Cap.

 1      2|         acá y acullá por un cielo hermoso y purísimo, se teñían de
 2      3| pintoresca. Está situado sobre un hermoso altozano desde el cual se
 3      4|        riesgos, imaginó Felipe el Hermoso, rey de Francia, la medida
 4     10|         montañas que forman aquel hermoso y feraz anfiteatro. El Cúa,
 5     10|    verdaderas y vestida con aquel hermoso ropaje blanco que tan bien
 6     15|         temblaba de que Felipe el Hermoso quisiese poner en juicio
 7     16|           divina encerrada en tan hermoso cuerpo! -Sí, sí, tenéis
 8     18|        coronado de un penacho muy hermoso del mismo color, cuyas plumas
 9     18|         marchito ya, pero siempre hermoso. Al escuchar las últimas
10     22|    corazón como un huésped noble, hermoso bien venido a quien festejé
11     22|           un casco adornado de un hermoso penacho de plumas encarnadas,
12     25|         casco dorado remataba con hermoso penacho de plumas bancas
13     29|         aquel cuerpo, que si bien hermoso y robusto, mal podía sufrir
14     30|        tendían los ojos por aquel hermoso paisaje que, aunque desnudo
15     31|          rendido, más noble y más hermoso que nunca, era como un ave
16     31|         la contemplación de aquel hermoso y rutilante espejo guarnecido
17     32|          iniquidades de Felipe el Hermoso eran justamente el escudo
18     33|         su semblante cada vez más hermoso. Por fin, empezaron a tiznarse
19     34|     Alonso le hizo presente de un hermoso tren de caza, con una cometa
20     35|         valor para destruir aquel hermoso sueño que le libraba de
21     35|        palabras la calma de aquel hermoso espectáculo, cuando un resplandor
22     35|      ensueño era bien puro y bien hermoso, puro y hermoso como ese
23     35|       puro y bien hermoso, puro y hermoso como ese lago en que se
24     36|         le pareció don Álvaro tan hermoso. Es cierto que nada había
25     37|           lo encontraréis también hermoso y puro. Encumbrad vuestro
26     38|         en sus mejores tiempos. -¡Hermoso día! -exclamó, en fin, con
27     38|        del Eterno adornada de tan hermoso dictado. Unidnos, pues,
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