Cap.

 1      1|                  Capítulo I~ ~ En una tarde de mayo de uno de los primeros
 2      2|             estado de las cosas en la tarde que los criados de don Alonso
 3      2|              era difícil imaginar una tarde más deliciosa. Nadie pudiera
 4      3|             en Cacabelos, porque esta tarde, antes de salir yo, llegó
 5      5|              propósito. Así pues, una tarde que doña Beatriz, sentada
 6      7|               pájaros cantaban por la tarde, sólo de vos me hablaban
 7      9|                 porque mañana ya será tarde. -¿Y dejando a tu señora
 8      9|             el accidente que le da de tarde en tarde, y sin más ni más
 9      9|       accidente que le da de tarde en tarde, y sin más ni más vino a
10     11|          dolorida. Llegó, por fin, la tarde, y como no se dispusiese
11     11|          acostumbrados paseos. Era la tarde purísima y templada, y la
12     15|          hubiera sido más rápida. Una tarde entró don Juan de Lara en
13     15|              torreones el resto de la tarde con pasos desiguales, hablando
14     16|        familia de Arganza, cuando una tarde de verano estaban sentadas
15     16|           siguiente, hasta que por la tarde se levantó, por fin, una
16     17|                por fin, aquella misma tarde, de manera que las lágrimas,
17     18|               cárcel, acabaría no muy tarde por levantar el vuelo desde
18     18|              invierno. Las tres de la tarde serían cuando en uno de
19     18|           Bierzo abajo. Aquella misma tarde doña Beatriz, acompañada
20     18|        decidida. -Bien veis que ya es tarde -dijo entonces don Álvaro -,
21     19|            con las escenas de aquella tarde andaba muy confusa y pesarosa.
22     21|          hábito del Temple que lo que tarde en llegar a Ponferrada.
23     24|             de Villabuena en la misma tarde a cumplir, como bien nacido,
24     25|              sin duda despertarán muy tarde de su sueño. -¿Me perdonaréis
25     29|          mediaciones pacíficas, y más tarde los preparativos que como
26     29|             que sucederá. -¡Ah, ya es tarde, ya es tarde! -exclamó ella
27     29|                Ah, ya es tarde, ya es tarde! -exclamó ella con un acento
28     29|          partía el corazón. -Nunca es tarde para la misericordia divina -
29     29|               exclamación. -Sí, ya es tarde, os digo -replicó ella con
30     29|        alzándose la visera como en la tarde del soto me dice de nuevo
31     29|              desesperadamente, ¡ya es tarde, ya es tarde! Quedóse el
32     29| desesperadamente, ¡ya es tarde, ya es tarde! Quedóse el abad como de
33     29|           Beatriz, para Dios nunca es tarde, ni en su poder puede poner
34     31|       enterrada doña Blanca, y por la tarde, apoyada en Martina y en
35     33|             frondosidad marchita. Una tarde que estaba entregada a semejantes
36     33|    presentando la mano a su hija: -La tarde está muy hermosa y bien
37     35|             mío, considerad que ya es tarde y que a vuestra vuelta sólo
38     35|            estas alternativas pasó la tarde, hasta que, entrando la
39     36|              que me prometéis llegará tarde. Enseguida llamó a Martina
40     36|               amor? -Mi padre volverá tarde -respondió ella con acento
41     37|               cerca de la caída de la tarde, se reanimó de una manera
42     37|            últimos resplandores de la tarde por entre las hojas de los
43     37|           como al sol el lucero de la tarde. ¿Me oyes, don Álvaro?~ ~ -
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