1320-bajas | bajez-dejar | dejas-esfor | esfue-langu | lanza-ponem | poner-sobre | socav-zumba
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1 Conc| Dice así: "Por los años de 1320, ocho después que el santo 2 Conc| antes de los idus de agosto (14) víspera de la función de 3 Conc| función se celebraba el 15 de agosto y era concurridísima 4 Conc| pero en el año pasado de 1842, visitando en compañía de 5 35| rigurosas ataduras, cuando se abalanzaron ardientemente a la fuente 6 26| gentes a cual más deseosas de abalanzarse a la puerta del castillo, 7 Conc| una voz interior les daba, abalanzóse él a descubrir la cara del 8 11| cesar, yo, desdichada mujer, abandonada de los míos, sin más amparo 9 30| iban a quedar sin dueño y abandonadas por lo tanto, y sin honra, 10 8| con todos sus términos, abandonándola enseguida y engrosando las 11 35| vida ni en la muerte os abandonará nunca mi corazón. La joven, 12 4| poder, y ¿pensáis que así abandonaría sus hijos, no ha mucho tiempo 13 23| escudero -, bastaba el que os abandonase para granjearme su maldición, 14 30| templarios reunidos en Ponferrada abandonasen aquel último baluarte de 15 25| ligaduras y correas de la abarca. La traza de estos serranos 16 32| coleto largo y destazado, sus abarcas y su cuchillo de monte al 17 34| andar más despreciada y abatida, aunque se abrigase de la 18 10| tinieblas de la noche; nosotros abatiremos a los soberbios y levantaremos 19 5| dignidad de su persona para abatirse a súplicas inútiles, se 20 36| abiertas, y un enjambre de abejas doradas zumbando por entre 21 11| gritando venganza como la de Abel. Don Álvaro, fuera de sí 22 34| del encono que los Castros abiertamente y el infante don Juan y 23 37| parecía colgada entre dos abismos, como un águila que se para 24 28| señor independiente, no me abochorna el igualarme con vos en 25 3| Don Álvaro, al oírle, se abochornó un poco, viendo que en el 26 32| reclamaban, así la solicitud del abogado, como la ventura de doña 27 4| convertido ya en templo de abominación. Don Álvaro no pudo menos 28 15| agangrenado con tantas infamias y abominaciones, a quien toda la cristiandad 29 34| con ellos. Muy común es aborrecer a quien sin causa se agravia, 30 28| de su poder para hacerle aborrecible, contrariando así su más 31 28| una rara casualidad hizo abortar aquel plan tan ingenioso 32 4| contestó el abad -, y os abra los ojos del alma. Enseguida 33 37| temple este fuego que me abrasa el pecho... ¡Cielos!, ¡qué 34 18| veces sentía correr un fuego abrasador por sus venas y latir con 35 11| atacada de una calentura abrasadora, perdido el conocimiento, 36 26| desdichados mal armados morían abrasados bajo una lluvia de plomo 37 5| teniéndola estrechamente abrazada. -Hija mía, hija mía -dijo, 38 3| Álvaro, después de haberle abrazado con un poco más de emoción 39 23| sino en mis brazos, vamos, abrázame, hombre..., en cuanto vine 40 13| crucifijo que sobre él estaba y abrazándolo estrechamente exclamaba 41 Conc| gritó él, por su parte, abrazándose estrechamente con el cadáver -, ¡ 42 36| que me tiraba al agua para abrazar al mensajero que semejantes 43 33| sí de alborozo corrió a abrazarla estrechamente; enseguida, 44 22| le acogían y saludaban. Abrazáronse allí en medio de la emoción 45 36| separarse, don Alonso los abrazó estrechamente, encargándoles 46 17| la terrible eternidad me abre sus puertas? Tu voluntad 47 18| Beatriz -; id con Dios, y abreviad esta conversación que sin 48 38| es tu temprano fin el que abreviará mis cortos días, sino la 49 4| flores silvestres que se abrían para recibir las primeras 50 37| esa ropa que me ahoga!, abrid de par en par esas ventanas, 51 11| a la puerta del jardín. Abriéronla con mucho cuidado, y volviendo 52 13| aguardar a que la muerte le abriese camino. Sin embargo, después 53 3| demasiado las flaquezas que abriga este anciano corazón, pero 54 31| un lindo seno, y allí se abrigaban algunos esquifes ligeros 55 36| confesor. -¡Ah, señora!, ¿cómo abrigáis semejantes ideas, cuando 56 11| padre." ¿Cómo he podido abrigar la loca idea de apelar a 57 17| la raíz! y sus ramas no abrigarán vuestra casa, ni vos os 58 20| buenos gérmenes pudiesen abrigarse en su alma, sin embargo, 59 34| despreciada y abatida, aunque se abrigase de la majestad y pompa del 60 11| mientras vivas y doña Beatriz abrigue los mismos sentimientos, 61 35| las armas de Carracedo. Abriólo rápidamente, y a los pocos 62 19| candados que os echaré no se abrirán tan pronto como los de Tordehumos 63 8| caballería y os diga que os abro mi pecho sin reserva. Cuando 64 29| que vuestra desdicha le abruma. Yo no si los usos del 65 19| de Lemus? Doña Beatriz, abrumada por tan terribles golpes, 66 15| sabía que don Juan Núñez era absoluto en sus voluntades, hubo 67 34| don Álvaro, y como tal sin absolverle de ninguno de sus votos 68 18| uno a otro; y callados y absortos en sus meditaciones caminaban 69 5| interesante. Don Alonso no pudo abstenerse de un cierto movimiento 70 4| causa de la melancolía y abstraimiento que en él se notaba de mucho 71 27| cosa, que como decía mi abuela, de sabios es mudar de consejo 72 29| pero todos participaban abundantemente de la tristeza de la estación, 73 25| Carucedo que le brindaban abundosos pastos y forrajes. De esta 74 17| suerte de nuestro linaje... -Acabad, señora -contestó doña Beatriz 75 38| resignación y la virtud. Acabada la sagrada ceremonia, y 76 15| que, restablecida la paz y acabadas estas funestas disensiones, 77 21| sinceras todas como las que acabáis de oírme. ¡Cuál no ha debido 78 20| los extraños sucesos a que acaban de asistir. Muévenos a ello 79 28| comenzado esta batalla y yo la acabaré a despecho del mundo entero. 80 18| luchaba por romper su cárcel, acabaría no muy tarde por levantar 81 37| tanto ahínco mi ventura? -No acabéis con el poco valor que me 82 22| despiden de sus muertos. Acabóse por fin el cántico, cuyas 83 15| Robledo, le contó la tragedia acaecida. La noticia, que al instante 84 Conc| y caballería del Temple, acaeció que un peregrino que volvía 85 32| de aquella pasión que mal acallada en su pecho se despertaba 86 34| vida de sus hermanos, había acallado, por fin, los generosos 87 11| alzaban del suelo. Por fin, acallando en lo posible sus recelos, 88 28| de uno de los dos podrá acallarse. -No diréis que os he estorbado 89 28| interrumpirle, pero el anciano los acalló al punto. -Nada quiero de 90 35| insomnio y la aflicción acaloraban a un tiempo su cabeza, salió 91 25| ofrecerlo grave. Toda esta gente acampó a la falda del antiguo monte 92 1| muchos animales! -continuó, acariciando el cuello de su potro con 93 8| rostro con los peligros que acarreaba a la orden, ya, finalmente, 94 8| y que tantos otros podía acarrearle todavía. Pasaba de treinta 95 7| en vuestra casa, de todos acatada y querida, el mundo entero 96 8| autoridad que sólo en él acato. Quedóse pensativo el conde 97 Conc| cristianos oprimidos que acaudillaba. En resumen, el tal manuscrito 98 25| dirigidas con gran puntería. Acaudillábalos un hidalgo de aquel país, 99 13| medio venatoria, dispuesta y acaudillada por nuestro amigo Nuño, 100 12| que con el segundo tercio acaudillado por Robledo se le había 101 8| demanda a que no pudo menos de acceder. Como nuestros lectores 102 27| temió con razón que la corte accediese a ellas, y como por otra 103 9| dado sino uno. La abadesa accedió entonces, pero en vista 104 35| hacha en el tronco de un acebuche no muy distante, acompañaba 105 26| emboscados en el monte de acebuches que linda con el pueblo 106 30| polluelo, para mirar al sol y acechar el llano. Ahora la montaña 107 12| monasterio) también para que acechasen todo con vigilancia, y le 108 7| criada que había quedado de acecho, pero de la cual se había 109 27| ojos, acostumbrados a los acechos nocturnos, comenzaron a 110 9| vuelta, se alejaron a paso acelerado. Era la torda animal muy 111 27| sobrevinieron graves sucesos que aceleraron el desenlace de aquel drama 112 28| una misma dirección muchas acémilas, y en todo el real se notaba 113 8| esencia se purificaba y acendraba más y más en el crisol del 114 4| costumbres más puras y, acendradas y daba a su existencia un 115 31| estremecimiento hijo del barro aceptaba sin miedo ni repugnancia 116 19| señor independiente no he aceptado vuestro reto, me encontraréis 117 27| lugarteniente de Aragón que, aceptando su mediación y confiándose 118 8| suponer que sin el alma no aceptaríais la dádiva de mi mano. -¿ 119 19| pero recordad que yo no la acepté, porque la disteis en un 120 21| desagravio de mi afrenta. Acerbo era el golpe que don Juan 121 33| su alegría o dolor. Los acerbos golpes que doña Beatriz 122 31| y los nuevos tiempos se acercan a más andar. Dios se apiadará 123 28| preguntó uno. -No; mañana nos acercaremos todos al castillo por donde 124 35| perturbación se disfruta. Venid, acerquémonos a su aposento para que la 125 27| la que otra elección más acertada pudiera haberle proporcionado. 