Cap.

 1      4|           pura como el cristal del lago de Carucedo, cuando en la
 2      7|         quietas y trasparentes del lago azul y sosegado de Carucedo,
 3     10|           el poniente, por fin, el lago azul y transparente de Carucedo,
 4     10|            clavados los ojos en el lago, mientras don Álvaro, siguiendo
 5     25|            que la rodeaban, por el lago de Carucedo, entonces crecido
 6     25|       extendió por las orillas del lago de Carucedo que le brindaban
 7     25|           caballos a la orilla del lago, los ecos de los groseros
 8     31|            los templarios sobre el lago Carucedo, porque allí es
 9     31|         Casi al pie se extendía el lago de Carucedo, rodeado de
10     31|     escogido, y a orillas de aquel lago apacible y sereno comenzase
11     31|         está debajo del pueblo del Lago y domina la líquida llanura
12     31|            moja sus pies. Forma el lago junto a ella un lindo seno,
13     31|         repelido por el espejo del lago, figura a veces, cuando
14     31|           mano invisible. Tiene el lago más de una ensenada, y la
15     31|         término a los caudales del lago. Doña Beatriz que tenía
16     31|           montes que descienden al lago y su hermosa tabla comenzaron
17     31|         luz que se extendía por el lago y a un mismo tiempo iluminaba
18     31|      bonanza y plácido sosiego del lago de Carucedo no tiene igual
19     33|         ansiedad y sus temores. El lago había recobrado la verdura
20     33|          que demos un paseo por el lago? -Óyeme todavía un poco
21     33|            parecía una nereida del lago. La pobre muchacha, que
22     33|          se metió al galope por el lago adelante levantando una
23     33|          la superficie azulada del lago, levantó los brazos al cielo
24     34|            pintorescas orillas del lago de Carucedo. Y no se engañaba,
25     35|           parte de las orillas del lago, se recostó, por último,
26     35|           dulce, y en el medio del lago, menudamente rizado por
27     35|            con agua que traían del lago en un búcaro, y a administrarle
28     35|            puro y hermoso como ese lago en que se mira el cielo
29     35|         adormecida en el fondo del lago. Con su luz vaga y descolorida,
30     35|            que venían costeando el lago con galope rápido y acompasado
31     36|       llanura. La brisa fresca del lago reanimó un poco a doña Beatriz.
32     36|            esta suerte cruzaron el lago hasta la ensenada de la
33     37|     enteras cruzando las aguas del lago, unas veces contemplando
34     37|      porque quiero pasearme por el lago. Estoy mejor, mucho mejor;
35     37|         por la azulada espalda del lago, rápida y serena como una
36     37|           enlutaban el cristal del lago por el lado del norte, y
37     37|          maravillosa crestería. El lago, iluminado por aquella luz
38     37| relumbrantes ceñía las orillas del lago, y la falúa parecía colgada
39     37|      llorosas miradas al cielo, al lago, a las montañas lejanas
40     37|      brevísimo espacio cruzaron el lago, y desembarcando apresuradamente,
41     37|           una piedra y arrójala al lago, porque aquellos renglones
42     38|           esplendor a casi todo el lago, cuya transparente llanura,
43     38|           veía en medio de él". El lago estaba terso y unido como
44     38|          desolación los pueblos de Lago, Villarrando y Carucedo,
45     38|         quinta, a orillas de aquel lago retirado y tranquilo tan
46   Conc|          España, a pesar de que el lago de Carucedo y los barrancos
47   Conc|           y el plácido y tranquilo lago de Carucedo. Allí se pasaba
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