Cap.

 1      1|          cuerpo macizo y pesado, cuyos contornos de suyo poco airosos,
 2      2|          había más que dos casas cuyos estados y vasallos estuviesen
 3      2|    antigua familia de los Yáñez, cuyos dominios comprendían la
 4      3|        que de ordinario estaba y cuyos muebles y atavíos revelaban
 5      3| primitiva severidad y pobreza en cuyos brazos habían dejado a la
 6      3|        de la gran plaza de armas cuyos muros dan al río. La noche
 7      7|        santos de los altares, en cuyos ojos reflejaban los rayos
 8      9|          una pequeña eminencia y cuyos destruidos paredones y murallas
 9     11|      frialdad de alma del conde, cuyos ruines propósitos ni aun
10     13|          otra vez aquella tierra cuyos recuerdos llenaban su corazón! ¡
11     15|          otros hermanos de armas cuyos huesos blanqueaban ya a
12     17|    perfecta de aquel desposorio, cuyos frutos de amargura y desdicha
13     18|         elegido en su juventud y cuyos recuerdos por donde quiera
14     18|    adoraba con fe tan profunda y cuyos huesos descansaban en tierra
15     18|         vengan -dijo don Álvaro, cuyos ojos al sólo nombre del
16     19|         la fuerza entre personas cuyos agravios tienen a Dios y
17     24|         palabra. El mismo Mendo, cuyos instintos torpes y groseros
18     25|         y silencio del castillo, cuyos caballeros, inmóviles como
19     26|        exhortar a unas gentes en cuyos pechos ardía la llama del
20     30|          un gran escudo de armas cuyos cuarteles están de todo
21     31|      como un ave de buen agüero, cuyos cantos se quedan halagando
22     31|    Carucedo, rodeado de pueblos, cuyos tejados de pizarras azules
23     31|     domina la líquida llanura en cuyos cristales moja sus pies.
24     38|         caída de aquel astro, en cuyos benéficos resplandores tantos