Cap.

 1      9|   gritando a voz en cuello: -¡Ay, padre de mi alma!, ¡pobrecita
 2     13|    venga tu caballo moro!... ¡ay!, me parece que he perdido
 3     13|     La sombra!, ¡la sombra!, ¡ay! ¡yo he caído del cielo!... ¿
 4     16|  porque yo también le amaba! ¡Ay!, ¡quién no amaba aquel
 5     18|       de nuevos pesares?~ ~ -¡Ay, señora de mi alma! -exclamó
 6     19|      caballero tan cumplido? ¡Ay!, ¡todas las aguas del Jordán
 7     23|     alegría que quedaba.~ ~ -¡Ay, Millán de mi alma! -exclamó
 8     29|   muchos días de felicidad. -¡Ay, no! -contestó ella -, mi
 9     33|     voz muy alta y dolorosa: ¡Ay, Beatriz, estas habían de
10     35| cuando en cuando exhalaba un ¡ay! profundísimo y llevaba
11     37|      aquí, porque me ahogan, ¡ay de mí!, no, dejadlas, que
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