Cap.

 1      6|          cuando entraba don Amadeo Bedoya, capitán de artillería,
 2      6|            bibliófilo. La llave de Bedoya era la que el conserje había
 3      6|        muchos paisanos, y el mismo Bedoya se animaba al trabajo con
 4      6|            no se sabía de ellos, y Bedoya era de esa clase de eruditos
 5      6|             el polvo por el polvo, Bedoya era más subjetivo, como
 6      6|         era su orgullo. Así es que Bedoya, seguro de aquella superioridad,
 7      6|           Bermúdez.~ ~ Después que Bedoya salía del Casino, pasando
 8      6|           las manos con el capitán Bedoya que le negaba la existencia
 9      8|            Regencia.~ ~ El capitán Bedoya, el gran anticuario, murmuraba
10      8|         pícaro; y con escándalo de Bedoya y de Bermúdez hasta había
11      8|            lo único que al capitán Bedoya le parecía digno de respeto
12      8|         del capitán. El implacable Bedoya, asiduo tertulio de la Marquesa,
13      8|            mismo en París...! Pues Bedoya, al que le aducía este argumento
14      8|       polvo.~ ~ -¿Ve usted? -decía Bedoya.~ ~ -¿Qué?~ ~ -La madera
15     16|         tenía palco para su hija), Bedoya, un escribano famoso por
16     20|            que fuesen), el capitán Bedoya, el coronel Fulgosio, desterrado
17     20| desgarrador, como decía el capitán Bedoya. Hubo interrupciones y entonces
18     20|        Homo homini lupus -advirtió Bedoya el capitán.~ ~ El coronel
19     30|           ni Ronzal, ni el capitán Bedoya ni el coronel Fulgosio.~ ~
20     30|            Ronzal, ni Fulgosio, ni Bedoya, que, según se decía, eran
21     30|        presta a tales enredos... y Bedoya, que al fin es militar...~ ~
22     30|      asistido a muchos, y Ronzal y Bedoya en su vida habían intervenido
23     30|     francesa que le había prestado Bedoya. Lo único original allí
24     30|           carabina de Ambrosio.~ ~ Bedoya pensó que don Víctor era
25     30|           lleno de remordimientos. Bedoya había acompañado a Mesía,