Cap.

 1      3|        a las solicitudes de su esposa. Así pues, aunque su conciencia
 2      5|        de la resistencia de su esposa, acostumbrado como estaba
 3      5|    convento; pero no puedo ser esposa del conde de Lemus. -Alguna
 4      8|           cuando os llaméis mi esposa comprenderéis el dominio
 5     11|        confiaros a mí y ser mi esposa, la esposa de un hombre
 6     11|       a mí y ser mi esposa, la esposa de un hombre que no encontrará
 7     11|   ninguna mujer se llamaría mi esposa. -El cielo os guarde, noble
 8     18|       despertar se encontró la esposa de un hombre cuya perversidad
 9     18|       ha asegurado que sois la esposa del conde de Lemus, y aun
10     18|        dicho la verdad; soy la esposa del conde de Lemus. -Beatriz -
11     19|        las de su suegro, ni su esposa, que no fue poca fortuna,
12     19|     ocurrir con su suegro y su esposa, salió precipitadamente
13     24|      parecía justo llevarle su esposa, y por otra parte, no era
14     34|      de oro y pedrería para su esposa, y don Alonso le hizo presente
15     36|      quien yo amaba ha sido la esposa de un hombre indigno de
16     36|      pobre madre cuando me vio esposa del conde! Ella igualaba
17     36|    rocío de la noche y como la esposa de los Cantares, preguntaré
18     37|        y que al cabo seréis mi esposa delante del cielo y de los
19     37|    cielo y de los hombres. ¡Mi esposa! ¡Ah! Si yo escuchara esa
20     38|      frutos. A la muerte de su esposa, siguió la entrevista fatal
21     38|      desde que vio muerta a su esposa se encerró en un silencio
22   Conc| atraído por la sepultura de su esposa, había venido a Montes donde
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