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Alfabética [« »] batir 1 bayeta 1 baza 1 beatriz 323 bebedizo 1 beber 3 bebida 2 | Frecuencia [« »] 375 mi 343 doña 335 tan 323 beatriz 309 es 287 era 274 si | Enrique Gil y Carrasco El Señor de Bembibre Concordancias beatriz |
Cap.
1 1| porque, sobre no tener doña Beatriz en más estima al tal conde 2 1| discreción y hermosura, como doña Beatriz. -Pues si se enamoró, que 3 2| cifrarse en su hija doña Beatriz, que entonces tenía pocos 4 2| porvenir. Así crecía doña Beatriz como una azucena gentil 5 2| solicitado la mano de doña Beatriz, por medio del infante don 6 2| señor de Bembibre y doña Beatriz, en tanto, estaban sentados 7 2| escena tan dolorosa. Doña Beatriz clavaba sus ojos errantes 8 2| sucedido con don Álvaro y doña Beatriz, que, embebecidos en su 9 2| movimiento muy rápido. Doña Beatriz bajó los ojos y no respondió.~ ~ -¡ 10 2| silencio, al cabo del cual doña Beatriz levantó sus hermosos ojos 11 2| cierto. -Escuchadme, doña Beatriz -repuso él, procurando serenarse. 12 2| veo; ¿pero quién, quién, Beatriz, os amará en el mundo más 13 2| ninguno, ninguno -exclamó doña Beatriz, retorciéndose las manos 14 2| ponerlo a vuestros pies. ¡Oh Beatriz, Beatriz!, ¡cuando volvía 15 2| vuestros pies. ¡Oh Beatriz, Beatriz!, ¡cuando volvía de Andalucía, 16 2| Dios mío! -murmuró doña Beatriz -, ¿en esto habían de venir 17 2| y tan dulces alegrías? -Beatriz exclamó don Álvaro -, si 18 2| de vuestra familia? Doña Beatriz rodeó la cámara con unos 19 2| encontraron con los de doña Beatriz, para trocar una larga y 20 3| mediaban entre él y doña Beatriz a la sazón. Aquel mismo 21 3| separarnos. ¡Pobre doña Beatriz! -añadió con melancolía -, ¿ 22 4| tocáis. ¿Imagináis que doña Beatriz encuentra gran ventura en 23 4| empresa por lograr a doña Beatriz? -¿Eso dudáis, padre? -contestó 24 4| ciego, pues no ve que doña Beatriz sería la primera en despreciar 25 4| bien de mi alma y, por doña Beatriz a quien tanto amáis? -Nada - 26 5| pues, una tarde que doña Beatriz, sentada cerca de su madre, 27 5| conde el mismo -repuso doña Beatriz - que, después de lograr 28 5| Vuestra es mi vida -dijo doña Beatriz -, y si me lo mandáis, mañana 29 5| tenéis en el pecho, doña Beatriz -contestó su padre dirigiéndola 30 5| deshecha en lágrimas, y doña Beatriz comprimiendo las suyas con 31 5| amargura, en términos que doña Beatriz hubo de emplear todos los 32 5| sería mejor ceder? Doña Beatriz hizo un gesto muy expresivo, 33 6| de dos días llevar a doña Beatriz al convento de Villabuena, 34 6| anciano señor se tomaba. Doña Beatriz se despidió de su madre 35 6| prestarle ánimo. Por fin, doña Beatriz se desprendió de sus brazos, 36 6| pobres gentes a quienes doña Beatriz había asistido en sus enfermedades 37 6| quererla. Viendo, pues, doña Beatriz, que habían entrado en conversación, 38 6| Piensa - añadió doña Beatriz - que se trata de mi felicidad 39 6| hago y él bien lo ve. Doña Beatriz, enternecida, le entregó 40 6| acostumbrados a la presencia de doña Beatriz que como una luz de alegría 41 6| recato la carta de doña Beatriz que poco más o menos decía 42 7| y de grandeza, pero doña Beatriz, que según la exacta comparación 43 7| lo que sucedía con doña Beatriz. En el silencio que la