Cap.

 1      5|         Alguna pasión tenéis en el pecho, doña Beatriz -contestó
 2      7|          graba profundamente en el pecho, y aquella idea querida
 3      7|           conde y le descubriré mi pecho y cederá. -¿Quién, él?, ¿
 4      8|           y os diga que os abro mi pecho sin reserva. Cuando habéis
 5     10| acorralarnos y destrozar además el pecho de gentes que valen algo
 6     11|        cruzando las manos sobre el pecho de cuando en cuando, y levantando
 7     11|        encanto que derramaba en su pecho la santa calma del claustro,
 8     11|          lo que está pasando en mi pecho. Dentro de pocos días partiré
 9     12|    declaración en el secreto de su pecho y no tomar sobre lo que
10     13|            y apretándola contra su pecho con más fuerza de la que
11     13|          en sus ojos y oprimían su pecho. Por fin, rendida del todo,
12     14|            Álvaro, herido ya en el pecho, recibió otra herida en
13     16|          esperanzas, y tanto en su pecho como en su entendimiento
14     17| profundamente puesta la mano en el pecho, como en señal de asentimiento.
15     18|         comenzaban a cegarse en su pecho con las arenas de la soledad
16     18|     oscurecida y que ha llenado mi pecho de hiel y de tinieblas.
17     18|           que tiene la llave de mi pecho, y a sus ojos no más están
18     19| sensaciones que se levantaba en su pecho, dijo al conde: -¿Es cierto
19     19|            os he ofendido, sino al pecho ruin que las da calor y
20     19|          gemidos. Don Álvaro, cuyo pecho lastimado se movía al impulso
21     19|         terribles y golpeándose el pecho. Quedáronse todos en un
22     20|         suspirar en el hondo de su pecho por los collados del Boeza
23     21|       parte, le apretaba contra su pecho entre sus nervudos brazos
24     21|        para lo cual aquí tenéis mi pecho descubierto. Sabe el cielo,
25     21|          calumnias, hijas de algún pecho traidor y fementido? ¿Asististeis
26     21|            de armas, dejando en el pecho de Lara un disgusto que
27     22|            la cruz encarnada en el pecho. Antes de llegar concertó
28     22|          no había abandonado aquel pecho lastimado desierto. Algunos
29     25|             un dengue encarnado al pecho y un pañuelo blanco a la
30     28|          en la primera ocasión. El pecho del buen cabreirés era terreno
31     29|            hubiera reanimado aquel pecho que comenzaba a oprimirse
32     29|           dormía en el fondo de su pecho, y delante de las tinieblas
33     29|        corazón se ahoga dentro del pecho, mi pulso y mis sienes no
34     29|            si quisiera salirse del pecho, y un diluvio de lágrimas
35     32|      pasión que mal acallada en su pecho se despertaba violentamente
36     35|           contornos y regalando su pecho con su amoroso ambiente.
37     35|           en lo más profundo de su pecho. De cuando en cuando exhalaba
38     35|    señalando el lado izquierdo del pecho. Entonces Martina, el monje
39     35|          han podido arrancar de mi pecho? Y luego, padre mío, considerad
40     36|           hoguera voraz dentro del pecho; una sed mortal me devoraba,
41     37|          congoja y ahogo que si su pecho estuviese atacado de la
42     37|            le desechéis de vuestro pecho? -¡Valor! -respondió ella -. ¿
43     37|             una de las venas de su pecho, tan débil ya y atormentado,
44     37|        este fuego que me abrasa el pecho... ¡Cielos!, ¡qué pensamientos
45     37|             qué es lo que saca del pecho?... ¡Ah!, ¡es tu libertad!..., ¡
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