126 31| alrededor. Don Alonso, que achacaba a sus pesares y desvelos 127 4| parte de sus súbditos lo achacaban a la piedad, un poco austera, 128 32| presentasen en contra del Temple, achacándole los mismos crímenes que 129 30| dar pronto término a tan aciaga lucha, sin menoscabo del 130 29| Carracedo quería verla. Desde su aciago desposorio no había aparecido 131 35| bien ajenas de encontrar el acíbar de nuevas tribulaciones, 132 2| hija los pesares que habían acibarado su vida. Así pues, tanto 133 31| corazón, más de una vez se acibaran con las imágenes que los 134 5| realidad inexorable y fría acierta a separarse del talismán 135 7| débil y oscilante más que aclaraba los objetos, los confundía. 136 7| doña Beatriz, el deseo de aclarar el enigma oscuro de su suerte, 137 36| alargándosela -, y con ella aclararéis vuestras dudas. -¡Ah!, ¡ 138 Conc| sobre el particular que nos aclaró todas nuestras dudas. Era 139 26| diabólica sonrisa, y aquellas acobardadas gentes, creyendo que el 140 7| caracteres, y con más gusto la acogen a medida que se presenta 141 20| educación no le permitía acoger las groseras creencias del 142 20| ignorante y grosera, que acogía las calumnias levantadas 143 22| infinita satisfacción le acogían y saludaban. Abrazáronse 144 3| asentadas alianza y amistad y no acogiese las hablillas de un vulgo 145 33| desposeído de sus esperanzas, se acogió al claustro guerrero de 146 26| Saldaña no juzgó prudente acometer fuera de su castillo con 147 26| ser la vuestra después de acometernos tan sin razón? -Nos sacrificaréis 148 26| ristre y a todo escape les acometía. Muchos caballos espantados, 149 26| montañeses que, aunque no acometían, no parecían dispuestos 150 27| de la empresa que habían acometido, situación para entrambos 151 23| cuenta de tantos otros que, acometiendo empresas descabelladas, 152 37| Y al decir esto, la acometió otro nuevo desfallecimiento. 153 21| a su coraje con palabras acomodadas a su intento, hasta que, 154 21| comendador -, ¡y que mal se os acomodan esos postizos embustes, 155 11| los consejos de Martina, y acomodándola en su caballo con ayuda 156 11| contestó la criada - sino acomodarla delante de vos en vuestro 157 9| huerta a la hora que nos acomode. -En ese caso -repuso don 158 26| tratar a sus enemigos, y acompañadle vos hasta encontrar con 159 28| sendos tasajos de cecina, acompañados de numerosos tragos. Millán 160 31| con las imágenes que los acompañan, y entonces su consuelo 161 15| fidelidad, se lo otorgó, acompañándolo de un bolsillo lleno de 162 11| supiese, que su pedestre acompañante del término de su aventura 163 35| pero quién sino él os acompañaría a esta casa de la desdicha? - 164 25| licencia de su tío para acompañarle y la consiguió al punto, 165 Conc| pensado caso, no tardaron en acompañarles. -Madre -preguntó la niña 166 30| determinó, desde luego, acompañarlos al solemne juicio que iba 167 28| escarmentarlos. ¿No quieres acompañarme? -Con el alma y la vida - 168 9| hora insistió en que la acompañase el cobrador de las rentas 169 22| enseguida con golpes mesurados y acompasados. -¿Quién llama a la puerta 170 38| Por qué habéis, pues, de acongojaros de ese modo, cuando vos 171 34| la razón ni la religión aconsejan que se ponga tanta fe en 172 29| Como frecuentemente acontece, en el estado a que la habían 173 Conc| lo llegaba a los labios. Acontecía algunas veces que una res 174 37| más de una vez le había acontecido durante aquella terrible 175 20| con que se prepararon y acontecieron los extraños sucesos a que 176 22| colgados de aquel extraño acontecimiento, porque la caballería del 177 18| pie de un nogal frondoso y acopado, por cuyo pie corría un 178 32| cabo los llevaban presos, acordándome de las mentiras del conde 179 32| guarnición de la espada, pero acordándose del sitio en que estaba, 180 29| la desesperación humana. Acordaos de que sacó vivo del sepulcro 181 19| las murallas del Temple me acordaré de vos... Doña Beatriz rompió 182 17| de mis padres, en un tono acorde con la mía propia. ¿Dónde 183 12| partido de Lara estaban acordes en un punto: el odio a los 184 33| del cuerpo. La cuitada se acordó de que su padre la escuchaba 185 35| calma de la naturaleza. Acordóse entonces de la predicción 186 26| con sus cuerpos, y dejado acorralados un gran número de montañeses 187 10| villanos!, ¿conque queréis acorralarnos y destrozar además el pecho 188 19| señal con la mano para que acortase tan dolorosa escena. -Sí, 189 Conc| triste fin de su orden, acortó el hilo de su vida. El buen 190 32| embestidas del montañés, que le acosaba como un jabalí herido.~ ~ - 191 26| parecían una manada de corzos acosada por los cazadores. Así pues, 192 12| aquella época los había, sólo acosado por la desesperación y la 193 26| los animales cuando los acosan. -No es necesario -contestó 194 28| punta en blanco, no podía acosarle con el ahínco necesario, 195 35| figuras de mármol que vemos acostadas en los sepulcros antiguos 196 10| a su orden y el deseo de acrecentar su honra y su opulencia, 197 7| Un amor inocente y puro acrisola el alma que le recibe, y 198 27| los suyos y en todos los actos públicos le trataba con 199 9| propios de una consumada actriz, iba gritando a voz en cuello: -¡ 200 12| y la opulencia. El jefe actual de este linaje, don Juan 201 29| hombres. Doña Beatriz, en la actualidad sois libre. -¿Y qué me importa 202 35| cielo que con esa tibieza acuda nunca a los menesterosos 203 32| las intenciones con que acudía al concilio el abad de Carracedo, 204 34| engañar, sin embargo, porque acudiendo al concilio de Viena casi 205 28| solo y probablemente otros acudirán a vuestra señal; la hazaña 206 33| respondió el anciano -, ¿te acuerdas de que el Señor hizo brotar 207 32| presentaron queja ante los padres, acusando al anciano de haber usado 208 30| en él comparezcamos yo me acusaré de que el maestre, vuestro 209 34| de Bembibre, no vaciló en acusarse de haber ejercido coacción 210 32| continuó Beltrán -, yo os acuso de traición, pues sólo cohechando 211 16| delantal, mientras Millán se adelantaba con pasos inciertos y turbados 212 9| Como la noche estaba ya adelantada, por no despertar a la ya 213 34| todo lo ocurrido. Habíase adelantado Millán a la impensada nueva 214 9| monasterio mientras tanto, nada adelantamos con eso. -¡Qué!, no señor - 215 22| con el comendador que se adelantase a prevenir a su tío de su 216 18| salud. Las facciones se adelgazaban insensiblemente; el color 217 18| celajes espesos y pesados, que adelgazados a veces por el viento y 218 26| habían estado clavando y aderezando a prevención en la noche 219 37| en brevísimo espacio se aderezó doña Beatriz con su sencillez 220 16| cosas terrenas, y se había adherido con más ahínco a la pasión 221 25| día los pasos del enemigo, adivinando sus intenciones como si 222 4| emperador don Alonso, había administrado justicia a los pueblos del 223 35| del lago en un búcaro, y a administrarle cuantos remedios consentía 224 14| poder de un caballero que admiraba su valor y sus prendas; 225 9| intentas? -preguntó su ama, admirada no menos de aquella súbita 226 31| nobles, no pudo menos de admirar la belleza del paisaje, 227 22| y procedencia, lo que no admite duda es que aquellos caballeros 228 29| secuestrados sus bienes y sin poder admitir en su milicia un solo soldado, 229 23| por vos mismo no podéis admitirme a vuestro servicio, yo iré 230 22| por consiguiente, para admitirte en su seno. Don Álvaro, 231 25| de pellejo de buey bien adobadas, y traían además en la cabeza 232 34| cualidades de que en su origen adolecían, nunca faltaría a la fe 233 31| recuerdos de la infancia y adolescencia tan dulces de suyo al corazón, 234 4| el abad, como hombre que adopta una resolución inmutable, 235 6| promesas, espero que no adoptareis ninguna determinación violenta. 236 29| virtudes. -Válgale, pues, esa adorable clemencia -contestó doña 237 11| de su pasión, de aquella adoración profunda, culto verdadero 238 38| aquella existencia de tantos adorada pendía en aquella ocasión 239 3| proezas son esas? -Dicen que adoran un gato y le rinden culto 240 35| don Alonso -, que te dejé adormecer en esa vana esperanza que 241 35| imprudente seguridad en que se adormecía su hija, pero gracias a 242 35| parecía al mismo tiempo adormecida en el fondo del lago. Con 243 38| a despertar las plantas adormecidas antes de la salida del sol. 244 2| decirme que algún día os adornaríais con sus rayos, pero sin 245 7| otras tantas coronas que la adornarían a los ojos de su amado. 