Cap.

 1      1|      todos, con cien matices.~ ~ Empezaba el Otoño. Los prados renacían,
 2      1|        los puertos. El Magistral empezaba a despreciar un poco los
 3      2|       conflicto duraría poco; ya empezaba a usarse el nombre de «Presidente»
 4      5|       aquel novio soñado, que ya empezaba a tardar, pasaba todos los
 5      6|          sus gestos y acento.~ ~ Empezaba entonces el llamado género
 6      7|        hombre político. Ahora se empezaba a hablar en Vetusta de si
 7     10|        el alma de la Regenta que empezaba a infestarse.~ ~ «¡Qué fácil
 8     13|        todos conocían. Vegallana empezaba siempre con sus sardinas;
 9     13|       estaba de muy buen humor y empezaba a sentirse rejuvenecido -;
10     13|     llegaron al cenador donde se empezaba a servir el café, la de
11     13|       faldas de la Regenta, y ya empezaba don Fermín a sospechar si
12     13|      podía ser dramático, que ya empezaba a serlo. El honor, aquella
13     15|  aspiración de Paula. Y entonces empezaba la lucha. Ella se defendía
14     16|      monótono, interminable, que empezaba con el clamor de aquellos
15     16|        oía a su marido; el drama empezaba a interesarla de veras;
16     16|  siguiendo la moda que en Madrid empezaba entonces; pero no apretó.
17     17|       lejos, entre la niebla que empezaba a subir por aquel lado,
18     19|        la soledad de enfermo que empezaba aquel día». En vano la Marquesa,
19     19|        embargo, él confesaba que empezaba a saborear las bellezas
20     19|         conciencia de su unidad, empezaba a verse repartida en mil,
21     20|          vacilantes las piernas. Empezaba, como otros muchos, por
22     21|         casa se le caía encima. «Empezaba el calor -porque don Víctor,
23     21|        había agradecido. Pero ya empezaba Quintanar, que siempre había
24     21|          Regenta, y el calor que empezaba a molestarle, y la prohibición
25     22|       terreno... En muchas casas empezaba a notar cierta reserva;
26     22|         razonables. Poco después empezaba el delirio. Celestina lloraba
27     22|          iba a echar encima». Ya empezaba el rum rum del motín, el
28     23|        no eran más que las doce. Empezaba la misa del gallo.~ ~ El
29     23|              En tanto el público empezaba a impacientarse, se iba
30     23|         salió de la catedral que empezaba a dormirse.~ ~ El órgano
31     24|       moda, lo más chic, como ya empezaba a decirse en Vetusta. Pero
32     25|         fiestas de la primavera. Empezaba marzo con calores de junio;
33     25|        sola, más abandonada y ya empezaba a pensar que había sido
34     27| dulcemente. Cuando yo era niña y empezaba a leer versos, mi autor
35     28|         las nubes, pero el cielo empezaba a llenarse de azul.~ ~ Por
36     28|     otros dos hermanos del alma, empezaba la noche, retumbaban los
37     29|      amor propio a quien la edad empezaba a dar algunos disgustos?
38     29|       que por horas, ¿por qué no empezaba por ella? Sí, sí, ya iba,
39     30|           que con la gota que le empezaba a molestar iba echando una
40     30|         salir de casa, y la casa empezaba a parecerle una cárcel demasiado
41     30|      estaba sola. Allí dentro ya empezaba la noche.~ ~ Ana esperaba
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