Cap.

  1      2|            honor de confesar a doña Ana Ozores. «Con el Obispo no
  2      2|              cogió del brazo a doña Ana y se la llevó.~ ~ -¿Y qué
  3      2|     preguntó don Cayetano.~ ~ -Doña Ana callaba. Doña Visita estaba
  4      3|            el trato social.~ ~ Doña Ana Ozores no era de ninguna
  5      3|         perniciosa influencia. Doña Ana jamás había hablado a solas
  6      3|             a la de Quintanar. Doña Ana volvió pronto a su casa.
  7      3|            las formas y el cutis de Ana, y allá en el fondo del
  8      3|    estampada en tapiz miserable!~ ~ Ana corrió con mucho cuidado
  9      3|           parecida sensación, había Ana sentido toda su vida nostalgia
 10      3|            conciencia!» -pensó doña Ana algo avergonzada.~ ~ Salió
 11      3|             preguntaba Germán.~ ~ Y Ana respondía, con los ojos
 12      3|            tronco hueco de castaño; Ana se había echado sobre el
 13      3|             barca. ¿Quién lo diría? Ana confesó al cabo que habían
 14      3|            un cura y se encerró con Ana en la alcoba de la niña
 15      3|            no pasó de amenaza, pero Ana no sentía salir de Loreto,
 16      3|          vida tan estúpida!», pensó Ana, pasando a reflexiones de
 17      3|            como diría don Cayetano. Ana Ozores depositó un casto
 18      3|             no sigue.~ ~ En efecto, Ana comenzó a sentirse mejor.
 19      3|      contigua esperando órdenes.~ ~ Ana se empeñó en que Quintanar -
 20      3|         iniciativa, en la frente de Ana, salió de la alcoba con
 21      3|              Era Frígilis!»~ ~ Doña Ana tardó mucho en dormirse,
 22      3|             que con los ojos, donde Ana fingía no adivinar una pasión
 23      4|                Don Carlos, padre de Ana, era el primogénito de un
 24      4|         pobre. Ésta fue la madre de Ana que, al nacer, se quedó
 25      4|           que emigrar don Carlos, y Ana quedó en poder de doña Camila,
 26      4|            preparó a la infancia de Ana Ozores un verdadero gimnasio
 27      4|          fueron sus disciplinas.~ ~ Ana, que jamás encontraba alegría,
 28      4|              A los veintisiete años Ana Ozores hubiera podido contar
 29      4|         mora; su madre, la madre de Ana que no parecía. Todas las
 30      4|            de ríos y montañas, veía Ana aguas corrientes, cristalinas
 31      4|       pueblos en la de los hombres. Ana soñó en adelante más que
 32      4|        convertirse en diligencia si Ana aceptaba el cargo de mula,
 33      4|          libro nadie lo creerá».~ ~ Ana fue objeto de curiosidad
 34      4|          desengañado. Doña Camila y Ana se trasladaron a Madrid
 35      4|            Pero se acordaba y mucho Ana misma. Al principio la calumnia
 36      4|        ponía a discusión delante de Ana, al tomar café, la divinidad
 37      4|      constelaciones del Zodiaco.~ ~ Ana procuraba retirarse en cuanto
 38      4|            efecto; pero una vez que Ana volvió del campo diciendo
 39      4|         indios dogmas parecidos.~ ~ Ana en casa de su padre disponía
 40      4|           fortuna en el espíritu de Ana la impresión más fuerte
 41      4|             del Mediodía.~ ~ Aunque Ana llegaba a la edad en que
 42      4|            Museo de Pinturas, ella, Ana Ozores, la de carne y hueso,
 43      4|          año, para hacer economías, Ana le besó en los ojos y en
 44      4|             Un día de sol, en mayo, Ana, que se preparaba a una
 45      4|       consideraba como filósofo.~ ~ Ana sintió un impulso irresistible;
 46      4|           Carlos no estaba en casa. Ana salió con el libro debajo
 47      4|            como lanzas de acero.~ ~ Ana leía con el alma agarrada
 48      4|           versículo de la Biblia... Ana gritó, sintió un temblor
 49      4|        Loreto, aun en primavera.~ ~ Ana, sentada lejos, casi hundida
 50      4|         cual vivía separado, sentía Ana inefable ternura que le
 51      4|             partes.~ ~ Después leyó Ana Los Mártires. Ella hubiera
 52      4|        despertaron en el corazón de Ana lo que puede llamarse el
 53      4|            que no estaba de más.~ ~ Ana leyó los versos de San Juan
 54      4|           inextinguible del océano. Ana subía a paso largo. El esfuerzo
 55      4|             de la senda que seguía, Ana vio de repente nuevo panorama;
 56      4|           cumulus de piedra azulada Ana divisó un punto; sabía que
 57      4|          las aguas.~ ~ Al fin llegó Ana a la hondonada de los pinos.
 58      4|             de la loma de poniente. Ana se sentó sobre una piedra
 59      4|         podía escribir; los ojos de Ana no veían las letras ni el
 60      4|           ruiseñor, y los versos de Ana, recitados como una oración
 61      5|          resignación cristiana.~ ~ «Ana, la hija de la modista,
 62      5|            de su sobrina moribunda. Ana estaba ya enferma cuando
 63      5|      después de enterrado su padre, Ana quiso levantarse y no pudo.
 64      5|          usted morir, hija mía».~ ~ Ana dio gritos, se asustó mucho,
 65      5|           buena obra cuando vio que Ana «estaba en la calle» o poco
 66      5|          quién no tiene su cruz?~ ~ Ana tardó un mes en dejar el
 67      5|            fiebre en que la vida de Ana peligró de nuevo.~ ~ Las
 68      5|           la nobleza vetustense.~ ~ Ana estaba muchas horas sola.
 69      5|      Suspiró su hermana también.~ ~ Ana que descansaba, vestida,
 70      5|        tardó en volver al pecado de Ana, a la vergüenza de que les
 71      5|         pronto se había de ver».~ ~ Ana, que tuvo valor para sufrir
 72      5|           fui yo, y después que... -Ana sintió brasas en las mejillas -
 73      5|            posible, la hermosura de Ana, que si se alimentaba bien
 74      5|        chica sanase y engordase.~ ~ Ana comprendió su obligación
 75      5|            terrible de la voluntad. Ana quería fuerzas, salud, colores,
 76      5|          puso en peligro la vida de Ana, pero al volver la salud
 77      5|       Virgen está conmigo» -pensaba Ana en el lecho, allá en Loreto,
 78      5|            purísimas y penetrantes. Ana aspiraba con placer voluptuoso
 79      5|         meses después de la fiebre, Ana había crecido milagrosamente,
 80      5|           modista italiana. Tampoco Ana debía mentarla siquiera,
 81      5|              era un perdón general. Ana era de la clase; la honraba
 82      5|            atraería la hermosura de Ana, pero no se casarían con
 83      5|           respecto al matrimonio de Ana no se había modificado a
 84      5|             Pocas veces se permitía Ana manifestar deseos, gustos
 85      5|        usted y la ironía comprendió Ana que doña Anuncia se había
 86      5|            en ti a manos llenas.~ ~ Ana se moría de vergüenza. Estos
 87      5|           doña Águeda la belleza de Ana era uno de los mejores embutidos;
 88      5|             noche lloró en su lecho Ana como lloraba bajo el poder
 89      5|             y con deleite saboreaba Ana aquel perfume. Y como la
 90      5|                 Pero la devoción de Ana ya estaba calificada y condenada
 91      5|           en la mesilla de noche de Ana con un cuaderno de versos,
 92      5|           los conatos literarios de Ana, que ella misma se creyó
 93      5|        nunca tenían qué censurar en Ana, aprovecharon este flaco
 94      5|             inventado un apodo para Ana. La llamaban sus amigas
 95      5|      complacencia de las literatas. Ana se turbaba, como si se tratase
 96      5|     baroncito, clavando los ojos en Ana y creyendo agradarla.~ ~ -¿
 97      5|     aquellos necios -llegó a pensar Ana -; no escribiría más». Pero
 98      5|           acabaron por confesar que Ana era una excepción; o calculaba
 99      5| aristocracia, declararon lo mismo: «Ana era invulnerable».~ ~ -Esperará
100      5|          Álvaro tomó la diligencia, Ana había salido a paseo con
101      5|             encontraron los ojos de Ana y de Mesía. Se miraron como
102      5|            Álvaro; ni don Álvaro de Ana en cuanto llegó a Madrid.~ ~ -«¡
103      5|           entonces la señorita doña Ana Ozores diecinueve años y
104      5|         estaba muy bien conservado. Ana suplicó a don Cayetano que
105      5|             juntaban a lo lejos!~ ~ Ana había notado que todas las
106      5|          visitó a las nobles damas. Ana le trató con mucha amabilidad.
