Cap.

 1      2|        dulzura y melancolía de doña Blanca de Balboa, su madre, santa
 2      2|         cabo prontamente, pero doña Blanca, cuyo corazón era todo ternura
 3      2|            de la conveniencia. Doña Blanca había penado mucho con el
 4      2|  proporciones esbeltas y regulares, blanca de color, con ojos y cabello
 5      3|        suerte no sucedería que doña Blanca, que en tan alta estima
 6      5|        hermosa, en tanto que a doña Blanca, por lo contrario, se le
 7      5|             brazos de la otra; doña Blanca deshecha en lágrimas, y
 8      5|       miserable mujer -exclamó doña Blanca haciendo los mayores extremos
 9      6| sobrehumanas, y bien lo mostró doña Blanca, que entonces fue la consoladora
10      6|            y subiendo en su hacanea blanca con ayuda del enternecido
11      6|     achaques, ya habituales de doña Blanca agravados con el nuevo golpe,
12      7|         Beatriz. Por fin, una forma blanca y ligera apareció en el
13     11|        cuando de repente una sombra blanca y negra se atravesó rápidamente
14     13|             su única heredera. Doña Blanca, por la primera vez de su
15     13|            meneando la cabeza. Doña Blanca que lo vio se arrojó de
16     13|           efecto deseado, pues doña Blanca con esta idea se serenó
17     13|            embargo, después de doña Blanca, nadie estaba tan atribulada
18     13|       humanas que arrancasen a doña Blanca del lado de su hija la noche
19     13|          alma! ¡Madre querida! Doña Blanca, fuera de sí de gozo, pero
20     13|         Pronto vendrá -replicó doña Blanca -, pero vamos, sosiégate,
21     13|          salvado. Y cogiendo a doña Blanca, atónita y turbada, de la
22     13|             abrazos de otra, y doña Blanca pudo también desahogar su
23     16|     sentimientos había formado doña Blanca. Doña Beatriz, sin embargo,
24     16|            Tenían los males de doña Blanca intervalos frecuentes y
25     16|           de sus pensamientos, doña Blanca parecía sumida en la dolorosa
26     16|     saltársele de las órbitas. Doña Blanca, toda alarmada, se levantó,
27     16|           por siempre bendito. Doña Blanca entonces se colgó del cuello
28     17|     incomensurable de mi alma. Doña Blanca se quedó como herida de
29     17|          consiguiente, costó a doña Blanca arrancarle la promesa de
30     17|             enferma y postrada doña Blanca, que inmediatamente cayó
31     17|           amante como la suya. Doña Blanca durante su enfermedad no
32     17|           las ventanas, cuando doña Blanca, asiendo la mano de su hija,
33     17|           delante del lecho de doña Blanca, y la doncella, dirigiéndose
34     17|    blandones de los supulcros. Doña Blanca murió, por fin, aquella
35     23|           su futura en cambio de su blanca mano y de su cara de pascua.
36     24|            reciente pérdida de doña Blanca; pero doña Beatriz virtió,
37     25|      vestidas las unas con una saya blanca, un dengue encarnado al
38     31|         donde estaba enterrada doña Blanca, y por la tarde, apoyada
39     31|          Carracedo con su gran mole blanca en medio de una fresquísima
40     33|            con su ropa cada vez más blanca y su semblante cada vez
41     33|             una especie de almalafa blanca muy sutil, que se mecía
42   Conc|         rubia, de ojos azules y tez blanca, de extraordinaria gracia
43   Conc|          siete años, con una túnica blanca de lienzo y una gran vela
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