Pedro Antonio de Alarcón
El sombrero de tres picos

- XXVI -

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XXVI -

Reacción

   El Corregidor seguía en la cama, tal y como acababa de verlo el tío Lucas por el ojo de la llave.

   -¡Qué bien sudo, Garduña! ¡Me he salvado de una enfermedad! -exclamó tan luego como penetró el Alguacil en la estancia - . ¿Y la señá Frasquita? ¿Has dado con ella? ¿Viene contigo? ¿Ha hablado con la Señora?

   -La Molinera, señor -respondió Garduña con angustiado acento - , me engañó como a un pobre hombre; pues no se fue a la Ciudad, sino al pueblecillo..., en busca de su esposo. Perdone Usía la torpeza...

   -¡Mejor! ¡mejor! -dijo el madrileño, con los ojos chispeantes de maldad - . ¡Todo se ha salvado entonces! Antes de que amanezca estarán caminando para las cárceles de la Inquisición, atados codo con codo, el tío Lucas y la señá Frasquita, y allí se pudrirán sin tener a quien contarle sus aventuras de esta noche. Tráeme la ropa, Garduña, que ya estará seca... ¡Tráemela, y vísteme! ¡El amante se va a convertir en Corregidor!...

   Garduña bajó a la cocina por la ropa.

***

 


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