Cap.

 1      1|        suspender el vuelo de su elocuencia, porque le ahogaba el placer,
 2      1|   maravillado de la sabiduría y elocuencia de don Saturnino.~ ~ Dentro
 3      2|        empapado tiempo hacía en elocuencia liquefacta.~ ~ Los Infanzones
 4      6| protestas, pero luego vencía la elocuencia de sus maliciosos epigramas
 5      7|     actividad de su cerebro; la elocuencia de Mesía, insinuante, corrosiva,
 6      7|      casi siempre mudo, sin más elocuencia que la de los ojos, ciertas
 7      7|      había ablandado el alma la elocuencia de Mesía! ¡Qué grande contemplaba
 8      9|          estaba ella segura. La elocuencia del Magistral en el confesonario
 9      9|   arrojase la pepita de oro. La elocuencia era aquello, hablar así,
10      9|        también solía hablar con elocuencia, al alma, ¡vaya!, pero en
11      9|   miradas le revelaban con muda elocuencia; sería virtuosa siempre,
12     10|      que reclamaban con suprema elocuencia, inspirados por la justicia,
13     10|        sandeces le diría con la elocuencia que ya se le ocurriría a
14     11|         estaba satisfecho de su elocuencia, seguro de haber producido
15     11|         Roma en el púlpito, con elocuencia entonces espontánea, con
16     11|    director espiritual. Aquella elocuencia de ayer era falsa, no me
17     12|    entusiasmo de los fieles. Su elocuencia era espontánea, ardiente;
18     12|      comprendiera y sintiera la elocuencia del apóstol, a no ser algún
19     12|  familiar. En tales momentos su elocuencia era sincera; cuando traía
20     12|    ahora la virtud del otro, su elocuencia, su culto romántico de la
21     15|       una estatua rústica de la Elocuencia prudente y cargada de experiencia.~ ~
22     19|        Santa Teresa. I. ¡Cuánta elocuencia en un letrero! ¡Estás sola!
23     21|     decírselo con la más eficaz elocuencia que pudiera.~ ~ Tuvo bastante
24     21|        suavidad, la dulzura, la elocuencia, las caricias fueron los
25     24|      Saboreaba el triunfo de su elocuencia. Ana disimulaba mal la impresión
26     25|       No oía al jesuita, oía la elocuencia silenciosa de aquel hecho
27     30|         efecto, con tal calor y elocuencia exponía «las razones que,
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