107      5|           era de las más tontas.~ ~ Ana observaba mucho. Se creía
108      5|           cuervos duran siglos».~ ~ Ana apreciaba en mucho los consejos
109      5|          verá usted como pica...~ ~ Ana pasaba el tiempo sin sentir
110      5|             su paisano y amigo».~ ~ Ana renunció poco a poco a la
111      5|             la sobrinita.~ ~ No fue Ana quien apresuró su resolución,
112      5|        pedido hoy mismo tu mano.~ ~ Ana, contra el expreso mandato
113      5|           había comido la niña».~ ~ Ana escribió a Frígilis.~ ~
114      5|            Venía a pedir la mano de Ana, «a quien creía no ser indiferente».~ ~ «
115      5|          promesa.~ ~ Pasó un mes, y Ana Ozores de Quintanar, con
116      5|           maravilla.~ ~ Entretanto, Ana pensaba que tal vez no había
117      5|       hombre a quien había querido, Ana inclinaba la cabeza y decía
118      5|         amarle».~ ~ Cerró la noche. Ana, apoyada la cabeza en las
119      5|          había puesto el orgullo de Ana y la necedad de los otros
120      5|             que habían producido en Ana algún efecto, aunque no
121      5|            escoger -seguía pensando Ana -. Que lo dijera don Frutos
122      5|           haber empezado».~ ~ Abrió Ana los ojos y miró a su don
123      7|          confesor de la señora doña Ana de Ozores de Quintanar,
124      7|             Paquito. Supongamos que Ana consentía en hablar con
125      7|          que no hiciera en favor de Ana Ozores una excepción que
126      7|         días Visita no se separa de Ana.~ ~ A Mesía le temblaron
127      8|          otras. Visita era amiga de Ana desde que ésta había venido
128      8|            bien, éste, procurar que Ana fuese al fin y al cabo como
129      8|         juntas casi siempre, aunque Ana iba pocas veces. La del
130      8|           de Paco y Obdulia -, como Ana jamás se aprieta con cintas
131      8|             todas las turgencias de Ana, su perfección plástica,
132      8|            que no era devoción.~ ~ -Ana, cuando chica, allá en Loreto,
133      8|         estuvieron debajo de ellos. Ana iba distraída, porque no
134      8|               Obdulia oyó la voz de Ana y corrió al balcón, sin
135      8|            su traje y peinado.~ ~ -¡Ana, sube, anda, tonta! -gritó
136      8|           lo demás, los hombres.~ ~ Ana se excusó otra vez; tenía
137      9|                Al llegar al portal, Ana se detuvo; se estremeció
138      9|            Anda... vamos, Petra!~ ~ Ana suplicaba con la voz como
139      9|             Así brillaban entonces. Ana entornaba los ojos con delicia,
140      9|       esperemos».~ ~ La doncella de Ana era amiga de llegar en sus
141      9|            con un tinte cárdeno.~ ~ Ana se sentó sobre las raíces
142      9|            y brincaba a los pies de Ana, sin miedo, fiada en la
143      9|           oblicuo teñía de púrpura. Ana siguió el vuelo de la lavandera
144      9|           pico, se puso enfrente de Ana y se atrevió a mirarla con
145      9|          esto es, de los pecados de Ana, se había hablado poco;
146      9|             un palmo de su vestido. Ana dio un grito, tuvo miedo.
147      9|              a un tiro de fusil.~ ~ Ana le fijó los ojos con los
148      9|  depositando sus economías de amor. Ana, sin saber por qué, sintió
149      9|        absorbía toda la atención de Ana, a su pesar.~ ~ -Vamos,
150      9|           entre los proletarios.~ ~ Ana se vio envuelta, sin pensarlo,
151      9|        murmuraban ni reían al pasar Ana.~ ~ -¡Es la Regenta!~ ~ -¡
152      9|             arcángel; iba contenta. Ana sonreía y aceleraba el paso.~ ~ -
153      9|           miasmas de la miseria.~ ~ Ana participó un momento de
154      9|       esperanza más, la sumisión de Ana, el triunfo. «No sería tanto,
155      9|             y hasta al miserere.~ ~ Ana creía ver en cada rostro
156      9|           Don Álvaro iba al lado de Ana convencido de que su presencia
157      9|             usted mucho en Vetusta, Ana -decía don Álvaro.~ ~ Buscaba
158      9|            los hombres; ¡pero ella, Ana!~ ~ Don Álvaro se vio en
159      9|            aquella inadvertencia de Ana? ¡Que no se fijaba en ella! ¿
160      9|                El primer impulso de Ana había sido inconsciente.~ ~
161      9|             arma contra la Regenta. Ana lo olvidó todo de repente
162      9|          más cumplido caballero.~ ~ Ana fingió no oír, pero sus
163     10|             tricot muy ajustada.~ ~ Ana sonrió a la Marquesa.~ ~ -
164     10|           de dramas.~ ~ Pero al fin Ana se vio sola en el comedor,
165     10|            su sueño de invierno.~ ~ Ana oía ruidos confusos de la
166     10|             que batirse con Mesía». Ana contempló a don Frutos,
167     10|            allí no entraba la luna. Ana avanzó tentando las paredes.
168     10|           siguieron su movimiento y Ana sintió un peso, y oyó el
169     10|        oprime como unas tenazas.~ ~ Ana estaba roja de vergüenza
170     10|            su irresponsabilidad.~ ~ Ana bajó a la huerta, olvidada
171     10|            entonces se invirtieron; Ana vio que la luna era la que
172     10|      tragaría como un mar de betún. Ana, casi delirante, veía su
173     10|             sombra en la sombra.~ ~ Ana, lánguida, desmayado el
174     10|            tocando con la frente de Ana, metida entre dos hierros,
175     10|            respecto de la virtud de Ana la sintió él en sí; aquella
176     10|             furioso, gritando:~ ~ -¡Ana! ¡Ana!~ ~ Le contestó el
177     10|       furioso, gritando:~ ~ -¡Ana! ¡Ana!~ ~ Le contestó el silencio.
178     10|                 Esperó en vano.~ ~ -Ana, Ana -volvió a decir quedo,
179     10|            Esperó en vano.~ ~ -Ana, Ana -volvió a decir quedo, muy
180     10|           arena de los senderos.~ ~ Ana había huido. Al ver tan
181     10|    casualidades?», pensó seriamente Ana, que no era supersticiosa.~ ~
182     10|            al gabinete de su mujer. Ana se le arrojó a los brazos,
183     10|           extremos, Quintanar -dijo Ana sollozando y haciendo esfuerzos
184     10|         estás... Tú tienes algo.~ ~ Ana movió la cabeza negando.~ ~ -
185     10|          anuncias una desgracia.~ ~ Ana tembló, como sintiendo escalofríos.~ ~ -¿
186     10|            enfermedad misteriosa de Ana -porque era una enfermedad,
187     10|        quién anduvo aquí!~ ~ Acudió Ana, porque llegó a su cuarto
188     11|           entenderse? ¿Querría doña Ana abrirle de par en par el
189     11|         junto a la celosía y a doña Ana en oración, junto al altar.
190     11|           había sentido pasar; doña Ana tampoco. La historia de
191     11|        haber producido efecto. Doña Ana jamás había oído hablar
192     11|          que venía de parte de doña Ana, sintió el clérigo dulce
193     11|              amiga, q.b.s.m.,~ ~ ~ ~ANA DE OZORES DE QUINTANAR».~ ~ -¡
194     11|            algún día su amistad con Ana Ozores llegaba al punto
195     12|                  Esta voz era la de Ana Ozores.~ ~ Al Magistral
196     13|        tenía secretos.~ ~ -¿Pero, y Ana? ¿Te ha dicho algo?~ ~ -¿
197     13|              Te ha dicho algo?~ ~ -¿Ana? En su vida; buena es ella.
198     13|             se fueron al tocador de Ana, que deprisa y como ocultándose,
199     13|          Visitación y Quintanar que Ana se vistiera «como Dios manda»,
200     13|  anunciándoles el programa del día. Ana disputó con su marido; quería
201     13|      Marqués.~ ~ Lo primero que vio Ana fue a don Álvaro.~ ~ Tuvo
202     13|            ha de ser un hombre!»~ ~ Ana tomó la resolución repentina
203     13|             ningún hombre de mundo. Ana hablaba de los hombres de
204     13|          siempre entre mucha gente. Ana trataba a todo Vetusta,
205     13|             una dentadura perfecta. Ana encontró de muy buen gusto
206     13|        Víctor era poco más alto que Ana; don Álvaro tenía que inclinarse
207     13|          hombre como una fortaleza. Ana, mientras oía, con la frente
208     13|       dejaba al aire un perfume que Ana la primera vez que lo sintió
209     13|            antepecho de la ventana; Ana veía, sin poder remediarlo,
210     13|            bien y debía ser así.~ ~ Ana oía vagamente los ruidos
211     13|               ya comerá contigo.~ ~ Ana se estremeció y se separó
212     13|             confianza.~ ~ Detrás de Ana apareció Mesía, que traía
213     13|          poco y con mucho cumplido. Ana los vio juntos, los dos
214     13|            esperar su presencia.~ ~ Ana le sonrió con dulzura franca
215     13|        movimientos. También recordó Ana la carta que pocas horas
216     13|      pensaba tal vez.~ ~ No trataba Ana de explicarse cómo esta
217     13|        había derecho a quejarse. Si Ana, asustada, otra vez buscaba
218     13|          que les llamase a la mesa, Ana disimuladamente se había
219     13|             ya no puede ser? -decía Ana con humilde voz, suave,
220     13|             inefable que encontraba Ana en lo que oía: era en la
221     13|         insípida, pero eficaz...~ ~ Ana comprendía perfectamente. «
222     13|             que ya no reconciliaría Ana aquella tarde.~ ~ -¡Absurdo! -
223     13|           las palabras, el gesto de Ana; sintió un agradecimiento
224     13|         para don Víctor».~ ~ Cuando Ana se perdía en estas y otras
225     13|        Entonces don Álvaro, a quien Ana había dirigido una mirada
226     13|             la levita. La mirada de Ana le hizo saltar a la escalera.
