Cap.

 1      5|          de tus hermanos y que tú eres la esperanza única y postrera
 2      6|     porque tengo que hablarte. Tú eres el criado más antiguo de
 3      7|           mano a su puñal -. Ah, ¿eres tú, Martina? -añadió reconociendo
 4     11|          adusto y desabrido -; tú eres digno de suerte más dichosa
 5     11| encontrarás siempre un amparo. Tú eres la oveja sola y extraviada,
 6     13|         voz casi imperceptible: -¿Eres tú, pobre Martina? ¿Dónde
 7     15|     obedecer a tu señor y en nada eres culpable. Además, todos
 8     15|   haciéndole tomar la bolsa -, tú eres un buen muchacho y, además,
 9     18|           queréis recibir? -Necio eres, Mendo -repuso doña Beatriz -, ¿
10     18|           del corazón:~ ~ -¡Ah!, ¿eres tú, sombra querida, eres
11     18|          eres tú, sombra querida, eres tú? ¿Quién te envía otra
12     18|           armados brazos -, ¿pero eres tú?, ¿pero estás vivo? -
13     22|      palabras de los judíos: -¿Si eres rey, cómo no bajas de esa
14     23|        tristemente; y siendo como eres un señor, vamos al decir,
15     26|           hemos venido. -¿Y quién eres tú que con ese desenfado
16     26|           firmeza. -¡Ah!, ¿conque eres tú, el arquero celebrado
17     30|   nuestras torres. Comoquiera, tú eres joven y la felicidad aún
18     30|  comendador. Acá estamos todos. -¿Eres tú, Andrade? -respondió
19     30|           con cualquiera; pero tú eres el primero que tales muestras
20     33|         hija mía, y piensa que tú eres la única corona de mi vejez
21     37|          de marchar, si me amas y eres mi esposo para siempre?
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