rodeaba 44 7| tentativa. El día que doña Beatriz había señalado a don Álvaro 45 7| corría en igual caso doña Beatriz, el deseo de aclarar el 46 7| de los vestidos de doña Beatriz. Por fin, una forma blanca 47 7| Álvaro no respondió y doña Beatriz continuó con un tono que 48 7| una desobediencia. -¡Oh, Beatriz! -contestó don Álvaro con 49 7| nunca seré suya. -¡Doña Beatriz! -exclamó de repente una 50 7| nos separemos -dijo doña Beatriz con un suspiro -; pero nos 51 8| siguieron al encierro de doña Beatriz fueron, efectivamente, para 52 8| la noble figura de doña Beatriz indignada de su audacia; 53 8| piadosa abadesa, y doña Beatriz, por su parte, sin quejarse 54 8| debía unir su suerte doña Beatriz. Cuando llegó el día de 55 8| zozobra la aparición de doña Beatriz. Llegó, por fin, ésta acompañada 56 8| retiró dejándolos solos. Doña Beatriz, entretanto, observó con 57 8| que le habían hecho. Doña Beatriz le hizo un ademán lleno 58 8| Galán sois -respondió doña Beatriz -, y no esperaba yo menos 59 8| la conversación, y doña Beatriz continuó: -Excusado es que 60 8| pasión que me inspiráis. Doña Beatriz disgustada de encontrar 61 8| mano. -¿Y por qué no?, doña Beatriz -repuso él con su fría y 62 8| mirada de esos ojos. Doña Beatriz comparaba en su interior 63 8| hidalgo -respondió doña Beatriz sin inmutarse es un señor 64 8| Quiere decir -replicó doña Beatriz con amargura - que yo habré 65 8| el justo arranque de doña Beatriz con la voz de su propia 66 8| llanto y desolación de doña Beatriz. Sin embargo, le dijo con 67 8| órdenes de vuestro padre. Doña Beatriz se levantó entonces, y apartándose 68 8| volver la vista atrás, y doña Beatriz después de dar dos o tres 69 9| salido las monjas, doña Beatriz se levantó de la cama en 70 9| No, yo no -respondió doña Beatriz -, porque me buscarían y 71 9| repuso la abadesa. Doña Beatriz, que también estaba allí, 72 9| impensada partida. Doña Beatriz trazó atropelladamente estos 73 9| encontraba a mano y prontos. Doña Beatriz dio algunas monedas de oro 74 9| significaban su afición a doña Beatriz, y al señor de Bembibre, 75 9| No parece sino que doña Beatriz es ahí una extraña, o una 76 9| dado su ama -; que doña Beatriz no tiene pizca de desagradecida. 77 10| del seno la carta de doña Beatriz y se la entregó. Como era 78 11| ya de que volvamos a doña Beatriz, cuya situación era sin 79 11| tres personas solas. Doña Beatriz, que había estado paseando 80 11| regañando si le salen mal! Doña Beatriz, al oír esta pintura tan 81 11| bastaron a sacar a doña Beatriz de su distracción inquieta 82 11| melancólica, y el alma de doña Beatriz tan predispuesta de continuo 83 11| regiones apartadas?... Doña Beatriz se sentó al pie de un álamo, 84 11| crepúsculo, asustó a doña Beatriz, que lo escuchó como si 85 11| digo -la interrumpió doña Beatriz - que no huiré con don Álvaro. - 86 11| fuerzas, Martina -replicó doña Beatriz acongojada -, mejor es que 87 11| perdernos a los tres! Doña Beatriz, no menos atemorizada que 88 11| silenciosamente la mano de doña Beatriz, que parecía de hielo y 89 11| vuestra confianza. Doña Beatriz no contestó, y don Álvaro 90 11| acabar su relación doña Beatriz volvió a guardar silencio. 91 11| fijos los ojos en os de doña Beatriz que no se alzaban del suelo. 