Cap.

  1      1|      También aquel mezquino imperio habían de arrancarle? No, era suyo.
  2      1|       tierra, labor de topo... ¿Qué habían hecho los dueños de aquellos
  3      1|         tenía allí a sus pies? ¿Qué habían hecho? Heredar. ¿Y él? ¿
  4      1|         escoba de la nobleza pulcra habían dejado en aquellas plazuelas
  5      1|             las Recoletas, donde se habían reunido en tiempo de la
  6      1|            familias ricas y nobles; habían dejado, en obsequio al Crucificado,
  7      1|       pergaminos y casas solariegas habían tomado para sí anchas cuadras
  8      1|           que a fuerza de pobres no habían podido huir los codazos
  9      1|    ciudadanas del barrio de obreros habían querido matar a pedradas
 10      1|       recogido y al entregárselo se habían tocado los dedos y ella
 11      1|             de los que en la tierra habían sabido resistir toda clase
 12      2|       romanticismo y el liberalismo habían hecho estragos. Y había
 13      2|            desde que los médicos le habían prohibido escribir y hasta
 14      2|       Vetusta, como en toda España, habían producido los excesos de
 15      2|     desagravios cuatro borrachos le habían dado un susto, del que sólo
 16      2|    Visitación; estaba seguro. ¿Cómo habían venido sin avisar? Don Cayetano
 17      2|           Glocester no se movía. Se habían ido despidiendo todos los
 18      2|           Luego aquellas señoras se habían ido sin confesión; luego
 19      2|            en la catedral, según le habían dicho, y que él no había
 20      2|             en aquel tejemaneje. No habían desperdiciado ni una sola
 21      2|         ocasión. ¡Claro!, y así les habían traído y llevado por desvanes
 22      3|          entrevista.~ ~ Pocas veces habían cruzado la palabra la hermosa
 23      3|             Regenta y el Magistral, habían hablado poco; todo casi
 24      3|           tres voces, que para ella habían perdido todo significado;
 25      3|         entre los dedos cruzados se habían enredado algunos cabellos.
 26      3|            todas las prendas que no habían de acompañarla en el lecho,
 27      3|             cuatro años. Veintitrés habían pasado, y aquel dolor aún
 28      3|            una porción de necios se habían conjurado contra ella; todo
 29      3|           regazo de su madre. Nunca habían oprimido su cabeza de niña
 30      3|             con un saco de lona que habían encontrado en el fondo de
 31      3|        rumor de la corriente.~ ~ Se habían contado muchos cuentos.
 32      3|        aquella noche.~ ~ Después se habían dormido. Ya era de día cuando
 33      3|          aquel hombre, los niños se habían concertado para pasar juntos
 34      3|             Ana confesó al cabo que habían dormido juntos, pero que
 35      3|             y por más esfuerzos que habían hecho no habían conseguido
 36      3|       esfuerzos que habían hecho no habían conseguido moverla. Y se
 37      3|            conseguido moverla. Y se habían acostado y se habían dormido.
 38      3|             se habían acostado y se habían dormido. De haber podido
 39      3|            amantes esposos. Pero... habían coincidido en una idea.~ ~
 40      3|         había firmado como juez, le habían causado siempre inapetencias,
 41      4|          continuasen viviendo donde habían nacido, que él se lo suplicaba
 42      4|           inexpugnable.~ ~ Nunca le habían enseñado la religión como
 43      4|             de inocencia, en que la habían sumergido las calumnias
 44      4|            doña Camila y don Carlos habían ajado las rosas de sus rostro;
 45      4|     arrancaban chispas de los ojos, habían contenido su crecimiento;
 46      4|           pagano libertino, a quien habían convertido voces del cielo
 47      4|           Madrid dos estudiantes le habían escrito cartas a que ella
 48      5|            más, mucho más de lo que habían pagado por él, abusando
 49      5|          menos. La quinta que ellas habían imaginado digna de un Ozores,
 50      5|         Pero aquellas mujeres ya se habían olvidado de ella. Tarsila,
 51      5|       motivo para creerlo. Nada más habían sabido que la condenase.
 52      5|     rabiosos. De aquellos amores le habían quedado varias canciones
 53      5|             una vocación verdadera, habían desaparecido. Ellos determinaron
 54      5|      enternecimientos repentinos le habían servido de consuelo unas
 55      5|          milagrosamente, sus formas habían tomado una amplitud armónica
 56      5|           Aquella niña en cuanto la habían separado de una vida vulgar,
 57      5|       extraviado y liberalote, y la habían alimentado bien, había recobrado
 58      5|              porque muchas de ellas habían conseguido ver a Anita como
 59      5|           competente. Las tías, que habían maliciado algo de aquel
 60      5|             misticismo pasajero, se habían burlado de él cruelmente.
