Cap.

 1      3|        de algún tiempo atrás iba viendo claramente, debían abrumar
 2      3|     respondió por último - estoy viendo la mano del que degolló
 3      3|     oírle, se abochornó un poco, viendo que en el egoísmo de su
 4      6|        la debilidad de quererla. Viendo, pues, doña Beatriz, que
 5      7| caballero -, porque ya lo estáis viendo; la persecución y la violencia
 6      8|         sentó no poco cuidadoso, viendo el rumbo que parecía tomar
 7      8|         desagradable su sorpresa viendo el llanto y desolación de
 8      9|     mentira, porque, ya lo estás viendo, los hombres se burlan de
 9      9|        con la mayor impaciencia, viendo que Martina seguía callada -, ¿
10      9|        comandante de la guardia, viendo que sólo era un hombre y
11     10|         en pie al romper el día, viendo un caballero que subía la
12     18|    corazón por las espaldas. Voy viendo que no mintió, pero aún
13     18|       recobrada ya de su susto y viendo que era el señor de Bembibre,
14     18|         la sangre. Doña Beatriz, viendo la inutilidad de sus esfuerzos,
15     19|    vigorosa defensa. Don Alonso, viendo la inutilidad de sus protestas,
16     20|         aquel arrebato de gozo y viendo nublarse la frente de su
17     21|        contra vuestros enemigos, viendo que no degenerabais de tan
18     24| crueldades de Francia. Así pues, viendo frustrarse una tras de otra
19     26|        hachazos. Los caballeros, viendo sin duda lo poco que podían
20     26|        cuello y el cráneo rotos, viendo lo cual otros hidalgos de
21     27|         suegro, y por otra parte viendo bajo sus banderas los vasallos
22     33|   Beatriz, hace tiempo que estoy viendo tus esfuerzos, pero tú no
23     34|  declaraciones de don Álvaro que viendo ya a salvo el honor y aun
24     34|      llevar a cabo sus intentos. Viendo, pues, Aymerico que los
25     35|         un largo rato, hasta que viendo don Alonso que el accidente
26     38|          estancia con la vista y viendo a todos desemblantados y
27     38|           pero pasado un rato, y viendo que no se sentía su respiración,
28     38|         detuvieron mal su grado. Viendo entonces burlado su intento
29   Conc|         estrecha celda. El abad, viendo cómo decaían sus fuerzas,
30   Conc|         entraron en la ermita, y viendo tanta gente agolpada alrededor
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