Cap.

 1      6|     linda, de ojos azules y, de semblante risueño y lleno de agudeza.
 2      7|        no distingo bien vuestro semblante, me parece ver en él la
 3      7|       claustro tenebroso con el semblante descompuesto y lleno de
 4      8|        audacia; ya el venerable semblante de su tío el maestre que
 5      8|        estatura era mediana; su semblante, de cierta regularidad,
 6      8|       al lado de la reja con el semblante encendido y palpitante de
 7      9|       le entendían. Por fin, el semblante de la muchacha se animó
 8     10| movimientos como un mancebo. Su semblante hubiera infundido sólo veneración
 9     10|   Sepulcro, que tenéis el mismo semblante que teníamos los templarios
10     11|     cuando en cuando rozaban su semblante. Como su vestido blanco
11     13|          de cuyo lindo y alegre semblante habían desaparecido los
12     15|        un gesto muy expresivo y semblante casi amenazador, se salió
13     16|   Martina precipitada, y con el semblante de un difunto dijo, como
14     16|        y pudo ya levantarse. Su semblante, sin embargo, comenzó a
15     18|        su espacioso y saludable semblante. -¿Qué ocurre, Mendo? -preguntó
16     18|      comenzaron a correr por su semblante marchito ya, pero siempre
17     18|     males habían hecho en aquel semblante modelo de gracia noble y
18     19|     descubráis vuestro nombre y semblante? -Soy -respondió él levantando
19     19|         fuerzas a juzgar por su semblante. Estaban, además, en medio
20     19|       padre, se puso a mirar el semblante alterado del anciano que,
21     19|         y acercándose a él, con semblante apacible y casi risueño,
22     20|         cada vez más penosa, su semblante había ya perdido el vivo
23     22|    expresión muy dolorosa en el semblante, y lo tendieron en el suelo.
24     24|     huellas del pesar que en su semblante se descubrían. Doña Beatriz
25     28|     barrió repentinamente de su semblante la nube de disgusto que
26     28|         colorearon vivamente el semblante del conde, que mirando al
27     29|        dejado en aquel cuerpo y semblante, cifra no mucho había de
28     29|      con inaudita violencia. El semblante de doña Beatriz, la flacura
29     33|     blanco de su orden, y en su semblante había una expresión que
30     33|        cada vez más blanca y su semblante cada vez más hermoso. Por
31     34|       estaba con los pesares el semblante de su señor. La guarnición
32     35|       celestial iluminase aquel semblante. El abad, después de haberla
33     36|       al punto lo que era, y su semblante se cubrió de una nube, pero
34     36|         se advertía en su noble semblante, pero el pesar había comenzado
35     38|         rayos que despedían; el semblante, aunque algo ajado, manifestaba
36   Conc|        en la cartera y él en el semblante del muerto, se pintó en
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