Cap.

 1      2|            mira. Estaba poniéndose el sol detrás de las montañas que
 2      2|              las herían los rayos del sol. En los sotos y huertas
 3      2|             dicha parecía irse con el sol que se ocultaba detrás del
 4      2|              señalando el ocaso -, el sol se ha puesto, y es hora
 5      4|              a los primeros rayos del sol de mayo. A su espalda quedaba
 6      4|      inocencia quedará limpia como el sol. Pero, en suma, padre mío,
 7      6|            rayos semejantes a los del sol cuando después de una tormenta
 8      9|               cuando se va a poner el sol? -Sí, señora, a estas horas -
 9     10|        iluminada ya por los rayos del sol, mientras los precipicios
10     10|        sombras de la calumnia como el sol de las tinieblas de la noche;
11     10|           frugal comida, y al caer el sol salió de nuevo don Álvaro
12     11|              susurro de sus hojas. El sol se acercaba al ocaso por
13     11|    pensamientos no echó de ver que el sol se había puesto y callado
14     15|             rato después de puesto el sol, cuando los áridos campos
15     15|               siguiente, cuando ya el sol estaba bastante alto. Acercóse
16     16|              ojos se fijaban en aquel sol que iba a ponerse, que había
17     18|           cuando en cuando un rayo de sol, tibio y descolorido. Las
18     19|               resplandeciente como el sol en mitad de su carrera.
19     20|            enriscadas, a ver salir el sol, asomar la luna y amortiguarse
20     21|           frase. Decidme que dude del sol, de la naturaleza entera,
21     22|         derecho tienen una especie de sol con una estrella a la izquierda.
22     22|     religiosas se hacían a la luz del sol y públicamente, pero los
23     23|               nieve de las sierras al sol de mayo. El buen Millán
24     25|          suerte repartidos, púsose el sol turbio y triste de diciembre,
25     25|               los tempranos rayos del sol. El ronco murmullo que se
26     27|               y pudiendo colgarnos al sol para que nos comieran los
27     28|             algunos rayos pálidos del sol empezaron a iluminar la
28     28|      resplandecientes y purísimos del sol. Apenas la divisó el cuerpo
29     28|              las armas heridas por el sol. Comprendió al punto lo
30     29|         quedaban después de puesto el sol de su ventura, y para colmo
31     29|               yertos y desnudos, y el sol mismo escaseaba sus vivificantes
32     29| entreabriéndose otras a los rayos del sol para envolverle prontamente
33     29|             se cerrarán, en cuanto su sol me alumbre con sus rayos.
34     30|     resplandores semejantes a los del sol.~ ~ No bien se habían retirado
35     30|               polluelo, para mirar al sol y acechar el llano. Ahora
36     31|            aparecer impensadamente un sol que juzgaba para siempre
37     31|       pizarras azules vislumbraban al sol siempre que se descubría,
38     31|           todas aquellas bellezas. El sol se ponía detrás de los montes
39     31|              suave que al declinar el sol se levantaba de aquellas
40     33|       horizonte al salir y ponerse el sol. La Aguiana había perdido
41     33|              en el cual los rayos del sol parecían quebrarse en mil
42     33|       pendoncillos de las lanzas y el sol que les daba en los cascos
43     34|           ancho. Como ya declinaba el sol cuando el encuentro y sucesos
44     35|               su seno a los rayos del sol, desaparecen en una sola
45     35|              El cielo estaba puro; el sol recién salido alumbraba
46     35|               y coraza heridos por el sol despedían vivos fulgores.
47     36|            vea en mis ojos un rayo de sol de la ventura, y en mi talle
48     37|          matices a medida que baja el sol. La morbidez suavísima de
49     37|        encendidos postreros rayos del sol orlaban de doradas bandas
50     37|              partes te sigue, como al sol el lucero de la tarde. ¿
51     38|    adormecidas antes de la salida del sol. En el jardín de la quinta
52     38|            instantes. A medida que el sol iba subiendo, las ligeras
53     38|               los ardientes rayos del sol, inundaban el aire de aromas
54     38|               los rayos luminosos del sol, porque declinaba hacia
55     38|               nos dijera que el mismo sol que alumbró nuestra primera
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