Cap.

  1      1|                  en no dar su hija a don Álvaro Yáñez, y en que velis nolis
  2      1|           replicó Mendo -, y así que don Álvaro se vuelva por donde ha venido
  3      1|                ha hecho en recibir a don Álvaro del mismo modo que si hubiese
  4      1|               baja -. Los criados de don Álvaro nunca fueron espías, ni
  5      1|                su mismo padre lo que don Álvaro hizo por mí? -¿Qué fue ello? -
  6      1|                 os figuráis que hizo don Álvaro? Pues señor, sin encomendarse
  7      2|             desdicha y turbulencias. Don Álvaro Yáñez y su tío don Rodrigo,
  8      2|                  y sazonados frutos. Don Álvaro había perdido de niño a
  9      2|               pues harto conocía que don Álvaro era incapaz de abandonar
 10      2|              Alonso y el escudero de don Álvaro volvían de la feria de Cacabelos.
 11      2|                naturales atractivos. Don Álvaro era alto, gallardo y vigoroso,
 12      2|                  ora en el suelo; y, don Álvaro, fijos los suyos en ella
 13      2|               que había sucedido con don Álvaro y doña Beatriz, que, embebecidos
 14      2|                 un delicioso jardín. Don Álvaro, como era natural, fue el
 15      2|            apartan de vos! -continuó don Álvaro -. Yo respetaré siempre
 16      2|           alegrías? -Beatriz exclamó don Álvaro -, si me amáis, si por vuestro
 17      2|                 para torcer. Quedóse don Álvaro contemplándola como arrobado
 18      2|                  paz y seguro, noble don Álvaro, que si pueden alejaros
 19      3|               Capítulo III~ ~ Cuando don Álvaro dejó el palacio de Arganza,
 20      3|                  la vuelta de Lemus. Don Álvaro, en medio de la agitación
 21      3|               aguantó la descarga, y don Álvaro, como hablando consigo propio,
 22      3|                  atroces resultados. Don Álvaro que pensando descubrir algo
 23      3|                  castillo. Tocó allí don Álvaro su cuerno, y después de
 24      3|             poder de sus poseedores. Don Álvaro dejó su caballo en manos
 25      3|               salido al encuentro de don Álvaro, después de haberle abrazado
 26      3|           lámpara enorme de cobre, y don Álvaro hizo al anciano una prolija
 27      3|                   Pero señor -repuso don Álvaro -, ¿creéis que el señor
 28      3|                  sino desde la cuna, don Álvaro, pues de otra suerte no
 29      3|            Conque, es decir -exclamó don Álvaro -, que no me queda más camino
 30      3|                no era de este mundo. Don Álvaro, al oírle, se abochornó
 31      3|                 voluntad; así es que don Álvaro no pudo menos de replicar. -
 32      3|                 debilitará mi ánimo. Don Álvaro acompañó a su tío hasta
 33      4|         distinguido siempre su vida. Don Álvaro, como ya hemos indicado,
 34      4|           velocidad de Almanzor, que don Álvaro había ganado en la campaña
 35      4|                 tan ilustre huésped. Don Álvaro se apeó en el patio, y acompañado
 36      4|               dejaron en esta sala a don Álvaro por espacio de algunos minutos,
 37      4|             pesar de todo, recibió a don Álvaro con bondad, y, aun pudiéramos
 38      4|               tristes presagios para don Álvaro; hasta que, concluida por
 39      4|                  padre mío -contestó don Álvaro -, la paz de vuestra hija
 40      4|             templarios. El rostro de don Álvaro se encendió en ira, y enseguida
 41      4|               templo de abominación. Don Álvaro no pudo menos de sonreírse
 42      4|                romano. Bien lo sabía don Álvaro, pero el ademán del abad
 43      4|                  me decís -respondió don Álvaro con reposada firmeza -,
 44      5|                 Capítulo V~ ~ Aunque don Álvaro no fundase grandes esperanzas
 45      5|               descubrir el afecto de don Álvaro hacia su hija, resolvió
 46      5|            esposo celeste el amor de don Álvaro, que por su fe y su pureza
 47      5|                 padre que si amaba a don Álvaro era porque todo en un principio
 48      6|               con Millán, el paje de don Álvaro, tenía la debilidad de quererla.
