1-1000 | 1001-2000 | 2001-2295
     Cap.

   1      1|               belleza muda y perenne, era obra del siglo diez y seis,
   2      1|             que señalaba al cielo; no era una de esas torres cuya
   3      1|          aprietan demasiado el corsé; era maciza sin perder nada de
   4      1|            botella de champaña. Mejor era contemplarla en clara noche
   5      1|              privilegios.~ ~ Bismarck era de oficio delantero de diligencia,
   6      1|              delantero de diligencia, era de la tralla, según en Vetusta
   7      1|       Bismarck negó lo de la pintura. Era que don Custodio tenía envidia.
   8      1|               y dinidad (creía que lo era el Magistral) en vez de
   9      1|               sentao en su coche, que era como una butaca, y lo llevaban
  10      1|          miraron estupefactos. ¿Quién era el osado?~ ~ -¿Será Chiripa? -
  11      1|              apareció por escotillón; era el de don Fermín de Pas,
  12      1|        poderoso, y para él don Fermín era un personaje de los más
  13      1|          mismo ¡dar cada puntapié! No era más que Bismarck, un delantero,
  14      1|              y los admiraba. ¡Aquello era señorío! ¡Ni una mancha!
  15      1|         fueran de Obispo; y el zapato era de esmerada labor y piel
  16      1|        alzacuello y de las medias. No era pintura, ni el color de
  17      1|             ni pregonero del alcohol; era el rojo que brota en las
  18      1|               de rapé, lo más notable era la suavidad de liquen; pero
  19      1|              resplandor punzante, que era una sorpresa desagradable,
  20      1|       corrección ni dignidad, también era sobrada de carne hacia el
  21      1|         excesivo fruto. Aquella nariz era la obra muerta en aquel
  22      1|          escrito en griego, porque no era fácil leer y traducir lo
  23      1|                Indudablemente aquello era un cañón chico, suficiente
  24      1|           insignificante como él. No; era un fusil porque el Magistral
  25      1|               del catalejo. Celedonio era un monaguillo de mundo,
  26      1|               en subir a las alturas. Era montañés, y por instinto
  27      1|               provincia, cuya capital era Vetusta, abundaban por todas
  28      1|        pulmones. Llegar a lo más alto era un triunfo voluptuoso para
  29      1|               del Provisor, sabía que era de poderosa atracción; desde
  30      1|              de la ciudad.~ ~ Vetusta era su pasión y su presa. Mientras
  31      1|        presencia de la heroica ciudad era gula; hacía su anatomía,
  32      1|                Y bastante resignación era contentarse, por ahora,
  33      1|              el camino; lo importante era seguir andando. Pero estos
  34      1|           años y la codicia del poder era más fuerte y menos idealista;
  35      1|              lo necesitaba más cerca; era el hambre que no espera,
  36      1|            punto concreto y tangible, era mucho más intensa; la energía
  37      1|               en toda la diócesis. Él era el amo del amo. Tenía al
  38      1|             En tales días el Provisor era un huracán eclesiástico,
  39      1|       aborrecía principalmente porque era Magistral desde los treinta.~ ~
  40      1|         Fermín contemplaba la ciudad. Era una presa que le disputaban,
  41      1|             habían de arrancarle? No, era suyo. Lo había ganado en
  42      1|          hecho él? Conquistar. Cuando era su ambición de joven la
  43      1|            Pero otras veces, las más, era el recuerdo de sus sueños
  44      1|              de sus deseos más locos. Era una especie de placer material,
  45      1|              y tenía mucho de pueril, era el consuelo de su alma en
  46      1|               los puertos de Tarsa ¡y era él, el mismo que ahora mandaba
  47      1|            ciudad se llamaba Vetusta, era mucho mayor que San Gil
  48      1|           veía Magistral: lo presente era la realidad del sueño de
  49      1|               y corrales. La Encimada era el barrio noble y el barrio
  50      1|          apiñados. El buen vetustente era de la Encimada. Algunos
  51      1|            pretensiones por lo menos, era triste, casi miserable,
  52      1|              parte del barrio. Verdad era que San Vicente estaba convertido
  53      1|              y en cuanto a San Benito era lóbrega prisión de mal seguros
  54      1|               delincuentes. Todo esto era triste; pero el Magistral,
  55      1|               de la Encimada. No sólo era la iglesia quien podía desperezarse
  56      1|          tapar con una capa de cal; y era de ver cómo aquellas casuchas,
  57      1|              sobre todos. La Encimada era su imperio natural, la metrópoli
  58      1|        reparaciones de ultratumba. No era que allí no tuviera ninguna
  59      1|             la fe católica arraigaba, era con robustas raíces, como
  60      1|          Magistral. No, aquel humo no era de incienso, subía a lo
  61      1|               rey Bermudo en persona, era el más perito en la materia
  62      1|          pared maestra demostraba que era todo un monumento. No cabe
  63      1|              lo mudéjar. Para él todo era mudéjar o si no románico,
  64      1|    confesonario, sumido en tinieblas. Era la capilla del Magistral.
  65      1|            parecían una humedad fría. Era el rostro el de un anémico;
  66      1|        aturdido en dirección al coro. Era gruesecillo, adamado, tenía
  67      1|          beneficio. Este don Custodio era un enemigo doméstico, un
  68      1|              hábito del Carmen.~ ~ No era una señorita; debía de ser
  69      1|              y entró en la sacristía. Era una capilla en forma de
  70      1|          provincia, creía ser -y esto era verdad - el hombre más fino
  71      1|           fino y cortés de España. No era clérigo, sino anfibio. En
  72      1|             lo menos, según Frígilis. Era el arqueólogo bajo, traía
  73      1|        hubiera lisonjeado no poco. No era viejo: «La edad de Nuestro
  74      1|              se sabe por qué entonces era cuando mejor se conocía
  75      1|            perpetuos restriñimientos. Era una sonrisa llena de arrugas,
  76      1|              Lo de parecer clérigo no era sino muy a su pesar. Él
  77      1|           quedar convertida en sotana era todo uno. Siempre parecía
  78      1|             pasión por la arqueología era un sentimiento de la clase
  79      1|            mismas comezones de que él era víctima, ya no vaciló en
  80      1|                todos empeñados en que era un cartujo! Esto le desesperaba.
  81      1|               gentes supieran! ¿Quién era un embozado que de noche,
  82      1|         solitaria a tales horas? Pues era don Saturnino Bermúdez,
  83      1|     Transformada, a tomo por Vetusta. Era él, que salía disfrazado
  84      1|          adentros. Su enternecimiento era eminentemente piadoso, sobre
  85      1|               otro hombre; y entonces era el imaginar aventuras románticas,
  86      1|               de amores en París, que era el país de sus ensueños,
  87      1|           dimes y diretes en que todo era espiritualismo y, a lo sumo,
  88      1|             grandes esponjas. Tal vez era la limpieza, esa gran virtud
  89      1|             el espíritu no envejecía: era el estómago, el pícaro estómago
  90      1|                Por qué no soñar? ¿Qué era aquello? O. F. decían dos
  91      1|                todo Vetusta lo sabía, era una mujer despreocupada,
  92      1|     despreocupada, tal vez demasiado; era una original... Entonces...
  93      1|               de doña Obdulia.~ ~ Tal era el personaje que explicaba
  94      1|            primer ermitaño; el pintor era un vetustense del siglo
  95      1|            diccionario para saber qué era pátina.~ ~ En aquel momento
  96      1|           desde el momento de entrar. Era el olor del billete, el
  97      1|             al anticuario, cuyo ideal era juntar así los olores místicos
  98      1|               del Magistral, de quien era hija de confesión, por más
  99      1|             los nervios a don Fermín; era un escándalo andando. No
 100      1|         mientras la dama no se movía; era negra, de raso. Pero lo
 101      1|            raso. Pero lo peor de todo era una coraza de seda escarlata
 102      1|            siempre. Su autoridad, que era absoluta casi, no conseguía
 103      1|              entre amigos y enemigos. Era menester que una persona
 104      1|          irreprochables. La urbanidad era un dogma para el Magistral
 105      1|     inutilidad, mientras que Bermúdez era una crónica viva de las
 106      1|     particular mientras no la movían, era lo más subversivo del traje
 107      1|            modo al cuerpo, que lo que era falda parecía apretado calzón
 108      1|         apagar sus fuegos interiores, era alimento de la combustión
 109      1|               la capilla del Panteón. Era ancha, oscura, fría, de
 110      1|           parte interior la oscuridad era absoluta. Del lado de la
 111      2|               Pero a un extraño no le era fácil conocer esta falta
 112      2|        esplendorosa de la viudita.~ ~ Era don Cayetano un viejecillo
 113      2|              más, visto en su sombra. Era anguloso y puntiagudo, usaba
 114      2|              la cabeza un telescopio; era miope y corregía el defecto
 115      2|          jarras, y si la conversación era de asunto teológico o canónico,
 116      2|         corral con frecuencia. Aunque era don Cayetano canónigo y
 117      2|         primero. Muchos no sabían que era de otra provincia. Además
 118      2|           secular de don Cayetano. No era eso. Su culto a la dama
 119      2|         exigencias del sexo. La mujer era el sujeto poético, como
 120      2|              el Arcipreste, que no lo era entonces, sobrenadó con
 121      2|             maliciosos que fueran. No era don Cayetano uno de tantos
 122      2|                pero en punto a poesía era preciso confesar que la
 123      2|        siempre, le ponían triste. «No era liberal ni carlista. Era
 124      2|              era liberal ni carlista. Era un sacerdote». La juventud
 125      2|               cual daba a entender, y era verdad, que él tenía los
 126      2|               él, en otra parte. Y no era de estos días el ser don
 127      2|             que un boquirroto. Y ésta era la traducción libre del
 128      2|               decir al Arcipreste. No era De Pas de los que solían
 129      2|             otro.~ ~ El Arcipreste no era de los que menos murmuraban.