227     13|        decía deber al Magistral.~ ~ Ana admiró en silencio la fuerza
228     13|            fuera, de ir tocando con Ana. Tocando apenas, por supuesto;
229     13|             no se dio cuenta..., ni Ana tampoco.~ ~ Estaban en la
230     14|            los coches, se entiende. Ana volvería, era natural, en
231     16|              todo no puede ser».~ ~ Ana Ozores no era de los que
232     16|             hora de siempre. Estaba Ana sola en el comedor. Sobre
233     16|          tarde ni en toda la noche. Ana se estremeció. Aquellos
234     16|     tercetos entreverados de silva. Ana veía los renglones desiguales
235     16|    desprecia!»~ ~ Como otras veces, Ana fue tan lejos en este vejamen
236     16|             cualquiera menos él.~ ~ Ana aquella tarde aborrecía
237     16|            sus partes. Al principio Ana se había dejado llevar a
238     16|             aquello. ¡Qué mujer era Ana! Ella estaba segura de que
239     16|       pensaba, Dios la librara, que Ana fuera capaz de enamorarse
240     16|          cuando chica comía tierra; Ana era también romántica (todo
241     16|            menos sin que lo buscase Ana. Paco, sin la mala intención
242     16|            pero con escasa fortuna. Ana ponía todas las fuerzas
243     16|    frecuencia durante todo octubre. Ana veía a Edelmira y a Obdulia,
244     16|             del Vivero, a solas con Ana, don Álvaro se había sentido
245     16|         malas pasiones satisfechas, Ana se sublevaba contra leyes
246     16|             religiosa. Se humillaba Ana a los designios de Dios,
247     16|         escrúpulos, tristezas, dijo Ana aquello que al determinarse
248     16|             Magistral sólo supo que Ana vivía de hecho separada
249     16|           ella. Sí, esto lo confesó Ana, ella no amaba a su don
250     16|        cierto... En plata, que doña Ana soñaba con un hombre...»
251     16|        propósito firme de buscar en Ana, en vez de grosero hartazgo
252     16|             que su interés por doña Ana ocupase en su alma el lugar
253     16|          tarde de Todos los Santos, Ana creyó perder el terreno
254     16|    cementerio o en el Espolón...~ ~ Ana vio aparecer debajo del
255     16|             ojos y en los labios de Ana, dulce, franca y persistente
256     16|        inhabitable que era Vetusta. Ana estaba locuaz, hasta se
257     16|         Granada con su esposo...~ ~ Ana se sentía caer en un pozo,
258     16|            Encimada y la Colonia... Ana sentía deshacerse el hielo,
259     16|           lo que estaba pasando por Ana, aquel abandono, aquella
260     16|           tarde, o tal se imaginaba Ana por lo menos; parecía que
261     16|             que, sin saber por qué, Ana, nerviosa, vio aparecer
262     16|          Víctor para obligar a doña Ana a ir al teatro aquella noche.~ ~ -
263     16|              tanto insistieron, que Ana, puestos los ojos en los
264     16|       periódicos locales.~ ~ Cuando Ana Ozores se sentó en el palco
265     16|            y cuánta ignorancia!»~ ~ Ana, acostumbrada muchos años
266     16|            en la plaza, el humor de Ana había cambiado, pasando
267     16|      profundo en la fe religiosa de Ana; creía en una atención directa,
268     16|            la virtud, también creyó Ana que el hallazgo se lo debía
269     16|            pensamientos, que sentía Ana volar por su cerebro como
270     16|      reclamaban supuestos derechos. Ana procuraba ahogarlo, y como
271     16|        tocador, se le figuró que la Ana de enfrente le pedía cuentas;
272     16|             admiración del público, Ana miró a la bolsa de Mesía.
273     16|       rostro de su venerable padre; Ana tuvo que mirar entonces
274     16|            contiguo al de Mesía.~ ~ Ana empezó a hacerse cargo del
275     16|          como a la doncella de doña Ana de Pantoja, y a la Trotaconventos
276     16|            esquina, la reja de doña Ana..., los desvelos de Ciutti,
277     16|        gusto de madera de tinteros; Ana estaba admirada de la poesía
278     16|           el señorío vetustense.~ ~ Ana se sentía transportada a
279     16|         poesía apasionada para doña Ana. Al ver a doña Inés en su
280     16|          novicia se parecía a ella; Ana lo conoció al mismo tiempo
281     16|            mucho que valía.~ ~ Doña Ana sí; clavados los ojos en
282     16|          ella adivinaba producía en Ana un efecto de magia poética,
283     16|   saborearle con todos sus venenos. Ana se comparaba con la hija
284     16|          palco de los marqueses.~ ~ Ana al darle la mano tuvo miedo
285     16|         habían oído en la corte.~ ~ Ana, sin dar tiempo a don Álvaro
286     16|           disgustó el entusiasmo de Ana. ¡Hablar del Don Juan Tenorio
287     16|      enamorar por todo lo alto».~ ~ Ana, que se dejaba devorar por
288     16|             comenzó el cuarto acto, Ana puso un dedo en la boca,
289     16|     rodillas el roce de la falda de Ana; más abajo adivinaba su
290     16|         tenía unas cosas...~ ~ Para Ana el cuarto acto no ofrecía
291     16|             sonaron en los oídos de Ana aquella noche como frase
292     16|          natural en todo gran amor. Ana, entonces, no pudo evitarlo:
293     16|           Buscó a tientas el pie de Ana..., en el mismo instante
294     16|            presentimiento terrible. Ana vio de repente, como a la
295     16|          acaba esto a las dos...~ ~ Ana, a quien explicó su esposo
296     16|          atreví a despertarla...~ ~ Ana se sentía fatigada. Le sabía
297     16|                    Qué nombres...? -Ana preguntó esto encendido
298     16|         Decía: ¡Víctor! ¡Víctor!~ ~ Ana comprendió que Petra mentía.
299     16|             preguntó en voz trémula Ana, arrebatando el papel de
300     16|          doncella de doña Paula.~ ~ Ana afirmó con la cabeza mientras
301     16|        capellán.~ ~ «¡Cosa extraña! Ana se había olvidado del Magistral
302     16|           Por la primera vez sintió Ana la vergüenza de su imprudente
303     16|           aunque sin consecuencias, Ana procuraba que su esposo
304     16|        tierra como en el cielo!»~ ~ Ana estuvo todo el día inquieta,
305     17|          pasar a la huerta... -dijo Ana sorprendida y algo asustada.~ ~
306     17|             por el patio al Parque. Ana le esperaba sentada dentro
307     17|          esto se dijo al principio. Ana se turbó cuando el Magistral
308     17|             de cosas indiferentes y Ana esperaba con temor que don
309     17|           consentido asistir.~ ~ «Y Ana, que pasaba por hija predilecta
310     17|     tornillos de la devoción a doña Ana».~ ~ Llegó a la sacristía
311     17|        prometido no ir; y había ido Ana Ozores, que nunca asistía».~ ~
312     17|           una visita?~ ~ Al ver que Ana había mentido, que estaba
313     17|             lo menos no lo sentían. Ana había contestado a Petra,
314     17|             había dicho que si doña Ana se sentía ya bien, no era
315     17|          confiese por la mañana.~ ~ Ana preguntó el motivo con los
316     17|        mártir entre llamas.~ ~ Doña Ana sintió terribles remordimientos
317     17|         tantas veces me rodea...~ ~ Ana al llegar aquí notó que
318     17|           pocas que se toleraba.~ ~ Ana tuvo un miedo pueril que
319     17|           costumbres piadosas...~ ~ Ana encogió los hombros. «No
320     17|         dudaba de la piedad de doña Ana Ozores de Quintanar...~ ~ -¿
321     17|         Molina y otros muchos...~ ~ Ana escuchaba con la boca un
322     17|           esperando las palabras de Ana.~ ~ Ingenua, entusiasmada
323     17|            Dios lo que era de Dios, Ana aceptaba aquella amistad
324     17|        madreselva; la locuacidad de Ana le sabía a gloria, las palabras
325     17|             más que la voz dulce de Ana, y de tarde en tarde, el
326     17|            horas de revolución, que Ana reputaba ya célebres en
327     17|            cómo podía haber llegado Ana a pensar en Dios, a sentir
328     17|            de don Juan Tenorio.~ ~ «Ana decía que acaso estaba loca,
329     17|         digno de una mujer honrada, Ana. Si dejamos que vuelvan
330     17|          Magistral para observar si Ana subía con dificultad aquella
331     17|           le ponía en el camino.~ ~ Ana callaba, meditando las palabras
332     17|                Era ya tiempo de que Ana procurase entrar en el camino
333     17|           prácticas piadosas, ella, Ana, podía sacar gran utilidad
334     17|          ruido, pero temiéndolo.~ ~ Ana salió tras él, ensimismada,
335     17|           Quiere usted verle? -dijo Ana volviéndose al Magistral.~ ~
336     17|         tiene usted razón.~ ~ Subió Ana por la escalera principal
337     17|           con los señores?~ ~ -Doña Ana es un ángel.~ ~ -Ya lo creo.