246 7| casualidad viene la persecución a adornarle con la aureola del martirio, 247 22| pero sin ningún género de adorno. Echáronle, por fin, el 248 8| día de la entrevista, se adornó uno de los locutorios del 249 3| ellos en este país, han adulado la ambición de don Alonso, 250 11| padres del Limbo el santo advenimiento. -Yo no tengo fuerzas, Martina - 251 24| probaría en la escuela de la adversidad. Llevadme, pues, a Villabuena 252 21| excitaban sin duda gran odio y adversión; pero su denuedo, única 253 30| del honor en todo caso. Advertíale asimismo de lo conveniente 254 25| vos; por lo mismo, no os advertiré que vuestro único deber 255 13| intensa y distraída que se advierte en los locos. Su delirio 256 29| religioso poniéndose en pie, advierto que con este coloquio os 257 21| poderlo remediar, se turbó. Advirtiólo el comendador y entonces 258 29| tener por suya una lanza tan afamada, y porque su sobrino le 259 3| piadosa madre cuando con tanto afán y, solicitud la criaba, 260 33| sabéis también cuánto se afana el infante don Juan porque 261 2| espectáculo que siempre afea las luchas civiles. A este 262 16| esta mancha que sin duda le afeaba a los ojos de la joven. 263 16| con tanto extremo querida, afectaban su corazón, no atreviéndose 264 38| dijo ella como con asombro afectuoso -, ¿y por qué así? Nuestro 265 24| sordo a los sentimientos afectuosos y puros. Ahora que las mayores 266 23| propósito y éste no menos aferrado en su voluntad; disputa 267 27| en lucha con un trono más afianzado y poderoso que el de Castilla, 268 31| atractivo de su figura, las aficionaban extraordinariamente a su 269 38| contra el Temple se había aficionado a la bizarría y caballerosidad 270 31| árabe se juntaban en sus afiligranadas puertas y ventanas y en 271 10| Álvaro hizo una señal de afirmación con la cabeza, y el anciano, 272 26| comendador le hizo una señal afirmativa con la cabeza -. Pues entonces - 273 Conc| Él los consolaba en sus aflicciones, componía sus diferencias, 274 18| bebido poco del cáliz de aflición, que tan hidrópica sed os 275 37| risueña, y otras trágica y aflictiva, según las oscilaciones 276 24| tía y sobrina fue triste y aflictivo, como era de suponer, pues 277 35| para ti esperamos y nos afliges de esa suerte? Doña Beatriz 278 Conc| al viejo Nuño a quien vio afligidísimo el día del entierro de doña 279 11| sed generoso, amparad al afligido y socorred al fugitivo y 280 20| presenciamos y que tanto afligió al buen Millán, desasosegando 281 37| echar mano, y la otra por no afligir a personas tan queridas, 282 15| riesgo? ¡Dios ha querido afligirme permitiendo que un castillo 283 37| Realmente parecían haberse aflojado las ligaduras del mal, pero 284 14| emprendido con gran calor, iba aflojándose y entibiándose de día en 285 26| hizo retirar al punto. La afluencia de estos desgraciados era 286 20| aceptar las condiciones de su afortunado vasallo. Don Juan contó 287 15| que quisiesen vengar las afrentas de su orden, por cuyo honor 288 15| ligándoos con un cuerpo agangrenado con tantas infamias y abominaciones, 289 1| buen cuidado de llevarme agarrado de los pelos. Cuando me 290 18| más tremenda agitación, y agarrando a don Álvaro por el brazo 291 28| que estaba don Álvaro y se agarraron fuertemente a las almenas. -¿ 292 15| quedó como de una pieza, agarrotado por el espanto, la sorpresa 293 20| parte, se veía regalado y agasajado de mil modos, restablecido 294 Conc| monasterio. A los huéspedes los agasajó y regaló con mucho amor, 295 9| bondadoso. Pasados los primeros agasajos y cariños, Martina preguntó 296 25| mayor parte de montañeses ágiles, robustos y alentados, acostumbrados 297 31| figura a veces, cuando lo agita blandamente la brisa, un 298 29| que sentía después de tan agitada escena. Desde allí le acompañaron 299 26| alegre gritería vitoreando y agitando sus lanzas desde abajo. 300 25| aquel cuadro bullendo y agitándose por todas partes. A cierta 301 36| consejo del físico, para no agitarla más con una escena siempre 302 31| recelos y zozobras que se agolpaban en su ánimo; ¡tan hondas 303 Conc| ermita, y viendo tanta gente agolpada alrededor del muerto, se 304 31| espacio de tiempo nacer y agostarse la flor de su ventura, desaparecer 305 13| declaró que su ciencia estaba agotada y que sólo el Celestial 306 25| parte de ellas jóvenes y agraciadas, acababan de completar aquel 307 10| comendador -. ¡Cuánto más agradables y benditas eran para mí 308 32| la sangre de los suyos? Agradece a que estamos delante de 309 25| dificultades en lugar de agradecerme la preferencia que os doy? 310 34| público testimonio de lo agradecidos que quedaban a su noble 311 34| por su elevado carácter, agradeciendo así las hazañas de don Álvaro 312 25| repuso don Álvaro -, más os agradeciera que me dejarais en la barbacana 313 26| hasta entonces, y dijo: -Agradezco el dinero y la vida, porque 314 9| ausencia en aquella ocasión agravaba no poco sus angustias. Martina 315 6| habituales de doña Blanca agravados con el nuevo golpe, acabarían 316 37| calló al punto de miedo de agravar el estado de su hija, pero 317 34| aborrecer a quien sin causa se agravia, porque su presencia es 318 27| mucho. -Los rendidos nunca agravian -respondió Cosme -; ahora 319 26| Quiere decir que no te agraviarás si te mando ahorcar, porque 320 21| amparasen vuestras canas no me agraviaríais de esta suerte. Si don Álvaro 321 18| padecimiento interior se agregaba aquel paso rápido de la 322 2| ni de cordura, se había agregado otro, por desgracia más 323 26| conde que, trepando por la agria pendiente de los montes 324 4| porque la injusticia ha agriado su noble carácter. Ellos 325 10| subiendo a buen paso el agrio repecho que conducía y conduce 326 29| apiñadas y descargando recios aguaceros, y entreabriéndose otras 327 3| ánimo de su señor? Millán aguantó la descarga, y don Álvaro, 328 37| quinta donde tanto había aguardado y sufrido, como si de todos 329 11| descanso. -Aunque así fuera, os aguardaré un año, y pasado él me retiraré 330 24| sus castillos y conventos aguardarían la sentencia de los obispos, 331 36| que le había ofrecido a él aguardarle, cuando se partió a la guerra 332 9| mañana a media noche me aguarde junto a la reja del agua. 333 26| distribuirles dinero, raciones y aguardiente, y alentándoles con su natural 334 6| tiempo para volver a su aguardo y coger la liebre, que trajo 335 15| se ha de encontrar otro." Aguardó, pues, otro rato bueno, 336 31| trastorno en su ánimo y aguaron el contento de aquellos 337 12| escapatoria de la discreta y aguda Martina, sin embargo, no 338 26| templarios respondieron con agudas resonantes notas como de 339 33| que cada uno es un dardo agudísimo que me traspasa el corazón. ¿ 340 25| botín y ganancias, y todos aguijados del deseo de poner pronto 341 31| Al cariño de padre, al aguijón del remordimiento vinieron 342 33| desenlace. Así fue que, aguijoneado tan vivamente por la muchacha, 343 22| presente, a la manera que un aguilucho que antes de tiempo se arroja 344 21| arrancar del corazón este arpón aguzado del remordimiento y de la 345 19| respondió ya sino con sordos y ahogados gemidos. Don Álvaro, cuyo 346 1| estuvo que los dos no nos ahogamos. Por fin mi jaco se fue 347 37| separádmelas de aquí, porque me ahogan, ¡ay de mí!, no, dejadlas, 348 5| vuestra voluntad, yo la ahogaré al pie de los altares; yo 349 1| del tuyo, por último? ¿Se ahogó el pobrecillo? -No -respondió 350 5| insensata? Preciso será que la ahoguéis entonces. -Si tal es vuestra 351 8| el crisol del sufrimiento ahondando sus raíces a manera de un 352 25| capitán de bandoleros, y los ahorcaría de la almena más alta. Aunque 353 19| una cuerda bien recia os ahorquemos de una escarpia del castillo 354 9| del paso airosamente y se ahorraba además tiempo y trabajo, 355 Conc| él entonces, a trueque de ahorrar a su dueño un disgusto de 356 37| doy gracias, porque así ahorrará a mi padre el espectáculo 357 5| porque don Alonso, deseoso de ahorrarse una explicación cordial 358 18| de la conversación, les ahorró sus dudas y escrúpulos preguntándoles 359 26| firme intento no sólo de ahuyentarlos, sino de coger a los enemigos 360 5| esto salió del aposento airado, y cerrando tras sí la puerta 361 15| se volvió a él con ojos airados s le dijo: -¡Mira, desgraciado!, ¡ 362 33| reciamente, mientras la airosa embarcación se deslizaba 363 25| creyéndonos de todo punto aislados, sin duda estará desprevenida 364 16| hermosura misma, aunque ajada por la mano del dolor, parecía 365 38| el semblante, aunque algo ajado, manifestaba la misma pureza 366 34| le regaló unas preciosas ajorcas de oro y pedrería para su 367 Conc| aunque registraron su pobre ajuar no encontraron sino una 368 5| resolvió acelerar lo posible su ajustado enlace a fin de cortar de 369 25| de color rojizo, calzones ajustados de paño oscuro y unas pellejas 370 30| condiciones de aquel tratado se ajustaron prontamente a gusto de los 371 14| cayendo con más furia sobre el ala del señor de Bembibre y 372 2| de Andalucía, honrado y alabado de los más nobles caballeros, 373 15| al Bierzo, y después de alabar mucho su fidelidad, se lo 374 14| llamándole a su presencia le alabó mucho su fidelidad y le 375 10| dilataban hasta el río huertas y alamedas de gran frondosidad. Cruzaban 376 11| Beatriz se sentó al pie de un álamo, y desde