Cap.

 1      1|          calleja, que anuncia su triste comercio con los ojos, sin
 2      1|   pretensiones por lo menos, era triste, casi miserable, como la
 3      1|      delincuentes. Todo esto era triste; pero el Magistral, que
 4      2|          una sociedad hipócrita, triste y mal educada -solía él
 5      2|         decía siempre, le ponían triste. «No era liberal ni carlista.
 6      4|      catalán, de rostro curtido, triste y bondadoso, barba espesa
 7      5|   pasaban mucho tiempo fuera del triste caserón de sus mayores.
 8      5|        Plaza Nueva: era un adiós triste de verdad, era la despedida
 9      6|          en una plazuela sucia y triste cerca de San Pedro, la iglesia
10      8|       pruebas inequívocas de una triste verdad, a saber: que sus
11      9|          pequeña, tan monótona y triste). «Ella que había leído
12      9|        ella la ciudad solitaria, triste de día, se animaba al comenzar
13      9|   notaban, pero que era moleslo, triste; un olor de miseria perezosa,
14     10|         en aquel comedor oscuro, triste, frío, lleno de recuerdos
15     10|          eran la vejez, la vejez triste, sin esperanzas de amor.
16     11|    sotana relucían con el brillo triste del paño muy rozado. Aquel
17     12|        alto, tonsurado, pálido y triste, tísico probablemente. Era
18     12|         gastadas y estrechas, su triste soledad solemne, su hierba
19     13|         de consagrar un recuerdo triste a sus devaneos de la víspera,
20     13|          que estaba desengañado, triste hasta la muerte, era don
21     13|      Bermúdez, que tenía el vino triste, mientras contestaba distraído,
22     13|         la escalera sin hacer la triste figura con el traje talar.~ ~ -
23     14|        calentaba aquella muralla triste. Al abrigo de ella paseaban
24     14|          los tejados del caserón triste y achacoso del Obispo, lo
25     14|   silencio en que yacía el paseo triste, solitario. Al acercarse
26     15|          un filón menos oscuro y triste que el de las cuevas de
27     15|       por el sereno, atravesó el triste almacén donde retumbaban
28     15|        un hereje?» Esta era otra triste gracia. A pesar de las amonestaciones
29     16|        estupidez; y también ¡qué triste era ver ideas grandes, tal
30     16|         nada. Mesía, preocupado, triste, bilioso, daba a entender,
31     16|      vida, para no encontrar tan triste y desabrido el mundo...
32     16| contrariedades de una existencia triste, sosa, descaminada, inútil.
33     16|        de su caballo el silencio triste de un día de marasmo, la
34     16|         en aquel instante era un triste despertar. Capas negras
35     16|    absurdos, horrorosos..., todo triste, todo negro, todo desmañado,
36     17|          y una mirada profunda y triste a la bóveda estrellada.
37     18|          el campo, en la soledad triste y dulce, era profunda, sin
38     18|    Víctor se hubiese visto en la triste condición de esclavo: por
39     18| contemplación de aquella campiña triste ahora, siempre querida para
40     18|       Salía, cruzando el estrado triste, pasillos y galerías; llegaba
41     18|        sido su único amigo en la triste juventud, en el tiempo de
42     19|     tarde de color de plomo, más triste por ser de primavera y parecer
43     19|      días; el mundo era un rumor triste, lejano, apagado, donde
44     19|       sin sentido de la realidad triste del mundo! ¡Había infierno!
45     19|         Álvaro Mesía, enamorado, triste de tanto amor, resignado,
46     19|      largo, el de baile, oscuro, triste, resonante bajo las pisadas
47     19|        su despecho, cada vez más triste, cada vez con más ardor
48     20|          solas con Ana. Y lo más triste había sido después; cuando
49     20|          los jóvenes, en la edad triste en que el amor es de cabeza,
50     20|        de todas maneras, es bien triste. Vea usted. Todo es pasajero.
51     20|         salimos este año. ¡Y qué triste es un verano entero en Vetusta!
52     20|              Vetusta se pone muy triste por el verano...~ ~ -No...
53     21|        alma aprensiva, delicada, triste.~ ~ La debilidad había aguzado
54     21|      decía aquel bendito, dulce, triste y tierno fray Luis de León:
55     21|  precoces hizo olvidar la escena triste y desairada de la niña pusilánime,
56     21|        baja, con cierto misterio triste:~ ~ -¿Y la señora?, ¿dónde
57     21|       Víctor estaba cada día más triste. Por una parte aquel dolor
58     21|     veras don Víctor a fuerza de triste y aburrido.~ ~ Y Ana volvía
59     21|        pasara. Aquel agosto, tan triste para don Víctor, era para
60     22|          semanas pasaba Teresina triste, temerosa de haber perdido
61     22|         por delante de la tienda triste y desnuda de Barinaga. Sus
62     22|  petróleo alumbraba malamente el triste almacén cuya desnudez daba
63     22|        la cortina de percal y la triste luz del día de plomo cayó
64     24|         Y Álvaro me contestó muy triste, ya sabes qué cara pone
65     25|    miseria, el reflejo del cieno triste que se lleva en el alma...,
66     25|         y los jesuitas la tenían triste, aprensiva, cabizbaja. El
67     25|          el lujo fue majestuoso, triste, fúnebre. Todo era negro
68     25|      sido con aquel hombre! ¡Qué triste, qué solo le había dejado...!
69     25|          a las olas de la música triste con un arranque de suicida...
70     26|          cuando. Guimarán estaba triste sin cesar; aquel sol de
71     26|              Huyó de la catedral triste, aprensivo, dudando de la
72     26|          aquel hijo que enfermo, triste, tal vez desesperado, iba
73     26|     alumbraban con cera la calle triste, daban al conjunto apariencia
74     27|       haya nada feo, ni pobre ni triste.~ ~ Paco y la Marquesa,
75     27|          mi espíritu. Cuanto más triste la lengüeta de la trompa,
76     28|        que estaba presente, algo triste y desmejorado, añadía Quintanar:~ ~ -
77     29|  incomoda, si sospecha... si... ¡triste de mí!~ ~ -Calma, hombre,
78     29|         aturdida de Quintanar la triste realidad... «Le habían adelantado
79     29|      ciego, no aborrecía, estaba triste hasta la muerte, ahogándose
80     29|        acecho, en todo aquel día triste que iba a ser tan largo,
81     29|         casi pardo, de la ciudad triste, sumida en sueño y en niebla,
82     29|         ventanilla. La estación, triste cabaña muy pintada de chocolate
83     29|  Frígilis, que miraba el paisaje triste a la luz de la luna, que
84     30|        el paseo de Verano, ahora triste con su arena húmeda bordada
85     30|    tuvieron que intervenir en el triste negocio, no se sabe cómo,
86     30|       abierta, en pie, pasmado y triste, esperaba órdenes en la
87     30|    monotonía eterna de la ciudad triste. Pero ostensiblemente pocos
88     30|          soledad, en el porvenir triste, monótono en su negrura.~ ~
89     30|          en estas horas de calma triste y muda, le preguntaba Ana
90     30|         Y con otra sonrisa fría, triste, contestaba el médico:~ ~ -
91     30|           el hambre, una pobreza triste y molesta, amenazaba a la
92     30|          veces, aceptó el dinero triste de la viudez y en adelante
93     30|        podía salir de su caserón triste para ir a misa. Sí, iría
94     30|   ternura en los ojos. ¡Pero qué triste era lo que la decía el templo
95     30|         Jesús del altar, siempre triste y pálido, que tenía concentrada
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