 49      6|                 que es lo peor; pero don Álvaro, que es el mismo pundonor
 50      6|                 pudo hacerle aceptar don Álvaro una cadena de plata de colgar
 51      7|             Beatriz había señalado a don Álvaro en su carta estaba elegido
 52      7|           aquellas bóvedas augustas. Don Álvaro no era superior a su siglo,
 53      7|               presentó a los ojos de don Álvaro, ya un poco habituados a
 54      7|                  trémula: -¿Sois vos don Álvaro?~ ~ -¿Y quién sino yo -
 55      7|              tiempo. ¿Qué imagináis, don Álvaro, de haberos yo llamado de
 56      7|               atropellando por todo? Don Álvaro no respondió y doña Beatriz
 57      7|                   Beatriz! -contestó don Álvaro con precipitación -, no
 58      7|                 ligaduras. -Gracias, don Álvaro -respondió ella enternecida -,
 59      7|              Vuestro padre - replicó don Álvaro con cólera - tiene empeñada
 60      7|                   ceder él?-contestó don Álvaro fuera de sí y con una voz
 61      7| involuntariamente a la reja mientras don Álvaro maquinalmente echaba mano
 62      7|             honor lo juro -respondió don Álvaro. -Id, pues, con Dios, noble
 63      7|                 con precipitación, y don Álvaro, después de haberlas seguido
 64      7|             sacristía, de manera que don Álvaro pudo salir sin ser visto.
 65      8|                 nuestros lectores, y don Álvaro hubo de ceder en sus desmandados
 66      8|                 algún tiempo sin que don Álvaro hostigase a su hija, siguiendo
 67      8|                de las palabras de su don Álvaro. Conoció que su suerte estaba
 68      9|    atropelladamente estos renglones. Don Álvaro: dentro de tres días me
 69      9|          despreciar a un hombre como don Álvaro!, ¡pícaro conde! y otras
 70      9|               era la del aposento de don Álvaro, y su sombra la que aparecía
 71      9|                 que tenían que dar a don Álvaro un mensaje importante. El
 72      9|                 menor la sorpresa de don Álvaro que la de su escudero, aunque
 73      9|                  En ese caso -repuso don Álvaro -, di a tu señora que mañana
 74      9|                recado que llevaba de don Álvaro. Así que volvió a subir
 75     10|                        Capítulo X~ ~ Don Álvaro salió de su castillo muy
 76     10|              apacible y suave.~ ~ Si don Álvaro llevase el ánimo desembarazado
 77     10|              ofrecía visto de lejos. Don Álvaro cruzó el arroyo y comenzó
 78     10|              extraordinario quería a don Álvaro con pasión, no sólo a causa
 79     10|                  grande y ejecutiva. Don Álvaro hizo una señal de afirmación
 80     10|                 decíroslo -respondió don Álvaro -, y sobre todo aquí -añadió
 81     10|                 repuso volviéndose a don Álvaro. -He pensado arrancarla
 82     10|                las cercanías -repuso don Álvaro - hasta que pasase el primer
 83     10|                   Y tanta -respondió don Álvaro -, que esta misma noche
 84     10|                 que acababa de pasar don Álvaro, con un ruido sordo y lejano,
 85     10|                 en el lago, mientras don Álvaro, siguiendo con la vista
 86     10|                  de su distracción a don Álvaro. Acercóse entonces al templario,
 87     10|                Os confieso -contestó don Álvaro - que, al ver la tormenta
 88     10|            acento casi enternecido. -Don Álvaro, vuestra alma es noble y
 89     10|                para el juicio final. Don Álvaro, que tan fácilmente se dejaba
 90     10|              mina. Saldaña entregó a don Álvaro la llave de la puerta o
 91     10|                el sol salió de nuevo don Álvaro con su escudero. Habíale
 92     11|                para lo que llamaba a don Álvaro. Aquel era su primer acto
 93     11|                 y dolorida figura de don Álvaro, que venía a pedirle cuenta
 94     11|             misma noche, a las doce, don Álvaro entraría por la reja del
 95     11|                 apelar a la ayuda de don Álvaro? -¿Sabéis lo que yo oigo? -
 96     11|           Beatriz - que no huiré con don Álvaro. -Bien está, bien está -
 97     11|                 hombre vigoroso como don Álvaro arrancar las barras necesarias
 98     11|               Beatriz no contestó, y don Álvaro repuso con impaciencia: -¿
 99     11|                que nos sobra? -Pero, don Álvaro -preguntó ella -, con sólo
100     11|            apoderarse del corazón de don Álvaro que también se mantuvo un
101     11|                  de resolución? -Sí, don Álvaro -contestó ella con acento
102     11|                pensado bien? -repuso don Álvaro -. ¿No sabéis que mañana
103     11|          voluntad de Dios y la suya. Don Álvaro al oírla se levantó del
104     11|               hecho, señora? Por fin don Álvaro hizo uno de aquellos esfuerzos
105     11|                Oh!, ¡no así, no así, don Álvaro! ¡Cosedme a puñaladas si
106     11|               confiaros a mí? -Oídme don Álvaro, yo os amo, yo os amo más
107     11|               que mañosas las manos. Don Álvaro juzgó lo más prudente seguir
108     11|            alrededor de la cabeza de don Álvaro como una nube perfumada,
109     11|                la oscura armadura de don Álvaro, y semejante a una exhalación
110     11|          hipógrifo de un encantador. Don Álvaro, embebido en su dicha, no
111     11|             inmediatamente al suelo. Don Álvaro bramando de ira, metió mano
