Cap.

 1      1|             sin dudar porque era el escudero o paje de lanza de algún
 2      1|             Pero hombre -replicó el escudero con sorna, aunque no fuesen
 3      1|            mirar de hito en hito al escudero. Éste por su parte le pagaba
 4      2|             el rasgo contado por su escudero, darán a conocer mejor que
 5      2|          criados de don Alonso y el escudero de don Álvaro volvían de
 6      3|            camino que tomó; pero su escudero que, en lo inflamado de
 7      3|          mía, señor! -le replicó el escudero -, dicen que hacen cosas
 8      3|         malo. Tras de esto, el buen escudero comenzó a ensartar todas
 9      3|         vulgo necio y malicioso. El escudero se apresuró a decir que
10      3|           puente levadizo, y amo y, escudero entraron en la plaza de
11      9|             vinieron a decir que el escudero de Martina estaba ya aguardando,
12      9|             don Álvaro que la de su escudero, aunque su corazón présago
13     10|             nuevo don Álvaro con su escudero. Habíale ofrecido Saldaña
14     10|       Encaminóse, pues, solo con su escudero a la orilla del Sil, que
15     11|       solitarias campiñas, mientras escudero y criada hacían lo propio.
16     11|     apartará de mi dedo; pero si mi escudero os devolviese algún día
17     12|            salir con uno al parecer escudero, por trochas y veredas,
18     15|   profundamente adormecido. El buen escudero, no menos necesitado de
19     15|           mal herido! El desdichado escudero empezó a mesarse los cabellos
20     15|         acompañado del inconsolable escudero, y escoltado por cuatro
21     15|           habrá mirado por su pobre escudero de cuya fidelidad estaba
22     16|             aun de mí -respondió el escudero con una voz apenas articulada.
23     16|         haría el anciano maestre al escudero de su sobrino, portador
24     16|         aquí hay algún misterio. El escudero, que atentamente le escuchaba
25     18|         celada y sólo les seguía un escudero de facciones atezadas y
26     21|            ya la habrá entregado mi escudero las prendas que recibí de
27     23|           de la Encina! -exclamó el escudero santiguándose ¿ha venido
28     23|      Beatriz. -Martina -contestó el escudero, mirándola de hito en hito -, ¿
29     23|               es posible exclamó el escudero - que después de lloraros
30     23|             amo? -le interrumpió el escudero como con enojo -; mi amo
31     23|        memoria. -Señor -contestó el escudero sin dejarle pasar más adelante -,
32     23|       cuanto a mi madre -replicó el escudero -, bastaba el que os abandonase
33     28|         siempre lo empañaba, que el escudero no pudo menos de maravillarse.
34     28|        dudáis, señor? -respondió el escudero -, ¿pues a mí qué me toca
35     28|             vida -contestó el ufano escudero -, y ojalá que mi brazo
36     28|            a don Álvaro y a su fiel escudero de la vista de sus enemigos,
37     28|       torreón. Como don Álvaro y su escudero tenían cubiertos los rostros
38     28|            vuélvete allá dentro. El escudero comenzó a mirar al conde
39     35|    acompañado de Don Álvaro y de su escudero Millán. -¡Ah, padre mío! -
40     38| considerablemente la herencia de su escudero, repartió lo demás entre
41   Conc|        Beatriz, y Millán Rodríguez, escudero y paje de lanza de don Álvaro
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