Cap.

 1      2|       vos, que sois un ángel de luz, ahora lo veo; ¿pero quién,
 2      2|       pero sin vos, que sois la luz de mi camino, me despeñaré
 3      4|       le daba entrada y recibía luz de una cúpula bastante elevada
 4      6|       doña Beatriz que como una luz de alegría y contento parecía
 5      7|     vagos y trémulos de aquella luz mortuoria, parecían lanzar
 6      9|        del puente levadizo, una luz que alumbraba un aposento
 7      9|      los ojos de todos. Aquella luz era la del aposento de don
 8     10|         el Boeza, y con la pura luz del alba, e iba cruzando
 9     10|        aquel abismo, si bien su luz hacía resaltar más sus tinieblas.
10     11|   fábrica del monasterio de una luz cuyas tintas variaban, pero
11     11|         y ligero resaltaba a la luz de la luna más que la oscura
12     12|    fueron otros tantos rayos de luz que le indicaron aquella
13     13|  atención, se fijó en la escasa luz de una lámpara que en lo
14     13|        armonioso metal: -¿Es la luz de la luna?... Pero yo no
15     18|         que seguir el rastro de luz que tu alma dejó en los
16     18|        algo que os restituya la luz que veo en vos oscurecida
17     19|        entregado a ti, ángel de luz, en los brazos de un malvado?
18     20|      común, pudiese volver a la luz un caballero tan valeroso
19     20|      con la ayuda de un rayo de luz que penetraba por un angosto
20     21|       los ojos en aquel rayo de luz que entraba por la reja,
21     21|        don Álvaro, que con esta luz tan escasa apenas os veo? ¡
22     22|       religiosas se hacían a la luz del sol y públicamente,
23     22|         en campo de oro, y a la luz de una bujía con que alumbraba
24     22|       escalón seguro y senda de luz para la Jerusalén celestial.
25     22|     pudieron sufrir la vivísima luz que como una celeste aureola
26     22|     alegrías del crimen; y a la luz de los blandones fúnebres
27     22|        también en la suya, y la luz del nuevo día que no tardó
28     25|        Brillaban sus armas a la luz de las hogueras, y su penacho
29     29|       que halagados con aquella luz tan viva y resplandeciente. ~ ~ ~ ~
30     31|       venía a ser para ella una luz sin cesar combatida por
31     31|     dejar un rastro de desolada luz en su memoria, temblaba
32     31|       dejando un vivo rastro de luz que se extendía por el lago
33     34|        aurora las puertas de la luz al día resplandeciente y
34     34| revueltos caminos del mundo, la luz de la esperanza sólo podía
35     35|        salido alumbraba con una luz purísima el paisaje, y únicamente
36     35|       el fondo del lago. Con su luz vaga y descolorida, los
37     35|     encaminaban a la quinta. La luz de la luna, que no servía
38     35|      uno de ellos, cogiendo una luz, los guió a la cámara de
39     36|         de sus ojos y la escasa luz que alumbraba el aposento
40     37| confundirse en el mismo rayo de luz que para comunicarse les
41     37|     lago, iluminado por aquella luz tibia, tornasolada y fugaz,
42     37|   efecto de la refracción de la luz, una ancha cinta de cambiantes
43     38|       señor, qué pasajera es la luz de nuestros deseos y grandezas; ¿
44     38|        por un rayo de la divina luz, seguro es que las lágrimas
45   Conc|         y era, por fin, como la luz de estas oscuras y enriscadas
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