112     11|                Padre -le interrumpió don Álvaro -, ya sabéis que os respeto
113     11|            habéis hecho mal -replicó don Álvaro rechinando los dientes -. ¿
114     11|                más que mis palabras. Don Álvaro entonces se apeó y envainando
115     11|         enternecimiento que sentía: -Don Álvaro -dijo -, doña Beatriz se
116     11|            venganza como la de Abel. Don Álvaro, fuera de sí de enojo, se
117     11|                con calma: -Deteneos, don Álvaro, todo esto no ha sido más
118     11|                  debí salir. Quedóse don Álvaro yerto de espanto y como
119     11|                Doña Beatriz -exclamó don Álvaro con una voz que parecía
120     11|                 acercó rápidamente a don Álvaro y, asiéndole del brazo,
121     11|              misma de mi padre. ¡Oh, don Álvaro!, ¿por qué queréis separaros
122     11|              vuestro? El despecho de don Álvaro se convirtió en enternecimiento,
123     11|                 cogiendo el puñal de don Álvaro, se cortó una trenza de
124     11|                se la dio igualmente. Don Álvaro besó entrambas cosas y la
125     11|               cielo os guarde, noble don Álvaro; pero no os entreguéis a
126     11|               cuales se separaron, y don Álvaro montando a caballo, después
127     12|               planes de felicidad de don Álvaro y doña Beatriz, por quien
128     12|                 llevaba, conoció que don Álvaro rondaba los alrededores,
129     12|             oídos; pero la venida de don Álvaro de Cornatel, el estudiado
130     12|               fallido. Cierto es que don Álvaro podía llevarse a doña Beatriz
131     12|               duda debían arredrar a don Álvaro. El puente estaba fortificado,
132     12|         resultado de la tentativa de don Álvaro fue el que, por su desdicha,
133     12|                 parte, bien veía que don Álvaro, caballero y pundonoroso,
134     12|               que tenía determinado. Don Álvaro, por su parte, desde Carracedo
135     12|            hermanas nos está vedado! Don Álvaro intentó disculparle. -No,
136     12|         decadencia de nuestra orden! Don Álvaro dijo entonces a su tío que
137     12|                  día siguiente salió don Álvaro de Bembibre camino de Carrión
138     12|                 de doña Beatriz y de don Álvaro eran obra de aquellas manos,
139     12|               Encontróse, pues, solo don Álvaro en medio de la hueste de
140     14|                     Volvamos ahora a don Álvaro, que bien ajeno de semejantes
141     14|               hacían los sitiados, y don Álvaro, que por su aislamiento
142     14|            caballeros fieles al rey. Don Álvaro, que no solía prescindir
143     14|              abandonado escuadrón, y don Álvaro estrechado entonces, comenzó
144     14|             comenzó a desbandarse, y don Álvaro, herido ya en el pecho,
145     14|                 por su parte, aunque don Álvaro no fuese muy de su devoción
146     14|             tibias, que le rodeaban. Don Álvaro tardó bastantes horas en
147     14|                  el cariño de nadie. Don Álvaro extendió sus miradas alrededor,
148     14|         enfermero, servidor y amigo. Don Álvaro quiso responder, pero Ben
149     14|                 En cuanto se fueron, don Álvaro le preguntó con voz muy
150     14|            sosegaos y mirad por vos. Don Álvaro procuró descansar, pero
151     15|                  días de haber caído don Álvaro prisionero ocurrió, por
152     15|             tiempo estaba madurando. Don Álvaro era el apoyo más firme de
153     15|            heridas habían reducido a don Álvaro a una postración grandísima;
154     15|                Cómo os sentís, noble don Álvaro? ¿Estáis contento de mi
155     15|                 y aliados naturales. Don Álvaro, que estaba íntimamente
156     15|          aconsejado sois vos -repuso don Álvaro con impaciencia -, en menguar
157     15|               dijo a su prisionero. -Don Álvaro, ya conocéis de oídas mi
158     15|                salió de la cámara, y don Álvaro, con el descuido propio
159     15|           presentó en el encierro de don Álvaro con una copa en una salvilla,
160     15|               Despidióse enseguida y don Álvaro comenzó a sentir cierta
161     15|           puntillas hasta la cama de don Álvaro, y después de vacilar todavía
162     15|          suavemente al mismo tiempo. Don Álvaro ni se movió ni dio respuesta
163     15|                  había dejado sólo a don Álvaro, el judío, que había estado
164     15|                por él? -El cuerpo de don Álvaro -replicó don Juan - descansará
165     15|              dispuesto. El cuerpo de don Álvaro estuvo todo aquel día de
166     15|          respondió él rehusándolo -. Don Álvaro dejó hecho su testamento
167     15|                 si bien no miraban a don Álvaro con cariño, no por eso dejaban
168     16|                inclinado vivamente a don Álvaro mientras su voluntad había
169     16|            imagen que la del ausente don Álvaro. Este enemigo de nueva especie,
170     16|                 por la primera vez a don Álvaro despedirse de la señora
171     16|               alumbrado la salida de don Álvaro de aquellos umbrales y que
172     16|                  una pena agudísima. Don Álvaro era la única persona que
173     18|                 que el que conoció a don Álvaro, por maldito que fuese su
174     18|             creería que la sombra de don Álvaro era lo que así se le aparecía.
