Cap.

  1      1|           de saber y de ignorancia, era el carácter distintivo de
  2      1|            que ganaba terreno, pero era con lentitud; entretanto
  3      1|     espantoso error. Matar infieles era la grande obra meritoria
  4      1|            la ciencia que adquirían era sólo el medio criminal de
  5      1|             distintivo de la época, era la lucha establecida y siempre
  6      1|           reyes señores de señores, era el principal obstáculo que
  7      1|           de todos. Por otra parte, era de notar el poder no reprimido
  8      1|       torpemente arrastrar.~ ~ Este era el estado de las costumbres
  9      1|         época de nuestra narración, era tan débil ya la guerra que
 10      1|            a la de Portugal.~ ~ Tal era también el estado político
 11      2|       veinticinco años: su personal era bueno, y, sin embargo, no
 12      2|          modo que pudo oírlo el que era objeto de la consideración
 13      2|            la seguridad personal no era olvidada de los caballeros
 14      2|             un observador imparcial era una distinción cariñosísima
 15      2|         seguidos de Hernando.~ ~ Ya era a la sazón cerrada y oscura
 16      2|           probó otras tantas que no era ocasión de bufonadas, y
 17      2|              pues, con su suerte, y era tanto el silencio y la igualdad
 18      3|            espléndidos de la época, era tío del rey don Enrique
 19      3|           armas, para las cuales no era su carácter muy a propósito,
 20      3|             al bello sexo; y lo que era peor, notábase también que
 21      3|      templad este puñal.~ ~ Pero ya era tarde: la condesa había
 22      3|            pudiese conocerse que no era obra de magia o de encantamiento.~ ~ ~ ~
 23      4|         trasladar a nuestro lector, era una rareza en el siglo XV.
 24      4|             entre nosotros se usan, era el mueble que más llamaba
 25      4|    habitación de que ciertamente no era él el dueño. Después de
 26      4|             ocupaban su cabeza, que era en realidad mejor y mas
 27      4|        ambición. En una palabra, no era el malvado bastante impío
 28      4|     cualquier otro; contaba con que era bueno para ejecutar, y a
 29      4|            de talento, de creer que era sumamente dificultoso escudriñar
 30      4|              Don Enrique de Villena era rico por sí, es verdad,
 31      5|            de su fiel Bravonel -tal era el nombre del poderoso alano
 32      5|          Villena».~ ~ -Bien, lo ; era la señal convenida para
 33      5|             el desdichado doncel no era lo más a propósito para
 34      6|              Don Enrique de Villena era de corta estatura; sus ojos,
 35      6|             con él hablaban; su voz era hueca y sonora, calidades
 36      6|            De Ferrus dijimos que no era el malvado bastante impío
 37      6|          contrario, asegurar que no era el impío bastante malvado
 38      6|          Difícil nos sería decir si era o no religioso; nos contentaremos
 39      6|           que nadie podrá juzgar si era la religión para él un instrumento
 40      6|     interlocutor que enfrente tenía era un mancebo que en caso de
 41      6|        árabes en Castilla. Su color era moreno, sus cabellos negros
 42      6|         aquella manera los manejaba era un hombre generoso, franco,
 43      6|         amartelamiento, que el amor era la primera pasión del joven.
 44      6|      marcial a su fisonomía; su voz era varonil, si bien armoniosa
 45      6|    indicados. Verdad es que el plan era diabólico, y tanto había
 46      6|            recogiendo velas - , que era mi objeto llevar completamente
 47      7|           conde manifestaba desear, era sueño, puesto que se había
 48      7|             objeto de sus obsequios era aquella misma Elvira en
 49      7|          adúltero, sino la ambición era quien a tan descortés procedimiento
 50      7|       Enrique obligaba. Empero ésta era la verdad: por una parte
 51      7|          lectura propia de mujeres. Era éste el Amadís de Gaula.
 52      7|           más que nada en el mundo; era éste un mancebo generoso
 53      7|            Pérez, por el contrario, era siempre el mismo que en
 54      7|           niña Elvira; pero ésta no era ya la amante que se había
 55      7|          desgracia, su virtud misma era su mayor enemigo; la confianza
 56      7|     desprevenido propietario.~ ~ No era, pues, la lectura de Amadís
 57      7|            pudiera convenirle; pero era tanto más disculpable cuanto
 58      7|           positivamente determinada era el síntoma predominante
 59      7|           de Albornoz; y la soledad era el gran recurso de su imaginación.
