Cap.

 1      2|  muchachos y el buen Arcipreste quedaba en sus glorias, logrando
 2      2|      Fuego graneado!~ ~ Y no le quedaba hueso sano a ese otro.~ ~
 3      3|   bebiese aquella poca tila que quedaba en la taza.~ ~ ¡Pero si
 4      3|       escopeta al hombro. Si se quedaba con su mujer, adiós cacería...
 5      3|      pero no pudo. En cuanto se quedaba trasvolado, soñaba que oía
 6      4|    auténticos. En Vetusta no le quedaba más que su palacio que habitaban,
 7      4|      más fuerte, pero a ella le quedaba aquel reducto inexpugnable.~ ~
 8      5|     para nada de su madre; esto quedaba prohibido, pero ella sería
 9      6|        los mecheros del gas, se quedaba dulcemente dormido sobre
10      6|        sutiles, que el viejo se quedaba siempre a buenas noches.~ ~ -¡
11      6|         las once de la noche no quedaba nadie en el gabinete de
12      7|   Álvaro en la Diputación, y él quedaba en la sombra; no era Mesía
13      7|        mundo. Entonces ya no le quedaba al poeta más testigo de
14      8|        frecuente en Vetusta, se quedaba en su gabinete donde recibía
15      8|        estaba el lecho, pero no quedaba de la pobre niña ni una
16      8|      del Banco. Pero después le quedaba un dejo amargo... «Todo
17     10|      presidio de castidad no le quedaba ni el consuelo de ser tenida
18     11|        dejo de optimismo que le quedaba de sus reflexiones de poco
19     12|  Tubinga y Götinga: amigo, esto quedaba para el Magistral, con no
20     13|        a mano venía. Siempre se quedaba solo; si quería decir algo
21     13|       comer fuera de casa. Allá quedaba el modesto marido, el humilde
22     13|       tal despacho que su ajuar quedaba dispuesto para todo el día,
23     14|       Obdulia». En el balcón no quedaba nadie; don Fermín salió
24     18|     esto era lo único que en él quedaba del antiguo magistrado.
25     18|    diputados desde Vetusta y se quedaba allí; pero en cuanto tuviera
26     19|         de su buena puntería se quedaba un poco preocupado. Le parecía
27     20|  aseguraba que a don Pompeyo le quedaba mucho de la gente lusitana,
28     20|         la moda porque el viejo quedaba siempre en muy buen uso.
29     20|        todas suertes su ateísmo quedaba en pie; para negar a Dios
30     20|       mesa de don Santos, se le quedaba mirando largo rato, pero
31     20|         adoraban.~ ~ Don Santos quedaba solo en batalla con las
32     20|     reuniones; su espíritu allí quedaba, pero él, don Álvaro, por
33     21|       Allá abajo, en la cocina, quedaba Servanda, y a veces Petra.
34     21|        los usaba casi nunca. No quedaba más canónigo probable que
35     21|    aguas de Termasaltas?»~ ~ «Y quedaba el rabo por desollar. La
36     21|     tresillo ni un socio; no le quedaba más que el dominó, que le
37     21|        la aldea. Pero el núcleo quedaba: era el grupo numeroso y
38     22|      tapia fúnebre. Allí detrás quedaba el mísero amigo abandonado,
39     23|        y la parte del torso que quedaba fuera abrigábala una chaqueta
40     24|         piedad pasajera sólo le quedaba la convicción de que son
41     24|         más florida juventud se quedaba a la puerta. Unos fingían
42     24|       hija del barón... y atrás quedaba el ruido del wals que comenzaba.~ ~ «¿
43     25|      los ojos. Aquella mujer se quedaba allí. Todo era verdad. Le
44     25|     mujer de mis entrañas... ¡Y quedaba allá atrás, ya lejos, perdida
45     26|     después el buen sentido, le quedaba a doña Paula una ira sorda,
46     26|      que lo poco de clérigo que quedaba en su alma desaparecía.
47     28|    pensaba, ¡qué jornada! No le quedaba ni el consuelo de compadecerse;
48     28|            Para lo único que le quedaba un poco de conciencia, fuera
49     28|         después, cuando ya sólo quedaba un intersticio, le miró
50     28|  descargaba sobre el Vivero, se quedaba allí toda la comitiva a
51     29|       no estaba don Víctor o se quedaba después de salir el amo,
52     29|        tren volaba y Vetusta se quedaba allá lejos; tan lejos, que
53     29| enfrente; el río ondulante, que quedaba debajo, y la franja del
54     29|         única, eterna. «Vetusta quedaba allá, detrás de montes y
55     30|        con la poca salud que le quedaba y a dejarle en ridículo
56     30|        alma se dormía, mientras quedaba en ella despierto el espíritu
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