338     17|      presentó en el tocador de doña Ana sin ser llamada.~ ~ -¿Qué
339     18|          determinaban los demás. Si Ana Ozores hubiera tenido un
340     18|           conocía palmo a palmo.~ ~ Ana envidiaba a su marido la
341     18|           espiritualista.~ ~ Notaba Ana con tristeza y casi envidia
342     18|          Fermín a su querida amiga. Ana aborrecía el lodo y la humedad;
343     18|            a menudo ahora, que doña Ana deseaba ayudarla en sus
344     18|             como coraceros.~ ~ Pero Ana, sin saber por qué, sentía
345     18|             En cuanto a la oración, Ana decía que recitar de memoria
346     18|          peligros de la fantasía de Ana, por no perder terreno,
347     18|           presentarse a los ojos de Ana más simpático, hablando
348     18|           en casa. «Mejor», pensaba Ana sin querer. Su don Víctor,
349     18|       proyectos de vida piadosa que Ana poco a poco iba acumulando
350     18|            en su ausencia; y cuando Ana ya sola, pegada a la chimenea
351     18|          Todos los Santos. Entonces Ana se ponía en pie, recorría
352     18|          que Frígilis de la huerta. Ana acababa por verle. «Aquél
353     18|      Frígilis, si veía a su querida Ana detrás de los cristales,
354     18|         húmeda de los senderos... Y Ana veía desaparecer entre las
355     18|     derrotado: creía firmemente que Ana estaba entregada al Magistral.
356     18|              aquella resistencia de Ana, que había creído vencer
357     18|       hablar a solas un momento con Ana, y cuando logró tal intento
358     18|          donde había conseguido que Ana y Álvaro se hablaran a solas
359     18|     comparaba con la resistencia de Ana y... se le encendían las
360     18|           veía, según los tres, que Ana estaba interesada. Esto
361     18|     desahogaba, y pocas veces. Pero Ana creía en un complot y esto
362     18|             victoria; la inercia de Ana le presentaba cada vez nuevos
363     18|          había regalado. Pues bien, Ana, después de leer cinco minutos,
364     18|             seguida la ira, como si Ana pudiera oír sus quejas.
365     18|         daba pataditas en el suelo. Ana había desaparecido otra
366     18|           no pareció por la capilla Ana. «Sabe Dios dónde estarían. ¿
367     18|            un hombre determinado. Y Ana, su dulce amiga, no mentía
368     18|     responder siquiera, pensando en Ana y en Mesía; y a la media
369     18|       oscuro y de papel gris y oro. Ana se sentó en el sofá, el
370     18|          moribundo; apenas se veían Ana y De Pas. Del gabinete de
371     18|          anduviera entre algodones. Ana tuvo aprensión de que olía
372     18|     estoraque y acaso a espliego... Ana sentía una somnolencia dulce
373     18|            Volvieron a quedar solos Ana y su confesor.~ ~ Interrumpiendo
374     18|             las suyas sacudiéndola. Ana sintió fuego en el rostro,
375     18|       Constantino besó la frente de Ana.~ ~ Fue un beso solemne,
376     19|            silencio la hermosura de Ana, cuya cabeza hundida en
377     19|           nunca se parecía entonces Ana a la Virgen de la Silla.
378     19|             quejarse de alguno».~ ~ Ana estudiaba el modo de oír
379     19|            por la luz... Y cerca de Ana nerviosa, aprensiva, febril,
380     19|      quedándose a velar a su amiga, Ana volvió a solicitar los brazos
381     19|         restituya...Suum cuique.~ ~ Ana oyó los gritos y se apresuró
382     19|        enfermedad de su queridísima Ana. «Él no estaba alarmado,
383     19|            pero de repente pensó en Ana, en la fiebre y se llenó
384     19|            repente de todo aquello: Ana estaba mal, había delirado;
385     19|           esto hablaba él, mientras Ana sentía sudores mortales
386     19|       hablaba a su lado, sin querer Ana seguía entonces el pensamiento
387     19|      hacerse decir veinte veces que Ana iba mejor, mucho mejor,
388     19|         tiempo de servidumbre, y si Ana se quejaba, su marido torcía
389     19|    formalidad.~ ~ -No seamos niños, Ana; tú estás mejor, eso que
390     19|             momento en la alcoba de Ana; casi nunca se sentaba,
391     19|            Quintanar y no aparecía. Ana esperó. No quiso llamar
392     19|            allí dentro en piedad; y Ana, con irresistible ímpetu
393     19|            un dictador lacónico.~ ~ Ana tuvo aquellas noches sueños
394     19|            como alas de murciélago. Ana corría, corría sin poder
395     19|             descanso de la enferma. Ana sentía el día en el melancólico
396     19|           visiones y disparates.~ ~ Ana, contenta de que la dejasen
397     19|           pasaban por el cerebro de Ana como un alimento, daban
398     19|     temporal, cuando el espíritu de Ana había dejado aquella especie
399     19|             anunciaba la primavera; Ana esperaba ya aquellos días
400     19|           como pájaros de invierno, Ana se había visto en el paseo
401     19|            propuso estar al lado de Ana la mayor cantidad de tiempo
402     19|            esperaba la presencia de Ana y así podía resistir la
403     19|             a ir a cualquier hora y Ana, sin sentirlo, se lo encontró
404     19|            casa».~ ~ Pasaron días y Ana cada vez estaba más tranquila. «
405     19|            en la orilla... Ya sabía Ana en sus adentros que aquello
406     19|             no se buscaba». Además, Ana, puesto que defendía su
407     19|        fuera menos benéfico. Notaba Ana que en aquella altura, en
408     19|             de que tenía conciencia Ana en estas expediciones a
409     19|           ya de las nuevas hojas; y Ana, apoyándose tranquila en
410     19|         como un rocío en el alma de Ana, que entonces comprendía
411     19|             al volver a Vetusta con Ana del brazo, se hacía elocuente,
412     19|          árboles, pájaros y flores. Ana envidiaba en tales horas
413     19|         sentía. A veces hablaba con Ana don Álvaro y Ana contestaba
414     19|        hablaba con Ana don Álvaro y Ana contestaba con voz afable,
415     19|          Ojo por ojo».~ ~ Así vivía Ana, menos aburrida si no contenta,
416     19|      Visitación procuraba meterle a Ana, a manos llenas, por los
417     19|      vibraba, su aliento quemaba, y Ana creyó oír sollozos comprimidos. «
418     19|    ilusiones respecto de ella. «Sí, Ana -Ana la había llamado, estaba
419     19|         respecto de ella. «Sí, Ana -Ana la había llamado, estaba
420     19|    confidente».~ ~ -No, no -repetía Ana llorando; pero él había
421     19|        elocuente y que tanto valía. Ana a veces, no pudiendo elevar
422     19|             agolpaban a los ojos de Ana. Lloraba de gratitud y de
423     19|        templo; lugares había en que Ana ignoraba si estaba allí
424     19|              pensaba don Fermín.~ ~ Ana veía en los pormenores de
425     19|            pasaba por la memoria de Ana, con formas plásticas, teatrales -
426     19|         tesoros de su espíritu».~ ~ Ana, burlando los decretos del
427     19|    almohadones, algo más fuerte ya, Ana hizo nuevo ensayo y entonces
428     20|           la perdía. Para ella doña Ana Ozores, la dichosa Regenta,
429     20|             pudo hablar a solas con Ana. Y lo más triste había sido
430     20|             poco a poco a la salud. Ana le recibió en su gabinete. ¡
431     20|             de visiones celestes... Ana era otra para él. No le
432     20|      acompañadas de cerveza... pero Ana jamás se presentaba. Si
433     20|         había remedio. Un día llegó Ana al extremo de retirar la
434     20|            había vencido delante de Ana misma. Aquel valor que él
435     20|            ciertas precauciones.~ ~ Ana entró en el despacho. Vestía
436     20|            observar en el rostro de Ana la huella de una emoción,
437     20|         saber cuándo volvería. Pero Ana oyó la noticia como distraída;
438     20|            los ojos en el rostro de Ana con audacia y ella levantó
439     21|                            XXI -~ ~ Ana leyó en su lecho, a escondidas
440     21|             habían construido...~ ~ Ana pasaba horas y más horas
441     21|             un gruñido cariñoso.~ ~ Ana, a quien tanto molestaba
442     21|             enamorada de Cristo.~ ~ Ana vivía ahora de una pasión;
443     21|            exaltado sus facultades; Ana penetraba con la razón y
444     21|             encendido tenía el suyo Ana; no más, no más ídolos en
445     21|    celestial si ella viviese ahora! Ana la hubiera buscado en el
446     21|           Fr. Francisco de Osuna, y Ana mandó a Petra a las librerías
447     21|            que fuera, y no parecía. Ana recordaba entonces a su
448     21|             aquellos pliegos en que Ana le mandaba el corazón desleído
449     21|        vivir; lo demás era vegetar. Ana era, al fin, todo aquello
450     21|            ver lo que él sentía por Ana con la vulgar satisfacción
451     21|        almas, aquella intimidad con Ana Ozores. ¡Cuántos años habían
452     21|            y definido de ver a doña Ana, de agradecerle su carta
453     21|           aureola.~ ~ Le recibieron Ana y Don Víctor en el comedor.