 130      2|            Arcediano, sino Glocester. Era un poco torcido del hombro
 131      2|           como este defecto incurable era un obstáculo a las pretensiones
 132      2|            maquiavelismo canónico que era lo que más le importaba.
 133      2|         engañaba al mundo entero. Sí, era cierto que don Restituto
 134      2|       cubiletes de prestidigitador, y era un hipócrita que fingía
 135      2|             viuda en la corte, porque era muy amiga del célebre obispo
 136      2|               amaba porque, según él, era el único hombre superior
 137      2|             de la catedral. El Obispo era un bendito, Glocester un
 138      2|          dando a entender que aquello era posible, pero importaba
 139      2|            tampoco dejaba el puesto». Era el de Mourelo el más cordial
 140      2|               Custodio el beneficiado era su lugarteniente. Éste le
 141      2|        Regenta, muy principal señora, era esposa de don Víctor Quintanar,
 142      2|               El sucesor de Quintanar era soltero y no hubo conflicto;
 143      2|           ella. La Regenta en Vetusta era ya para siempre la de Quintanar
 144      2|           cual. Entretanto la Regenta era la de Ozores. La cual siempre
 145      2|          mejor, sucesión inter vivos, era muy codiciada en el cabildo
 146      2|          tabernas, cafés y congresos, era el Arcipreste el confesor
 147      2|              se iba con pies de plomo era preferido. Sin embargo,
 148      2|      Ripamilán al de don Fermín. Esto era ya una gollería. Pero, ¡
 149      2|               penitenciarias, como lo era sin duda la digna y virtuosa
 150      2|             que una de aquellas damas era la Regenta en persona.~ ~
 151      2|             había que contar; el Deán era un viejo que no hacía más
 152      2|         clamar al Obispo, porque éste era esclavo de don Fermín».
 153      2|          lados de la cruz latina, que era sacristía, con el relato
 154      2|              de las principales, como era la Regenta, quería hacerse
 155      2|              para el Magistral. Aquél era uno y por eso la capilla
 156      2|              había avisado? El suceso era bastante solemne y había
 157      2|       preliminares más ceremoniosos. ¿Era orgullo? ¿Era que aquella
 158      2|          ceremoniosos. ¿Era orgullo? ¿Era que aquella señora pensaba
 159      2|        favorecerle con su visita?... ¿Era humildad? ¿Era que con una
 160      2|            visita?... ¿Era humildad? ¿Era que con una delicadeza y
 161      2|             malintencionados».~ ~ «No era él un don Custodio, ignorante
 162      2|      confesarla, si a eso venía, como era de suponer.~ ~ -¿Pero qué
 163      2|            está allí una señora...~ ~ Era inútil. Entraba en aquel
 164      2|           última capilla de este lado era la de Santa Clementina.
 165      2|               la de Santa Clementina. Era grande, construida siglos
 166      2|              Estaba conforme, aquello era una profanación. ¡Qué pesadez
 167      2|             mentir; hablaba de veras; era verdad lo del rey Veremundo
 168      2|            qué le importaba a él, que era un compromisario!~ ~ La
 169      3|         social.~ ~ Doña Ana Ozores no era de ninguna cofradía. Pagaba
 170      3|            señor don Víctor Quintanar era Regente de Vetusta, el Magistral
 171      3|            manos delante de los ojos. Era aquélla su manera de experimentar
 172      3|            vista. Quedó tranquila. No era nada. Lo mejor sería no
 173      3|              servía para tanto. Mejor era acostarse. El examen de
 174      3|         acostada. Entró en la alcoba. Era grande, de altos artesones,
 175      3|             Qué mujer esta Anita!~ ~ »Era limpia, no se podía negar,
 176      3|           como el armiño; esto al fin era un mérito... y una pulla
 177      3|         confesar que el juego de cama era digno de una princesa. ¡
 178      3|             blandura de los colchones era todo lo maternal con que
 179      3|          llenos de luz y de caricias. Era el caso que ella tenía una
 180      3|              también, figurándose que era la almohada el seno de su
 181      3|             había partido en dos, una era la de aquel angelillo que
 182      3|           saltaba del lecho a oscuras era más enérgica que esta Anita
 183      3|               tiempos lejanos. Cuando era niña, pero ya confesaba,
 184      3|      arrullaba como para adormecerla; era el rumor de la corriente.~ ~
 185      3|               mamá también.~ ~ -¿Cómo era una mamá?~ ~ Germán lo explicaba
 186      3|            papá que la quería mucho y era el que mandaba los vestidos
 187      3|              toma, ahí tienes eso.~ ~ Era su merienda que llevaba
 188      3|            había sido mi criado, y yo era de Colondres, que está al
 189      3|              de lo que se acordaba no era de las palabras mismas,
 190      3|         Después se habían dormido. Ya era de día cuando los despertó
 191      3|               la orilla de Colondres. Era el barquero que veía su
 192      3|          muchos moros; pero la cuerda era muy fuerte. No pudieron
 193      3|             respiración de la Regenta era fuerte, frecuente; su nariz
 194      3|               desconsuelo...~ ~ Ya no era mala, ya sentía como ella
 195      3|          nimbo de luz en torno. Aquél era el sujeto del sacrificio,
 196      3|                  Mala hora, sin duda, era aquélla.~ ~ Pero la casualidad
 197      3|             acercándose al lecho.~ ~ «Era el ataque, aunque no estaba
 198      3|           padecía la infeliz, pero no era nada».~ ~ -No pienses en
 199      3|          desorden de su traje, que no era traje, pues se componía
 200      3|        blancas, toda vez que la chica era rubia azafranada...~ ~ Con
 201      3|          optimismo.~ ~ «¡Qué solícita era Petra!, y su Víctor, ¡qué
 202      3|        hermoso, no cabía duda. Verdad era que sus cincuenta y tantos
 203      3|          tranquilo.~ ~ «No importaba. Era un capricho. No lo conocía
 204      3|           adiós cacería... Y Frígilis era inexorable en esta materia.
 205      3|             mirada; «le conocía bien; era muy aragonés. ¡Y cómo se
 206      3|              extremo del caserón, que era caliente porque estaba al
 207      3|               sobre la mesa de noche. Era un tomo de mucho bulto. «
 208      3|         tiempo en que se sabía lo que era honor y mantenerlo. Según
 209      3|             en el discreteo de lo que era amor y no lo era, le llegaba
 210      3|               lo que era amor y no lo era, le llegaba autor alguno
 211      3|           tirada de versos, porque ni era poeta ni quería calentarse
 212      3|             sus planes matar a nadie; era un espadachín lírico. Pero
 213      3|     ejercicios por el estilo. Pero no era jactancioso. Estimaba en
 214      3|           sabía de ella. Lo principal era tener aquella sublime idea
 215      3|       redondillas y hasta sonetos. Él era pacífico; nunca había pegado
 216      3|              tres ladridos lejanos. «¡Era Frígilis!»~ ~ Doña Ana tardó
 217      3|             Vetusta, decir la Regenta era decir la perfecta casada.
 218      3|               adivinar una pasión que era un crimen.~ ~ Verdad era
 219      3|              era un crimen.~ ~ Verdad era que en estos últimos meses,
 220      3|               algo imprudente, él que era la prudencia misma, y sólo
 221      3|               y echó a andar delante. Era un señor ni alto ni bajo,
 222      3|              al cuello. Lo demás todo era utensilios y atributos de
 223      4|              La familia de los Ozores era una de las más antiguas
 224      4|              más antiguas de Vetusta. Era el tal apellido de muchos
 225      4|             Don Carlos, padre de Ana, era el primogénito de un segundón
 226      4|              El palacio de los Ozores era de don Carlos; sus hermanas
 227      4|         providencial de la modista no era motivo suficiente para hacer
 228      4|              de la dignidad, si, como era de presumir, la conducta
 229      4|            filosóficos; y de resultas era un hombre que ya no creía
 230      4|                 No hay que pensar que era tonto don Carlos, sino un
 231      4|             la literatura con ardor y era, por entonces, todo lo romántico
 232      4|             el carácter de don Carlos era obra de su tiempo. No le
 233      4|                No le faltaba talento, era apasionado y se asimilaba
 234      4|              mismo. De todas maneras, era simpático.~ ~ De sus defectos
 235      4|             para uso de las familias. Era, en fin, una hipocritona
 236      4|             sexo, su pasión principal era la lujuria, satisfecha a
 237      4|          bienes le importaba poco. No era todo desprendimiento; vagamente
 238      4|             el sueño de su inocencia. Era Iriarte, el amante de doña
 239      4|           sabía que su difunta esposa era una humilde modista, y ella,
 240      4|            casado por compromiso, que era un hombre que se casaba
 241      4|            amorosa. Por aquella época era él casi sansimoniano. Emigró
 242      4|             fuertemente. El palo seco era doña Camila. El encierro
 243      4|               sus novelas de entonces era una madre. A los seis años
 244      4|           negro clavado en la cabeza; era la reina mora; su madre,
 245      4|          jardín rodeado por el mar; y era un contento. La historia
 246      4|              de mula, o viceversa. No era eso. La niña quería ir a
 247      4|             que tripulaban y entonces era cuando se creían bogando
 248      4|              tiburón!~ ~ Pero tampoco era aquello lo que quería Anita;
 249      4|             la aventura de los niños. Era de tal índole la maldad
 250      4|              cumplía su deber. Loreto era una aldea, y como doña Camila
 251      4|             las tías de Vetusta.~ ~ «¡Era el último porrazo! ¡El nombre
 252      4|     deshonrado!, porque al fin Ozores era la niña, aunque indigna».~ ~
 253      4|            don Carlos, porque el caso era apurado. No le contaba el
 254      4|             sabía cómo había sido, ni era decente referir a un padre
 255      4|         Carlos nada más que esto: que era preciso llevar consigo a
 256      4|              habíale hecho poco daño, era una de tantas injusticias
 257      4|               aya; quiso saber lo que era aquel pecado de que la acusaban,
 258      4|               una gran injusticia que era la ley del mundo, porque
 259      4|           hacer traición nunca.~ ~ Ya era así cuando su padre volvió
 260      4|               había dicho que la niña era un peligro para el honor
 261      4|            España no había salvación. Era un pueblo gastado. América
 262      4|               tomar el sol».~ ~ Él sí era pobre, y más cada día, pero
 263      4|           demócrata. Otros decían que era un símbolo del sol y los
 264      4|               aquel librepensador que era su padre. ¡Con qué tristeza
 265      4|     temerarios! Y su mismo papá, esto era lo peor, y había que pensarlo
 266      4|          también, su querido papá que era un hombre de talento, capaz
 267      4|             se desquitaba. El enemigo era más fuerte, pero a ella
 268      4|             arte de coser y planchar; era una asignatura de adorno
 269      4|             de madre. María Santísima era la Madre de Dios, en efecto;
 270      4|            Misterio de la Encarnación era como la lluvia de oro de
 271      4|          elemental manda que se tape, era lo que ocultaba don Carlos
 272      4|             todo. El romántico Ozores era clásico después de su viaje
 273      4|              quién lo diría? Lo mejor era huir del hombre. No quería
 274      4|              como si no tuviera sexo. Era aquélla una educación neutra.