175     18|                no ver el espectro de don Álvaro, pues por tal le descubrían
176     18|         retorciéndose los brazos.~ ~ Don Álvaro echó una ojeada al templario
177     18|             Escuchadme todavía -dijo don Álvaro interrumpiéndola con un
178     18|            afanes. La voz varonil de don Álvaro, destemplada en un principio
179     18|                  últimas palabras de don Álvaro se redobló su pena, y dirigiéndole
180     18|                con energía -, y vos, don Álvaro, nada creáis, porque he
181     18|              polvo de los caminos! -¡Don Álvaro! -le interrumpió el templario -; ¿
182     18|                 vio por vez primera. Don Álvaro -prosiguió dirigiéndose
183     18|                   parecían revelar a don Álvaro en medio de su pesadumbre
184     18|                 órganos ya cansados. Don Álvaro notó también el estrago
185     18|             agitación, y agarrando a don Álvaro por el brazo con una mano
186     18|            Dejadlos que vengan -dijo don Álvaro, cuyos ojos al sólo nombre
187     18|                 tarde -dijo entonces don Álvaro -, pero sosegaos -añadió
188     19|               represalias.~ ~ Cuando don Álvaro y el comendador sintieron
189     19|               levantando la visera - don Álvaro Yáñez, señor de Bembibre,
190     19|             algún tiempo empeñada. -¡Don Álvaro! -exclamaron a un tiempo
191     19|                 mi venida? -contestó don Álvaro con sarcasmo -, no me maravilla,
192     19|              quejáis de él?-contestó don Álvaro con el mismo tono irónico -.
193     19|                 cierto lo que cuenta don Álvaro? Porque no os habéis asustado
194     19|                  ya con la ironía de don Álvaro, sintió renacer su orgullo
195     19|                espada y yéndose para don Álvaro -; aquí mismo voy a lavar
196     19|                   replicó gravemente don Álvaro - que el presente es caso
197     19|                 de diferenciar -dijo don Álvaro -; pero tened entendido
198     19|              terrible declaración de don Álvaro. -¿Es un sueño lo que acabo
199     19|                  y ahogados gemidos. Don Álvaro, cuyo pecho lastimado se
200     19|                dolorido y preguntó a don Álvaro. -¿No sabéis nada de las
201     19|                 y de ternura, dijo a don Álvaro: -Todo lo vais a saber. -¡
202     19|           Entonces contó por menor a don Álvaro, y pintándose con negros
203     19|              gran espacio, hasta que don Álvaro dijo con un profundo suspiro: -
204     19|                brazos de su padre, y don Álvaro, sin detenerse a más, montó
205     20|                   Así fue que cuando don Álvaro cayó en sus manos, ya vimos
206     20|               una manera o de otra a don Álvaro de la alianza de los caballeros,
207     20|            rescate hubiera soltado a don Álvaro para que con su espada cortase
208     20|                 funciones vitales de don Álvaro se paralizaron completamente.