 60      7|             disposición de ánimo no era, ciertamente, la más favorable
 61      7|      satisfacer: en primer lugar no era ella la única Elvira que
 62      7|   bulliciosa que con su prima traía era causa y efecto.~ ~ -No me
 63      8|     aplazado para el día siguiente, era probable que tratase de
 64      8|            conocer cuán dificultoso era, si no imposible, introducir
 65      8|             cerbero del alcázar, no era del mejor agüero para nuestro
 66      8|         cabello, tendido cuan largo era, velaba sus hombros, su
 67      8|            casualidad, fuese porque era el que más había dormido,
 68      8|           sábado de hechiceras, que era la especie de gentes que
 69      8|           de la infeliz Elvira, que era todo oídos, pues nada alcanzaba
 70      8|          desvanecida!~ ~ El diálogo era en todas sus partes destrozador
 71      8|             los dos que hablaban, y era, efectivamente, tan penetrante
 72      9|       alquimístico (cuya entrada no era a todos permitida), presentaba
 73      9|            extraña ausencia.~ ~¿Qué era del primer escudero? ¿Qué
 74      9|          acertaste. ¡Es mi hombre! ¿Era el músico?~ ~ -Sin duda,
 75     10|          sido la serenata dedicada. Era evidente que el trovador
 76     10|              empero, a la condesa? ¿Era acaso Elvira el objeto de
 77     10|    necesitaba algún auxilio, y cuál era la causa de aquel ¡ay! doloroso
 78     10|        llamo al paje y le dijo cómo era inútil que guardase por
 79     10|        acarreado su generosidad.~ ~ Era para Elvira evidente que
 80     10|           sucedido a la catástrofe. Era de presumir que el muerto
 81     10|        herido fuese el músico; pero era imposible saber nada a punto
 82     10|          para dar paso al paje, que era sin duda el que iba a entrar,
 83     10|             su suerte mejorada. ¿No era, por otra parte, muy posible
 84     10|          quién suponía que el hecho era imposible, en vista de que
 85     10|         veía clara la verdad.~ ~ No era, sin embargo, menos cierto
 86     10|            perseguirlos por la mina era caso imposible, puesto que
 87     10|            puertas los encubiertos, era claro que habrían ido cerrándolas
 88     11|      anteriores capítulos descrita, era un imperfecto y pálido remedo
 89     11|            y la severidad; su andar era lento y su voz flaca.~ ~
 90     11|             en algunas procesiones, era ricamente recamado de oro
 91     11|             creído públicamente, no era lícito, ni aún a los mayores
 92     12|           ha sido violento - , pero era preciso ser maestre de Calatrava.~ ~ -
 93     12|   indispensable. ¿No os dije yo que era él? Ved si ha estado detrás
 94     12|          indisputable que el músico era Macías, y nosotros, que
 95     12|        puerta inmediatamente. Alvar era el montero a quien en la
 96     12|          usado?~ ~ -Ayer noche todo era pedir que se le condujese
 97     12|          cuanto os encargué? ¿Quién era el músico, juglar? Acabad
 98     12|            corte, siendo así que no era la causa que él había pensado
 99     13|       caballero de las armas negras era el que tañía...~ ~ -Lo ...
