Cap.

 1      5|      virtud efectiva.~ ~ -«¡Qué diablo, alguna había de haber!»~ ~
 2      5|       encomendarse a Dios ni al diablo, detuvo a las de Ozores
 3      7|         se despidió.~ ~ -¡Pobre diablo! -dijo Mesía.~ ~ -Es pesado
 4     11|       usted, señor Foja o señor diablo...~ ~ -Y el vulgo, es claro,
 5     13|     quería ver al confesor y al diablo, al tentador, uno enfrente
 6     13|       algo como San Miguel y el Diablo, pero el Diablo cuando era
 7     13|     Miguel y el Diablo, pero el Diablo cuando era Luzbel todavía;
 8     13|   cuando era Luzbel todavía; el Diablo Arcángel también; los dos
 9     16|         oculta, burlona como un diablo. Pronto volvía la fe, que
10     16|          los tiene a pares; uno diablo y otro santo. ¡Así en la
11     17|    voces que la Santa llama del diablo..., pero en estos pasajes
12     19|       podía menos. Además «¡qué diablo!, mayores bellaquerías había
13     20|  Alancardan, o san Cardan o san Diablo!, pues... que...» -No sabía
14     20|          para qué? «Para que el diablo haga a esa señora caer en
15     20|        él era sensualista, ¡qué diablo!, la sensualidad, pensaba,
16     21|          era poca formalidad. «¡Diablo de chicas!», iba pensando.
17     25|       espiritual... es un pobre diablo. ¡Oh, pero por quien soy...! ¡
18     25|       pagaderas a la vista. «El diablo harto de carne...», le decía
19     26|         No, señora; es un pobre diablo. Tenía que acabar así. Pero
20     26| superioridad diabólica. Y aquel diablo, aquel malhechor se arrojaba
21     26|       encomendarse a Dios ni al diablo, en cuanto la vio salir
22     27|         suerte, a sarcasmos del diablo que se burlaba de él y de
23     28|        gozando lo que ella y el diablo sabían, se incrustaba en
24     29|       dentro del cuerpo; sí, el diablo se le había reído en las
25     29|         movió. Que se fueran al diablo. Él estaba pensando en Tomás