454     21|             casa, pero nada más.~ ~ Ana, afectuosa, lánguida todavía,
455     21|         otra enfermedad probable si Ana seguía aquel camino peligroso.
456     21|         Santa Teresa había dicho, y Ana recordaba a cada momento
457     21|    espantaba la idea de que por eso Ana llegase a tenerle en poco».~ ~
458     21|         tanto quería a su confesor, Ana muchas horas le olvidaba
459     21|             no daba tiempo a ello?» Ana recordaba la vida de unos
460     21|          entrasen en una fundición, Ana sentía chisporroteos dentro
461     21|     consultaba acerca del estado de Ana.~ ~ -¿A ti qué te parece
462     21|        saludaba siempre. Aquello de Ana también era una enfermedad,
463     21|      aquellas cosas en la cabeza de Ana. Del Magistral era el guante,
464     21|             Sus planes por tierra! ¡Ana resistía! ¡No era de tierra
465     21|       vestido más escandaloso, como Ana con su hábito y su beatería. «¡
466     21|             lugarón!»~ ~ Entretanto Ana recobraba el apetito, la
467     21|             y la piedad matutina de Ana era optimista. El mundo
468     21|             solidez del universo, y Ana se sentía bien en medio
469     21|         pasado tres siglos». Empezó Ana a comprender mejor lo que
470     21|              El primer objeto a que Ana quiso aplicar su caridad
471     21|        querido más piadoso todavía. Ana se propuso emplear su celo
472     21|          llevase sobre el pecho.~ ~ Ana besó la imagen y volvió
473     21|            despedida de don Álvaro, Ana despertó pensando en él. «
474     21|             penachos blancos, podía Ana respirar una ráfaga de aire
475     21|           que ardía, en concepto de Ana.~ ~ Y para que no se le
476     21|             sus ojos menudos los de Ana y repitió:~ ~ -¿No sabes
477     21|             tipo de ministro...!~ ~ Ana recordaba perfectamente
478     21|             conoció la turbación de Ana, y con gran júbilo, confirmó
479     21|            la ceniza universal.~ ~ «Ana tenía celos; luego tenía
480     21|             grabado en la arena.~ ~ Ana tuvo miedo. La tentación,
481     21|          notó con mucha alegría que Ana volvía su piedad del lado
482     21|             atraían las voluntades, Ana se consagró a la piedad
483     21|       piadoso. Y además se permitía Ana interesarse por los bienes
484     21|        habla de sí mismo! -le decía Ana con tono de reconvención,
485     21|                Todo eso es miseria. Ana, yo lo desprecio. Puedo
486     21|             rosa de Alejandría, que Ana sin resistencia había dejado
487     21|             más felices de su vida. Ana le obligó a hablar, a contárselo
488     21|        confesarse con ella. «¿Creía Ana que era perfecto? ¿Que no
489     21|             De aquella confidencia, Ana sacó en limpio que el Magistral,
490     21|             la de ella por ejemplo. Ana, al oír aquello, cerraba
491     21|             iba a parar aquello.~ ~ Ana le admiraba, le cuidaba,
492     21|             triste y aburrido.~ ~ Y Ana volvía contenta de la calle. «
493     21|             pájaros!»~ ~ ~ En tanto Ana, cada día más activa, procuraba
494     21|          censurar».~ ~ Don Fermín y Ana se veían todos los días;
495     22|            pasión noble, fuerte... ¡Ana, Ana y nada más en el mundo!
496     22|       pasión noble, fuerte... ¡Ana, Ana y nada más en el mundo!
497     22|           padecía mucho siempre que Ana le hablaba de la salud que
498     22|            qué le importa a mi doña Ana que mi corpachón de cazador
499     22|           le pinchaban cada vez que Ana, solícita, dulce y sonriente
500     22|          Magistral vivía al lado de Ana libre de congojas, tranquilo
501     22|       remordimiento; la castidad de Ana, su inocencia de mujer virtuosa,
502     22|             orgullo su victoria.~ ~ Ana también tenía su secreto.
503     22|              abandonada a sí misma, Ana se confesaba que sucumbiría;
504     22|        autores. Entre ellos recordó Ana que estaba Pascal en sus
505     22|        huracanes de la injuria, que Ana creía de todo en todo calumniosa.~ ~
506     22|             de las que avasallan, y Ana la acogió con placer, porque
507     22|          por obra tales propósitos. Ana buscaba y no encontraba
508     22|          que gozaba en presencia de Ana, eso aborrecía; lo que pudiera
509     23|                 Y más adelante leía Ana con los ojos clavados en
510     23|             esto era hermoso, según Ana; la religión que lo consentía,
511     23|      doradas con las alas abiertas. Ana vio aparecer en el púlpito
512     23|          trasnochadores del Casino. Ana oyó la voz de Orgaz que
513     23|            sospechaba su estado.~ ~ Ana siguió viendo a don Álvaro
514     23|             repertorio; un aire que Ana había oído por primera vez
515     23|            por culpa del organista, Ana veía a don Álvaro a su lado,
516     23|             monaguillos».~ ~ Cuando Ana procuró sacudir, moviendo
517     23|              En el pórtico encontró Ana al Magistral.~ ~ Don Fermín
518     23|            lo que cantan...~ ~ Notó Ana que su confesor no sabía
519     23|            el camino de su casa.~ ~ Ana sintió deseos de seguirle:
520     23|         amor invadieron el ánimo de Ana en aquel instante... «¡Oh!, ¿
521     23|             hablaron el Magistral y Ana, se había separado discretamente
522     23|            que había muerto aquella Ana que iba y venía de la desesperación
523     23|            todo el cerebro. Aquella Ana prohibida era una especie
524     23|            los buenos propósitos de Ana la devota, la hermana humilde
525     23|     vaguedad tierna, anhelante».~ ~ Ana se vio en su tocador en
526     23|             Sin saber lo que hacía, Ana salió de sus habitaciones,
527     23|            y por un intersticio vio Ana claridad. No dormía su marido.
528     23|          incapaz de sospechar de su Ana la falta más leve, huía
529     23|             con larga borla de oro. Ana vio y oyó que en aquel traje
530     23|           anda ahí!~ ~ No respondió Ana.~ ~ -¿Quién anda ahí? -repitió
531     23|         cruzó por la imaginación de Ana; unos celos grotescos, tal
532     23|         tono suave y familiar.~ ~ Y Ana se retiró de puntillas,
533     23|             amargo para ella...!» Y Ana, sin querer, como siempre,
534     23|         abierta por el pecho, llegó Ana a su tocador; la luz de
535     23|        extinguirse, se acababa... y Ana se vio como un hermoso fantasma
536     23|        borracha... no sabía de qué, Ana, desnuda, viendo a trechos
537     23|           misma mañana, a las ocho, Ana, sola, pasaba por delante
538     23|            Ahora sonrieron los dos. Ana se levantó cinco minutos
539     23|            consiguieron verse solos Ana y don Fermín. Fue en el
540     23|         papeles... Ya volveré...~ ~ Ana iba a llamarla: «no había
541     23|             ella y de sus actos.~ ~ Ana volvió hacia De Pas, que
542     23|      suspiró con mucha tristeza.~ ~ Ana se sentó a su lado, al verle
543     23|               usted sabe todo esto, Ana.~ ~ -Pero... ¿por qué está
544     23|         nada mío. ¿Qué tiene usted, Ana?, ¿se pone usted mala?, ¿
545     23|         Callaron.~ ~ De Pas vio que Ana contenía el llanto que quería
546     23|             que tengo derecho...~ ~ Ana cayó de rodillas a los pies
547     23|           que no sonase.~ ~ -Ahora, Ana, ahora es mejor... aquí...
548     23|            señora... por compasión, Ana... no ve usted que tiemblo
549     23|            llegado hasta ahí...!~ ~ Ana miró espantada al Provisor...
550     23|            el Fermín de antaño».~ ~ Ana se levantó, esperó a que
551     23|    estrangulado por la pasión:~ ~ -¡Ana, Ana...! Sin falta esta
552     23|            por la pasión:~ ~ -¡Ana, Ana...! Sin falta esta tarde...
553     23|           duda...~ ~ Y entró cuando Ana se volvía un poco para ocultar
554     23|            del salón.~ ~ Y llegaron Ana y el obispo-madre al trascoro
555     23|                E inclinándose hacia Ana, añadió en voz baja y melosa:~ ~ -¡
556     24|             cruz de brillantes, que Ana llevó también a la iglesia
557     24|            dijo un socio -; si doña Ana viene, será un gran ejemplo,
558     24|             alusión que no entendió Ana), la esposa no resistió
559     24|           no se obstina».~ ~ Cuando Ana consultó con el Magistral
560     24|              menos la conciencia de Ana, que siguió intranquila. «¿
561     24|           participar del triunfo de Ana. Las conversaciones se suspendieron,
562     24|          había puesto empeño en que Ana asistiera al baile y a la
563     24|        Mesía.~ ~ -¡Pero qué divina, Ana, pero qué divina! -le decía
564     24|             Vetusta eran flacas.~ ~ Ana se sentó al lado de la Marquesa
565     24|           nadie se los agradece.~ ~ Ana al principio tenía sueño.
