Cap.

 1     31| Trasladadla sin perder tiempo a la quinta que poseían los templarios
 2     31|       silenciosamente a la hermosa quinta en que doña Beatriz debía
 3     31|     Caballos, hacían espaldas a la quinta, resultaba que de aquel
 4     31|        Cuando, por fin, llegó a la quinta y se asomó al mirador, desde
 5     33|   pensamientos en el mirador de la quinta paseando por el cristal
 6     33|     Martina se había quedado en la quinta, y meneando la cabeza, y
 7     33|          dirigieron al galope a la quinta, seguidos durante un rato
 8     34|          pliegos hasta llegar a la quinta. El virtuoso abad le daba
 9     34|          días que permaneció en la quinta, no cesaron las funciones
10     34|    presentarse, desde luego, en la quinta de Carucedo y preparar por
11     35|          en la falúa y volver a la quinta inmediatamente. Transportáronla,
12     35|           momento al mirador de la quinta a respirar el aire exterior.
13     35|      tiempo, y se encaminaban a la quinta. La luz de la luna, que
14     36|           otros la vuelta hacia la quinta.~ ~ Doña Beatriz, rendida
15     36|            hasta la ensenada de la quinta, donde, saltando en tierra,
16     37|       montañas lejanas y a aquella quinta donde tanto había aguardado
17     37|          que desde la salida de la quinta iban tomando sus ideas,
18     37|          hubieron de volverse a la quinta en aquella barca, que según
19     38|            sol. En el jardín de la quinta gorjeaban jilgueros alegres,
20     38|    acudieron infinitas gentes a la quinta. En una especie de plazuela
21     38|     enterrasen en la capilla de la quinta, a orillas de aquel lago
22     38|        gran maña lo restituyó a la quinta donde aplicándole muchos
23     38|            caballo se partió de la quinta sin despedirse de don Alonso
24     38|           acudieron desalados a la quinta. Apenas llegó a Bembibre