 275      4|           mundo y condenarlo tal como era, se vio pronto en apurada
 276      4|         cartulina amarilla; creyó que era una de aquellas novelas
 277      4|            San Agustín?~ ~ Don Carlos era un librepensador que no
 278      4|               decía. Pero San Agustín era una de las pocas excepciones.
 279      4|             otro lado. Aquello sí que era nuevo. Toda la Mitología
 280      4|              nuevo. Toda la Mitología era una locura, según el santo.
 281      4|               que ella no contestaba. Era su única aventura, después
 282      4|             que llegaban a las nubes. Era, como en la infancia, un
 283      4|            Carlos que el cristianismo era una importación de la Bactriana.~ ~
 284      4|              sus disputas de la aldea era poco escrupuloso en los
 285      4|              capellán no sabía lo que era la Bactriana; y así le parecía
 286      4|            Ozores?~ ~ «El capellán no era un San Agustín -pensaba
 287      4|            creer en Jehová Eloïm, que era un déspota, un dictador,
 288      4|              un polaco.~ ~ «¡Su padre era maniqueo! Buenos ponía a
 289      4|                   Valiente mequetrefe era el señor Chateaubriand -
 290      4|             obras porque el estilo no era malo». Se hablaba muy mal
 291      4|               de Reina de los Cielos, era una Madre, la de los afligidos.
 292      4|               por el monte.~ ~ Verdad era que de algún tiempo a aquella
 293      4|          pinos que ella conocía bien; era una obra que días antes
 294      4|            que otras veces. La cuesta era ardua, el camino como de
 295      4|            divisó un punto; sabía que era un santuario. Allí estaba
 296      4|             templo. La puesta del sol era una apoteosis. Las velas
 297      4|               hondonada de los pinos. Era una cañada entre dos lomas
 298      5|              la provincia de Vetusta. Era por consiguiente una gran
 299      5|           joven en peligro de muerte. Era una fiebre nerviosa; una
 300      5|             catástrofe. Su enfermedad era melancólica; sentía tristezas
 301      5|             palacio de Vetusta. Aquél era el último resto de su herencia.
 302      5|              contestar. Estaba sola y era absurdo. El doctor dijo
 303      5|             de don Carlos, que además era un aturdido en materia de
 304      5|              aunque fuese extraviado, era una casa de aldea muy pintada,
 305      5|             el médico de la casa, que era comedido y no llamaba las
 306      5|       Glocester -; sí señor, su madre era una perdida, corriente;
 307      5|      empleaban en pagar visitas. Esta era la ocupación a que daban
 308      5|              la religión, porque éste era un timbre de su nobleza,
 309      5|            corazón el culto principal era el de la clase, y si hubieran
 310      5|               se entendía en Vetusta, era la ley por que se gobernaba
 311      5|              cosas la sobrinita? Esta era la cuestión. Las miradas
 312      5|               Robustiano dijo que eso era.~ ~ Una tarde, tal vez creyendo
 313      5|               qué amoríos?~ ~ -Todo era inocencia, decían los bobalicones
 314      5|               se negó, se aseguró que era una calumnia...~ ~ -¡A mí,
 315      5|            cuanto a la moral, tampoco era el caso grave, porque en
 316      5|               ser guapa.~ ~ -Creo que era algo raquítica, por lo menos
 317      5|              ella quería utilizar, si era posible, la hermosura de
 318      5|           pues lo traían de raza. Sí, era preciso darle bien de comer,
 319      5|              ella. La única esperanza era un americano. Los indianos
 320      5|              un americano. Lo primero era que la chica sanase y engordase.~ ~
 321      5|         médico dijo que el comer bien era ya oportuno, ella, con lágrimas
 322      5|              que ha de ir al mercado. Era preciso devorar, aunque
 323      5|          tristeza que aquella fe suya era demasiado vaga; creía mucho
 324      5|               su vanidad; pero al fin era un tormento. Todo lo que
 325      5|       sentimiento eran religiosos? ¿O era que en la vanidad, en el
 326      5|               cabeza; que el estómago era una máquina parada, y el
 327      5|            que ardía todo lo que ella era por dentro. El pensar sin
 328      5|            hamaca en los diminutivos. Era el indiano que veían en
 329      5|              las tías.~ ~ Doña Águeda era muy buena cocinera; conocía
 330      5|               longanizas de la plaza. Era muy amigo de doña Anuncia
 331      5|         nobleza vetustense. La verdad era que el tipo aristocrático
 332      5|               votó por unanimidad que era hermosísima. La plebe opinaba
 333      5|             nobleza, y la clase media era de igual parecer. En poco
 334      5|             el Paseo de Verano, y, si era posible, la sobrina de las
 335      5|            las estatuas. No sabían si era un Fidias o un Praxíteles,
 336      5|               Praxíteles, pero sí que era una real moza; un bijou,
 337      5|       republicanismo del padre, todo: era un perdón general. Ana era
 338      5|            era un perdón general. Ana era de la clase; la honraba
 339      5|      envidiaban mucho a Anita, porque era pobre. Para ellas la hermosura
 340      5|               Para ellas la hermosura era cosa secundaria; daban más
 341      5|               Dentro de la nobleza no era probable que se casara.
 342      5|              se casaría con un noble; era preciso abdicar, dejarla
 343      5|              equilibrio o ten con ten era un poco embarazosa, y más
 344      5|       convinieron las hermanas en que era indispensable dar instrucciones
 345      5|           folletín de Las Novedades. (Era liberal en materia de folletines).~ ~ -
 346      5|          aquellos caballeritos.~ ~ No era esto lo que quería decir.
 347      5|              dos hermanas se miraron. Era llegada la ocasión de explicar
 348      5|              Águeda la belleza de Ana era uno de los mejores embutidos;
 349      5|             picaba de esbelta, porque era delgada.~ ~ Al ventilar
 350      5|    concluyendo con la protesta de que era hija tanta sabiduría de
 351      5|               la deliciosa pereza que era casi el único placer en
 352      5|       justicia de aquellas alabanzas. Era verdad, era hermosa. Comprendía
 353      5|       aquellas alabanzas. Era verdad, era hermosa. Comprendía aquellos
 354      5|             Vetusta. Pero ¿el amor?, ¿era aquello el amor? No, eso
 355      5|               su resignación aparente era por dentro un pesimismo
 356      5|            todos, pero estaba debajo, era la vencida. Además su miseria,
 357      5|              su pensamiento principal era librar a sus tías de aquella
 358      5|              señorita: la literatura. Era éste el único vicio grave
 359      5|               de aguardiente. Aquello era una cosa hombruna, un vicio
 360      5|                 Si sabría ella lo que era el mundo! En cuanto a la
 361      5|             En cuanto a la sobrinita, era indudable que había que
 362      5|              firmemente que su marido era un idiota. «¡A qué llamarán
 363      5|             relativas de la marquesa, era unánime la opinión: la literata
 364      5|               la opinión: la literata era un absurdo viviente.~ ~ «
 365      5|               ante su desdén supremo. Era demasiado crédula en cuanto
 366      5|         acabaron por confesar que Ana era una excepción; o calculaba
 367      5|            más que sus mismas tías, o era una virtud efectiva.~ ~ -«¡
 368      5|             declararon lo mismo: «Ana era invulnerable».~ ~ -Esperará
 369      5|                   Y pensaba:~ ~ -«Ése era de los menos malos. Parecía
 370      5|         Parecía más distinguido; y no era pesado; tenía cierta dignidad...,
 371      5|             tenía cierta dignidad..., era comedido..., frío con elegancia...,
 372      5|            convento, el convento; ése era su recurso más natural y
 373      5|             El candidato de Ripamilán era un magistrado, natural de
 374      5|               con los ojos. Don Tomás era una de las pocas personas
 375      5|               saludarlas. Aquel señor era Quintanar; el magistrado.