209     20|          desgarrando los vendajes de don Álvaro y regando la cama con sangre
210     20|                 tan largo parasismo. Don Álvaro volvió en sí muy lentamente,
211     20|                  empacho y le dijo: -Don Álvaro, sin duda os maravillará
212     20|               Simuel y para mí. Como don Álvaro había perdido la memoria
213     20|               tomasen este castillo. Don Álvaro se quedó pensativo un rato
214     20|                complaceros al punto. Don Álvaro le dio las gracias repitiendo,
215     20|                  dejó muy obligado a don Álvaro que, por otra parte, se
216     20|             impresión en el ánimo de don Álvaro, naturalmente dado a la
217     20|              amanecer, despertaron a don Álvaro el galope y relincho de
218     20|        interiores de la fortaleza, y don Álvaro, que creyendo trabado el
219     20|                 De todo esto coligió don Álvaro que sin duda don Juan había
220     20|         pensamientos y esperanzas de don Álvaro. Lara, vuelto en sí de aquel
221     20|        contristarle. Rogóle entonces don Álvaro que le contase el fundamento
222     20|                  otra vez -respondió don Álvaro con enojo -, el mundo entero
223     20|             última esperanza, empezó don Álvaro a sentir todos los rigores
224     21|                  verdadera suerte de don Álvaro. Parecíale, y con razón,
225     21|                 el deseo de hallar a don Álvaro en brazos del eterno sueño;
226     21|                 planes, deteniendo a don Álvaro en las entrañas de la tierra,
227     21|      agraviaríais de esta suerte. Si don Álvaro murió, culpa es de su desdicha,
228     21|                   sí, noble Saldaña, don Álvaro está en mi poder, ¿pero
229     21|             terrible y apasionada de don Álvaro, y a despecho de toda su
230     21|             precipitadamente. Estaba don Álvaro sentado tristemente en un
231     21|             momento: -¿Dónde estáis, don Álvaro, que con esta luz tan escasa
232     21|                 en que la alegría de don Álvaro hacía tan doloroso contraste
233     21|                 decir a su cautivo: -Don Álvaro, libre estáis desde ahora; ¡
234     21|               Núñez descargaba sobre don Álvaro; así fue que perdió el color
235     21|                   Mentís vos! -gritó don Álvaro, con una voz sofocada por
236     21|                  vilipendiarla así? -Don Álvaro -exclamó Lara interponiéndose, ¿
237     21|                don Gutierre! -repuso don Álvaro con voz dulce y templada,
238     21|                 país miente -replicó don Álvaro sin dejarle concluir la
239     21|               patio enjaezado; pero, don Álvaro, pensad en lo que hace poco
240     21|                  treguas a su pesar. Don Álvaro y su compañero pasaron fácilmente
241     21|             llevarían andadas cuando don Álvaro paró de repente su caballo
242     21|                 Saldaña -, porque... Don Álvaro le hizo una señal de impaciencia
243     22|                 de las cosas, cuando don Álvaro, con el corazón traspasado
244     22|                en toda su verdad, ya don Álvaro cruzaba el puente levadizo.
245     22|                  de la emoción que a don Álvaro causaba el encuentro de
246     22|              fondo de un precipicio. Don Álvaro le contó entonces la dolorosa
247     22|                admitirte en su seno. Don Álvaro, con su claro ingenio, comprendió
248     22|                aceptar la palabra de don Álvaro, viéndole ahora persistir
249     22|              motivos que excitaban a don Álvaro para su determinación, el
250     22|                  vinieron a buscar a don Álvaro que les aguardaba armado
251     22|                  Condujeron, pues, a don Álvaro ambos caballeros a la hermosa
252     22|              lúgubres y silenciosos. Don Álvaro, en cuya imaginación ardiente
253     22|                 preguntó sus deseos. Don Álvaro respondió: -Considerando
254     22|               tendieron en el suelo. Don Álvaro, conforme a la ceremonia,
255     22|                 Arrodillóse entonces don Álvaro sobre un cojín de terciopelo
256     22|                cuanto descubrieron a don Álvaro, entonaron todos en voces
257     22|                   dejando en medio a don Álvaro, que de pie y con los brazos
258     22|               cámaras respectivas. A don Álvaro le dejaron también en la
259     22|                ahora la profesión de don Álvaro acababa de trocarle en mar
260     23|                 hemos visto y oído a don Álvaro junto al nogal del arroyo;
261     23|                 del mundo, y viva mi don Álvaro que es primero. Martina -
262     23|                  la determinación de don Álvaro pero como ya no era posible
263     23|                  poco de aspereza -; don Álvaro está desconocido desde sus
264     23|                enfado de no servir a don Álvaro, según hemos visto, se iba
265     23|                 y de fidelidad hacia don Álvaro se confundían en su imaginación