566     24|             quitar de encima. ¿Pero Ana, qué es esto? ¿Tú aquí?
567     24|     educación falsa y desabrida.~ ~ Ana, a las dos de la mañana,
568     24|           triunfo de su elocuencia. Ana disimulaba mal la impresión
569     24|           el final así lo recordaba Ana palabra por palabra:~ ~ «
570     24|             confidencias de Visita. Ana saludaba a diestro y siniestro,
571     24|             que su presencia, la de Ana, había producido aquella
572     24|            Cuervo soltó el brazo de Ana y desapareció entre los
573     24|      prendas análogas de los demás. Ana vio esto sin querer, sin
574     24|           figura que ella, la pobre Ana, había visto tantas veces
575     24|            Antes que ella quisiera, Ana sintió sus dedos entre los
576     24|           más suave, más corrosiva. Ana la sintió llegar como una
577     24|            Ronzal aquella noche!~ ~ Ana se encontró sentada entre
578     24|       Álvaro le estaba refiriendo a Ana la misma historia que ella
579     24|            le costaba tratándose de Ana, que cada día iba descubriendo
580     24|       instintos de voluptuosidad... Ana se creía próxima a una asfixia
581     24|            reinase en el corazón de Ana lo que él llamaba el misticismo
582     24|       porque pensó: «Suponiendo que Ana esté enamorada de mí, necesito
583     24|            le parecía más firme.~ ~ Ana sintió que un pie de don
584     24|          importancia ostensible que Ana recordaba también. Ella
585     24|             del contacto.~ ~ Cuando Ana tuvo fuerza para separar
586     24|               Don Víctor gritó:~ ~ -Ana, ¡a bailar! Álvaro, cójala
587     24|        negarse y no lo encontró.~ ~ Ana había olvidado casi la polka;
588     24|          temblaba en sus brazos.~ ~ Ana callaba, no veía, no oía,
589     24|              Qué sosos van Álvaro y Ana! -decía Obdulia a Ronzal,
590     24|         Mesía notó que la cabeza de Ana caía sobre la limpia y tersa
591     24|      Marquesa. Y así fue. En cuanto Ana volvió en sí, pidiendo mil
592     25|         para cenar y bailar, y doña Ana Ozores, la mismísima Regenta
593     25|            que esperaba noticias de Ana con fiebre de impaciencia,
594     25|           suya, era la misma carne; Ana, la otra, una desconocida,
595     25|           sofá donde solía sentarse Ana llamó al Magistral con la
596     25|             una rosa muy grande que Ana oprimía contra los labios
597     25|             daba aquella enseñanza. Ana era suya, ésta era la ley
598     25|            dijo.~ ~ -¿A quién..., a Ana?~ ~ -Sí, ahora mismo.~ ~
599     25|            campanilla de la puerta. Ana vio al Gran Constantino
600     25|              la cena; ¿qué es esto, Ana, qué es esto...?~ -¡Qué
601     25|         congojosa del Magistral.~ ~ Ana, entre sollozos, refirió
602     25|             había horrorizado...» Y Ana se interrumpía al ver al
603     25|            dentro!~ ~ Y los ojos de Ana, fijos en el espanto, veían
604     25|          quiero salvarme...! -gritó Ana de repente, volviendo a
605     25|      confesar...~ ~ -Eso quiero yo, Ana; saber..., saberlo todo.
606     25|             cielo... y de nosotros. Ana, yo soy de carne y hueso
607     25|                  Ese hombre, Mesía; Ana... ¿qué pasó con ese hombre...?~ ~
608     25|          pasó con ese hombre...?~ ~ Ana recogió sus fuerzas, atendió
609     25|     Quintanar...~ ~ -¡Disculpas no, Ana! Eso no es confesar.~ ~
610     25|              Eso no es confesar.~ ~ Ana miró en torno... Aquello
611     25|                por Dios, Fermín!~ ~ Ana dio un paso atrás.~ ~ -Silencio...,
612     25|            usted ir a donde quiera, Ana... Esto se acabó... Estoy
613     25|             la cabeza.~ ~ Creyó que Ana le seguiría, le llamaría,
614     25|        perdida para siempre...!»~ ~ Ana, inmóvil, había visto salir
615     25|              La amaba un canónigoAna se estremeció como al contacto
616     25|             progresistas. Recordaba Ana, como si acabara de oírlas,
617     25|           aquella doña Petronila... Ana sintió asco, vergüenza y
618     25|             de un alambre su jaula. Ana contempló en silencio a
619     25|        quería. ¡Y qué limpieza!»~ ~ Ana alabó el arte de su marido.~ ~
620     25|        había dado la imaginación de Ana muchas veces, menos en aquélla. «
621     25|        estaría pensando de ella, de Ana?»~ ~ Cuando volvió de la
622     25|            tomar café y a paseo.~ ~ Ana se quedó sola. Desde el
623     25|           religión, de la virtud... Ana pensó en la fe quebrantada,
624     25|          dogmas había hablado poco. Ana estaba sintiendo que la
625     25|             amaban!» La tristeza de Ana encontraba en este pensamiento
626     25|       cólera encendían el rostro de Ana. ¡Pero ese hombre esperaría
627     25|           tenía también su poesía». Ana se esforzó en encontrársela. ¡
628     25|       hospiciano. De todas suertes, Ana comenzó a trabajar en casa
629     25|           embozo a su gusto. Cuando Ana volvió a dejar los quehaceres
630     25|           conseguido mayor favor de Ana Ozores, esto era lo cierto».~ ~
631     25|             de buscar al Magistral, Ana quiso fortificar el espíritu
632     25|           de los ruidos de Vetusta. Ana pedía a la soledad y al
633     25|       anunciar la alegría nueva.~ ~ Ana Ozores, cerca del presbiterio,
634     25|       corazón las penas de María... Ana pensó en María, en Rossini,
635     25|             cantaban las mujeres. Y Ana, sin saber por qué, empezó
636     25|              Y había infames -pensó Ana - que querían acabar con
637     25|            más y más la fantasía de Ana; una resolución de los nervios
638     25|   resolución; «sí... ella..., ella, Ana a los pies del Magistral,
639     26|                Fermín sí; era la de Ana, desfigurada, obra de una
640     26|          días, después de separarse Ana y De Pas, era el Magistral
641     26|           paso.~ ~ Miró la carta de Ana.~ ~ Rompió el sobre con
642     26|             jurado y sabrá cumplir.-ANA».~ ~ ~ De Pas dejó de sentir
643     26|          quiera Dios, basta con que Ana me mire, con que me vea
644     26|             papel tan importante. «¡Ana era suya otra vez, su esclava!
645     26|            gran prueba ofrecida por Ana, don Fermín sintió que le
646     26|             día, ¡cuánta felicidad! Ana y la influencia que se habían
647     26|             él volvían a un tiempo; Ana más humilde que nunca, la
648     26|        regañadientes, por supuesto. Ana le ha hecho comprender que
649     26|         cierta envidia vaga...~ ~ «¡Ana iba a darse en espectáculo650     26|          estaba enterada de todo -. Ana llevará túnica talar morada,
651     26|           el trabajo de la modista; Ana tampoco entiende de eso
652     26|        hijas, ahí está la gracia... Ana ha ofrecido ir descalza...~ ~ -¿
653     26|                Quién le ha metido a Ana eso en la cabeza?~ ~ -¿Quién
654     26|          Rufina -, ¿cuándo ha visto Ana que una señora fuese en
655     26|     Comprendía que la resolución de Ana era irrevocable».~ ~ El
656     26|            aniquilados!»~ ~ También Ana miró al cielo muy de mañana,
657     26|             fidelidad espiritual de Ana; doña Petronila, a quien
658     26|         trance de la procesión!»~ ~ Ana pensaba también en su Quintanar. «
659     26|             a representarBuscaba Ana el fuego del entusiasmo,
660     26|       honesta, protestaba dentro de Ana contra el espectáculo próximo...
661     26|          con silencio solemne...» y Ana sudaba de congoja... «¡Lo
662     26|           movimientos, del traje de Ana, de su color, de sus gestos...! ¡
663     26|              La competencia de doña Ana Ozores en vez de molestarle
664     26|       ilustre señora, su compañera. Ana iba como ciega, no oía ni
665     26|            fin. Estoy seguro de que Ana está muerta de vergüenza
666     26|             triunfo para él... pero Ana tendrá que ver al cabo que
667     26|          mismo. Estaba pensando que Ana, después de aquella locura
668     26|            de Jesús muerto. También Ana parecía de madera pintada;
669     26|      llevaba a su Hijo muerto, pero Ana, ¿a qué iba...?»~ ~ Según
670     26|          triunfo. Caminaba cerca de Ana, casi a su lado en la fila
671     26|         adelante sus relaciones con AnaDon Fermín se estremecía. «
672     26|          frente al balcón de Mesía, Ana miraba al suelo, no vio
673     26|            su balcón el Magistral y Ana, preguntó a Mesía:~ ~ -¿
674     27|     nubecilla por el pensamiento de Ana, que sintió un poco de melancolía
675     27|          una espléndida noche -dijo Ana, apoyándose con fuerza en
676     27|            forminge... phorminx?~ ~ Ana sonrió y le explicó el instrumento
677     27|     nubecilla pasó por la frente de Ana.~ ~ El reloj de la catedral,
678     27|         cenar?~ ~ -¡A cenar! -gritó Ana.~ ~ Y soltando el brazo
679     27|            curso de la noche...»~ ~ Ana aplaudió y atravesó el umbral.