92 11| voz algo trémula: -Doña Beatriz, habladme con vuestra sinceridad 93 11| arrancaros la palabra fatal? Doña Beatriz se retorció las manos lanzando 94 11| las espaldas, pero doña Beatriz, asiéndole del brazo con 95 11| tormentos del infierno! -¿Doña Beatriz, queréis confiaros a mí? - 96 11| desvanecer el desmayo de doña Beatriz, que asida por aquel brazo 97 11| valentía, se paró, y doña Beatriz y su criada, por un común 98 11| dama ni sobre mí? -Doña Beatriz -respondió el abad con reposo - 99 11| Dios y de los hombres. Doña Beatriz, entonces, se adelantó con 100 11| Don Álvaro -dijo -, doña Beatriz se quedará conmigo para 101 11| acercó para arrancar a doña Beatriz de manos del abad, usando 102 11| resuelvo -contestó ella. -Doña Beatriz -exclamó don Álvaro con 103 11| contentó con decir-: ¡Doña Beatriz... adiós! Y se dirigió a 104 11| pesar suyo delante de doña Beatriz: -No os partiréis de ese 105 11| consuelo. -Y yo -repuso doña Beatriz - renuevo aquí, delante 106 11| inesperado cambio de doña Beatriz se trocaban en bondad paternal 107 11| que mientras vivas y doña Beatriz abrigue los mismos sentimientos, 108 11| fueran los de un rey. -Doña Beatriz -dijo acercándose a ella 109 11| días más felices.~ ~ Doña Beatriz reunió las pocas fuerzas 110 11| brazos de otro, diciendo doña Beatriz en medio de un torrente 111 11| amo, para acompañar a doña Beatriz y a su criada a Villabuena. 112 11| boda, encontraron a doña Beatriz atacada de una calentura 113 12| felicidad de don Álvaro y doña Beatriz, por quien suponemos que 114 12| planes y ardides. Era doña Beatriz su hija de confesión, y 115 12| el plazo señalado a doña Beatriz, fueron otros tantos rayos 116 12| Álvaro podía llevarse a doña Beatriz a Bembibre, o cruzar el 117 12| religioso que la pasión de doña Beatriz hubiese echado en su alma 118 12| pasajera podía mover a doña Beatriz a semejante resolución, 119 12| y además quería a doña Beatriz con ternura casi paternal. 120 12| excusó la enfermedad de doña Beatriz, que todo lo retardó por 121 12| y las amarguras de doña Beatriz y de don Álvaro eran obra 122 13| fiebre se cebaba en doña Beatriz con terrible saña; y la 123 13| más insoportables! Doña Beatriz no conoció ya a su madre, 124 13| Dios por la salud de doña Beatriz. Hubo que establecer una 125 13| Celestial podría curar a doña Beatriz. Entonces se le administró 126 13| noche, sin embargo, doña Beatriz pareció volver en sí del 127 13| que ahí la tenéis. Doña Beatriz volvió entonces la cabeza, 128 13| procura descansar. Doña Beatriz, sin embargo, siguió llorando 129 13| y de todas maneras doña Beatriz no experimentó al salir 130 14| la trenza que me dio doña Beatriz aquella noche fatal, y se 131 15| tío el maestre, y a doña Beatriz cuando me pregunten por 132 16| Capítulo XVI~ ~ Doña Beatriz, como dejamos dicho, volvió 133 16| escaseaba sus visitas a doña Beatriz y había trocado sus importunidades 134 16| formado doña Blanca. Doña Beatriz, sin embargo, nunca podía 135 16| candor y la belleza de doña Beatriz habían llegado a penetrar 136 16| compresión. Así pues, cuando doña Beatriz volvió no ya a su natural 137 16| distinguía a su hija. Doña Beatriz jamás se hubiera contentado 138 16| de sus meditaciones. Doña Beatriz se asomó