266     23|                  hidalgas prendas de don Álvaro, la largueza con que en
267     23|              Millán -repuso al punto don Álvaro -, ¿qué otra persona se
268     23|                  ausentó entonces, y don Álvaro, enternecido, pero reprimiéndose
269     23|                No, Millán -respondió don Álvaro con reposo -, yo ya no tengo
270     23|                No, Millán -respondió don Álvaro -, yo  que tú tienes otras
271     23|                  os quiere bien y... Don Álvaro, temblando que no añadiese
272     24|             conducta de Saldaña y de don Álvaro en los sotos de su palacio,
273     24|                paterna y apartada de don Álvaro, pero la esperanza la alentaba,
274     24|            disipándose su hermosura; don Álvaro había salido del sepulcro
275     24|                 prefería al valeroso don Álvaro! ¡Vamos, vamos! ¡No me lo
276     24|               colores de sus deseos. Don Álvaro, para mayor humillación
277     25|                 país los vasallos de don Álvaro, que por su profesión habían
278     25|                  servir de padrino a don Álvaro se había quedado durante
279     25|                 su antigua alcaidía. Don Álvaro solicitó licencia de su
280     25|             menos profundo que el de don Álvaro el rencor que abrigaba contra
281     25|                  tendiendo la mano a don Álvaro y apretándosela fuertemente,
282     25|             disperdam inimicos meos. Don Álvaro sólo le respondió apretándole
283     25|                instrumentos músicos. Don Álvaro pidió licencia para batir
284     25|               por otra parte, de que don Álvaro, sin escuchar más voz que
285     25|            cometida en la persona de don Álvaro Yáñez, le advertía que no
286     25|             nueva de la profesión de don Álvaro, porque de esta suerte él
287     25|        observarlo todo atentamente. -Don Álvaro -dijo por fin con mal disimulado
288     25|                  Pero, señor -repuso don Álvaro -, ¿y podrán bajar los caballos
289     25|                  en cuenta -insistió don Álvaro - el cuerpo avanzado que
290     25|                  de improviso. ¡Ah!, don Álvaro -añadió tristemente -, yo
291     25|              preferencia que os doy? Don Álvaro permaneció callado y como
292     25|                Pues entonces -repuso don Álvaro -, más os agradeciera que
293     25|                  terrible mirada que don Álvaro no vio por la oscuridad
294     25|                hizo bajar los ojos. -Don Álvaro -le dijo el anciano con
295     25|                 tal vez le irá peor. Don Álvaro, un tanto avergonzado de
296     26|             tantos casos lastimosos, don Álvaro, seguido de una gran tropa
297     26|                  antes había dicho a don Álvaro al tomar por segunda vez
298     26|                  lucido escuadrón de don Álvaro, que lanza en ristre y a
299     26|               camino de las Médulas. Don Álvaro entonces, deseoso de dar
300     26|                 que iban al mando de don Álvaro se oían ya muy cerca. Saldaña
301     26|                  hasta encontrar con don Álvaro, no sea que le suceda algún
302     26|        encontraron los caballeros de don Álvaro, que al ver los rojizos
303     26|             aquel terrible castillo. Don Álvaro no sólo cumplió el objeto
304     26|           templarios y en especial a don Álvaro, de manera que todo se propuso
305     28|       menudamente cuanto sabía. Hizo don Álvaro un movimiento tal de alegría
306     28|                 como es -le contestó don Álvaro sonriéndose nos será de
307     28|             sitiadores. -¿Dónde está don Álvaro? -preguntó mirando en derredor
308     28|           suponer nuestros lectores, don Álvaro no estaba allí, sino como
309     28|                 no favorecía menos a don Álvaro, que en aquel ángulo tan
310     28|                de la niebla robaba a don Álvaro y a su fiel escudero de
311     28|                   por ella calculaba don Álvaro la distancia que todavía
312     28|             plataforma en que estaba don Álvaro y se agarraron fuertemente
313     28|                que hizo estremecer a don Álvaro. -Seguro como si fuera la
314     28|          explanada del torreón. Como don Álvaro y su escudero tenían cubiertos
315     28|              conde de Lemus -le dijo don Álvaro sosegadamente descubriéndose.
316     28|              hidalguía? -le contestó don Álvaro con una sonrisa en que el
317     28|               así, villano! -le dijo don Álvaro encendido de cólera -, parte
318     28|                  como sañudo, dijo a don Álvaro desenvainando la espada: -
319     28|                 un león, arremetió a don Álvaro que le recibió con aquella
320     28|                  en los movimientos; don Álvaro, armado de punta en blanco,
321     28|                dio con él en tierra. Don Álvaro se arrojó sobre él al punto
322     28|                 y por eso me vences. Don Álvaro apartó al punto su espada
323     28|                enviaba sus órdenes a don Álvaro con el caballero Carvajal.