680     27|            tenían muy buen apetito. Ana hablaba a veces con la boca
681     27|                 de Pompadour...!~ ~ Ana soltó el trapo. Rió de todo
682     27|          dos letras; ¿no te parece, Ana?, ese Anselmo es tan bruto...~ ~
683     27|             En el gabinete contiguo Ana escribía con pluma rápida
684     27|           ya ; calla y duerme.~ ~ Ana escribió primero a su médico,
685     27|         bastan generalidades...»~ ~ Ana escribía: «...Buenas noticias.
686     27|         firmar y cerrar esta carta, Ana se puso a continuar otra
687     27|             penitente agradecida.~ ~Ana Ozores».~ ~ ~ «P. D. -¿Que
688     27|             viejo madrugaba más que Ana, y salía a la huerta a esperarla.
689     27|          los trastos necesarios.~ ~ Ana, durante las horas del calor,
690     27|             así, en letra sólo para Ana inteligible, nerviosa y
691     27|             con un dedo».~ ~ ~ Pasó Ana, sin querer leerlas, algunas
692     27|             irreverente a que ella, Ana, se entregaba sin querer
693     27|           Fermín. De todas suertes, Ana ya no le tenía lástima;
694     27|             amor, ni cosa parecida; Ana le observaba con miradas
695     27|        ellas había oído a su padre, Ana las sentía dentro de sí.~ ~
696     27|             lo que encontraba ahora Ana dentro de sí y lo que se
697     27|           toda el alma había creído Ana que iba a volverse loca.
698     27|         había nadie que fuese ella, Ana, principal y genuinamente...
699     27|            el grito de salvación, y Ana y Quintanar (que buen susto
700     27|           propietario en Aragón.~ ~ Ana, en un arranque de valor,
701     27|            No se pensó más en ello. Ana en el fondo del alma se
702     27|      indispensable para la salud de Ana?~ ~ Un día se hablaba de
703     27|          visitas y para trasladar a Ana pronto a la ciudad en caso
704     27|            orgulloso, Quintanar.~ ~ Ana al saber la noticia comprendió
705     27|           toda aquella perspectiva, Ana sentía una indecisa esperanza
706     27|             va reseñada brevemente, Ana encontró, y en ella se detuvo,
707     27|     Mitología que me asedian».~ ~ ~ Ana, después de leer estas y
708     27|             poco, pero muy alabado. Ana leía sentada en su banqueta
709     27|           el cebo!~ ~ No importaba; Ana era feliz y Quintanar también. «¡
710     27|             Andalucía en primavera. Ana, todas las mañanas, por
711     27|          sus amigos. Una mañana vio Ana que Petra y Pepe llenaban
712     27|           paja blanca y de colores. Ana se acercó a ayudarlos. De
713     27|          que veía en lontananza.~ ~ Ana sintió que su mano temblaba
714     27|             todo había acabado, que Ana ya no era suya, que iba
715     27|               Había comprendido que Ana sentía repugnancia ante
716     27|                 Petra dijo que doña Ana parecía otra: ¡qué alegre!, ¡
717     27|             joven, Obdulia, Visita, Ana, Edelmira y la niña del
718     27|            íntima con Obdulia o con Ana sobre la verde alfombra!~ ~
719     27|            Víctor?~ ~ -Sí, a usted; Ana es otra. ¡Qué alegría, qué
720     27|           Radicalmente...?~ ~ -Doña Ana, amigo mío, no estaba enferma;
721     27|           Pues no hay por qué. Doña Ana es así; extremosa..., viva...,
722     27|          magnífico...! ¡De modo que Ana está salvada!~ ~ -Sí, señor.~ ~ -
723     27|             que con ellos está doña Ana...~ ~ -Sí, verdad es...,
724     28|           sabe?~ ~ -A buscar a doña Ana, que estará... poniéndose
725     28|            llegado.~ ~ -La señorita Ana ya tié preparada ropa caliente
726     28|            Petra era de la otra, de Ana. Ya no se disculpaba con
727     28|       viniera encima, como él, como Ana lo merecía también, como
728     28|         irritatio..., es decir, que Ana caería en brazos de don
729     28|             hallazgo de la liga.~ ~ Ana convino en que De Pas había
730     28|          Magistral.~ ~ «Sí -pensaba Ana -, tiene razón don Álvaro,
731     28|         nerviosa».~ ~ En eso andaba Ana también, asustada todavía
732     28|          imprudentes del Magistral, Ana sintió por un momento algo
733     28|        Provisor, etc., etc.~ ~ -Sí, Ana, está enamorado de usted,
734     28| sorprendieron al entrar en Vetusta. Ana y Mesía estaban solos apoyados
735     28|          sorpresas. Ahora, mientras Ana y Álvaro hablaban asomados
736     28|       circunstancias y el estado de Ana exigían, con lo cual crecía
737     28|             decía el alma entera. Y Ana, encendida la mejilla, cerca
738     28|            le había gustado mucho a Ana que llamasen al vulgo estúpido;
739     28|           tenía él derecho para que Ana siguiera sus ideas y despreciase
740     28|            sabía, sí; no exigía que Ana se hiciese superior a tantas
741     28|              pero ¿podía él pedir a Ana, educada por fanáticos,
742     28|           de aquel momento. Callaba Ana, oía..., ¿pues qué más dicha
743     28|             podía ni hablar...!»~ ~ Ana sentía un placer puramente
744     28|             se burlaba de él, etc., Ana, separándose del roce de
745     28|      Regenta sus fuerzas. Joaquín y Ana vencieron. A don Álvaro,
746     28|           la cabeza de los varones. Ana jamás había asistido a escenas
747     28|            Visita, y, sin pensarlo, Ana en la general contienda
748     28|       notaba, el contacto volvía, y Ana iba sintiendo emociones
749     28|            La alcoba en que dormían Ana y don Víctor tenía una ventana
750     28|           del cuarto contiguo al de Ana.~ ~ -¿Pues qué tiene?~ ~ -
751     28|      retiran. Víctor, a la cama.~ ~ Ana sonreía, hermosa y fresca
752     28|               De modo...? -preguntó Ana risueña.~ ~ -Que dormiremos
753     28|         señor..., a la cama...~ ~ Y Ana, coqueta sin querer, amenazó
754     28|          cerca de una hora todavía; Ana y su marido, dentro, Paco,
755     28|         interés a lo que se decían. Ana esquivaba unas veces las
756     28|            interior de la alcoba... Ana sorprendió alguna de aquellas
757     28|           de poner fin al palique y Ana misma se creyó en el caso
758     28|            adiós, dormir bien -dijo Ana detrás de las vidrieras;
759     28|         tres o cuatro días. A veces Ana y Quintanar, después de
760     28|           las agradecía en el alma. Ana al divisar allá lejos, en
761     28|         fuera a Palomares. No quiso Ana contradecir este deseo del
762     28|          disminuyendo, que la fe de Ana se entibiaba y en cambio
763     28|           don Álvaro en el ánimo de Ana las pagaba el clero parroquial,
764     28|          respetar tanto.~ ~ También Ana prefería aquel modus vivendi;
765     28|       siempre de un modo o de otro. Ana, aunque Álvaro no se atrevía
766     28|           exposición de motivos.~ ~ Ana fue a La Costa. Mesía, por
767     28|           confesado implícitamente, Ana podía decir que don Álvaro
768     28|           su vida.~ ~ Pero la misma Ana, tan dada a cavilaciones,
769     28|          comitiva a pasar la noche. Ana se encontraba, sin buscarlo,
770     28|          cierto paraje estrecho.~ ~ Ana y Álvaro, al darse la mano
771     28|         nada, pero se quería morir. Ana en todo el camino de Vetusta
772     28|           playa una danza infernal; Ana recordó la impresión que
773     28|             piel de tigre de Baco». Ana sabía mucho de estos recuerdos
774     28|             un grabado en que clavó Ana los ojos. En un jardín,
775     28|         entornado; lo abrió...~ ~ -¡Ana!~ ~ -¡Jesús!~ ~ ~ ~
776     29|            Y ahora no, no se movía. Ana y Álvaro se miraban, preguntándose
777     29|      encogió los hombros.~ ~ Cuando Ana levantó la cabeza sonriendo
778     29|          mover más que los ojos.~ ~ Ana salió en seguida.~ ~ -¡Gracias
779     29|            la verdadera curación de Ana vendría cuando se la viese
780     29|         dice usted...~ ~ -Allá voy; Ana vive ahora en un equilibrio
781     29|            comprende usted que para Ana tendría que ser un golpe
782     29|             evitar a toda costa que Ana sepa que yo, en momento
783     29|           Pero ¿por qué ha de saber Ana eso? Si, después de todo,
784     29|        natural. ¡Pues no señor, con Ana...! ¡Pásmese usted, con
785     29|                  Pásmese usted, con Ana...!~ ~ Desde la nube de
786     29|           fue casi santa... Pero si Ana se incomoda, si sospecha...