rápidamente a la 139 16| por la puerta en que doña Beatriz tenía clavados los ojos 140 16| ponerse delante de doña Beatriz. Allí quiso hablar, pero 141 16| poco en acompañarla. Doña Beatriz tenía fija la misma mirada 142 16| cuando los miembros de doña Beatriz comenzaron a temblar con 143 17| estado orando, declaró doña Beatriz a su madre con voz muy serena 144 17| bendigo yo. El alma de doña Beatriz, naturalmente generosa y 145 17| enfermedad y pesares de doña Beatriz junto con la incertidumbre 146 17| respondió con efusión doña Beatriz -, mi vida, mi alma entera 147 17| Acabad, señora -contestó doña Beatriz con dolorosa resignación -, 148 17| sosegado y dichoso. Doña Beatriz arrancó entonces un doloroso 149 17| Eso no puede ser! Doña Beatriz sosegó a entrambos con un 150 17| mesuradamente a la presencia de doña Beatriz y de su madre. -Una palabra, 151 17| fueron las bodas de doña Beatriz en que sirvió de altar un 152 17| desdicha debían de ser! Doña Beatriz en cuanto expiró su madre 153 18| generosa y esforzada de doña Beatriz vino a sucumbir bajo el 154 18| Aquella misma tarde doña Beatriz, acompañada de todos sus 155 18| interna agitación de doña Beatriz, podían pasar por un verdadero 156 18| y preguntándome por doña Beatriz, dijeron que querían hablarla 157 18| dado buena espina. Doña Beatriz, que había oído las últimas 158 18| eres, Mendo -repuso doña Beatriz -, ¿qué temores puede causar 159 18| poco antes de llegar a doña Beatriz, y el caballero de las armas 160 18| sepulcral: -¡Soy, yo, doña Beatriz!~ ~ Martina dio entonces 161 18| juntarme contigo. -Temed, doña Beatriz -repuso el caballero (porque 162 18| reúne. -¡Ah! -replicó doña Beatriz sin poner atención en lo 163 18| Enseguida se acercó a doña Beatriz y le dijo con un acento 164 18| pura verdad -respondió doña Beatriz -; id con Dios, y abreviad 165 18| Ah!, ¡no! exclamó doña Beatriz juntando las manos -, nunca... - 166 18| arrullo de una tórtola. Doña Beatriz, dominada desde el principio 167 18| esposa del conde de Lemus. -Beatriz -exclamó el caballero -, 168 18| hiel y de tinieblas. Doña Beatriz volvía a su silencio, cuando 169 18| noble anciano -repuso doña Beatriz -; razón tiene para enojarse 170 18| de su corazón, le dijo: -Beatriz, por Dios santo, por cuanto 171 18| suceder, Dios mío? Doña Beatriz entonces pasó de su resignada 172 18| ocasión de la sangre. Doña Beatriz, viendo la inutilidad de 173 19| muchacha le señaló a doña Beatriz con el dedo y le dijo en 174 19| venía a reclamar a doña Beatriz Ossorio el cumplimiento 175 19| afanes y casádoos con doña Beatriz; de manera que siendo ya 176 19| lugar del combate. Doña Beatriz entonces se levantó, y poniéndose 177 19| nosotros, generosa doña Beatriz -respondió el comendador -; 178 19| noble casa -repuso doña Beatriz -, vuestro linaje esclarecido 179 19| Oh!, sí -replicó doña Beatriz -, despreciadme, escarnecerme, 180 19| poderosa condesa de Lemus? Doña Beatriz, abrumada por tan terribles 181 19| del dolor más profundo: -¡Beatriz! ¡Beatriz! ¡Justificaos, 182 19| más profundo: -¡Beatriz! ¡Beatriz! ¡Justificaos, decidme que 183 19| infeliz! -¡El orgullo, doña Beatriz! -replicó el contristado 184 19| circunstancias del sacrificio de doña Beatriz y las amenazas del abad 185 