Cap.

 1      1|        había peligro, el Magistral, olvidado de los campaneros, paseaba
 2      5|       aquellas mujeres ya se habían olvidado de ella. Tarsila, Obdulia,
 3      5|       expresa de las tías. Se había olvidado todo, incluso el republicanismo
 4      5|             todo, todo ha sido aquí olvidado. Pues bien, todo esto lo
 5      8|          por completo. ¡Antes había olvidado a don Saturnino, que yacía
 6     11|            los codos sobre la mesa, olvidado ya del Papa infalible -;
 7     13|             allí como si la hubiese olvidado. La inocencia de Edelmira
 8     13|         anterior. ¡Paco ya lo había olvidado!, no pensaba más que en
 9     13|    Saturnino en cuclillas, inmóvil, olvidado por todos los presentes.
10     14|           estío...~ ~ El Magistral, olvidado de las estrellas, dejó el
11     15|             la mirada, sin alentar, olvidado del mundo entero menos de
12     15|         confesando culpas que había olvidado el otro día».~ ~ -¡Sus pecados! -
13     16|          Cosa extraña! Ana se había olvidado del Magistral desde la tarde
14     16|         confesar..., ¡y se me había olvidado!, y ahora él adelanta la
15     17|           la jaqueca.~ ~ «¡Se había olvidado de su mentira!» Explicó
16     17| remordimientos por haber engañado y olvidado a aquel santo varón, que
17     17|          baja dijo:~ ~ -Se me había olvidado advertirle que... el lugar
18     21|        Mucho tiempo lo había tenido olvidado, pero un día se le ocurrió
19     21|           había despreciado y hasta olvidado aquellos rumores que llegaban
20     22|             a esconderse. Lo habían olvidado en la sala, cerrada con
21     22| dificultades para entrar. Se habían olvidado ciertos pormenores y la
22     22|            amigo abandonado, pronto olvidado del mundo entero; estaba
23     23|         habían sido un poco de aire olvidado, le parecía a la Regenta
24     24|           lo encontró.~ ~ Ana había olvidado casi la polka; Mesía la
25     25|       temblorosa, grave y dulce..., olvidado de las fatigas del trabajo
26     29|           Sí, Kempis, a quien había olvidado, tenía razón; donde quiera