324     28|                  volver diciendo que don Álvaro no había parecido por la
325     28|             acompañado de los doce. -Don Álvaro -le gritó desde la estrecha
326     28|                  embargo se detuvo. -Don Álvaro -le dijo de nuevo Saldaña
327     28|                soy templario -repuso don Álvaro que apenas acertaba a reprimir
328     29|                la realidad. Llorar a don Álvaro y prepararse por medio del
329     29|          templarios y las proezas de don Álvaro habían llegado a aquel pacífico
330     29|                dicha al desventurado don Álvaro, y sin embargo, a la idea
331     29|           concede; escúchame. Cuando don Álvaro entró en el Temple, aconsejado
332     29|                  terribles votos. Si don Álvaro hizo su profesión, si su
333     29|                 escrúpulos. Mal pudo don Álvaro, de consiguiente, renunciar
334     30|                suya habían cerrado a don Álvaro. Conociendo su carácter
335     30|                  mí en vuestra vida. Don Álvaro se quedó estático con esta
336     30|           callado por un buen rato. -Don Álvaro -le dijo de nuevo el anciano -, ¿
337     30|                 Tal vez no -contestó don Álvaro, en quien aquel nombre había
338     30|                ahí diciendo? -repuso don Álvaro cada vez más confuso y aturdido -, ¿
339     30|               intenso dolor, contó a don Álvaro el desaliento que cundía
340     30|                 Arganza, manifestó a don Álvaro que pronto asentarían sus
341     30|                  pasado? -preguntó a don Álvaro, asiéndole de la mano y
342     30|                    Así es la verdad, don Álvaro -contestó el anciano -,
343     30|            cortés acogida que hizo a don Álvaro, y en los grandes y delicados
344     30|              mismo pensamiento que a don Álvaro, y por la alegre sorpresa
345     30|               Andrade caminaba entre don Álvaro y el comendador, y de todos
346     31|                  por otra parte, que don Álvaro era un objeto de enemistad
347     31|              cuyas ramas se despidió don Álvaro para siempre. Si sus lágrimas
348     31|              conde, de su madre y de don Álvaro, quejándose dolorosamente
349     31|                  parte, la imagen de don Álvaro, libre de sus votos, más
350     31|                 señora. La imagen de don Álvaro era el centro adonde iban
351     32|                 libre de sus votos a don Álvaro. El anciano monje, a quien
352     32|                 reparo en envolver a don Álvaro en los procedimientos generales,
353     32|                mal que había hecho a don Álvaro en Tordehumos, había venido
354     32|            noticia de los pesares de don Álvaro y su violenta resolución
355     32|                víctima, libre estaba don Álvaro de los pasados sinsabores
356     32|                pues estando presente don Álvaro, natural parecía que de
357     32|             arrancada por la mano de don Álvaro de la tienda en que ondeaba
358     32|          palabras que mediaron entre don Álvaro y el conde al principio,
359     32|          resaltaba la generosidad de don Álvaro, y la efusión con que contó
360     32|                general volviéndose a don Álvaro -, aunque nuevo en esta
361     32|                es el duelo -contestó don Álvaro -, pues que tomáis sobre
362     33|                que entonces en el de don Álvaro pensaba, y no en su felicidad.
363     33|        desterrada del techo paterno; don Álvaro, desposeído de sus esperanzas,
364     33|               dudas de que suelten a don Álvaro de sus votos, cuando los
365     33|               Beatriz -, y porque es don Álvaro demasiado poderoso y de
366     33|                 El otro día soñé que don Álvaro estaba en medio de una plaza,
367     33|               vivía por la suerte de don Álvaro, y que los vislumbres todos
368     33|                temer por el generoso don Álvaro. Pero, ¿qué haces ahí, posma? -
369     33|                  de la absolución de don Álvaro, porque, desvanecidos como
370     34|               que darían por libre a don Álvaro de todos sus votos. La carta
371     34|              puesto que la suerte de don Álvaro estaba todavía pendiente
372     34|                tribunal el asunto de don Álvaro. Aunque todos sabían que
373     34|                casa de Arganza. Como don Álvaro, por otra parte, no había
374     34|                el infante don Juan a don Álvaro con sangriento rencor. Cuánto,
375     34|               declarasen templario a don Álvaro, y como tal sin absolverle
376     34|          candorosas declaraciones de don Álvaro que viendo ya a salvo el
377     34|            resolución de favorecer a don Álvaro. En tan robusto fundamento
378     34|              nulidad de los votos de don Álvaro, y ocupado de los mismos
379     34|                  sentencia declaró a don Álvaro libre de los votos de obediencia
380     34|          esencial de la profesión de don Álvaro mal podía fortalecer ninguna
381     34|      agradeciendo así las hazañas de don Álvaro en Andalucía y Tordehumos,
382     34|          declaración que restituía a don Álvaro a la clase de señor independiente,
383     34|                  llenos de afición a don Álvaro, emplearon todos sus esfuerzos
384     34|                  última esperanza de don Álvaro, pero en Lara se mezclaba