 376      5|             no estaba mal conservado. Era muy pulcro de traje y de
 377      5|             de aspecto simpático.~ ~ «Era un forastero, palabra de
 378      5|              que hay que ver.~ ~ Esto era todo lo que las tías sabían
 379      5|              que le pasaba por dentro era don Tomás Crespo, libre,
 380      5|      inclusive la de no tenerlas, que era de las más tontas.~ ~ Ana
 381      5|               Pero entretanto Vetusta era su cárcel, la necia rutina,
 382      5|              las beatas, todo aquello era más fuerte que ella; no
 383      5|             de sueños.~ ~ Pero Crespo era una excepción, un amigo
 384      5|            quería decir frágiles. Tal era la divisa de don Tomás:
 385      5|          manía de perdonarlo todo.~ ~ Era sagaz para buscar el bien
 386      5|            venir a parar en que Anita era la mejor muchacha de Vetusta.~ ~
 387      5|               al señor Quintanar.~ ~ «Era el único novio digno de
 388      5|                No se teñía las canas, era sencillo, aunque en el lenguaje
 389      5|             que su vocación religiosa era falsa, que ella no servía
 390      5|         amiguita de que su piedad, si era suficiente para una mujer
 391      5|          conciencia le gritaba que no era aquél el sacrificio que
 392      5|              podía hacer. El claustro era probablemente lo mismo que
 393      5|              lo mismo que Vetusta; no era con Jesús con quien iba
 394      5|           antojo.~ ~ Se confesaba que era virtuosa, en cuanto no se
 395      5|           ningún trapicheo; pero esto era poco para creerse con vocación
 396      5|           niña. El nuevo pretendiente era el americano deseado y temido,
 397      5|                le dijeron que aquélla era la hermosura del pueblo
 398      5|           decisivo en tu existencia. (Era el estilo de La Etelvina).
 399      5|          esposa, si su ardiente deseo era cumplido. Contaba con su
 400      5|             de Isabel la Católica...! Era mucha tentación.~ ~ Frígilis
 401      5|            otros días.~ ~ La justicia era respetada con un terror
 402      5|            ámbitos de la Plaza Nueva: era un adiós triste de verdad,
 403      5|               adiós triste de verdad, era la despedida de la maravilla
 404      5|              de Sala le preguntaba si era él por su ventura el primer
 405      5|           dicho doña Anuncia - porque era pobre; pero ella les tomaba
 406      5|                    Tal vez, aunque no era seguro, ni mucho menos,
 407      5|                Y ahora estaba casada. Era un crimen, pero un crimen
 408      5|             otros hombres. Don Víctor era la muralla de la China de
 409      5|             hombre que tenía al lado, era un delito. Todo había concluido...
 410      6|               Encimada, adiós Casino. Era un aristócrata.~ ~ Generalmente
 411      6|            cerca de una mesa de pino. Era costumbre inveterada que
 412      6|              o salían. Pero desde que era de la Junta Ronzal, que
 413      6|             tomarse por un saludo; si era un individuo de la Junta
 414      6|               cosa de medio palmo, si era Ronzal se levantaban un
 415      6|              reinar el silencio, y si era posible también en la sala
 416      6|            culto extraño. Entrar allí era para los vetustenses como
 417      6|               eran unos chambones, no era esto más que un pretexto
 418      6|             con una perfección que ya era famosa. No faltaban los
 419      6|             tiempo. El cuarto jugador era cualquiera. En las otras
 420      6|         también servía de biblioteca, era estrecho y no muy largo.
 421      6|               del hurto de periódicos era de las difíciles que tenían
 422      6|          ejercer una gran vigilancia. Era inútil. Don Frutos Redondo,
 423      6|            que desaparecía también, y era más caro, se tomó la resolución
 424      6|               al gabinete de lectura, era un caballero apoplético,
 425      6|           primer periódico del mundo. Era un derecho que nadie le
 426      6|            inglés. Otro lector asiduo era un joven opositor a Fiscalías
 427      6|         Gaceta sin dejar una subasta. Era un Alcubilla en un tomo:
 428      6|         Madrid decía «Lo de Vestusta» era cosa de él. Al día siguiente
 429      6|      resultaba que «Lo de Vetusta» no era nada. Así se había hecho
 430      6|    Corresponsal» dudaba de la guerra: era cosa de los bolsistas acaso;
 431      6|             desengaño más en el alma. Era que «no se lo habían publicado».
 432      6|                 Otro lector constante era un vejete semi-idiota que
 433      6|        desmoronarse el edificio... No era eso. Era que los señores
 434      6|               edificio... No era eso. Era que los señores del billar
 435      6|               las mazas de los tacos. Era proverbial el ingenioso
 436      6|              conserjería.~ ~ Entonces era cuando entraba don Amadeo
 437      6|                y salía triunfante. No era un ladrón, era un bibliófilo.
 438      6|         triunfante. No era un ladrón, era un bibliófilo. La llave
 439      6|        bibliófilo. La llave de Bedoya era la que el conserje había
 440      6|             había perdido. Don Amadeo era el don Saturnino Bermúdez
 441      6|               ésta a la Horticultura. Era un especialista en las enfermedades
 442      6|              sabía de ellos, y Bedoya era de esa clase de eruditos
 443      6|              del tiempo de Noé, si no era suyo. Así como Bermúdez
 444      6|            polvo por el polvo, Bedoya era más subjetivo, como él decía,
 445      6|               de Simancas. ¿Cómo? Ése era su orgullo. Así es que Bedoya,
 446      6|             pero el cuarto del crimen era el lugar donde se reunían
 447      6|             de... que casó con... que era hermana de...~ ~ Y como
 448      6|               invierno actual siempre era más frío que todos los que
 449      6|          había sido alcalde liberal y era usurero con todos los sistemas
 450      6|            rincón oscuro.~ ~ «Aquello era demasiado».~ ~ «Se podía
 451      6|              pero tocar a la Regenta! Era un imprudente aquel sietemesino,
 452      6|              aquel año y su propósito era casarse cuanto antes con
 453      6|             habilidades flamencas. No era tonto, pero la esclavitud
 454      6|             acaso fuera. Si en Madrid era uno de tantos, en Vetusta
 455      6|               por lo muy familiar que era el trato de Paco y de Mesía,
 456      6|           murmuraciones y sostuvo que era cursi aquel respeto y admiración
 457      6|              iba a parar, ni de quién era, pero lo usaba siempre que
 458      6|              puerta del postigo...~ «-Era preciso acabar con las preocupaciones
 459      6|            poco pálido.~ ~ En efecto, era Ronzal.~ ~ Pepe Ronzal -
 460      6|         Trabuco, no se sabe por qué - era natural de Pernueces, una
 461      6|               en negocios de quintas. Era muy decidido partidario
 462      6|         pertenece a esta historia.~ ~ Era alto, grueso y no mal formado;
 463      6|           monte, daba escalofríos.~ ~ Era de buen color moreno y tenía
 464      6|          había adelantado a su tiempo era en los pantalones, porque
 465      6|              el conserje. Ronzal, que era ya de la Junta, quiso arrojar
 466      6|             provincia».~ ~ Hipócrates era el maestro de Platón, maestro
 467      6|            llamarse el Cristo, porque era un rotin, y blandiéndolo
 468      6|              de cosas remotas, y así, era su fuerte la política exterior.
 469      7|            eran amigos suyos. Joaquín era uña y carne del Marquesito -
 470      7|           amigo de usted el Provisor, era hoy la víctima.~ ~ Ronzal
 471      7|         Comprendió que el tener razón era allí lo de menos. A Ronzal
 472      7|               había embrollado y esto era lo que más le irritaba siempre,
 473      7|        asechanzas de un galán, que no era el señor Ronzal...»~ ~ -
 474      7|         fogoso Ronzal. No cabía duda, era la carcajada de Mesía. Estaba
 475      7|       discreción.~ ~ Don Álvaro Mesía era más alto que Ronzal y mucho
 476      7|               y al extranjero. Aunque era de Vetusta, no tenía el
 477      7|        confesarse inferior a éste que era su bello ideal. Ante su
 478      7|              el Presidente del Casino era todo un hombre de novela
 479      7|       adquirido de mala fe.~ ~ Ronzal era reaccionario dentro de la
 480      7|          Mandaban los de Ronzal, éste era diputado de la comisión
 481      7|              quedaba en la sombra; no era Mesía de la casa, tenía
 482      7|    propagandista de la leyenda de que era Mesía el héroe; y aquella
 483      7|              héroe; y aquella leyenda era muy útil, para muchas cosas.
 484      7|            empleaba estas reticencias era Foja.~ ~ -El señor Magistral -
 485      7|           discutió si el Magistral lo era. Dijeron que no Ronzal,
 486      7|         verdadero pecado del Provisor era la simonía».~ ~ El Marquesito,
 487      7|              sobre todo; por lo demás era un sabio; acaso el único
 488      7|           conozco a su hija desde que era así -media vara - protesto
 489      7|               pausa. El ex-alcalde no era un Joaquinito Orgaz.~ ~
 490      7|               la libertad de comercio era lo esencial. La libertad
 491      7|         libertad del interés. Todavía era más usurero que clerófobo.~ ~
 492      7|          sabía su papel. Su propósito era agradar a don Álvaro, por
 493      7|               así. Ahora verían quién era más bruto. Guiñaba los ojos
 494      7|             pensativo. Aquel silencio era de esos que preceden a confidencias
 495      7|           íntimos.~ ~ Aquella amistad era como la de un padre joven
 496      7|               tales propósitos. Y así era el Marquesito original,
 497      7|          compraba en su tierra. Nadie era sastre en su patria. En
 498      7|             la exageración adocenada. Era blanco, sonrosado, pero
 499      7|    atormentaba y consultaba con Mesía era ésta:~ ~ -¿Debo casarme
 500      7|              pero otras veces, y esto era lo que él prefería, vencían
 501      7|         usados. Y Paco, por ser quien era el otro, los tomaba de buen
 502      7|            Tanto le admiraba.~ ~ Paco era de mediana estatura y cogido
 503      7|            parecía bajo, porque Mesía era más alto que el buen mozo
 504      7|           vicio fácil y corriente.~ ~ Era muy capaz de un sentimentalismo
 505      7|              comedias; comprendía que era ridículo buscarlo y se declaraba
 506      7|                insinuante, corrosiva, era el incentivo más a propósito.
