Cap.

 1      2|        casas esclarecidas y la felicidad de dos personas universalmente
 2      6|   Beatriz - que se trata de mi felicidad en esta vida y quizá en
 3      6|  desempeñó con tanto tino como felicidad su delicado mensaje, y sólo
 4     12|    para destruir los planes de felicidad de don Álvaro y doña Beatriz,
 5     16|    momentos de reposo y aun de felicidad. ¿Quién puede adivinar lo
 6     19|    Beatriz -; vos buscabais mi felicidad, y no la habéis encontrado; ¡
 7     29|       expresó con imponderable felicidad cuando dijo:~ ~ ~ ~¡Oh honor!,
 8     29|       contaréis muchos días de felicidad. -¡Ay, no! -contestó ella -,
 9     30| Comoquiera, tú eres joven y la felicidad aún puede mostrarte su rostro
10     30|        empeñado de volverle la felicidad que en su juventud se había
11     31|      aquel rápido vislumbre de felicidad que el abad le había mostrado.
12     31|       teatro de sus penas o su felicidad, de sus esperanzas o sus
13     33|     Álvaro pensaba, y no en su felicidad. Poco podía influir en su
14     34|         ni aun a trueque de la felicidad con que le brindaba, más
15     34|       valla que se oponía a la felicidad de dos personas tan dignas
16     34|      allanarle el camino de su felicidad. Recayó, pues, brevemente
17     35|      me mostró un vislumbre de felicidad, creí que duraría, porque
18     35|      de que pende mi sosiego y felicidad? ¿Qué les importa a los
19     35|      el único estorbo que a tu felicidad se opone desaparecerá, sin
20     36|        que pude esperar. ¡Rara felicidad la mía! Antes de mis tristes
21     36|        Dios mío!, ¡para tamaña felicidad, escaso pago son tantas
22     37|     ella viene la fianza de tu felicidad. -¡Misericordia divina! -
23     38|  desmentido ni un instante. Tu felicidad me ha ocupado muchas veces,
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