385     34|                  del Papa; así pues, don Álvaro, después de haber recibido
386     34|                  autoridad paternal. Don Álvaro procuró corresponder como
387     34|                  habían acompañado a don Álvaro a la expedición de Tordehumos
388     35|                traeré la libertad de don Álvaro y la ventura de los dos!,
389     35|                  venir el abad, sino don Álvaro también y muy en breve,
390     35|                venida en compañía de don Álvaro. Justamente acababa de cerrarla,
391     35|                llegaba acompañado de Don Álvaro y de su escudero Millán. -¡
392     35|                 Y vos también, noble don Álvaro? -añadió don Alonso yéndose
393     35|           palabras en la garganta, y don Álvaro, sin desplegar los labios,
394     35|                  el caballo árabe de don Álvaro, que a pesar de la fatigosa
395     35|                 que la asistía, pero don Álvaro se quedó contemplándola
396     35|                  de su propio canto. Don Álvaro, que vio abrirse sus hermosos
397     35|               estatura aventajada de don Álvaro hacía que su casco coronado
398     35|                  Salid, salid, noble don Álvaro! ¡Oh, Dios mío, gracias
399     35|                 y por la libertad de don Álvaro?, pues aquí le tienes libre
400     35|               gran lucha interior: -¡Don Álvaro!, no os partáis de aquí... ¿
401     35|           conciencia, la libertad de don Álvaro. El médico hizo ver entonces
402     35|             anciano monje y Martina. Don Álvaro no dijo ni escuchó una sola
403     35|               privada de la vista de don Álvaro. Poco podía servir para
404     36|                 Justamente al entrar don Álvaro y el abad la despertó el
405     36|                 fatales. Sólo cuando don Álvaro se presentó delante de ella
406     36|             vista había producido en don Álvaro. Ningún síntoma de enfermedad
407     36|            embargo, nunca le pareció don Álvaro tan hermoso. Es cierto que
408     36|         embarcación comenzó a rezar. Don Álvaro, en pie delante de ella,
409     36|                  esto algunas veces? Don Álvaro calló en lugar de responder,
410     36|             sentido y casi colérico. Don Álvaro entonces levantó los ojos,
411     36|                   ningunas! -exclamó don Álvaro sin recogerla. -Tomadla,
412     36|               dolorosas reflexiones. Don Álvaro, trastornado por aquella
413     36|          respectivas. No bien se vio don Álvaro en la suya cuando, cerrando
414     36|                 solitarius in tecto. Don Álvaro, después de haberlo leído,
415     36|                 hermosa criatura!... Don Álvaro pasó adelante y, volviendo
416     36|             quedan a la lira!~ ~ ~ ~ Don Álvaro pasó unas cuántas hojas,
417     36|               amo y me muero!~ ~ ~ ~ Don Álvaro recorrió otros pasajes,
418     36|            sembrado mi camino!.... ~ Don Álvaro había podido leer, aunque
419     37|               caballo de don Alonso. Don Álvaro y el venerable abad no dejaban
420     37|              mayor de la desdichada. Don Álvaro, clavados casi siempre sus
421     37|                    Vos aquí también, don Álvaro!, ¡y vos, venerable padre! ¡
422     37|                por mí habéis pasado! Don Álvaro y el abad, como si saliesen
423     37|           extraño garbo y gentileza. Don Álvaro, atento como nunca a sus
424     37|                  apenado caballero: -Don Álvaro, ¿no veis cuán vanas son
425     37|                del sepulcro. -¡Pobre don Álvaro! -contestó ella con una
426     37|                  de su doncella y de don Álvaro, pero como todo ello fue
427     37|              Continuamente llamaba a don Álvaro y manifestaba una ansiedad
428     37|                pudiera ausentarse. -¡Don Álvaro! exclamaba con la voz quebrada
429     37|                  la tarde. ¿Me oyes, don Álvaro?~ ~ -Sí, te oigo exclamaba
430     37|               corriendo..., miradle, don Álvaro..., la alegría le ha rejuvenecido...,
431     37|              morir ahora..., no, no, don Álvaro, yo soy muy joven todavía,
432     38|                 aún que la del mismo don Álvaro. Desde que, sin reparar
433     38|          desenlace fatal del caso de don Álvaro. Cuadro tristísimo, cuyo
434     38|                  y caballerosidad de don Álvaro durante el juicio. Cuanto
435     38|                este noble y generoso don Álvaro y por todos estos buenos
436     38|                  No es verdad, noble don Álvaro? Acercaos, esposo mío, en
437     38|               eternidad entera. ¡Ah, don Álvaro!, ¿esperabais mejor padrino
438     38|                  decir de mí -añadió don Álvaro -, unos han sido nuestros
439     38|                  la mano poderosa de don Álvaro, con la débil y casi transparente
440     38|                  una hermana. Y vos, don Álvaro, dulce esposo mío, tomadla
441     38|             Cuántas veces -le dijo a don Álvaro -, habrás comparado mis
442     38|            cabeza sobre el hombro de don Álvaro, sin hacer extremo ni movimiento
443     38|          correspondiente a su clase. Don Álvaro, que desde que vio muerta
444   Conc|          escudero y paje de lanza de don Álvaro Yáñez, señor de Bembibre
445   Conc|                  que veían y creían. Don Álvaro, según lo que contó, había
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