 507      7|             del amor dosimétrico, que era la más alta idealidad a
 508      7|      Marquesito.~ ~ «Sí, todo aquello era puro. Se trataba de una
 509      7|            los Vegallana y la Regenta era íntima. Paco jamás había
 510      7|          mucho; lo poco expansiva que era ella con Paco lo había sido
 511      7|             quería conseguir algo, no era posible prescindir de Paquito.
 512      7|            principio. La casa de Paco era un terreno neutral; el lugar
 513      7|             de estas cosas? Tan mujer era la Regenta como las demás; ¿
 514      7|            hombre hermoso, como él lo era sin duda, con tales ideas
 515      7|               no creo en ellas». Esta era su divisa.~ ~ Para lo que
 516      7|               la virtud de la Regenta era, bien lo conocía él, para
 517      7|        contando a su amiguito.~ ~ «Él era, ante todo, un hombre político;
 518      7|              el medro personal». Este era su dogma hacía más de seis
 519      7|               los baños de Palomares. Era otra virtud. Una virtud
 520      7|             minar aquella fortaleza. ¡Era todo un plan! Esperaba en
 521      7|               del personaje de Madrid era de las que exigían años.
 522      7|       adelantos en la carrera, y esto era lo principal en Mesía, el
 523      7|          rival no le parecía temible, era muy ridículo coincidir con
 524      7|             otras de muy buen humor. ¡Era chusco! ¡Él, rival de Trifón!
 525      7|           bastante preparado. Aquello era el corazón de la Regenta.~ ~
 526      7|             clase de asuntos. Vetusta era un pueblo primitivo. Dígalo
 527      7|              con Anita Ozores. Verdad era que en aquellos dos años
 528      7|          amador de su gentileza. Esto era lo que él quería saber a
 529      7|             de mala manera, porque él era ante todo un hombre político -
 530      7|            lecturas parecido a Mesía; era éste una Margarita Gautier
 531      7|          capaz de redimirse por amor. Era necesario redimirle, ayudarle
 532      7|             lo que había notado... no era gran cosa. Pero ¡bah!, con
 533      7|          oyeron grandes carcajadas... Era en la cocina. Era la carcajada
 534      7|       carcajadas... Era en la cocina. Era la carcajada eterna de Visita.~ ~ -¡
 535      7|              todos los hombres...!~ «¡Era Obdulia! ¡Obdulia! Luego
 536      8|               El marqués de Vegallana era en Vetusta el jefe del partido
 537      8|               siempre un favorito que era el jefe verdadero. El favorito
 538      8|         verdadero. El favorito actual eraoh, escándalo del juego
 539      8|        empleos y hasta prebendas. Así era el turno pacífico en Vetusta,
 540      8|          intrigas de politiquilla.~ ~ Era cacique honorario; el cacique
 541      8|            derecha, Mesía. Don Álvaro era al Marqués en política lo
 542      8|                Y todo lo que alababan era obra del otro, de Mesía.~ ~
 543      8|           clase; pero su temperamento era de liberal». Tenía grandes «
 544      8|       positivo y directo que prestaba era el de agente electoral.
 545      8|              afectaba una llaneza que era el encanto de las almas
 546      8|              propuesto de buen grado. Era el enemigo natural de don
 547      8|              los maridos. Ella sí que era liberal. Muy devota, pero
 548      8|     aristocracia de ahora podía hacer era divertirse. ¿No podía imitar
 549      8|          estaban maltratados y lo que era peor, desde el punto de
 550      8|        contestaba que la moda moderna era lo confortable y la libertad.
 551      8|               anarquía de los muebles era completa, pero todos eran
 552      8|          confidentes, taburetes, todo era una conjuración de la pereza;
 553      8|          pistilos de rosas amarillas, era una muda anacreóntica, acompañada
 554      8|               no había teatro, y esto era muy frecuente en Vetusta,
 555      8|               tambor de marina.~ ~ No era tambor, pero quería dar
 556      8|                Los demás se quejaban. Era una injusticia.~ ~ -«¿Para
 557      8|          aludiendo a su marido.~ ~ No era muy escrupuloso el Marqués
 558      8|             ella, había desaparecido. Era el único consuelo de tanta
 559      8|            personaje de ellas siempre era Paquito. Cuando estaba sereno,
 560      8|           Pero lo que salía más veces era asunto para la crónica escandalosa.
 561      8|      calientes, sostenían que la casa era lo peor.~ ~ Sin embargo,
 562      8|       relajado las costumbres y ya no era un círculo tan estrecho
 563      8|                el de la clase, aún no era para todos el entrar en
 564      8|               aunque es cierto que no era esto frecuente, ni el canónigo
 565      8|             Marquesa y de su tertulia era Mesía.~ ~ «Pero a aquel
 566      8|       doncella de la casa.~ ~ Su Paco era torpe, no sabía...~ «-¡Es
 567      8|           casa..., pregunta a Mesía». Era su madre quien había iniciado
 568      8|            casa». En el despacho todo era de roble mate; nada, absolutamente
 569      8|             de notoria antigüedad.~ ~ Era lo único que al capitán
 570      8|           amistad. ¡Pero si su cocina era infernal! La chimenea devolvía
 571      8|            las cuerdas al aire. Aquél era el vestuario de los actores
 572      8|        franqueza y trato sencillísimo era en casa de los demás. Allí
 573      8|               los treinta y cinco aún era un torbellino, una cascada
 574      8|             Cármenes el poeta. Lo que era una catarata de mala crianza,
 575      8|          cascada, torbellino, todo lo era con cuenta y razón. Su aturdimiento
 576      8|              y razón. Su aturdimiento era obra de un estudio profundo
 577      8|             una urraca...~ ~ Y sí que era una urraca, como que así
 578      8|                  Donde hacía estragos era en los comestibles.~ ~ Llegaba
 579      8|         postres para meses. Su esposo era un humilde empleado del
 580      8|               aquel decente pasar que era indispensable para continuar
 581      8|         nobleza?~ ~ Cuando Visitación era soltera, se dijo -¡de quién
 582      8|                cierto nada. Como ella era algo ligera..., como no
 583      8|               partes - pero nada más. Era insoportable con su alegría
 584      8|              o cual descuidillo...~ ~ Era alta, delgada, rubia, graciosa,
 585      8|            qué negarlo? Pero sólo él. Era viuda y jamás recordaba
 586      8|               la viuda de Alvarito; «¡era su único pasado!».~ ~ Aquella
 587      8|               estaban guapas las dos: era preciso confesarlo. Por
 588      8|              y a más de la renta, que era baja, por consistir el lujo
 589      8|              de una hoguera portátil, era el mismo que ahora estaba
 590      8|         limones, manzanas y heno, que era el blando lecho de la fruta.~ ~
 591      8|                sobre mesas y arcones; era digno de la despensa; y
 592      8|          comedor desde lejos, pues no era un cocinero vulgar, égida
 593      8|          fuego y atento a la mesa. No era viejo. Tenía cuarenta años
 594      8|          vestía de señorito.~ ~ Colás era un pinche de vocación decidida,
 595      8|               dejar lo principal, que era la comida de sus amos, colaboraba
 596      8|       conseguido más que su dimisión. Era su lenguaje. Leía muchos
 597      8|             él la mano en el asunto y era cosa hecha.~ ~ Obdulia,
 598      8|           facultades culinarias; otro era su destino. La cocina y
 599      8|             coma.~ ~ Por lo demás, él era socialista, pero en otras
 600      8|              remota a veces. El fogón era un dios y él su Pontífice
 601      8|              dormitorio en lo que hoy era despensa. Sabía el Marquesito
 602      8|            los placeres más refinados era «una sesión» alegre con
 603      8|              las mismas condiciones y era mucho más antiguo. ¡Pero
 604      8|      presencia jamás un deseo carnal. Era intratable aquel don Álvaro.