 61      5|            vicio grave que las tías habían descubierto en la joven
 62      5|             otra atmósfera. ¡Lo que habían visto aquellos ojos!» Y
 63      5|    horribles.~ ~ Las amiguitas, que habían sabido algo, y nunca tenían
 64      5|      señoritas de Ozores, que no le habían visto aún en ninguna casa
 65      5|              de Anita, y las que la habían llamado Jorge Sandio no
 66      5|          Doña Anuncia y doña Águeda habían quedado en el estrado, casi
 67      5|           acercaban». Todos los que habían producido en Ana algún efecto,
 68      6|         abolengo. Tres generaciones habían bostezado en aquellas salas
 69      6|           Academia. Estos libros se habían comprado con motivo de las
 70      6|             alma. Era que «no se lo habían publicado». Se trataba de
 71      6|             tenientes generales que habían sido otros tantos Farnesios
 72      6|         fondos del Lábaro, ¿cómo no habían de ser maltratadas, si diariamente
 73      6|            jugadores influyentes le habían pronosticado una cesantía.
 74      6|             llovía en Vetusta. ¿Qué habían de hacer los socios, si
 75      6|            personajes averiados que habían contraído la costumbre de
 76      6|           jugaban al ajedrez. Estos habían colocado el respectivo tablero
 77      6|           estrépito del dominó, que habían desterrado de su sala los
 78      6|    observaciones. En la sala vecina habían sonado unas pisadas que
 79      7|        Ronzal! Comprendió que todos habían interpretado lo mismo que
 80      7| insinuaciones tal vez temerarias le habían hecho perder terreno, y
 81      8|    marqueses, dos, Pilar y Lola, se habían casado y vivían en Madrid;
 82      8|     noviazgos, y del salón amarillo habían salido muchos matrimonios
 83      8|        aventuras.~ ~ Aunque algo se habían relajado las costumbres
 84      8|             En efecto, sus hijas se habían casado y nadie se las había
 85      8|          Uno de los que más partido habían sacado de estas ideas de
 86      8|       confidencias de don Álvaro le habían enternecido, y su espíritu
 87      8|       Visita, y sin decir ¡agua va! habían trasladado su campamento
 88      8|      graciosa a Obdulia y a Visita. Habían sorprendido a la Marquesa
 89      8|       Marqués. Equivocaciones; como habían ido sus criados a comprar...
 90      8|           nada más entre hombres, y habían de ser discretos.~ ~ Los
 91      8|             damas, que gracias a él habían encontrado más fácil y provocativo
 92      8|             se había acabado.~ ~ Se habían cansado de jugar a los cocineros.
 93      8|        fogón, las bromas y la faena habían encendido brasas en las
 94      8|       pasado. «En rigor, siempre se habían querido; había algo que
 95      8|      relaciones muy largas; esto lo habían aprendido los dos en Madrid.
 96      8|             y sus ojos pequeños los habían hermoseado el calor de la
 97      8|           en el agujero negro donde habían caído ella y tantas otras.
 98      8|             adelante. Un momento se habían encontrado sus ojos con
 99      8|            los de Mesía, pero no se habían turbado ni escondido como
100      8|      escondido como otras veces; le habían mirado distraídos, sin que
101      9|             capricho del ama. Otras habían empezado así.~ ~ Bajaron
102      9|            las amigas de Vetusta le habían hecho despreciar aquella
103      9|             diferentes de lo que le habían enseñado sus tías y la devoción
104      9|          estúpida disciplina que la habían enseñado como piedad seria
105      9|             por la calle del Águila habían dado un rodeo y entraban
106      9|  discutiendo el nombre de lo que no habían de comer, se le antojaban
107      9|          carmín en las mejillas.~ ~ Habían llegado al portal del caserón
108     10|        imagen y de las ideas que la habían traído.~ ~ «¡Qué miserable
109     10|           triunfos de todos géneros habían venido así, con la corazonada
110     11|             de ciertas pretensiones habían llegado a considerar en
111     11|            durado mucho. Y además, ¡habían hablado de tantas cosas!
112     11|    infalibilidad. Los periódicos le habían comparado con los mejores
113     11|           muchachas ni el Magistral habían opuesto nunca el menor reparo.
114     11|          nombre del qué dirán. ¿Qué habían de decir? Allí la castidad
115     11|       seducírselo, como ya otra vez habían intentado y acaso conseguido».