allí, como por 377 6| cercadas de frescos chopos y álamos blancos. El río le proporciona 378 17| cuidados, único bálsamo que los alarga. Después de mi muerte tú 379 36| cartera -le dijo enseguida alargándosela -, y con ella aclararéis 380 29| templarios de Castilla, sin alargar una lucha en que la cristiandad 381 16| órbitas. Doña Blanca, toda alarmada, se levantó, aunque con 382 5| señor de Arganza, un tanto alarmado con la intención que parecía 383 9| alguna idea nueva, y le dijo alborazada: - ¡Albricias, señora!, 384 32| elección, de tal manera alborotaba su altivo pundonor, que 385 31| ruidoso proceso que traía alborotada a la cristiandad entera. ~ ~ ~ ~ 386 12| amanecer, pero no queriendo alborotar a nadie a hora tan intempestiva, 387 9| y sin más ni más vino a alborotarnos aquí y hasta a Carracedo 388 9| que todas las monjas se alborotaron y salieron a ver quién fuese 389 32| amenazando a otros con los alborotos que pudiera ocasionar en 390 Conc| como pidiendo socorro. Alborotóse con esto no sólo la comunidad, 391 22| materno, después de un corto y alborozado vuelo, para finalmente caer 392 26| Levantáronse todos ellos alborozados y, dando terribles gritos, 393 20| de cualquiera de sus dos alcaides paseándose por su calabozo 394 25| prontamente a su antigua alcaidía. Don Álvaro solicitó licencia 395 4| Mucho será que a tanto alcancen vuestras máquinas de guerra. 396 29| ser tan doloroso que sin alcanzar a contenerse, le dijo: - 397 34| restauración; y cuando a tanto no alcanzaran, debilitar por lo menos 398 21| abismo de dolores que jamás alcanzaréis a sondear, algo más duro 399 28| estrecho, poco tardó en alcanzarle al conde un tajo en la cabeza, 400 28| con sus montañeses, sólo alcanzaron a ver a su caudillo en poder 401 12| nombradía que había sabido alcanzarse de antemano. Por fin, junto 402 25| montaña está fundada la aldea de las Médulas, poco considerable 403 18| población, la proximidad de las aldeas hace que sus campanas se 404 8| desamparada doncella así aleccionase su impaciencia. De todas 405 25| Castilla, le envanecía y alegraba extraordinariamente, porque 406 23| silencio -, ¿no me he de alegrar yo por eso de la vuelta 407 13| cuando sepa que soy feliz se alegrará también! Sonrióse entonces 408 23| cuya vista presumo que os alegraréis. -Ese será mi fiel Millán - 409 6| despecho suyo, parecía a veces alegrarse de encontrar en una persona 410 37| obstáculo insuperable me aleja de vos, mi corazón se despedaza, 411 13| el señor de Bembibre se alejaba del Bierzo cuando la fiebre 412 5| mi necia prudencia te he alejado del puerto de la dicha pudiendo 413 2| fortaleza de la corona, parecían alejar indefinidamente semejante 414 24| torpes y groseros solían alejarle de ciertas emociones, propias 415 9| estarían va de vuelta, se alejaron a paso acelerado. Era la 416 2| don Álvaro, que si pueden alejaros de mi vista, no les será 417 10| caballeros teutónicos en Alemania acabó de encender su fantasía 418 24| Álvaro, pero la esperanza la alentaba, el valor la sostenía, un 419 32| parecía que unos a otros se alentaban en aquella obra de iniquidad, 420 25| montañeses ágiles, robustos y alentados, acostumbrados a los ejercicios 421 26| raciones y aguardiente, y alentándoles con su natural y astuta 422 37| amanecer volvió a quedarse como aletargada, según más de una vez le 423 29| nunca me levantaré contra el alfarero que me formó. -Doña Beatriz, 424 38| Beatriz fue las rosas que alfombraron su camino, y el estertor 425 3| arabescas, entapizada de alfombras orientales y toda ella como 426 25| bufidos. Semejante estruendo y algarabía formaba raro contraste con 427 13| con fiestas, bailoteos y algazaras que la esplendidez del señor 428 2| espléndidamente amueblado y alhajado. Era ella de estatura aventajada, 429 38| las rosas, mis labios al alhelí, y mi talle a las azucenas 430 1| maestre de los templarios y aliado de la orden. -Valientes 431 Conc| los lobos, osos y otras alimañas de que tan gran abundancia 432 29| y ensangrentada que los alimenta, y en las montañas lejanas 433 7| afectos, sólo sirven de alimento y vida a las pasiones profundas 434 Conc| escasa ración de groseros alimentos, y cuando se arrecían con 435 11| ahí adelante. ¡Miren que aliño de casa estaría, la mujer 436 24| Bierzo, recibió la orden de alistar inmediatamente los ballesteros 437 22| a la isla de Rodas y me alistaré entre vuestros enemigos 438 15| carcelería? -Me encuentro ya muy aliviado, señor don Juan -respondió 439 15| ultramarino Jacobo de Molay había allanado el camino de una empresa 440 34| emplearon todos sus esfuerzos en allanarle el camino de su felicidad. 441 24| según se veía, no podía allanarse sino por la fuerza de las 442 9| servicio una persona tan allegada, parecían en cierto modo 443 32| al poco tiempo todos sus allegados cesaron por entero en sus 444 26| poco a poco se le fueron allegando los dispersos. Aquella noche 445 33| cubierta con una especie de almalafa blanca muy sutil, que se 446 35| sucesos como las flores del almendro que, apresurándose a romper 447 35| encaminaba hacia ellos, y cuyo almete y coraza heridos por el 448 29| han marchitado, y la única almohada en que pretendo reclinar 449 37| fue a sentarse sobre los almohadones de brocado del fondo, no 450 26| flechas rodeadas de estopas alquitranadas y encendidas que no podían 451 16| en su memoria las frías y altaneras palabras de aquel hombre 452 25| fiero no valían desdenes ni altanerías. Comoquiera, pasado el primer 453 3| primera vez su carácter altanero, cedió a las solicitudes 454 4| templarios serán tal vez altaneros y destemplados, pero es 455 29| torcedor fiero y penoso que alteraba sus naturales sentimientos 456 24| además, habían sufrido grande alteración, y el árbol de su ambición 457 35| imaginaciones fogosas, bastó para alterar favorablemente el curso 458 33| tiznarse sus vestidos y a alterarse sus facciones con el dolor, 459 15| fieramente alrededor, y fijándola alternativamente en sus soldados y en Millán, 460 22| todos en voces regocijadas y altísimas el salmo Magnificat anima 461 Conc| partes le cercan montes altísimos, riscos inaccesibles y oscuros 462 11| extremadamente enérgicas y altivas son permitidos, y dijo con 463 3| situado sobre un hermoso altozano desde el cual se registra 464 38| vuestros ojos estuviesen alumbrados como los míos por un rayo 465 38| primera separación había de alumbrar en tan breve espacio la 466 13| desde el firmamento nos alumbrará... ¡sí, sí, venga tu caballo 467 29| cerrarán, en cuanto su sol me alumbre con sus rayos. Sí, sí, no 468 11| de doña Beatriz que no se alzaban del suelo. Por fin, acallando 469 37| embargo, quién me lo inspira! Alzad la vista y veréis el cielo; 470 25| fuertemente, le dijo con los ojos alzados al cielo y con acento religioso 471 Conc| mi alma -exclamó su madre alzándola en sus brazos -, ese es 472 28| casi le quitó el aliento, y alzándole enseguida entre sus brazos, 473 22| escupió y holló, y luego, alzándolo en el aire los dos caballeros, 474 29| me sale al encuentro y alzándose la visera como en la tarde 475 11| apagado y sin atreverse a alzar la vista -, yo no puedo 476 26| el puente levadizo que se alzo al punto, justamente cuando, 477 36| sus blandas ondulaciones. Alzólos, por fin, para mirarle, 478 2| a romper el silencio. Se amaban con toda la profundidad 479 30| tu perdición. Todos tus amados te han desamparado, y la 480 6| sitio algo lejano, y de amaestrar un galgo nuevo de excelente 481 11| huir de los peligros que la amagaban, pero cuando Martina desapareció 482 22| de males con que estaba amagando el porvenir a la institución. 483 18| le matarán y yo quedaré amancillada! -Sosegaos, señora -contestó 484 38| espadañas. En suma, el día amanecía tan risueño y alegre que 485 7| pronto, porque ya está amaneciendo. -Preciso será, pues, que 486 26| angosturas, y antes de que amaneciese ya estaban emboscados en 487 25| la venida del nuevo día. Amaneció éste, y al punto los clarines, 488 32| su voluntad, y eran los amaños y arterías que en sentido 489 2| quién, quién, Beatriz, os amará en el mundo más que yo? -¡ 490 24| torrente de males que de nuevo amargaban a la trabajada Castilla 491 10| la institución, se había amargado con las aguas del orgullo 492 29| servía de morada. Las últimas amarguísimas escenas que habían precedido 493 22| vez alguna hoja marchita y amarillenta. Doña Beatriz se había visto 494 27| porque quizá yo os mande amarrar a un árbol y despedazaros 495 22| silencio que reinaba en sus ámbitos, y entonces sus padrinos 496 32| se retiraron corridos y amedrentados delante de la severidad 497 18| al altar, decidme que os amedrentaron con la muerte, que perturbaron 498 7| sabed que no basta que me améis, sino que me creáis y aguardéis 499 28| ingenioso resguardo venían, amén de los que lo conducían, 500 9| Martina? ¡Y mi padre me ha amenazado con su maldición si me resisto!..., ¡ 501 15| expresivo y semblante casi amenazador, se salió de la sala con 502 25| encañada del Sil, como una nube amenazadora que iba a descargar sobre 503 28| inminente peligro estaban amenazados los templarios de Cornatel, 504 30| esperanzas cada día mayores de un amigable y caballeroso arreglo. Las 505 31| las buenas religiosas, sus amigas y compañeras, sin extremos 506 31| por dondequiera cierran y amojonan aquel país. Comenzaba a 507 2| querida y hermosa, sobre ella amontonaba su ternura, todas las ilusiones 508 18| estación que ya habían caído, amontonaban en el horizonte celajes 509 35| incorporaron en el lecho amontonando detrás una porción del almohadas. 