Cap.

 1      1|    acaso... ¿por qué no?... una cita... Ellos, al fin, se entendían
 2      2|    Arcipreste, que, cortando la cita, añadió:~ ~ -¿Parece que
 3      2|         redundancia se han dado cita para labrar estas piedras
 4      7|         ocupaciones». Eran ¡ay! cita de amor. «¡Tal vez con la
 5      8|      hijas. Previamente se daba cita al novio respectivo; y cuando
 6      8|        comparación tiene!~ ~ La cita era sabia y oportuna. Visitación
 7      9|       de industriales, se daban cita bajo las acacias del Triunfo
 8      9|          Es aquélla una hora de cita que, sin saberlo ellos mismos,
 9     11|        Se me pasó la hora de la cita...~ ~ -Ya lo ; estuviste
10     13|        Si había llegado a darle cita en una carbonera! Verdad
11     14| majadero...»~ ~ Se acordó de su cita con la Regenta. Sintió un
12     16|    temiendo que aquello era una cita y una promesa; y, sin embargo,
13     17|       crueldad de negarse a una cita». Él se la había dado para
14     17|     embuste para no acudir a su cita, el mal humor de don Fermín
15     18|    atrevió a recordarle aquella cita. El Gran Constantino sabía
16     23|    señas, acudieron ambos a una cita... Se encontraron a poco
17     29|        la hora señalada para la cita. Casi todas las mañanas
18     29|     cenador que era el lugar de cita... ¡Cosa más rara! Frígilis
19     30|     aquella noche y acudir a la cita, si la tenía, como era de
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