Cap.

 1      1|            no espera, la sed en el desierto que abrasa y se satisface
 2      4|         raso y oro, recorriendo el desierto en un África que poblaba
 3      4|         cauce seco. Se creía en el desierto. No había allí ruido que
 4     12|          con metáforas tomadas del desierto, del mar, de los valles
 5     14|           encendidos los faroles y desierto el paseo. No pensaba en
 6     16|          veces quien la sacaba del desierto de los pensamientos secos,
 7     17|    abonadas habían dejado su palco desierto la noche anterior, sin permitir
 8     18|             Una voz, una voz en el desierto solitario en que yo vivía,
 9     20|       amigos conferenciaban estaba desierto el salón; los mozos, de
10     21|           que sin ellas es como un desierto, y los que de ellas pudieran
11     21| adolescencia y primera juventud un desierto estéril por donde sólo pasaban
12     25|      desconocida arrastraba por el desierto de la vida, camino de un
13     27|          cada cual estuviese en el desierto. De repente el macho, supongo
14     29|          de lo mejor de su vida un desierto de tristeza.~ ~ «Tampoco
15     29|       falange de cuervos por aquel desierto de aire. Ya parecían polvos
16     29|            del jefe. Viven en este desierto. Felices ellos», pensó Quintanar.~ ~
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