 605      8|          aquel don Álvaro. También lo era el Obispo. Y, sin embargo,
 606      8|               a los cocineros. Visita era la que todavía encontraba
 607      8|                Todos sabían que aquél era el vicio de doña Visita.~ ~
 608      8|             tocador para tales casos. Era la habitación donde había
 609      8|            los dedos dentro del agua. Era un placer muy picante, según
 610      8|               algo y no sabía qué. No era cosa de comer de fijo, porque
 611      8|             al fin rió a carcajadas. «Era chusco, en efecto». Se había
 612      8|             no sabía explicarme..., y era eso.~ ~ Y como le pareciera
 613      8|           viuda por aquella tarde.~ ~ Era lo que llamaba ella saborear
 614      8|               pelo de un rubio oscuro era rizoso y caía en mechones
 615      8|           ella y tantas otras. Visita era amiga de Ana desde que ésta
 616      8|             Hasta el modo de llamarla era tonto. ¡La Regenta! ¿Por
 617      8|               la prosa de la vida que era bien difícil; pero algún
 618      8|      precipitar lo que en su concepto era necesario. No creía a nadie
 619      8|            hubiese por su parte amor; era un capricho fuerte arraigado
 620      8|            que había sido su amante y era su camarada, todas las turgencias
 621      8|         comparación tiene!~ ~ La cita era sabia y oportuna. Visitación
 622      8|             Álvaro enterado de lo que era aquella otra, ¡y no había
 623      8|            Quien ahora tragaba saliva era el Presidente del Casino,
 624      8|            fuera como la suya, que no era devoción.~ ~ -Ana, cuando
 625      8|            Nadie pasaba por la calle. Era de las más desiertas; crecía
 626      8|               piedras. Aquel silencio era el que llamaba solemne y
 627      8|              de azúcar en la boca.~ ~ Era su sistema. Se prohibía
 628      8|              reconocieron al momento. Era la Regenta. Venía de negro,
 629      8|           mejillas sonrosadas, y ella era pálida; también parecía
 630      8|         indiferencia que le irritaba. Era como si le hubiera dicho:
 631      8|            pronto, aquella afabilidad era desprecio. ¿Qué había pasado
 632      8|              la catedral? ¿Qué hombre era aquel don Fermín que en
 633      9|     resplandores. La calle del Águila era una pendiente rápida que
 634      9|              la había visto así. ¿Qué era de aquella frialdad habitual,
 635      9|              más de veinticinco años; era rubia de color de azafrán,
 636      9|             muchas casas principales. Era buena para todo, y se aburría
 637      9|        parecían de estuco. Don Víctor era un viejo tal vez amigo de
 638      9|               le comprometían. El ama era muy callada, muy cavilosa;
 639      9|              confianza de la Regenta. Era solícita, discreta, y fingía
 640      9|               del poniente. El camino era estrecho, pero igual y firme;
 641      9|                    La doncella de Ana era amiga de llegar en sus cálculos
 642      9|       Magistral en el confesonario no era como la que usaba en el
 643      9|          pepita de oro. La elocuencia era aquello, hablar así, que
 644      9|          diciendo lo que en sustancia era esto: «No debía ella acudir
 645      9|     enfermedades viejas y descuidadas era querer sanar de veras. De
 646      9|              una fórmula: confesar no era eso. Era indispensable escoger
 647      9|         fórmula: confesar no era eso. Era indispensable escoger con
 648      9|               pero, una vez escogido, era preciso considerarle como
 649      9|              considerarle como lo que era en efecto, padre espiritual,
 650      9|          parecerse a los pájaros.~ ~ «Era un buen señor Ripamilán;
 651      9|           seguida: le había dicho que era un temperamento especial,
 652      9|             que tener en cuenta. Esto era completamente nuevo».~ ~
 653      9|                 Y qué elevación! ¿Qué era la virtud? ¿Qué era la santidad?
 654      9|               Qué era la virtud? ¿Qué era la santidad? Aquello había
 655      9|              sido lo mejor. La virtud era la belleza del alma, la
 656      9|             día siguiente el esfuerzo era menos costoso y su eficacia
 657      9|             la inercia del bien, esto era mecánico (así lo había dicho
 658      9|             estable del alma. Además, era una alegría; un buen día
 659      9|               de que ella se quejaba, era nostalgia de la virtud a
 660      9|              por su patria. La virtud era cuestión de arte, de habilidad.
 661      9|                por el ascetismo; éste era un medio muy santo, pero
 662      9|              veneno para los débiles, era purga para los fuertes.
 663      9|        Magistral no había dicho si él era tan fuerte como todo eso,
 664      9|             quería mirarlo de frente. Era inclinación. Nada de disfrazar
 665      9|               qué, puesto que ella le era fiel de hecho y de voluntad
 666      9|            otro día la comunión. Éste era el mejor plan. La resolución
 667      9|              dio una alegría de niña; era como un día de asueto. Podía
 668      9|          recibir al Señor dignamente. Era una prórroga; un respiro.
 669      9|               puramente y que tal vez era la alborada del día esplendoroso
 670      9|      Magistral? ¡Quién sabe! ¿Por qué era ella, aunque digna de otro
 671      9|        Vetusta? El lugar de la escena era lo de menos; la variedad,
 672      9|         baladí, obsesión estúpida que era casi un dolor, absorbía
 673      9|              le supo a malicia lo que era una equivocación.~ ~ Cuando
 674      9|        llamaba El boulevard, o lo que era en rigor, Calle del Triunfo
 675      9|          aquella acera en paseo donde era difícil andar sin pararse
 676      9|               tertulios de Vegallana. Era la fuerza de los talleres
 677      9|           pero la indignación fingida era mayor cuando un levita se
 678      9|             iguales por el traje, que era bastante descuidado. Aunque
 679      9|            siquiera notaban, pero que era moleslo, triste; un olor
 680      9|        peinadas algunas. El estrépito era infernal; todos hablaban
 681      9|            carros y coches sin cesar; era la hora del correo y aquél
 682      9|            Esto decían ellas y ellos. Era una alabanza espontánea,
 683      9|            mira que es la Regenta!~ ~ Era popular su hermosura.~ ~
 684      9|             decían los pollastres que era un arcángel; iba contenta.
 685      9|         placer del amor; del amor que era, por lo visto, una necesidad
 686      9|                Así miraban los celos! Era una belleza infernal, sin
 687      9|               cortesía exagerada, que era una de sus maneras de hacer
 688      9|               la primer mirada que no era ya la mujer distraída de
 689      9|               vez el ataque.~ ~ «¿Qué era aquello, Señor, qué era
 690      9|               era aquello, Señor, qué era aquello?» ¿Por qué en día
 691      9|              un contacto pegajoso. No era el Magistral. Era don Álvaro,
 692      9|        pegajoso. No era el Magistral. Era don Álvaro, que venía a
 693      9|        eléctrica de amor. La cuestión era que la máquina estuviese
 694      9|          máquina estuviese preparada. Era fatuo hasta ese extremo,
 695      9|          creía hombre de talento -«él era principalmente un político» -;
 696      9|             sí mismo que todo esto no era nada comparado con el prestigio
 697      9|               antigua. Esta Cerbatana era Ecbátana, pero él la llamaba
 698      9|              a qué ciudad se refería. Era una que tenía muchas murallas
 699      9|             otra que conocía también. Era un sabio.~ ~ -Yo he leído -
 700      9|                    Además, don Álvaro era profundamente materialista
 701      9|               Como en él lo principal era el político, transigía con
 702      9|               exposición, que lo chic era el creer como el carbonero.
 703      9|             Sport y catolicismo, ésta era la moda que continuaba imperando.
 704      9|              es claro que lo de creer era decir que se creía. Él no
 705      9|        debilidad». Sin embargo, bueno era ilustrarse, fundar en algo
 706      9|              contrario. Flammarion no era chic. También leyó a Moleschott
 707      9|            pero se iba al grano: todo era masa gris; corriente, lo
 708      9|               él quería. Lo principal era que no hubiese infierno.
 709      9|           bien el poeta, pero aquello era muy largo. Ya no veía más
 710      9|             átomos, y su buena figura era un feliz conjunto de moléculas
 711      9|            llegado el mismo Paco, que era buen católico, según Mesía.
 712      9|        católico, según Mesía. Aquello era para él solo, mientras estaba
 713      9|              El materialismo de Mesía era fácil de entender. Lo explicaba
 714      9|              parecieron imprudentes. ¿Era ella quien las había pronunciado?
 715      9|          entre ellos, que en rigor no era nada que mereciese comentarios? ¿
 716      9|            Que no se fijaba en ella! ¿Era coquetería vulgar o algo
 717      9|           sordomudos. Pero esto mismo era inoportuno. Era demasiado
 718      9|            esto mismo era inoportuno. Era demasiado negar, era negar
 719      9|      inoportuno. Era demasiado negar, era negar la evidencia.~ ~ Don
 720      9|          tratándose de otras mujeres, era la mejor arma contra la
 721      9|              del ojoay!, ¡sí, esto era lo cierto, con el rabillo! -, ¿
 722      9|             decir, nada; pero la nada era su dote de amor. ¡Mas renunciar
 723      9|              la tentación misma! Esto era demasiado. La tentación
 724      9|               demasiado. La tentación era suya, su único placer. ¡
 725      9|                  No, no; la tentación era suya, su placer el único! ¿
 726      9|             confesor que le decía que era tan fácil la virtud! Sí,
 727      9|              tan fácil la virtud! Sí, era fácil, bien lo sabía ella,
 728      9|                 Don Álvaro, que si no era tan buen político como se
 729      9|               una flor insípida, y no era una desfachatez. Podía tomarse
 730      9|              Ya sabía a qué atenerse; era aquél. Por lo menos aquél
 731      9|             aquél. Por lo menos aquél era uno. El Marquesito la había
 732     10|               dando a entender que no era responsable de aquella terquedad.~ ~ «
 733     10|             la hornilla, descubierta, era un agujero de tristeza.~ ~
 734     10|            vete.~ ~ «Después de todo, era una tontería haber dado
 735     10|            qué no había de comulgar? ¿Era ella una beata con escrúpulos
 736     10|               mujer más presuntuosa. ¿Era esto pecar? Nada tenía ella
 737     10|                de malos pensamientos, era un martirio. Un martirio
 738     10|               destierro. «Pero, ¡ay!, era una desterrada que no tenía
 739     10|       provecho; pero de todas maneras era una aventura estúpida. La
 740     10|           venía aquello? También ella era bien necia. Tenía miedo
 741     10|                 Pero aquel don Víctor era tan bueno, tan caballero!
 742     10|                y aparte la fe jurada, era una villanía, una ingratitud
 743     10|               de estorbos. Pero ya no era cosa de volverse atrás.
 744     10|         trampa en que había caído.~ ~ Era una máquina que, según Frígilis
 745     10|          aplicación del artefacto.~ ~ Era necesario que el hocico
 746     10|              La fuerza del resorte no era suficiente para matar al
 747     10|                Por fortuna, Quintanar era correccionalista; quería
 748     10|             sus adentros! ¿Qué marido era aquel que cazaba con trampa
 749     10|           hermosa noche! Pero, ¿quién era ella para admirar la noche
 750     10|               de su esposa. Su marido era botánico, ornitólogo, floricultor,
 751     10|              que a su mujer. ¿Y quién era Frígilis? Un loco; simpático
 752     10|             manzanos y creía que todo era uno y lo mismo, y pretendía
 753     10|               y pretendía que el caso era «adaptarse al medio». Un
 754     10|               qué asco! Aquel Herodes era el Pílades de su marido.
