solicitud y extremada
49     18|            fondo los pesares de su señora y concebía serios temores
50     18|        pasa las noches en claro mi señora y las congojas que le dan,
51     18|          no sea el maestre! -Pero, señora, ¿aquí en este sitio y sola
52     18| palafrenero hacia donde quedaba su señora. "Pues, dijo éste, poco
53     18|          seguido del templario. La señora, con ojos espantados y clavados
54     18|        realidad iracundo y fiero. -Señora, el comendador que veis
55     18|      Silencio, Martina -replicó su señora con energía -, y vos, don
56     18|           nuevos pesares?~ ~ -¡Ay, señora de mi alma! -exclamó Martina
57     18|            amancillada! -Sosegaos, señora -contestó el anciano -,
58     19|      acudir al soñado riesgo de su señora, se encaminaron allá con
59     19|   templario con amargura. -Además, señora -prosiguió el conde como
60     19|        venas! -Os cansáis en vano, señora; tengo empeñada mi palabra
61     21|          atropellada una principal señora. Por vos, Lara, que calzáis
62     23|            y zumba que zumba, y la señora, como es natural, más afligida
63     24|      comunidad a una tan principal señora, que, por otra parte, para
64     29|      quedaban en aquella lastimada señora. El aire puro y oloroso
65     29|             me toca repararlos. La señora le besó la mano y la despidió,
66     31|          interesante y desgraciada señora. La imagen de don Álvaro
67     33|          seguía la falúa en que su señora, cubierta con una especie
68     33|            poco saltó en tierra su señora en compañía de su padre
69     35|          su regazo la cabeza de su señora. Entonces comenzaron a rociarle
70     35|              Por Dios Santo, noble señora, que le dejéis hacer cuanto
71     35|          trance de amargura! -¡Ah, señora! -exclamó él presentándose
72     36|          las de mi confesor. -¡Ah, señora!, ¿cómo abrigáis semejantes
73     37|     Martina!, ¿dónde estás? -Aquí, señora -contestó la muchacha casi
74     37|       mirándola con ternura. -¡Ah, señora!, dejad eso; yo no pienso
75     37|     apresuradamente, subieron a la señora, todavía desmayada, a su
76     38|         riesgo inminentísimo de su señora, no apartaba los ojos de
77     38|            que no perturbasen a la señora en sus últimos instantes.
78   Conc|   monasterio, la imagen de Nuestra Señora de la Aguiana, cuya función
79   Conc|          era la romería de Nuestra Señora, y tanto para que recayesen
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