Cap.

 1      1|   Obispo joven, por ejemplo. Echaba sus cuentas: él estaba muy
 2      1|     traje en cuanto la viuda echaba a andar. Ajustábase de tal
 3      2|    lo don Basilio, y como lo echaba hacia el cogote, parecía
 4      6| asomaba una discusión, se le echaba tierra encima y a callar
 5      8|     de Obdulia; una oreja le echaba fuego. Estaba excitada,
 6      9|  querían llevársela. El mozo echaba fuego por los ojos.~ ~ -¿
 7     10|  veces; ya sin tino, todo lo echaba a tierra; sonaba sin cesar
 8     13|    En el portal, mientras se echaba el manteo al hombro (y eso
 9     14|  parte el gran esmero que se echaba de ver de poco acá en el
10     18|      menos mal!» Frígilis no echaba de menos nada. Su devoción
11     18|   que lo que él quería, y no echaba de ver que siempre acababa
12     18|      que se le ponía delante echaba a rodar los proyectos de
13     20| excelencias naturales que él echaba de menos en su miserable
14     20|     al paroxismo, la ocasión echaba el resto y la deshonra entraba
15     21|      dos o tres veces, ahora echaba de menos todos los días
16     22|   decía y hacía era leña que echaba en una hoguera. Y volvía
17     22|   los metía en un bolsillo y echaba a correr.~ ~ Algunas noches
18     23|       que perdía la cabeza y echaba por aquellos tubos cónicos,
19     23|     la maternidad, que tanto echaba de menos ahora, con motivo
20     24| hasta la fecha. La del Banco echaba fuego por ojos y mejillas.
21     24|      el lecho, a cuyo embozo echaba mano:~ ~ -¡Lástima que la
22     25|     una madre no hay otro, y echaba, sin pizca de dolor propio,
23     29|  amor: «No hables». Mesía no echaba esto a mala parte; también
24     30|  tirando.~ ~ Y el gran mundo echaba por los dedos la cuenta