Cap.

 1      1|            joven señora me ponga mejor cara que a ti para que le trates
 2      1|         Encendióse en ira la espaciosa cara del buen palafrenero que,
 3      4|            Dios que no os lo echéis en cara alguna vez! -El cielo os
 4      9|             alma en los ojuelos de esa cara, reina mía -contestó él,
 5     11|             levantarse para echarle en cara que, atenta únicamente a
 6     13|               siempre era tapándose la cara con las sábanas o haciendo
 7     15|                asomar por la puerta la cara de zorro del astuto judío,
 8     18| insensiblemente; el color pálido de la cara se hacía más notable por
 9     18|           pulla -; ¿qué traéis con esa cara de palomino asustado, que
10     19|               de Arganza, tapándose la cara con ambas manos -. ¿También
11     23|              de su blanca mano y de su cara de pascua. Algo desasosegado
12     25|              le robaron el color de la cara. Lo peor del caso era que
13     28|         respondió él desdeñosamente -. Cara os ha de costar mi vida,
14     29|               y aunque nada me echa en cara mi conciencia, con ella
15     30|             codos en las rodillas y la cara entre las manos, y aunque
16     32|            señor natural. Echáronle en cara la altanería con que desechó
17     32|               pues, de furor y con una cara como de azufre, le dijo: -¡
18     33|             muy apurado y con la misma cara que en otro tiempo le vieron
19     34|    extraordinariamente volver a ver la cara de su mujer y los enredos
20     35|              se le robó el color de la cara, comenzaron a temblarle
21     36|            continuó: -No os lo echo en cara, porque sobradas desdichas
22   Conc|           abalanzóse él a descubrir la cara del muerto, y ella se apoderó
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