19| suspiro: -Razón teníais, doña Beatriz, en decir que semejante 186 19| acordaré de vos... Doña Beatriz rompió otra vez en amargo 187 19| el ruido que hacían, doña Beatriz se enjugó los ojos, y apartándose 188 19| Qué queréis? -le dijo doña Beatriz -; vos buscabais mi felicidad, 189 19| lenguas del vulgo -repuso doña Beatriz con seriedad -. ¿Además, 190 19| lavarían de mi culpa! Doña Beatriz apuró en vano por un rato 191 20| violencia a una dama como doña Beatriz, al momento mismo y sin 192 20| poco la memoria de doña Beatriz que a tantos peligros y 193 20| el suave contorno de doña Beatriz, pero nunca acertaba a distinguir 194 20| pudieran armarse a doña Beatriz. En su mano estaban las 195 21| los desposorios de doña Beatriz, verdadero objeto de las 196 21| su tío, y aun la misma Beatriz pudieran haber menester 197 21| han hecho perder a doña Beatriz. El comendador, que veis 198 21| cuanto a lo que de doña Beatriz os han contado, bien se 199 21| hacer a nadie.~ ~ -Doña Beatriz -respondió Saldaña - ha 200 22| buscarse en el mundo para doña Beatriz, que no tenía más compañía 201 22| marchita y amarillenta. Doña Beatriz se había visto separada 202 23| hora de seguido. Y doña Beatriz, ¡la cuitada! ¡No sé qué 203 23| la mano y palabra de doña Beatriz. -Martina -contestó el escudero, 204 23| quise que dejaras a doña Beatriz... Pero ¡válgame Dios! - 205 23| que hiciera estando doña Beatriz así? -Sí, sí -contestó él 206 24| ni prudente dejar a doña Beatriz expuesta a los azares y 207 24| hubo de consultar con doña Beatriz que, como prevenida por 208 24| nosotros. -¿En Villabuena, Beatriz? -respondió el viejo -, ¿ 209 24| había conducido allí a doña Beatriz. Su madre quedaba sumida 210 24| los modales; sólo en doña Beatriz había mudanza. Las monjas, 211 24| entender benignos. Como doña Beatriz no había exhalado una queja 212 24| de doña Blanca; pero doña Beatriz virtió, sin embargo, pocas 213 24| semblante se descubrían. Doña Beatriz se aposentó en su antigua 214 24| produciría en el ánimo de doña Beatriz aquella lucha fatal entre 215 24| desde las bodas de doña Beatriz y la muerte de su madre 216 29| está que hablamos de doña Beatriz, a quien dejamos a la sombra 217 29| corrupción y bajeza, y como doña Beatriz no podía dar amor, tampoco 218 29| los pensamientos de doña Beatriz, bien que varios en sus 219 29| Tal era el estado de doña Beatriz cuando una mañana le pasaron 220 29| apartado de los ojos de doña Beatriz. Duraba el sitio de Cornatel 221 29| de las zozobras de doña Beatriz ver comprometidas en semejante 222 29| turbarme! Razón tenía doña Beatriz para recelar que con esta 223 29| tenía. -¿Sois vos, doña Beatriz? -exclamó con el acento 224 29| Ha muerto? -contestó doña Beatriz asombrada -. Pero, decidme, ¿ 225 29| infeliz de él! exclamó doña Beatriz, juntando las manos y con 226 29| corazón se estremecía. Doña Beatriz no le amaba, porque no cabía 227 29| clemencia -contestó doña Beatriz sosegándose, y el Señor 228 29| contenerse, le dijo: -Doña Beatriz, sabe el cielo que en mi 229 29| No es verdad?