116     11|             aunque no haya nada. Le habían dicho, sobre poco más o
117     12|          otra guerra, los cristinos habían ahorcado de un árbol a su
118     12|        hijas los Carraspique; todas habían hecho su primera confesión
119     12|           confesión con don Fermín; habían sido educadas en el convento
120     12|          Fermín; y las dos primeras habían profesado, una en las Salesas
121     12|          los carneros de Panurgo no habían sido monjas ni frailes.
122     12|            había de tocar. Por esto habían valido poco las amonestaciones
123     12|             creían lo mismo. ¡Jamás habían podido contar para nada
124     12|            para ver si, conforme le habían anunciado, algún librepensadorzuelo
125     12|          prurito de la controversia habían nacido ya en el seminario;
126     12|         ganar fácilmente el cielo. ¡Habían nacido de pies!» Según De
127     12|             mujeres honradas que no habían sido adúlteras, que no habían
128     12|       habían sido adúlteras, que no habían hecho más que tontear, como
129     12|             púlpito lo que ellas le habían dicho en el confesonario.~ ~
130     12|            Ningún disgusto grave le habían dado; pero tantas pequeñeces
131     12|         tantas pequeñeces juntas le habían echado a perder aquel día
132     12|          pensaba hacer. ¿Por qué le habían de convidar? Además allá
133     13|      política local. Gran conflicto habían creado al Gobierno, en opinión
134     13|      ex-regente que Edelmira y Paco habían escondido. Don Saturnino
135     13|        madre.~ ~ Casi a viva fuerza habían hecho Visitación y Quintanar
136     13|         había empleado con ella. Se habían hablado pocas veces y siempre
137     13|             con los hombres siempre habían sido poco íntimas sus relaciones.
138     13|           que le asediaba ya, según habían previsto Paco y Visita.~ ~
139     13|              Recordó todo lo que se habían dicho y que había hablado
140     13|          los restreñimientos que le habían tenido obseso y en cama),
141     13|             asomaba a la puerta. Se habían roto dos copas. Los pájaros
142     14|           después de todo, ellos no habían ido a buscar el gentío,
143     14|      nombrando el ruin de Roma...», habían dicho muchos al ver aparecer
144     14|             Vivero; ¡de todos modos habían de murmurar los miserables!,
145     14|           él le importaban, ésas no habían de creer nada malo porque
146     14|          como hacía Ripamilán, como habían hecho otros sacerdotes,
147     14|          toda su respetabilidad, le habían hecho descender a aquel
148     14|             de las necedades que le habían contado por la mañana...
149     14|            Los demás pilletes ya se habían puesto en salvo y corrían
150     14|              Se inclinó a creer que habían pasado. Pero no dejó el
151     14|          los otros! ¡Y al marido le habían echado a la carretela con
152     15|             patética por doña Paula habían enternecido a Fermo. Ya
153     15|           Los vecinos de Matalerejo habían enterrado la antigua piedad
154     15|          Paula, pero los vecinos le habían llenado el alma de sospechas
155     15|       amigos los taberneros, que no habían visto más río que el de
156     15|           estimaban su honradez, la habían aconsejado en muchas ocasiones
157     15|             que pocos años antes se habían instalado en las orillas
158     15|            la aldea, una de las que habían precedido a Teresa en sus
159     15|           buscando las notas que se habían extinguido. Entonces vio
160     16|           lo que había más allá, ya habían resuelto el gran problema
161     16|            los sentimientos que los habían inspirado? ¿Aquella piedad
162     16|             Después averiguó que la habían visto confesando por la
163     16|           las atrocidades que se le habían pasado por la imaginación
164     16|            excursiones al Vivero se habían repetido con frecuencia
165     16|        bajas de que sus enemigos le habían acusado otras veces. Verdad
166     16|          Tenorio...? Algunos beatos habían intrigado para que hoy no
167     16|                 Las decoraciones se habían ido deteriorando, y el Ayuntamiento,
168     16|             horas de rebelión nunca habían sido tan seguidas. Desde
169     16|             de los allí congregados habían vivido en Madrid algún tiempo
170     16|    costumbres, modales y gestos que habían observado allá. Así es que
171     16|            Vetusta, y hasta los que habían nacido y crecido en el pueblo
172     16|            porque los madrileños la habían aplaudido mucho, y «en Vetusta
173     16|           Sardou, repitiendo lo que habían oído en la corte.~ ~ Ana,
174     17|             Muchas señoras abonadas habían dejado su palco desierto
175     17|          del escándalo del teatro. «Habían ido varias damas que habían
176     17|         Habían ido varias damas que habían prometido no ir; y había
177     17|             gracia de las ideas que habían ido surgiendo en su cerebro,
178     17|            aviso. Le parecía que ya habían hablado bastante. Pero ellos
179     17|           amigo don Fermín. «¿No le habían hecho llevar cartas sin
180     17|          monjas había habido que no habían pasado de ser mujeres vulgares?