 755     10|        bastaba, no podía más; aquello era la gota de agua que hace
 756     10|           como si fuera el monte! ¡No era esto el colmo de lo ridículo!»~ ~
 757     10|               su error. «¡Ella sí que era ridícula! ¡Irritarse de
 758     10|            malicia... ¡Lo que aquello era y lo que podía haber sido...!
 759     10|               de hijos. Don Víctor no era pesado, eso es verdad. Se
 760     10|              de los dolores poéticos; era un dolor vergonzoso, como
 761     10|              pensaba?, y otra cosa no era confesarlo».~ ~ «Y la juventud
 762     10|      invirtieron; Ana vio que la luna era la que corría a caer en
 763     10|              tinieblas».~ ~ «Lo mismo era ella; como la luna, corría
 764     10|        nocturnas del cielo, y la luna era ella, y la nube la vejez,
 765     10|             gran puerta de hierro que era la entrada del Parque por
 766     10|            calle o por su cerebro.~ ~ Era don Álvaro, en efecto. Estaba
 767     10|           triunfos? ¡Yo y la ocasión! Era una de sus divisas. ¡Oh!,
 768     10|             su debido tiempo. El caso era que, por casualidad, estuviese
 769     10|          casas, ni aceras ni faroles; era una calle porque la llamaban
 770     10|            que él llamaba así, porque era como una adivinación instantánea,
 771     10|               saltar la verja, aunque era poco menos que imposible;
 772     10|               No, no saldría; la nube era inmensa y muy espesa; tardaría
 773     10|          pensó seriamente Ana, que no era supersticiosa.~ ~ Tenía
 774     10|            infestarse.~ ~ «¡Qué fácil era el crimen! Aquella puerta...
 775     10|                placeres desconocidos, era un enemigo digno de ella.
 776     10|               la prosa, la fatigaban; era una guerra en un subterráneo
 777     10|              perfume de amor..., esto era algo, esto era digno de
 778     10|                   esto era algo, esto era digno de ella. Lucharía».~ ~
 779     10|              las máquinas infernales, era el deber; y el Magistral
 780     10|             misteriosa de Ana -porque era una enfermedad, estaba seguro -
 781     10|               días, que en las tablas era poco natural el verso, que
 782     10|           para los dramas de la época era mejor la prosa. ¡Imbécil!, ¡
 783     10|               fijó en un velador, que era Carvajal, y ya iba a concederle
 784     11|                  XI -~ ~ El Magistral era gran madrugador. Su vida
 785     11|            trabajo abrumador; además, era un clérigo de mundo; recibía
 786     11|            comer. Uno de sus secretos era que «el Magistral merecía
 787     11|            convinieron en que aquello era demasiado fuerte:~ ~ -¡Hombre,
 788     11|              de ladrones caballerosos era muy generoso, y robaba con
 789     11|          Barinaga olía a aguardiente. Era el olor de su bilis.~ ~
 790     11|               perspicaz y disimulado, era el segundo organista de
 791     11|    aficionados a Talía o quien fuese. Era un presbítero joven, chato,
 792     11|              meditabundo.~ ~ Una cosa era lo que debiera estar pensando
 793     11|         confesonario...!» «¿Qué mujer era aquélla? ¿Había en Vetusta
 794     11|                 El pobre don Cayetano era hombre de algún talento
 795     11|              de esto, que conocía que era orgullo. Aprensiones. No
 796     11|               de Vetusta subterránea: era la ciudad oculta de las
 797     11|               para los pecados ajenos era portentosa.~ ~ Hasta de
 798     11|              a su manera. La Encimada era toda suya; la Colonia la
 799     11|             veces, en las casas donde era recibido como amigo de confianza,
 800     11|        importaba ni comprendía, acaso era el único que estaba en el
 801     11|       despreciaba a los vetustenses. «Era aquello un montón de basura».
 802     11|     descubierto en su propia heredad. Era suyo, bien suyo; ¿quién
 803     11|               de la realidad. Sí, sí, era aquello algo nuevo, algo
 804     11|             parecía ser el mismo. ¿No era algo por el estilo lo que
 805     11|               de un siglo que se ríe. Era como estar en el circo entre
 806     11|        partidario de la declaración. «Era el valor, la voluntad enérgica,
 807     11|          arcas. ¿No quedábamos en que era yo una lumbrera? ¿No se
 808     11|        hermosura femenina. La palidez era de un tono suave, delicado,
 809     11|             los ojos y la dulzura que era como un perfume elocuente
 810     11|       elocuente de todo el cuerpo.~ ~ Era la doncella de doña Paula,
 811     11|                  En casa el Magistral era el señorito. Así le nombraba
 812     11|              delante de los criados y era el tratamiento que ellos
 813     11|              la castidad de ella, que era viuda, y la de su hijo,
 814     11|           viuda, y la de su hijo, que era sacerdote, se tenían por
 815     11|       crecería para la malicia». Éste era un dogma en aquella casa.
 816     11|          expresión de piedad que allí era la librea.~ ~ -¿Y madre?~ ~ -
 817     11|              él solía decir misa; que era un señor cura. ¿La tenía? ¿
 818     11|          joven devota, alemana, si le era fiel la memoria. De todas
 819     11|              siquiera de un Abelardo; era la verdad severa, noble,
 820     11|             Edad Media... y sueco? Él era el Magistral de Vetusta,
 821     11|          acero, de una fuerza inútil. Era muy blanco y fino el cutis,
 822     11|               pesos de muchas libras; era un Hércules. Un día de revolución
 823     11|              a los fusiles de chispa. Era uno de los que al murmurar
 824     11|               Magistral la reconoció. Era una joven que se había obstinado
 825     11|           para que no le importunase. Era de las infelices que creen
 826     11|             de falso arrepentimiento. Era hermosa, incitante; pero
 827     11|            Usía mismo esta carta, que era urgente y los criados podrían
 828     11|    imaginación decir a la Regenta que era poco edificante la conducta
 829     11|           aquella muchacha. Pero todo era prematuro. Por ahora se
 830     11|               vestía como una percha. Era doña Paula, la madre del
 831     11|           sucio y lustroso; la frente era estrecha y huesuda, pálida,
 832     11|              altanería, contestó:~ ~ -Era un recado para el señor
 833     11|           dominio sobre sí mismo, que era una de sus mayores fuerzas;
 834     11|            los nervios. Pero su madre era como era.~ ~ Doña Paula
 835     11|                Pero su madre era como era.~ ~ Doña Paula se sentó
 836     11|              codos sobre la mesa, que era de las llamadas de ministro,
 837     11|              la otra vez.~ ~ -Aquélla era una... mujer perdida.~ ~ -
 838     11|             el alma, pero a su juicio era un dolor necesario, porque
 839     11|        omnipotencia de la mujer. Ella era buen ejemplo. No temía que
 840     11|           prestigio de su Fermín, que era el instrumento de que ella,
 841     11|          estrujar el Obispado. Fermín era la ambición, el ansia de
 842     11|            había en su aldea; su hijo era la fuerza, la viga y la
 843     11|             cayendo poco a poco; ella era el tornillo que apretaba;
 844     11|          espiga entraba en la tuerca, era lo natural. «Era mecánico»,
 845     11|              tuerca, era lo natural. «Era mecánico», como decía don
 846     11|         pensaba el tornillo. «Su hijo era joven todavía, podían seducírselo,
 847     11|               de lo que se murmuraba. Era amiga de algunas beatas
 848     11|              otras. «Aquel don Álvaro era un enemigo de su hijo. Lo
 849     11|               hijo. «Aquel don Álvaro era otro buen mozo, listo también,
 850     11|                gracias a las mujeres; era el jefe de un partido, el
 851     11|              a tanto. «Al fin su hijo era un sacerdote y ella era
 852     11|               era un sacerdote y ella era cristiana».~ ~ Preguntar
 853     11|               contra quién.~ ~ «Aquel era su tirano: un tirano consentido,
 854     11|             El instinto de doña Paula era superior a todos los raciocinios.
 855     11|           libraba de ellas? Su madre. Era su égida. Sí, ella primero
 856     11|               que todo. Su despotismo era la salvación; aquel yugo,
 857     11|               que lo mejor de su alma era su cariño y su respeto filial.
 858     11|         necesitaba recordar esto: que era un buen hijo, humilde, dócil...
 859     11|         hombre. ¡Él que con los demás era un hombre que solía convertirse
 860     11|              una rebelión en el alma. Era una injusticia aquella sospecha
 861     11|             toda Vetusta, y en efecto era un ángel. Él sí que no merecía
 862     11|               se le achacaba... pero ¿era todo calumnia? Oh, si la
 863     11|              la Regenta supiese quién era él, no le confiaría los
 864     11|            Aquella elocuencia de ayer era falsa, no me salía del alma,
 865     11|         entonces recordó que su madre era quien le empujaba a todos
 866     11|            los colores al rostro.~ ~ «Era su madre la que atesoraba;
 867     11|  espontáneamente hacía en él estragos era la ambición de dominar;
 868     11|             de dominar; pero esto ¿no era noble en el fondo? y ¿no
 869     11|              noble en el fondo? y ¿no era justo al cabo? ¿No merecía
 870     11|           ella también y decirle cuál era su ambición, ella, que tenía
 871     11|         saludaba.~ ~ Este fingimiento era en él segunda naturaleza.