510 4| medida que la recorría iban amontonándose nubarrones en su frente 511 24| ángulos de Europa venía a amontonarse sobre ella. Este rey sabio, 512 35| regalando su pecho con su amoroso ambiente. Aquel cuadro ganaba 513 33| él no había cedido en sus amorosos propósitos respecto a Martina, 514 Conc| a los pies de la ermita, amortajado con su propio hábito y con 515 24| consonancia de una naturaleza amortecida y yerta con un corazón desnudo 516 26| había llegado, cuando así se amortiguaba de repente la estrella rutilante 517 35| monje -, antes es preciso amortiguar el crudo golpe que ha recibido 518 23| respondió la muchacha un poco amostazada -, porque no lo cato. -No, 519 10| las garras de un populacho amotinado. Ese sin duda el que nos 520 11| así pues, sed generoso, amparad al afligido y socorred al 521 8| vuestro orgullo? ¿De ese modo amparáis a una dama afligida y menesterosa? ¿ 522 9| también, y así Dios sólo me amparará en su gloria. -Sosegaos, 523 3| moriré lejos de los míos, sin ampararlos con el escudo de mi autoridad, 524 25| gente, y la que no pudo ampararse de las pocas chozas que 525 21| de mi padre, que si no os amparasen vuestras canas no me agraviaríais 526 32| fallo tan solemne fuerza era ampliar aquel sumario, oír a los 527 2| aposento espléndidamente amueblado y alhajado. Era ella de 528 Conc| desgracia de su sobrino, añadida a los infinitos pesares 529 13| alto que una torre, y por añadidura una especie de farsa medio 530 19| cólera había sido injusta, añadiéndoles además que no perturbasen 531 32| prontamente a Salamanca donde añadieron al peso de la acusación 532 23| Álvaro, temblando que no añadiese alguna otra cosa que no 533 19| desconcertado y trémulo añadió-: ¡Vos aquí! -¿Os sobrecoge 534 26| última señal, a la cual los añafiles y clarines de los templarios 535 12| acababa de fulminar sus anatemas, ni se atrevía a tomar bajo 536 18| estará un poco más a sus anchas la pobrecilla, porque el 537 25| con unos greguescos muy anchos de lienzo blanco y lo demás 538 30| madrugada, juntáronse en la anchurosa plaza de armas del castillo 539 37| otra cosa parecía un camino anchuroso, encantado, místico y resplandeciente 540 29| acompañaron la abadesa y las más ancianas de la comunidad hasta la 541 10| naturales adornos son de la ancianidad. Eran sus ojos vivos y rasgados 542 9| exponerse a perder la última áncora de salvación que quedaba 543 23| tu persona?, ¿por dónde andabas? -Pero, señor, ¿es posible 544 21| Bierzo. Dos leguas llevarían andadas cuando don Álvaro paró de 545 1| manejaba un soberbio potro andaluz en que iba caballero, y 546 8| paterno bajo su peso, y andarás como Caín, errante por la 547 10| le hizo notar todos los ánditos y pasadizos subterráneos. 548 1| capaces de asparte como a San Andrés.~ ~ -No hay cuidado -replicó 549 28| a desnucar por aquellos andurriales. Dios nos la depare buena, 550 26| importancia de la ocasión, no sólo anduvieron el difícil camino sin dar 551 4| sólo en boca de la plebe anduviese el nombre del Temple!, pero 552 38| haberle dado hospedaje cuando anduvo extrañado de Castilla, y 553 24| cuitado Mendo las creía anejas a toda nobleza y poderío, 554 10| forman aquel hermoso y feraz anfiteatro. El Cúa, encubierto por 555 29| aquellas páginas llenas de angélica resignación. A vueltas de 556 15| de la noche, bajó por la angosta escalera de caracol, y encaminándose 557 31| solazarse con la pesca de las anguilas, de que hay gran abundancia, 558 20| bajo uno de los torreones angulares, el menos frecuentado del 559 35| lecho como sumergida en un angustioso letargo, y las largas pestañas 560 38| obtuvo el señor de Arganza la anhelada dispensa en tiempo infinitamente 561 31| resplandores. El incesante anhelar y zozobra que tan poderosamente 562 35| a no ser por su resuello anheloso y por el vivo matiz de su 563 24| está envolviendo en sus anillos ponzoñosos... Mirad por 564 35| extraordinaria. Aquella animación que la esperanza y alegría 565 33| las señas y voces de aquel animadísimo grupo de gentes de todas 566 25| de un corro a otro, como animando y prometiendo recompensas 567 9| semblante de la muchacha se animó como con alguna idea nueva, 568 14| dieron también la vuelta muy animosos, formando vivo contraste 569 17| de la sala dejando como aniquilado a don Alonso que cayó sobre 570 38| propósitos. Fue la primera el aniquilamiento total de la pujanza del 571 36| brazos a la joven. Era ya anochecido y significó su deseo de 572 4| confuso, quedó ahora como anonadado y sin contestar palabra. - 573 36| Por fin, después de tantas ansias y congojas, venía el siguiente 574 36| cartera y comenzó a leer ansiosamente sus hojas. Estaba señalada 575 22| su esfuerzo y pundonor, y ansiosos los unos de venganza y los 576 33| una embajada como la de antaño. ¿Qué tenemos con la gente 577 3| que hacía la guardia en la antecámara le introdujo al aposento 578 8| y la rebelión, pues sus antecesores, a trueque de engrandecer 579 38| peregrino de uno de sus antepasados que había ido a la Tierra 580 25| avergonzado de haber querido anteponer el interés de su venganza 581 16| atropellos y desafueros anteriormente empleados. Tal era la situación 582 23| supersticiones, recelos y antipatías de toda clase. Muy de estimar 583 Conc| de San Pedro de Montes es antiquísimo, pues se remonta su origen 584 Conc| pasados muchos años, se les anublaban los ojos en lágrimas cuando 585 35| imaginaciones? Entonces se le anudaron las palabras en la garganta, 586 34| posibilidad de que de nuevo se anudase aquel lazo que ya antes 587 16| quiso hablar, pero se le anudó la voz en la garganta y 588 31| entre los arbustos y matas anunciaban con sus trinos y piadas 589 17| en que la tenía sumida su anunciada vocación, habían concurrido 590 20| delicadas y corteses de haberle anunciado de aquella manera una nueva 591 35| Salamanca llegaban sólo traían anuncios de un porvenir próspero, 592 5| corazón y de su ingenio en apaciguarla. La anciana, que por su 593 16| audaz para asegurar que apagadas las terribles llamaradas 594 7| contrariedad, que bastan para apagar inclinaciones pasajeras, 595 22| tus juramentos, tu vida se apagará al punto como estas candelas, 596 28| por mucho cuidado que en apagarla ponía, sobresalía entre 597 19| volcada de su pedestal, apagarse las estrellas y caer despeñadas 598 7| oraciones, el sacristán apagó las luces y salió de la 599 38| Unidnos, pues, antes que se apague la llama de mi vida. El 600 11| como entonces no dejaba de aparecerse a su imaginación la noble 601 8| estremecía su alma, llegó a aparecérsele la idea de una alianza con 602 35| los montes y peñascos se aparecían extrañamente suavizados 603 28| oírse estas palabras cuando aparecieron sobre las almenas de un 604 8| donde quisiera que sólo apareciese la sinceridad más absoluta, 605 9| Martina -, voy ahora mismo a aparejar la torda, y ya verás qué 606 30| la igualdad de ánimo que aparentaban, no hacían sino encapotar 607 20| de su calabozo todas sus apariciones de gloria se trocaban en 608 15| principales barreras que apartaban la rica herencia del Temple 609 2| entrañas. -¡Y sin embargo, me apartan de vos! -continuó don Álvaro -. 610 37| curso, dijo por último, apartando la ropa que la cubría: -¡ 611 16| tenéis razón exclamó ella apartándola -; pero dejadme. ¿Y cómo 612 17| caballero -dijo la joven, apartándole a un extremo del aposento 613 11| casamiento abominable, yo me apartaré de aquí como si hubiera 614 35| apresuradamente, ni él ni yo nos apartaremos de tu lado hasta que tu 615 22| tierra de consuno parecían apartarla de su primer amor, que según 616 19| a las gentes de su yerno apartarlo a viva fuerza del lugar 617 38| salga a recibir para nunca apartarnos de vos? -¡Oh, hija de mi 618 27| uno de ellos en un brazo. Apartáronse al punto conociendo que 619 2| noticias que les deben no se aparten en el fondo de la verdad, 620 32| y en el de los míos, me aparto de la acusación -contestó 621 8| con un pesar desmayado y apático, y día y noche había estado 622 37| donde ya don Alonso estaba apeado, a tiempo que precipitándose 623 35| hacia ellos en derechura, y apeándose ligeramente, presentó a 624 37| viaje de que acababa de apearse. Doña Beatriz, sin dar más 625 11| abrigar la loca idea de apelar a la ayuda de don Álvaro? -¿ 626 31| norte, que los naturales apellidan de los Caballos, hacían 627 2| coincidencia a la manera que el apellido Ossorio pendía de la frágil 628 37| para comprenderla, dijo al apenado caballero: -Don Álvaro, ¿ 629 15| acción en lo posible, y apercibirse al combate al mismo tiempo.