181     18|          parecían las de antes, que habían dado la vuelta al mundo
182     18|           con los grandes fríos que habían de sufrir los héroes de
183     18|     elecciones. Pero sus íntimos le habían oído, en el secreto de la
184     18|       gabinete de doña Rufina. ¿Qué habían de hacer si no? ¿Adónde
185     18|             de hacer si no? ¿Adónde habían de ir? En la chimenea ardían
186     18|   inventando o perfeccionando se le habían sublevado, erizándose de
187     18|             oír sus quejas. Después habían aparecido en el parque dos
188     18|     seductor de oficio y la dama se habían ocultado poco a poco entre
189     18|           del tapabocas; los dos se habían ido en busca de los otros,
190     18|            y sombrero; y los cuatro habían salido por la puerta del
191     18|       necesitaba. Verdad era que no habían quedado en tal cosa; ocho
192     18|    metáforas religiosas.~ ~ «¿A qué habían venido las sotanas nuevas?
193     18|       absurdo alarmarse. Los dos se habían levantado, y entonces entró
194     19|             mal, había delirado; no habían querido despertarle, pero
195     19|        esperanza. Las ideas tristes habían volado como pájaros de invierno,
196     19|             plegadera de oro que le habían regalado en Granada) tomaba
197     19|       palabras y en el aliento... Y habían concluido por reconciliarse,
198     19|              había contestado él. Y habían ido juntos, sin pensar ni
199     20|            del lenguaje».~ ~ Lo que habían hecho con él había sido
200     20|           propaganda revolucionaria habían muerto, o habían envejecido,
201     20|     revolucionaria habían muerto, o habían envejecido, o se habían
202     20|             habían envejecido, o se habían dispersado, o estaban desengañados
203     20|           el vino, sus recuerdos le habían embriagado -, don Pompeyo,
204     20|             las almas de los que no habían robado en las carreteras.
205     20|         Aunque no hacía frío, todos habían levantado el cuello de la
206     20|          unas cosas... que no se le habían ocurrido nunca... No importa.
207     21|             la recaída de su mujer, habían hecho jurar que hasta verla
208     21|        Petronila y otras amigas que habían hecho compañía a la Regenta
209     21|           ver un arco de carbón que habían construido...~ ~ Ana pasaba
210     21|           Ana Ozores. ¡Cuántos años habían vivido cerca uno de otro
211     21|           quebraderos de cabeza que habían hecho de su adolescencia
212     21|        Aquellas sensaciones, que le habían invadido por sorpresa, le
213     21|        propias; «al fin no en balde habían pasado tres siglos». Empezó
214     21|           exageraciones, que tal le habían parecido en otro tiempo,
215     21|          Estaban solos. Tácitamente habían convenido en que aquellas
216     21|          verano! Hasta sus enemigos habían cedido en la calumnia; ya
217     22|             Foja y los demás que se habían quedado, también ansiaban
218     22|         gracia y talento en los que habían quedado y viceversa, todos
219     22|          por culpa del Provisor, se habían pegado y desafiado Foja
220     22|           Barinaga. Sus amigos, que habían aumentado prodigiosamente
221     22|             volvió a esconderse. Lo habían olvidado en la sala, cerrada
222     22|      difunto. Todos los hachones se habían apagado y chorreaban agua
223     22|        dificultades para entrar. Se habían olvidado ciertos pormenores
224     22|           los demás vetustenses que habían sido por un muro que era
225     23|             canciones efímeras, que habían sido un poco de aire olvidado,
226     23|          hecho era que estaba allí. Habían empezado por emborracharle
227     23|               qué asco!; después le habían hecho comer más de la cuenta
228     23|        bromas pesadas y ofensivas!, habían dado con él en medio de
229     23|          verja alta de la en que se habían escondido los trasnochadores
230     23|           Cerró los ojos, que se le habían llenado de lágrimas... «¡
231     23|          entre él y Santa Teresa la habían salvado del infierno...»
232     23|     Magistral hablaba así. Jamás se habían acordado en sus conversaciones
233     24|           ofrecía aquella noche: le habían puesto a la Regenta a su
234     24|         mejillas pálidas, otras dos habían caído sobre la tela almidonada
235     24|          continuó. Los del salón se habían enterado: «A la Regenta
236     24|          había dado el ataque». «La habían hecho bailar a la fuerza».