 872     12|         Francisco de Asís Carraspique era uno de los individuos más
 873     12|       pecuniarios en tiempo oportuno. Era político porque se le había
 874     12|          distinguía por sus millones. Era el mayor contribuyente que
 875     12|             sincera, profunda, ciega, era en él toda una virtud; pero
 876     12|      confesaba con el Magistral. Éste era el pontífice infalible en
 877     12|               parentesco.~ ~ El salón era rectangular, muy espacioso,
 878     12|          misma. El único mueble nuevo era un piano de cola de Erard.~ ~
 879     12|           entre dientes.~ ~ El médico era alto, fornido, de luenga
 880     12|             su buena posición social. Era una hermosa figura que se
 881     12|               todavía. Don Robustiano era el médico de la nobleza
 882     12|              pero había ganado mucho. Era un médico de mundo, un doctor
 883     12|              Años atrás, para él todo era flato; ahora todo era cuestión
 884     12|            todo era flato; ahora todo era cuestión de nervios. Curaba
 885     12|            ver..., etcétera».~ ~ Esta era una frase sacramental; pero
 886     12|        asustar con griego y latín. No era pedante, pero cuando le
 887     12|             Aparte la ciencia, que no era su terreno propio, don Robustiano
 888     12|         Panurgo, sin saber qué ganado era aquél, como no sabía otras
 889     12|            materia? ¿Sabía Somoza que era él y nadie más el cura oculto,
 890     12|             culpa suya; su naturaleza era fuerte; en su constitución
 891     12|            sobre una columna, pero no era una columna... de este orden;
 892     12|          columna... de este orden; no era un estercolero.~ ~ Doña
 893     12|             que hacer caso de Somoza; era un sectario. Ciertamente,
 894     12|         provisional de las Salesas no era buena vivienda, estaba situado
 895     12|             lo de menos. Lo principal era mirar si había escándalo
 896     12|               convento de las Salesas era un matadero; que la religión
 897     12|           dirían tantas cosas! No, no era posible tomar todavía ninguna
 898     12|               Este implícito convenio era una imposición de la conciencia,
 899     12|      Magistral venía a desahuciarlo. «Era un impío».~ ~ -¿Un impío
 900     12|            que asomara.~ ~ La lágrima era de agradecimiento. «El Magistral
 901     12|               y don Francisco de Asís era un millonario que educaba
 902     12|                que vendría de lejos. «Era mucho, sí; pero si los buenos
 903     12|         Fermín no decía que la virtud era fácil.~ ~ Era poco menos
 904     12|               la virtud era fácil.~ ~ Era poco menos que imposible.
 905     12|               el estilo terrorista no era menos dulce que cuando sus
 906     12|              llamaban «La Corralada». Era el palacio un apéndice de
 907     12|            escalera cuyo primer tramo era de piedra y los demás de
 908     12|             sus visitas particulares. Era un rectángulo de treinta
 909     12|              rendía homenaje al sofá; era de moqueta y representaba
 910     12|          encarnadas, verdes y azules. Era el gusto de S. I. De las
 911     12|              de Pontifical. Cuando yo era párroco de las Veguellinas,
 912     12|               y silbaban en el coro y era una delicia oírlos».~ ~
 913     12|         delicia oírlos».~ ~ Fortunato era un santo alegre que no podía
 914     12|              que el Obispo -pero éste era su secreto - no estaba a
 915     12|             Obispos».~ ~ Esta opinión era la más corriente entre el
 916     12|           diócesis. Esto, según unos, era la perdición del clero y
 917     12|        Camoirán no tenía voluntad.~ ~ Era cierto que había aceptado
 918     12|            eclesiástico. El Magistral era sin duda el hombre de más
 919     12|            doña Paula, cuando su hijo era un humilde seminarista,
 920     12|               cuanto al zapatero, que era de los más humildes, aguzaba
 921     12|             los fieles. Su elocuencia era espontánea, ardiente; improvisaba;
 922     12|                ardiente; improvisaba; era un orador verdadero, valía
 923     12|              La caridad en sus labios era la necesidad suprema, la
 924     12|              que no entendía aquello. Era demasiado florido». Para
 925     12|             El actual regente -que no era Quintanar - había dicho,
 926     12|                  La musa de Glocester era la ironía. Aquel viernes
 927     12|                    El regente -que no era Quintanar - con el entrecejo
 928     12|            que creía sinceramente que era un disparate la idolatría.~ ~ «-
 929     12|       verdadero predicador de Vetusta era el Magistral».~ ~ Pronto
 930     12|             se decía algo por rutina, era imposible que idea contraria
 931     12|             crucifixión de Cristo.~ ~ Era en la parroquia de San Isidro,
 932     12|             el rostro de Jesús... «¡Y era un Dios! ¡El Dios único,
 933     12|             el nuestro, el de todos! ¡Era Dios...!», gritaba Fortunato
 934     12|               había perdido. «Aquello era sacar el Cristo». El púlpito
 935     12|             el Cristo». El púlpito no era aquello. Glocester, desde
 936     12|           cómico!»~ ~ El Magistral no era cómico, ni trágico, ni épico. «
 937     12|         Saturnino Bermúdez. La verdad era que De Pas no tenía en su
 938     12|               En cierta época, cuando era joven, al pensar en estas
 939     12|              tenía él en qué pensar». Era un iconoclasta para sus
 940     12|      desgraciados están locos!»~ ~ No era su afán pintar a los enemigos
 941     12|               Magistral en la cátedra era demostrar «matemáticamente»
 942     12|          tales momentos su elocuencia era sincera; cuando traía entre
 943     12|             ronca... Pero, ¡ay!, esto era perderse. Su público no
 944     12|             De Pas volvía a ser quien era, se erguía, doblaba las
 945     12|             la utilidad. La salvación era un negocio, el gran negocio
 946     12|            herejes. Y también aquello era mecánico, también lo demostraba
 947     12|         resultaba siempre que lo peor era para él.~ ~ Su estudio más
 948     12|                Su estudio más acabado era el del joven que se entrega
 949     12|               de ella en sus adentros era éste:~ ~ «¡Guarda Pablo!»~ ~ «¡
 950     12|             antes que en el púlpito. ¡Era tan soso! Y tenía la manga
 951     12|          decía casi lo mismo. Además, era demasiado madrugador y ni
 952     12|              si eran amas o criadas. «Era demasiado hacer el apóstol».
 953     12|          creciente de Vetusta.~ ~ Así era el buen Fortunato Camoirán,
 954     12|           primera tagarnina.~ ~ «¿Qué era aquello?», quería decir
 955     12|        caballero las acompañaba! Esto era nuevo».~ ~ Cosas de Visitación.
 956     12|            que no comulgaba jamás.~ ~ Era el círculo algo como una
 957     12|          Custodio el beneficiado, que era -a tanto había llegado -
 958     12|         agregarse a todo. Actualmente era la tesorera de las protectrices.~ ~
 959     12|              papá y lo bienquista que era la joven en Palacio.~ ~ «-
 960     12|              no me puede ver...»~ ~ Y era verdad; el Magistral despreciaba
 961     12|            grandísima cualquier cosa. Era de las pocas señoras que
 962     12|             la había fundado un ateo, era enemiga de la Iglesia...»~ ~ -
 963     12|               fingía no notarlo. Esta era una de las maneras que usaba
 964     12|              a los dos pasos. Primero era su mal humor. Un mal humor
 965     12|              ocultárselo a sí mismo?, era poco edificante... Aquel
 966     12|               intelectual del vicario era nada enfrente de la grandeza
 967     12|         grandeza moral del Obispo. Él era la única persona que sabía
 968     12|             el alzacuello del clérigo era blanco y estaba manchado
 969     12|            señaló a su compañero, que era un buen mozo, moreno, de
 970     12|             pecado de solicitación no era de los más feos y que se
 971     12|               del Provisor, que nunca era más erudito que al echar
 972     12|         triste, tísico probablemente. Era un primo del Magistral que
 973     12|         puerta...~ ~ -¿Se puede?~ ~ «¡Era CarraspiqueAdelante,
 974     12|              despacho ni mucho menos; era grande, fría, sucia; el
 975     12|               a veces no contestaban. Era una oficina como otra cualquiera
 976     12|              curia eclesiástica. Ella era el general invisible que
 977     12|     cotidianas batallas; el Magistral era su instrumento inteligente.~ ~
 978     12|               general de Vetusta? ¿No era él un curial que se hacía
 979     12|            fallidas?»~ ~ «Sí, sí; eso era él; y no había que hacerse
 980     12|              día que salir de Palacio era salir de una cueva. De tanto
 981     12|              azulada también. Aquello era la alegría, la vida. «¡Capellanías,
 982     12|          pájaros.~ ~ El hotel de Páez era el primero de los seis que
 983     12|   flanqueándola por la parte del Sur. Era un gran cubo que parecía
 984     12|           alfombra de su despacho. No era el bueno de don Francisco
 985     12|        delante tocante al rumbo» y él era el único vetustense que
 986     12|             Creía firmemente que Dios era una invención de los curas;
 987     12|       convenciendo de que la religión era un freno para el socialismo
 988     12|             allí buen tono.~ ~ Olvido era una joven delgada, pálida,
 989     12|       Consistía en figurarse que ella era como el rey Midas del amor,
 990     12|               invariable. «El amor no era su dote»; no creía en el
 991     12|             el arte por el arte: ella era la que más riqueza ostentaba
 992     12|            divertía a las señoritas. «Era una gran proporción» en
 993     12|              espera un príncipe ruso» era la frase consagrada. Cuando
 994     12|               delgada, fría, seca, no era más que el camino que conducía
 995     12|               ambiente natural... que era aquél... El Magistral al
 996     12|               marquesa de Vegallana, «era un cura muy presentable».~ ~
 997     12|             marqués de Vegallana, que era un enano vestido con librea
 998     12|             no vi nada...~ ~ Esta voz era la de Ana Ozores.~ ~ Al
 999     13|               la causa del orden, que era el señor alcalde.~ ~ Los
1000     13|               le venía ancho y corto. Era de alpaca muy clara.~ ~


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