~ ~ Doña Beatriz sólo dio por respuesta un 230 29| exterioridades de los hombres. Doña Beatriz, en la actualidad sois libre. -¿ 231 29| horas más felices. Doña Beatriz, que desde que escuchó el 232 29| dulcísimo. "¡Soy yo doña Beatriz!" ¡y esta sombra es la suya! 233 29| violencia. El semblante de doña Beatriz, la flacura de su cuerpo, 234 29| suave y persuasivo: -Doña Beatriz, para Dios nunca es tarde, 235 29| alfarero que me formó. -Doña Beatriz, dadme vuestro permiso para 236 29| monasterio, en tanto que doña Beatriz quedaba entregada al nuevo 237 30| anciano -, ¿creéis que doña Beatriz pudiera dar su mano a quien 238 30| y os he acercado a doña Beatriz. -¿Qué estáis ahí diciendo? - 239 30| haber de común entre doña Beatriz y yo, si no es la igualdad 240 30| especialmente para cumplir a doña Beatriz la palabra que le había 241 31| muchas seguridades que doña Beatriz recibió del abad y de su 242 31| guerra, pensó en sacar a doña Beatriz del monasterio y en restituirse 243 31| más que dudosos. Así doña Beatriz, que en los muros de la 244 31| diligencia y encontró ya a doña Beatriz casi de todo punto sosegada, 245 31| decidirá la suerte de doña Beatriz, que de continuar aquí, 246 31| desnudez y peladas rocas. Doña Beatriz se sentó a descansar un 247 31| hermosa quinta en que doña Beatriz debía aguardar el fallo 248 31| caudales del lago. Doña Beatriz que tenía un alma abierta, 249 31| antiguo reino de León. Doña Beatriz, casi arrobada en la contemplación 250 31| erizaban el camino de doña Beatriz! Al cabo de una larga meditación, 251 31| la faz de la tierra. Doña Beatriz le besó la mano sin contestar, 252 31| templo. Sin embargo, doña Beatriz, como todas las almas fuertes, 253 32| ocultaba el estado de doña Beatriz y que, por otra parte, sabía 254 32| como la ventura de doña Beatriz. Por una parte, era urgentísimo 255 32| elevado carácter de doña Beatriz, sin duda sus hermosas esperanzas 256 33| pasaba en Salamanca, doña Beatriz, pendiente entre la esperanza 257 33| acerbos golpes que doña Beatriz había recibido y su retraimiento 258 33| meditaciones. -¿Qué piensas, Beatriz -le preguntó con su acostumbrado 259 33| dijo con acento sentido: -Beatriz, hace tiempo que estoy viendo 260 33| por ser mía -contestó doña Beatriz -, y porque es don Álvaro 261 33| muy alta y dolorosa: ¡Ay, Beatriz, estas habían de ser las 262 33| como la más cercana a doña Beatriz, mejor que nadie conocía 263 33| tanta prisa le corría. Doña Beatriz, que se había puesto en 264 34| sus nativas montañas. Doña Beatriz le regaló unas preciosas 265 34| esta peripecia pasó doña Beatriz del extremo de la ansiedad 266 34| temerarias sin duda, de doña Beatriz. Desgraciadamente, no estaba 267 34| ocultaba el estado de doña Beatriz y el terrible golpe que 268 34| preparar por sí mismo a doña Beatriz para la dura prueba a que 269 35| Las esperanzas de doña Beatriz venían a ser con tan raros 270 35| tierna y apasionada de doña Beatriz un manantial inagotable 271 35| papel de las manos. Doña Beatriz entonces, veloz como el 272 35| de la imaginación de doña Beatriz como el cielo de la tierra. 273 35| me ha amado tanto? -Doña Beatriz -dijo gravemente el religioso -, 274 35| de mí en ese instante! -¡Beatriz! ¡Beatriz! -contestó el 275 35| ese instante! -¡Beatriz! ¡Beatriz! -contestó el anciano con 276 35| estrella de mi casa. Doña Beatriz quiso responder, pero Martina, 277 35| encima del corazón. -Doña Beatriz -le dijo gravemente el religioso -, 278 35| creciendo la calentura de doña Beatriz y turbándose su conocimiento. 