237     25|         palabras de una comedia. Le habían engañado, le habían pisoteado
238     25|              Le habían engañado, le habían pisoteado el alma, esto
239     25|             lo positivo, esto no lo habían inventado obispos viejos:
240     25|          debilidad, la tristeza, le habían encendido el alma con visiones
241     25|          sucedido aquella noche. La habían emborrachado con palabras,
242     25|             Los jesuitas misioneros habían pasado también por allí
243     25|            piedad postiza y rumbosa habían dejado los PP. Goberna y
244     25|       sospecharse de su pureza? ¿No habían estado mil veces solos,
245     25|            cerca uno de otro; no se habían tocado, no había ella, tal
246     26|         decían tan amigos suyos, le habían engañado como a un chino;
247     26|        engañado como a un chino; se habían burlado de él. Eran unos
248     26|             Aquellos infames que le habían embriagado o poco menos,
249     26|             su padre. Desde la sala habían oído el diálogo Somoza y
250     26|             Regenta no se veían ya; habían reñido, por lo visto. Al
251     26|             el señorito?»~ ~ No, no habían traído nada. La cuaresma
252     26|          Ana y la influencia que se habían separado de él volvían a
253     26|          iglesia, oyendo música, le habían sugerido aquel proyecto;
254     26|            y exuberante y tentador, habían atraído así, ni con cien
255     26|        locos de echar a correr. «La habían engañado, nada le habían
256     26|            habían engañado, nada le habían dicho de aquella caricatura
257     26|        Quintanar. Los dos amigos se habían encerrado en la secretaría
258     26|           decía que los jesuitas le habían eclipsado? ¿Que los Misioneros
259     27|             y del relativo lujo que habían acumulado los Vegallana
260     27|        vergüenza; aquellos pies que habían sido del público, desnudos
261     27|            no existía. Los triunfos habían desvanecido acaso a don
262     27|            cosas en el estado a que habían llegado». Había comprendido
263     27|            San Pedro... Creo que no habían oído misa y quisieron coger
264     27|        Llamaba los chicos a los que habían salido al bosque.~ ~ -¡Es
265     27|             el barón -. ¿Por qué no habían de haber ido los criados?~ ~ -
266     28|             Obdulia y los demás que habían subido al bosque?» No, no,
267     28|             así podían llamarse, le habían hecho hablar alto. Por lo
268     28|            las señoritas, que no se habían mojado apenas..., porque
269     28|            por el postigo por donde habían salido, dio vuelta a la
270     28|            el Vivero los convidados habían puesto a mal tiempo buena
271     28|          damas y los caballeros que habían querido correr por los prados
272     28|             en los días anteriores, habían venido varias veces al Vivero
273     28|           esto, ya sus confidencias habían sido muy íntimas.~ ~ De
274     28|              Cuando ya los otros se habían cansado de la luna y de
275     28|   encendidas... Sus confidencias le habían rejuvenecido...~ ~ -¿Pero
276     28|             abierto. Los criados no habían apagado más que la araña
277     29|             aquel verano, desde que habían vivido juntos en la fonda
278     29|          asco! No eran celos, ¿cómo habían de ser celos? Era asco;
279     29|           por excesos de placer, le habían obligado a recurrir a expedientes
280     29|        orden que a don Fermín se le habían escapado en el calor de
281     29|            Ellos eran unos infames, habían engañado al esposo, al amigo...
282     29|           la triste realidad... «Le habían adelantado el reloj. ¿Quién?
283     29|          Después los tres juntos se habían puesto a cantar el Barbero,
284     29|            los hombres eran los que habían engendrado los odios, las
285     30|       respecto a la salud de Ana le habían caído al pobre ex-regente
286     30|           aquella exaltación que la habían llevado... al crimen, a
287     30|             justicia pronta. Así lo habían hecho varones esclarecidos
288     30|           ni Mesía ni su adversario habían guardado cama un solo día
289     30|           sacaste tú o saqué yo. Se habían batido a primera sangre.
290     30|           lo cierto. Petra y Ronzal habían sido los indiscretos. Petra,
291     30|                Pero los padrinos se habían portado mal, eran torpes,
292     30|             que no se continuó. «No habían ido a batirse contra los
293     30|     intervalos de las palmadas, que habían de ser muy breves. Lo cierto
294     30|          Ronzal y Bedoya en su vida habían intervenido en semejantes
295     30|            nubes eternas del Corfín habían vertido todos sus humores
296     30|            suerte y sus crímenes le habían puesto.~ ~ Ana, que no había
297     30|         veras, del que sus sentidos habían estado realmente enamorados
298     30|           de la Colonia engañaban o habían engañado o estaban a punto
299     30|           tertulia de los Vegallana habían atormentado también a la
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