787     29|           la puerta de la escalera, Ana entró asustada en el comedor.
788     29|         Lábaro. Salió la doncella y Ana dijo:~ ~ -¿Qué hay, Álvaro...?~ ~ -
789     29|            una amenaza al amo...~ ~ Ana se ruborizó. Todo aquello
790     29|             Álvaro -seguía pensando Ana - había hecho mal en revelarle
791     29|       arrojar del pensamiento de su Ana todo escrúpulo, todo miramiento
792     29|        locura según ella, procuraba Ana convertirlos en otras tantas
793     29|       primeras palabras de amor que Ana, ya vencida, se atrevió
794     29|           eterna, vacía, espantosa. Ana sentía que acabarse el amor,
795     29|            en su lugar fingimiento. Ana se entregaba al amor para
796     29|             algunos disgustos? Pues Ana, la mujer más hermosa de
797     29|         Pues la misma ignorancia de Ana y la fuerza de su pasión
798     29|            y decaer en presencia de Ana era horroroso; era ridículo
799     29|             huir o pegarse un tiro. Ana, la pobre Ana, tenía derecho
800     29|      pegarse un tiro. Ana, la pobre Ana, tenía derecho a una juventud
801     29|           de adoración que su dócil Ana, su Ana frenética de amor,
802     29|      adoración que su dócil Ana, su Ana frenética de amor, como
803     29|             nido del amor adúltero. Ana se opuso, lloró, suplicó... «
804     29|         intermitencias y disimulos. Ana se negaba a acudir a un
805     29|        repugnante a ella; y como en Ana la imaginación influía tanto,
806     29|            Álvaro los escrúpulos de Ana, pero se propuso vencerlos
807     29|             y hecho. En ausencia de Ana y de don Víctor, detrás
808     29| circunstancias de prodigar. «¡Pobre Ana, qué sabía ella de todas
809     29|         ahora los amores de Mesía y Ana, «del idiota de don Víctor»
810     29|        Magistral era amante de doña Ana hacía mucho tiempo, y que
811     29|         todo lo que pasaba; si doña Ana recibía visitas, quién entraba
812     29|            decir con razón: «¡Pobre Ana, que no sabe nada de esto!»,
813     29|            él, sin decírselo a doña Ana, fingiendo desconfiar también
814     29|     representaba mejor; segura doña Ana de que don Álvaro saltaba
815     29|          inmediata de Petra, y doña Ana encontraba así muy verosímil
816     29|         darse tales trazas que doña Ana creyese que ella, la doncella,
817     29|        mucho más temprano de lo que Ana creía. Petra era la encargada
818     29|           menos: llegó a comprender Ana que era imposible, y tal
819     29|          acallar los sobresaltos de Ana, quien a cada ruido creía
820     29|          pasaban los días, asustada Ana de que tan poco después
821     29|      después de su conversación con Ana, la había hecho retirarse
822     29|         Víctor le tenía miedo, doña Ana también, cada cual por su
823     29|      piernas, eran sus grilletes... Ana, que le había consagrado
824     29|             veía otra cosa».~ ~ «¿Y Ana? ¡Ana! Aquélla estaba allí,
825     29|            otra cosa».~ ~ «¿Y Ana? ¡Ana! Aquélla estaba allí, en
826     29|         sentía el engaño de aquella Ana a quien había dado su honor,
827     29|       cariño, de la costumbre... Su Ana era como su hija... Y él
828     29|            el infeliz esposo de que Ana, meses antes, le proponía
829     29|            entierre viva a la pobre Ana...! ¡Ay, Ana también va
830     29|             a la pobre Ana...! ¡Ay, Ana también va a ser bien infeliz!»~ ~
831     30|          abrirle, iba a salir ella, Ana, a su encuentro, se atrevería
832     30|     Frígilis respecto a la salud de Ana le habían caído al pobre
833     30|                eran una enfermedad! Ana podía morir de repente cualquier
834     30|            los maridos de teatro... Ana, culpable según las leyes
835     30|           sabes de la enfermedad de Ana, secreto que Benítez me
836     30|             con tu noticia para que Ana caiga de espaldas y le estalle
837     30|      Magistral.~ ~ «No pregunta por Ana», pensó De Pas.~ ~ -La señora
838     30|          rayo. «¡Y por quién dejaba Ana la salvación del alma, la
839     30|       peligro que corría la vida de Ana si una emoción fuerte la
840     30|         Quién estaba ahí? -preguntó Ana, tranquila.~ ~ -El Magistral -
841     30|            mismo que preguntaba.~ ~ Ana se turbó.~ ~ -¿A qué venía...
842     30|           el mundo. Que se asustara Ana, que cayera redonda, que
843     30|       contener su cólera delante de Ana, ahora se sentía satisfecho
844     30|       ridículo a los mismos ojos de Ana, le horrorizaba la idea
845     30|         disimulando en presencia de Ana, que le cuidaba solícita.~ ~
846     30|             casualidad».~ ~ Sin que Ana sospechase nada, porque
847     30|        urgentísimo y breve; sin que Ana sospechase por lo menos
848     30|        estaba Benítez, el médico de Ana. Al verle don Víctor palideció,
849     30|      Frígilis no pudo conseguir que Ana pusiera el pie en la calle.~ ~ -
850     30|                  No, no salgo... -y Ana movía la cabeza como los
851     30|              Ocho días había estado Ana entre la vida y la muerte,
852     30|     disparado la escopeta y... Pero Ana, espantada, adivinando la
853     30|           piadosas fueron inútiles; Ana se dispuso a salir sola,
854     30|          accidente de la caza. Pero Ana creía la verdad, no lo que
855     30|   obscurecer, entró en la alcoba de Ana, la llamó en vano dos, tres
856     30|             volver. ¿Volvía? ¿Creía Ana que debía volver? ¿O que
857     30|       crímenes le habían puesto.~ ~ Ana, que no había podido terminar
858     30|           atormentaba el cerebro de Ana era el remordimiento mezclado
859     30|      aprensión de perder el juicio; Ana dejaba de ver tan claro
860     30|       piedad, Dios, lógica, alma... Ana. «No, no hay nada -decía
861     30|            sensación al cerebro.~ ~ Ana explicó todo esto a Benítez
862     30|           otras!~ ~ Hablaban mal de Ana Ozores todas las mujeres
863     30|           labios decían:~ ~ -¡Pobre Ana! ¡Perdida sin remedio! ¿
864     30|         importantes... por culpa de Ana y su torpeza.~ ~ Y se la
865     30|          llamar esa desgraciada.~ ~ Ana prefería aquella soledad;
866     30|            de irse a la muerte... Y Ana iba sin miedo. El morir
867     30|        triste y muda, le preguntaba Ana con una sonrisa de moribunda:~ ~ -¿
868     30|     contestaba el médico:~ ~ -Bien, Ana, bien... Me agrada que sea
869     30|       doctor decía:~ ~ -No me gusta Ana...~ ~ -Pues yo la veo muy
870     30|          nada se perdía. Ensayó.~ ~ Ana, por complacerle, le escuchaba
871     30|           El tocador y la alcoba de Ana estaban encima del cuarto
872     30|                Desde que esto supo, Ana se creyó menos sola en sus
873     30|        propósito, para que le oyera Ana, como diciendo: «No temas,
874     30|             lo compró a las tías de Ana, y no con bienes gananciales,
875     30|     Bastante era. El caserón era de Ana legalmente y moralmente».~ ~
876     30|        legalmente y moralmente».~ ~ Ana cedió porque no tenía ya
877     30|            sus derechos pasivos.~ ~ Ana dijo que prefería reclamar
878     30|      hacerlo, falsificó la firma de Ana, y después de algunos meses
879     30|            Crespo -; en otro tiempo Ana hubiera preferido pedir
880     30|       dinero es suyo».~ ~ Así vivía Ana.~ ~ Benítez, desde que desapareció
881     30|           cuerpo siempre hermoso de Ana Ozores.~ ~ Y con algo de
882     30|           Sur, perezoso y caliente, Ana salió del caserón de los
883     30|           quien vuelve a la patria, Ana sintió lágrimas de ternura
884     30|             ojos, y sin pensar más, Ana entró en la capilla oscura
885     30|           pensamiento, ella misma?» Ana pidió de todo corazón a
886     30|            pintado Mesía el infame. Ana oró, con fervor, como en
887     30|    explosión en el cerebro:~ ~ «¡Es Ana!»~ ~ La beata de la celosía
888     30|            a la celosía vacante.~ ~ Ana había resuelto acercarse
889     30|            ya empezaba la noche.~ ~ Ana esperaba sin aliento, resuelta
890     30|        escena trágica inminente.~ ~ Ana, ante aquel silencio, sintió
891     30|            una figura negra, larga. Ana vio a la luz de la lámpara
892     30|             tropezar con la tarima. Ana quiso gritar, pedir socorro
893     30|           extender los brazos hacia Ana... dio otro paso adelante...
894     30|             ni vacilar siquiera.~ ~ Ana, vencida por el terror,
895     30|            y le besó los labios.~ ~ Ana volvió a la vida rasgando
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