279 35| hizo entrar. Estaba doña Beatriz tendida en su lecho como 280 35| sucede en los sueños, doña Beatriz se despertó al son de su 281 35| que me ha acompañado, doña Beatriz. ¿No me conocéis? -¿Ah, 282 35| él es! -exclamó doña Beatriz con la mayor vehemencia -, 283 35| afliges de esa suerte? Doña Beatriz se sonrió entonces melancólicamente, 284 35| anhelosa respiración de doña Beatriz. Ella fue la que volvió 285 35| indigna de tu sangre. Ánimo, Beatriz mía, pues que en tan buena 286 35| aumentar el acceso de doña Beatriz, y después de algunas palabras 287 35| fuesen los recelos que doña Beatriz tuviese de su fatal estado, 288 36| hacia la quinta.~ ~ Doña Beatriz, rendida con las emociones 289 36| abad de Carracedo. Doña Beatriz comprendió al punto lo que 290 36| separación podían venir. Doña Beatriz le escuchó sin muestra alguna 291 36| tantas palabras, notó doña Beatriz con una sola ojeada, pero, 292 36| en el del abad, bajó doña Beatriz la escalera que conducía 293 36| lago reanimó un poco a doña Beatriz. Habíase recostado en la 294 36| del suelo. Entonces doña Beatriz, después de haber guardado 295 36| interrumpió la conversación. Doña Beatriz, oprimida por ella y quebrantada 296 36| encerrada su vida y la de doña Beatriz, con su continuo desvelo, 297 36| desde el cielo y, me decía: "Beatriz, Beatriz, ¿qué haces en 298 36| cielo y, me decía: "Beatriz, Beatriz, ¿qué haces en ese valle 299 37| tristes pronósticos de doña Beatriz fueron cumpliéndose muy 300 37| la misma enfermedad. Doña Beatriz, siempre que se encontraba 301 37| tanto la postración de doña Beatriz, que pasó en la cama una 302 37| cabecera! -exclamó doña Beatriz mirándola con ternura. -¡ 303 37| tono casi festivo de doña Beatriz, y en particular el primero 304 37| espacio se aderezó doña Beatriz con su sencillez y gracia 305 37| iluminado el alma de doña Beatriz, se disipó muy en breve. 306 37| impulso había sacrificado doña Beatriz lo que más caro podía serle 307 37| contestó: -¿Es posible, doña Beatriz, que cuando comenzaba a 308 37| con ambos acicates. Doña Beatriz, al oírlos, como si una 309 37| acababa de apearse. Doña Beatriz, sin dar más señal de vida 310 38| ocupaban las torturas de doña Beatriz y lo amargo de sus remordimientos.~ ~ 311 38| sangre del corazón de doña Beatriz fue las rosas que alfombraron 312 38| perfumes. Desde la cama de doña Beatriz se divisaba el oriente, 313 38| abrirse los ojos de doña Beatriz, y en él se clavaron ávidamente. 314 38| padre mío? -continuó doña Beatriz -, cuando ya no sólo os 315 38| casi transparente de doña Beatriz, y con voz conmovida pronunció 316 38| su llagado corazón, doña Beatriz quedó muy sosegada y serena. 317 38| llegaban hasta el lecho de doña Beatriz. -¡Cuántas veces -le dijo 318 38| tardó en percibirlo doña Beatriz, en cuyo corazón encontraban 319 38| montañas, y entonces doña Beatriz, levantando hacia él su 320 Conc| pobre y querida ama doña Beatriz Ossorio! -Dios soberano - 321 Conc| veces con mi padre? -Sí, Beatriz mía, hija de mi alma -exclamó 322 Conc| camarera de su hija doña Beatriz, y Millán Rodríguez, escudero 323 Conc| día del entierro de doña Beatriz, y cobró afición muy particular