~ ~ 630 31| acercan a más andar. Dios se apiadará de tu juventud y de estas 631 29| rápidamente la atmósfera en masas apiñadas y descargando recios aguaceros, 632 28| que no podían defenderse apiñados en aquel reducido espacio 633 26| voraz, asomaron entonces sus aplastados semblantes de azabache animados 634 27| a rodar de arriba pueden aplastaros en semejantes angosturas. - 635 22| comendador sabía muy bien que los aplausos de la fama, las generosas 636 18| siempre había encontrado aplazamientos y dificultades que si bien 637 38| restituyó a la quinta donde aplicándole muchos remedios volvió pronto 638 19| una bordada bandolera, lo aplicó a los labios y sacó de él 639 21| resentimiento que poco a poco se apoderaban de su corazón, hasta que, 640 34| hombres, aunque estaban apoderados de sus bienes y aun de sus 641 Conc| palafrenero, fue víctima de una apoplejía fulminante que le trajo 642 24| descubrían. Doña Beatriz se aposentó en su antigua celda desechando 643 26| enteramente en la avanzada apostada en el camino de Ponferrada, 644 18| unos cuantos pasos hasta apoyarse en el tronco de un árbol, 645 10| codiciando para ella alianzas y apoyos en todas partes, sus amigos 646 34| aquellas sencillas muestras de aprecio, pero nadie dejó de observar 647 20| entre tanto, con bastante apremio de los sitiados, pues el 648 26| valeroso Andrade para que aprenda a tratar a sus enemigos, 649 15| debo; pero os suplico que aprendáis a conocerme mejor. La legítima 650 19| de Ponferrada, para que aprendan los que os asemejan a respetar 651 5| carácter rebelde, sino a aprender en la soledad, lejos de 652 20| dentro de algún tiempo. Ahora aprenderá a su costa ese rey mozo 653 22| sucesos la encontraban no sólo aprestada, sino sañuda y encendida 654 3| pero aquí y en otras partes aprestados nos encontrarán a la pelea. 655 23| saliéndole al encuentro apresurada -, ¡y qué cosas han pasado 656 4| abnegación. La Europa se había apresurado, como era natural, a galardonar 657 35| flores del almendro que, apresurándose a romper su capullo a las 658 34| expedición de Tordehumos se apresuraron a guarnecerlo. En una palabra, 659 38| señal al abad para que se apresurase a dar fin a un acto que 660 26| ser descubiertos en tan apretado trance por el relincho de 661 13| se los echó al cuello y apretándola contra su pecho con más 662 25| tendiendo la mano a don Álvaro y apretándosela fuertemente, le dijo con 663 25| gran tino y habilidad, para apretar aquel baluarte en que tan 664 20| Castilla; no está ya en su mano apretarme en Tordehumos, ni aun parar 665 10| las emociones generosas, apretó fuertemente la mano del 666 9| no sin dar antes un buen apretón de manos a su señora. La 667 26| embarazado con tanto ahogo y apretura, se había visto embarazado 668 37| como si fuera de humo, y me aprietan el corazón!, separádmelas 669 23| Dios y libres de semejantes aprietos, en vez de que así Dios 670 20| harto más le custodiaban y aprisionaban que con todos los cerrojos 671 18| en que empezaba a verse aprisionada, y estremecida su complexión 672 24| árboles, los arroyos estaban aprisionados con cadenas de hielo y sólo 673 20| muerto, y que entonces lo aprisionasen estrecha y cautelosamente 674 12| Castilla, y el anciano se lo aprobó, no sólo porque como señor 675 31| de nuevo os lo encargo: aprovechad el respiro que va a darnos 676 24| de antemano prevenidos y aprovechándose de las enormes ventajas 677 13| abandonaba a su dolor, mal podía aprovechar las pocas fuerzas que le 678 33| decías antes que era preciso aprovecharla. La joven se levantó prontamente 679 27| sitiador, y el conde no dejó de aprovecharlas para sus intentos de odio 680 25| astucia, además, había sabido aprovecharse de la crédula superstición 681 33| derrumbaderos. No advirtió ella la aproximación de don Alonso y siguió engolfada 682 22| fraternidad. Concluido este acto, aproximaron todos en orden sus sitiales 683 24| semejante a las flores que al aproximarse la noche cierran su cáliz 684 2| de una ventana de forma apuntada, abierta por lo delicioso 685 18| que tan hidrópica sed os aqueja de nuevos pesares?~ ~ -¡ 686 32| además, de por medio que aquejaba vivamente su voluntad, y 687 24| en él a despecho de todo. Aquejábanle, además, embarazos domésticos, 688 | aquello 689 10| forman la cordillera de la Aquiana con sus faldas cubiertas 690 25| yo he peleado con los árabes y mamelucos, ¿y queréis 691 3| encarnado y oro, con ventanas arabescas, entapizada de alfombras 692 36| presentaban un interminable arabesco de matices vivísimos; las 693 4| ligeras columnas y arcos arabescos con un techo de primorosos 694 28| bastantes contusiones y arañazos. Hecha, pues, la primera 695 14| había sitiado el rey en Aranda, de donde se salió a despecho 696 9| porque si podía acomodarse al arbitrio inventado, su noble alma 697 27| escabrosidad asiéndose a cualquier arbusto y asentando el pie en la 698 26| que estaban debajo de la arcada de la puerta, conociendo 699 18| no más están patentes sus arcanos. Sólo os ruego que me perdonéis, 700 Conc| del Bierzo, hicimos en el archivo del monasterio de San Pedro 701 19| el conde, conozco vuestro ardid, pero eso no os valdrá. ¡ 702 11| convertido en una barra de hierro ardiendo y se plantó en pie delante 703 25| resuelto, a pesar de su ardimiento y cólera, a no romper el 704 11| ingenio había desempeñado su ardua comisión, la asustó más 705 21| huella que deja su pie en la arena... ¿quién sois, quién sois 706 26| comendador, que pensaba haberles arengado, después de haber observado 707 31| resplandeciente superficie. Como las áridas cuestas del monte del norte, 708 26| deudos se interpuso. Bajó el arma como un rayo y dividiendo 709 26| con su informe pero sólida armazón por la puerta interior de 710 29| manos tenía vibraciones y armonías inefables, y las religiosas, 711 36| aquellas facciones a un tiempo armoniosas y expresivas, las primeras 712 18| otro sin soltar sus trinos armoniosos, y las ovejas corrían por 713 36| paterna, y sus hojas sin aroma y sin lustre? ¿No os habéis 714 20| de plata con una bebida aromática. La estrechez a que lo reducían, 715 21| arrancar del corazón este arpón aguzado del remordimiento 716 18| amo y me ha regalado las arracadas y cadena que guardo en mi 717 21| todo, semejante idea se arraigaba en él un día y otro; hasta 718 21| planta tan profundamente arraigada, diciendo en voz baja: -¡ 719 17| durante los cuales se ha arraigado más y más en mi alma esta 720 32| arrastrando en el castillo, arrancada por la mano de don Álvaro 721 30| tono templado -, poco me arrancan con ella, cuando ya no puedo 722 26| los suyos se lo impidieron arrancándole de aquel sitio, porque los 723 24| corazón de su hija y sólo arrancándolo con ellas pudiera lograr 724 28| punto y cuenta conque te arrancaré la lengua si una sola palabra 725 32| manos, otras tantas vidas le arrancaría. Sí, yo le así por el cinto 726 27| cielo ni el infierno me lo arrancarían de entre las manos! -Pues 727 26| desalados, y a viva fuerza arrancaron de allí a su jefe. La caballería 728 26| no podían desprenderse ni arrancarse sin quemarse las manos. 729 35| enteramente, se arrojó a ella para arrancársela de las manos diciéndole 730 13| hubo fuerzas humanas que arrancasen a doña Blanca del lado de 731 21| cólera -; ¡no cómo no os arranco la lengua para escarmiento 732 21| vez os arranque la vida. -Arránquemela en buen hora -repuso Lara 733 33| Martina, que con los ojos arrasados en lágrimas había visto 734 5| por lo contrario, se le arrasaron los ojos de lágrimas pensando 735 16| suele acontecer a personas arrastradas por una pasión, la señora 736 19| engañado traidoramente, arrastradme por el suelo, pero no toméis 737 34| aquellos desdichados amantes. Arrastrado por el rey de Francia, según 738 18| memoria. Decidme que os arrastraron al altar, decidme que os 739 2| como caer del cielo para arrastrarse entre las miserias de los 740 2| serenarse. No seré yo quien arrastre esa cadena, pero ahora que 741 35| mucho que soñaba que me arrebatabais del convento como aquella 742 15| conocéis de oídas mi índole arrebatada y violenta; los primeros 743 32| aquella gloriosa institución, arrebatados otros de un celo ignorante 744 28| cabeza como un tigre a quien arrebatan su presa, pero sin embargo 745 36| monasterio? ¡Más aprisa arrebatará quizá el soplo de la muerte 746 11| lanzado de él. Han querido arrebatármela y eso es imposible, pero 747 28| última ráfaga de viento arrebató en aquel instante los vapores 748 32| aquel vendaval que sin cesar arreciaba, se defendían, sin embargo, 749 Conc| groseros alimentos, y cuando se arrecían con el frío, les cedía la 750 27| diga que el peligro nos arredra. En cuanto a eso que decís 751 12| inconvenientes que sin duda debían arredrar a don Álvaro. El puente 752 Conc| ropaje flotante, pero sin arredrarse por eso, tomó posesión al 753 28| de que amigablemente se arreglasen aquellas lastimosas diferencias, 754 28| imaginación la idea de que la arremetida conocidamente falsa de los 755 28| y rugiendo como un león, arremetió a don Álvaro que le recibió 756 26| sillas en medio del tumulto, arremolinados y envueltos en sí propios, 757 32| que entonces comenzó a arremolinarse como para abrir paso a alguno. 