Cap.

 1      1|      heroína de sus novelas.~ ~ ¡Ah, cuánta felicidad había
 2      2|      conversación diciendo:~ ~ -¡Ah, pícara memoria! Don Fermín,
 3      3|          miserable joyero!»~ ~ «¡Ah!, debía confesar que el
 4      7|         El sabihondo ese...~ ~ -¡Ah!, ¿don Saturnino? Pues tampoco
 5      9|         la virtud. ¿Por qué no? ¡Ah!, y después, cuando se llegaba
 6      9|       seña... sí, a nosotras es. Ah, son ellos, sí...~ ~ -¿Quién?~ ~ -
 7      9| cincuenta piezas de percal.~ ~ -¡Ah, no señora! Es mi obligación...
 8     10|        Fermín y repiquen gordo. ¡Ah!, y por el verano a Palomares,
 9     12|             Sí, sí, eso sí.~ ~ -¡Ah!, oye; la licencia para
10     13|       satisfecha y murmuró:~ ~ -¡Ah, señor Provisor...!~ ~ -
11     13|      despacho equivocada...~ ~ -¡Ah!, usted dispense -dijo -, ¿
12     17|      Quién?~ ~ -Don Fermín.~ ~ -¡Ah! Bien, bien... ¿Para qué? ¿
13     18|       hacía una inmundicia.~ ~ «¡Ah, sí! Ella estaba dispuesta
14     18|       mismo Paco ¿qué pensaría? ¡Ah Regenta, Regenta, si venzo
15     19|          si hay novedad, avisar. Ah, y no echarle encima demasiada
16     20|          así, del Casino. Pero, ¡ah!, señores diputados, ¿por
17     22|          Pero, señor mío...~ ~ -¡Ah...!, ¡señor de usted...,
18     22|        Es su hija de usted.~ ~ -¡Ah grandísima hipocritona,
19     22|          el majo del cabildo... ¡Ah, barragana, si os cojo a
20     24|       tiene enamorado de veras. ¡Ah, infame!, quien tal hizo
21     25|           ahí en la sala...~ ~ -¡Ah...!, me alegro.~ ~ Entró
22     25|         malicia torpe y grosera. Ah, porque ella estaba tocada
23     26|      conversiones detrás de sí. ¡Ah, don Pompeyo, no sabe usted
24     27|         dónde he oído yo eso...? Ah, ya...~ ~ Y se atragantó
25     28|         la liga es de Petra?~ ~ -Ah, sí; estoy absolutamente