758 23| tono -; ¡y yo que había arrendado tan bien el prado de Ygüeña 759 Conc| familia que por el vistoso arreo de su traje llamaba la atención. 760 25| de guerra, con riendas y arreos de seda azul cuajados de 761 34| caballero, sinceramente arrepentido y deseoso de enmendar su 762 11| dudas, temores, resolución y arrepentimientos se disputaban aquel combatido 763 15| pero sin duda se hubo de arrepentir, porque a poco rato volvió 764 23| para que no tuviera que arrepentirse nunca el buen Millán de 765 38| sedme testigo de que me arrepiento y perdono. -Otro tanto 766 20| frente de su prisionero, se arrepintió de su ligereza, y le dio 767 15| la orden de proceder al arresto y enjuiciamiento de todos 768 34| claras cuando casi sólo se arrestó a sostener el choque de 769 23| refrán de que "el que no se arriesga no pasa la mar". Así pues, 770 26| informado del éxito de esta arriesgada empresa, bajó entonces seguido 771 1| quieres, amigo? Cada uno arrima el ascua a su sardina, y 772 31| León. Doña Beatriz, casi arrobada en la contemplación de aquel 773 37| orillas con una especie de arrobo, otras siguiendo con la 774 11| suelo, donde todavía estaba arrodillado, como si se hubiese convertido 775 13| una imagen de la Virgen, y arrodillándose con ella, empezó a rezar 776 22| ancianos padrinos y fue a arrodillarse ante las gradas del trono 777 28| vosotros -replicó el conde con arrogancia -, mientras me dure el aliento 778 25| rendición con amenazas y arrogancias empleadas adrede para exacerbarlos 779 19| enemigos y montados además en arrogantes caballos, se mostraron a 780 22| aguilucho que antes de tiempo se arroja del nido materno, después 781 37| pues átale una piedra y arrójala al lago, porque aquellos 782 7| delante de Dios, que a nada os arrojaréis sin consentimiento mío. 783 28| brazo a brazo, para ver de arrojarle al suelo y allí rematarle 784 32| almena, y desde allí se lo arrojé a sus gentes diciéndoles: "¡ 785 12| pertrechos, se preparó a arrostrar la cólera del rey. Éste, 786 18| por cuyo pie corría un arroyuelo manso y limpio, con sus 787 36| rumor de sus manantiales y arroyuelos, pero, al cabo, son galas 788 19| descubriendo su venerable y arrugado rostro -; en Castilla don 789 8| y ligeramente surcada de arrugas, rastro de pasiones interesadas 790 2| por desgracia, se había arruinado enteramente, no fue esto 791 35| descansar un poco de su fatiga. Arrullaba tristemente una tórtola 792 11| y apacible. Las tórtolas arrullaban entre los castaños, y el 793 18| último, se asemejaba al arrullo de una tórtola. Doña Beatriz, 794 33| poblaban el aire de cantares y arrullos; los turbios torrentes del 795 32| voluntad, y eran los amaños y arterías que en sentido opuesto empleaba 796 16| escudero con una voz apenas articulada. Entonces fue cuando los 797 16| gracias a la perseverancia, artificio y destreza de su conducta, 798 32| y dar en tierra con sus artificios ponía espuelas a su voluntad, 799 8| su interior este lenguaje artificioso en que no vibraba ni un 800 32| Papa para acompañar a los arzobispos de Toledo y Santiago, entró 801 25| sinnúmero de hogueras en que asaban cuartos de vaca y trozos 802 34| mismos temores y zozobras asaltaban el alma del anciano y privaban 803 28| y alharaca, en guisa de asaltar las murallas, nosotros nos 804 37| descoloridos y su vestido blanco. Asaltóla al mismo tiempo un recio 805 1| de Lemus, sería peor que asar la manteca. ¡Miren que era 806 2| ventura. Afortunadamente, ascendió a maestre provincial de 807 3| blancos, y una expresión ascética y recogida, si bien templada 808 Conc| revela bien el terrible ascetismo de sus fundadores, pues 809 1| amigo? Cada uno arrima el ascua a su sardina, y conde por 810 28| voz ronca y con ojos como ascuas, y sin más palabras comenzó 811 25| de Santalla, con lo cual aseguraba de todo punto el camino 812 24| de leales y obedientes, aseguraban con el mayor empeño que 813 16| tierras, viñas y prados, y asegurada su fortuna. El resto de 814 38| veces, y ahora mismo quiero asegurártela por entero. El llanto y 815 18| trabajaba mi espíritu para asemejarme a vos. Saben los cielos, 816 3| una orden con quien tenía asentadas alianza y amistad y no acogiese 817 27| asiéndose a cualquier arbusto y asentando el pie en la menor prominencia 818 30| a don Álvaro que pronto asentarían sus capitulaciones y pondrían 819 24| aquel soberbio vasallo. Asentáronse, pues, las condiciones y 820 17| pecho, como en señal de asentimiento. Entonces volvieron delante 821 28| castillo, ni parecía empresa asequible a la destreza humana; aquel 822 12| aquellas manos, que así asesinaban en la cuna los niños inocentes, 823 21| Lara con la sospecha de un asesinato deliberado y frío. Sin embargo, 824 21| Lara convertirle así en asesino de damas hermosas, mientras 825 22| carino; pero el huésped me asesinó y puso fuego a mi casa. ¿ 826 26| por el puente levadizo, asestando sus tiros contra los caballeros 827 4| batalla. Al desembarcar en el Asia, los peregrinos y guerreros 828 11| desmayo de doña Beatriz, que asida por aquel brazo a un tiempo 829 26| deudo suyo muy bien armado. Asieron allí las hachas de manos 830 28| perdió totalmente el sentido. Asióle entonces por el cinto el 831 21| entrambos somos víctimas, no me asista el perdón de Dios en la 832 27| porque si el diablo los asiste, no se ayudan ellos menos 833 28| pelea por el despeñadero asistían como espectadores ociosos 834 19| Alonso y su hija, como si asistiesen a un espectáculo del otro 835 13| quedarse para velarla y asistirla. El luto parecía haber entrado 836 15| la fina voluntad que de asistiros y serviros he mostrado, 837 21| pecho traidor y fementido? ¿Asististeis vos a estos desposorios? ¿ 838 21| los misterios mismos de su asociación, los escudaban de todo desmán 839 25| enteros muchos trozos que asoman sus botas negras en la mitad 840 26| Buen rato antes de que asomase por entre las nieblas del 841 29| remediar, dio dos pasos atrás asombrado, como si la sombra de la 842 29| sus rayos. Sí, sí, no os asombréis; el sueño ha huido de mis 843 1| a oír, serían capaces de asparte como a San Andrés.~ ~ -No 844 12| despidiéndose del rey con palabras ásperas y descomedidas fuese a encerrar 845 Conc| situación, en medio de las asperísimas sierras que ciñen el Bierzo 846 11| Cómo así -le dijo en tono áspero -, un señor de Bembibre 847 38| vuelo con alegres aunque ásperos graznidos, y precipitándose 848 22| espuelas de oro. El que aspiraba a entrar en el Temple se 849 22| aunque indigno y pecador, he aspirado a tomar la del Templo de 850 2| influjo superior de los astros parecía por todas estas 851 34| valieron, sin embargo, sus astucias; así es, que pasado poco 852 15| puerta la cara de zorro del astuto judío, y sentándose al lado 853 16| esa tranquilidad que me asusta más que tu misma muerte. ¡ 854 35| señor! -contestó ella como asustada -, ¿y pensáis que yo consentiré 855 25| corzos y jabalíes huían asustados por las laderas con terribles 856 9| cuenta; pero contad con no asustaros, aunque me oigáis gritar 857 12| germen de debilidad que atacaba el corazón del estado. Las 858 11| encontraron a doña Beatriz atacada de una calentura abrasadora, 859 37| que si su pecho estuviese atacado de la misma enfermedad. 860 28| número había de ser decisiva. Atacados a un tiempo por el frente 861 25| suplir el levadizo para atacar la puerta cuando nos hayan 862 19| volviéndose al grupo -, atadme al punto a esos embaidores 863 33| estaba en medio de una plaza, atado a un palo y cercado de leña, 864 28| minutos dos ganchos de hierro atados en el extremo de una escala 865 34| voto de castidad y pureza, atadura la más fuerte de todas, 866 35| sintieron flojas las rigurosas ataduras, cuando se abalanzaron ardientemente 867 27| pasaba, y exhortándole a que, atajando la efusión de sangre, entrase 868 21| merecidas -le dijo don Juan, atajándole, por más precio que las 869 22| tu fortuna, ¿cómo quieres atajarla con un tropiezo que sólo 870 23| deseaba oír, se apresuró a atajarle diciéndole que su resolución 871 19| de su prisa, no pensó en atajarles la entrada y, por consiguiente, 872 27| De manera es que no hay atajo sin trabajo -respondió el 873 30| sorprendido que la emoción le atajó la palabra por un rato. 874 37| hace tanto tiempo?, ¡pues átale una piedra y arrójala al 875 30| sueltos de los lazos que nos atan, os tengo de arrancar la 876 32| más en defenderse de otros ataques, que si bien menos concertados, 877 26| lazos en otras partes pueden atar el corazón, un tropel, en 878 20| mostraría a mis ojos si no atara ese brazo que tanto había 879 27| cuanto a eso que decís de atarme a un árbol y mandarme azotar - 880 8| ésta acompañada de su tía y ataviada como aquel caso lo pedía, 881 36| dudarlo; ¿para qué se había de ataviar tan pomposamente la naturaleza 882 34| regalo, pero no fue posible atendida la fina y delicada muestra 883 34| la majestad pontificia, y atendiendo a ella más que a otra cosa, 884 19| habiendo descendido con vuestro atentado a la clase de pechero, ni 885 31| objetos exteriores sólo podían atenuar muy levemente las ideas 886 37| orillas más apartadas, y aterró a los circunstantes -. ¡ 887 26| que la barbacana estaba atestada de gentes a cual más deseosas 888 18| un escudero de facciones atezadas y cabello ensortijado. El 889 25| comendador -; porque como sólo atienden al camino de Ponferrada, 890 25| colocación que les dio fue muy atinada, pues apenas asomaba un 891 26| los vuestros, yo hubiera atizado el fuego. -¿Quiere decir 892 25| los más negros colores, y atizando más y más aquel horror secreto 893 28| uno de aquellos accidentes atmosféricos frecuentes en los terrenos 894 28| castillo con las que se ató y pudieron subirle. Así 895 1| el río abajo, y yo, medio atolondrado, salí a la orilla, porque 896 13| cogiendo a doña Blanca, atónita y turbada, de la mano, la 897 37| su pecho, tan débil ya y atormentado, se rompió, y un arroyo 898 17| por primera vez comenzó a atormentar su alma el torcedor del 899 38| torcedor del remordimiento no atormente los escasos días que de 900 9| tornera seguía detrás como atortolada de ver la tormenta que se 901 35| forastero, que vio la falúa atracada a corta distancia y el traje 902 7| casa, que comúnmente solían atraer numeroso concurso, a causa 903 Conc| del deseo de la patria, y atraído por la sepultura de su esposa, 904 30| dejado en medio del mar que atravesábamos a pie enjuto como al ejército 905 11| torbellino al puente del Cúa y, atravesándolo, comenzaron a correr por 906 12| propósitos! ¡Consentir que atravesase una mujer los umbrales del 907 6| después de una tormenta atraviesan las mojadas ramas de los 908 38| e inquietud dolorosa, y atrayéndola a sí por la mano, y enjugándole 909 6| proteja, me entiendes. ¿Te atreverías a llevarle una carta mía? 910 8| al pie de los altares. -¡Atrévete, hija vil! -respondió el 911 21| asombrados caballeros, que no se atrevían a socavar más en su corazón 912 26| que dieron lugar a los mas atrevidos a acercarse a la puerta, 913 26| porque apenas sabían a qué atribuir aquel repentino accidente, 914 11| disputaban aquel combatido y atribulado espíritu. La vuelta de Martina, 915 11| y sólo Dios sabe cómo me atribulan tus penas. Gran cuenta darán 916 24| vivienda. Las hermanas lo atribuyeron a modestia y humildad cristianas, 917 28| bélicos, volvió al campo atrincherado de las Médulas resuelto 918 21| compañero pasaron fácilmente los atrincheramientos de los sitiadores a favor 919 26| y alharaca ensordecía y atronaba el aire. Los templarios, 920 7| cadenas con vuestras manos atropellando por todo? Don Álvaro no 921 29| voluntades, le obligaron a atropellar por sus propios escrúpulos. 922 11| a vuestra misma celda y atropellarlo todo. ¡Sin duda, queréis 923 11| por quien soy, que todo lo atropello, aun la santidad misma de 924 14| a su conocimiento por el aturdimiento de su caída y por la mucha 925 9| trabajo, y de consiguiente se atuvo a tan cuerda determinación. 926 38| de ambos precediese a tan augusta ceremonia. -Tenéis razón - 927 7| debajo de aquellas bóvedas augustas. Don Álvaro no era superior 928 4| asuntos dignos de vuestro augusto ministerio y, del sello 929 4| silbidos del viento y el aullido del lobo. El señor de Bembibre, 930 26| puente lanzando espantosos aullidos y revolcándose desesperadamente. 931 31| fuerzas se disminuían y se aumentaba el cuidado de los que andaban 932 18| sucesos posteriores habían aumentado su ansiedad y desasosiego. 933 35| llena de agitación podía aumentar el acceso de doña Beatriz, 934 3| poderosa en tierras y vasallos aumentaría nuestras fuerzas harto temibles 935 29| cada día iba también en aumento la exaltación de su espíritu. 936 8| Fernando, el Emplazado, aumentó copiosamente sus haciendas 937 24| trinos de pajarillos y de las auras suaves de mayo, los vientos 938 29| Probablemente no tardaré en ausentarme, porque los caballeros del 939 21| a tiempo!, pero antes de ausentaros, fuerza será que me perdonéis 940 37| a la idea de que pudiera ausentarse. -¡Don Álvaro! exclamaba 941 16| parte, más imagen que la del ausente don Álvaro. Este enemigo 942 4| cruzadas, y los sacrificios y austeridades que les imponía su regla, 943 22| estos umbrales silenciosos y austeros? -Yo me he despojado a la 944 32| todo contra Saldaña como autor de su deshonra y duelo. 945 17| le administró todos los auxilios y consuelos de la religión. 946 28| el fuego de la vez pasada avanzaba lentamente hacia el foso. 947 25| aun ahora, que sus obras avanzadas han desaparecido y está 948 25| insistió don Álvaro - el cuerpo avanzado que tienen en Santalla? - 949 32| y como cosa más visible, avaricia en las limosnas y escaseces 950 2| hasta qué punto sojuzgáis y avasalláis mi alma. Nunca hasta ahora 951 2| vista, no les será tan llano avasallar mi albedrío. Con esto el 952 31| hermoso que nunca, era como un ave de buen agüero, cuyos cantos 953 27| carácter franco y noble, se avenía mal con semejantes falsías 954 12| mayordomo del rey, puesto el más aventajado y codiciado de su casa. 955 9| caza. Llegaron nuestros aventureros al foso y llamando al centinela 956 32| enmudecieron, sino que corridos y avergonzados no sabían cómo dejar el 957 24| proceder no podía menos de avergonzar, anhelaba ardientemente 958 34| presencial podía contar, era cosa averiguada que derramarían la alegría 959 19| a la hueste del conde, y avezados a cumplir puntualmente toda 960 38| Beatriz, y en él se clavaron ávidamente. Tenían una especie de cerco 961 35| ella, con extraordinaria avidez, se puso a devorarla. Esta 962 32| Gonzalo, de Zamora; Pedro, de Ávila; Alonso, de Ciudad Rodrigo; 963 5| un pensamiento que no se aviniese con el honor de vuestras 964 28| con todos los pertrechos y avíos como si fuéramos a poner 965 9| a la prelada, y mientras avisaba al cobrador, se retiró con 966 7| resolución. -En ese caso yo os avisaré, pero hasta entonces juradme 967 4| del cordel de una campana avisó la llegada de tan ilustre 968 25| todos sus afectos, había avivado esta hoguera con todos los 969 26| exacerbaron su orgullo ofendido, y avivaron su odio a los templarios 970 31| calentura que la consumía se avivó en tales términos que entró 971 26| las quiebras y malezas los ayudaban poderosamente. Encamináronse, 972 8| muy azoradas al ruido, y ayudadas de su fiel criada la transportaron 973 14| conservado su brío, sólo para ayudar a su jinete. Entonces sobrevino 974 19| con ánimo al parecer de ayudarles, pero desarmado como estaba 975 21| agonía! ¿No hay quien me ayude a darme las hebillas de 976 21| coraza? El comendador le ayudó a armarse con gran presteza, 977 26| aplastados semblantes de azabache animados por una diabólica 978 28| porción de soldados con azadones y palas; y por encima de 979 12| menos durante aquella época azarosa, pero no lo es menos que 980 31| Arganza y Hervededo con un azor en el puño, acechando las 981 7| se embravecía cuando la azotaba su superficie el viento 982 10| que unas veces se disipan azotadas del viento y otras veces 983 30| aunque desnudo de hojas y azotado por el soplo del invierno, 984 27| despedazaros las carnes a azotes hasta que muráis. Vuestra 985 32| furor y con una cara como de azufre, le dijo: -¡En cuanto os 986 10| nogales, ora un linar cuyas azuladas flores semejaban la superficie 987 38| especie de cerco ligeramente azulado a su alrededor, con lo cual 988 10| colgados de los sauces de Babilonia. Pero nosotros volveremos 989 29| orden del Temple, sin más báculo y apoyo que su lanza ya 990 12| Tordehumos con grandes aprestos, bagajes y máquinas de guerra. ~ ~ ~ ~ 991 13| figurarse, con fiestas, bailoteos y algazaras que la esplendidez 992 31| sueño que aquella noche bajaba sobre sus párpados más suave 993 31| rebaños de ganado vacuno bajaban mugiendo a beber moviendo 994 37| pensamiento a las alturas; bajad con él a la lobreguez del 995 28| Los cabreireses que habían bajado de su peligrosa expedición, 996 18| fe? ¿No me respondéis y bajáis los ojos? Respondedme..., 997 18| me habéis engañado ruin y bajamente. -¡Ah!, ¡no! exclamó doña 998 25| Antes de romper el día bajaréis con todos los caballos que 999 22| Si eres rey, cómo no bajas de esa cruz? Cubriéronlo 1000 Conc| dejase vida tan penosa y bajase a recobrarse al monasterio,


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