100     13|                  Llegó? ¿Con que no era él el?... ¡Yo os bendigo,
101     13|        activa en el mal hecho no le era lícito a Elvira imaginarlo
102     13|         imaginarlo siquiera.~ ~ Así era la verdad: hidalga sangre
103     13|             rectos sentimientos; no era uno de los pocos hombres
104     13|    preocupaciones de su siglo; pero era en sus acciones hidalgo,
105     13|     oponerse de hecho a sus deseos: era forzoso obedecer y callar
106     15|           Doliente rey. Su estatura era pequeña, su tez pálida y
107     15|            tinieblas de la noche, y era la expresión de toda su
108     15|           adusta gravedad. Su traje era un largo y amplio balandrán
109     15|            padre Abrahem Abenzarsal era ya físico del rey don Pedro
110     15|           Abrahem.~ ~ -El ramillete era de Elvira; el caballero,
111     16|             de la mayor privanza, y era no poco afecto a supersticiones
112     17|       Villena, como tío segundo que era de Su Alteza, el lugar preeminente,
113     17|            me privase de mi esposa; era preciso que la calumnia
114     17|           no podía adoptar otra. No era, además, seguro que la acusadora
115     17|          podía apenas atender. ¡Tal era la impresión que la palabra
116     18|            saber definitivamente si era su esposa la que, por obsequio
117     18|            con más cuidado le traía era la circunstancia de haber
118     18|          aquel momento Hernán Pérez era de éstos; el menor ruido
119     18|        hablar desde que don Enrique era maestre, desde que iba a
120     19|            alto puesto que anhelaba era, sin embargo, bastante apetecible
121     19|          los más de los caballeros. Era generalmente querido, y
122     19|             fundamentalmente que no era su virtud favorita, pues
123     19|          falta de las propias. Pero era el mal que en la corte de
124     19|         peregrinas habilidades, que era la mayor parte del tiempo,
125     19|            este ligero bosquejo que era don Luis hombre positivo
126     19|            se vio suplantado porque era objeto de la querella. «
127     19|           en apoyo de esta opinión; era evidente para él que don
128     19|            que no sabremos decir si era fácil ya que sucediese,
129     19| atrevimiento en tan solemne reunión era a preguntar, en voz imperceptible,
130     19|          que un cuerpo. Ahora bien: era cosa sabida que el demonio
131     19|             de negocios, de lo cual era forzoso inferir que don
132     19|          cuanto que a todo tirar no era realmente de las mejores.~ ~
133     19|             don Enrique había sido, era y sería eternamente nigromante
134     19|            que había sido asimismo, era y sería eternamente el asesino
135     19|             dos puntos principales, era consecuencia forzosa el
136     19|         residente en Calatrava, que era la voluntad del mayor número
137     19|            las maquinaciones de que era teatro la parte del alcázar
138     20|             qué necio, yo creía que era la conversación... ¡Qué
139     21|             menos se espera. El oso era enemigo del hombre antes
140     21|             alumbraba la habitación era una lámpara de que sólo
141     21|          hecho adoptar a la dormida era tan elegante como puede
142     21|             ansiosas miradas.~ ~ No era, sin embargo, el descanso
143     21|           la fantasía de una bella; era el sueño fatídico de una
144     21|        porque te hablo, porque ésta era la felicidad que anhelaba
145     22|           dos combatientes, pues no era difícil inferir que a pelear
146     22|          menos arriesgado de lo que era y debía ser realmente; en
147     22|    insinuante persuasión del físico era preciso no haber conocido
148     22|            de un semejante suyo, no era bastante malvado para arrostrarla. ¡
149     22|       tiempo, entretanto, corría, y era forzoso decidirse presto.~ ~ -
150     22|        Enrique, que su constelación era que les perdiese mi intriga.~ ~ -
151     22|            Esperad. ¿Y sabéis quién era el músico?~ ~ -No me creo
152     22|             Y queréis decirme quién era la dama enlutada que acusó
153     22|          pudiera hacerle conocer si era realmente tan culpada su
154     22|    espantado del sitio del combate, era el único rumor que en gran
155     22|          llevar, cayendo cuan largo era, había abierto más sus heridas,
156     22|            otros tres al auxilio; y era evidente que Macías no hubiera
157     22|          muerto! -y cayó cuan largo era.~ ~ Al oír esta exclamación
158     22|              Voto va!, ¿y qué pieza era ésa que estaba ahí tendida?~ ~ -
159     23|           de las acciones de Elvira era culpable; por un exceso
160     23|           al conde, de quien al fin era escudero su esposo, un principio
161     23|          que iba a granjearse; pero era demasiado perspicaz para
162     23|          para no conocer cuán falsa era la posición en que estaban
163     23|          sólo se hubiera sabido que era ella la acusadora, del modo
164     23|       ocurrírsele un momento antes: era inocente; declararía a su
165     23|             cámara de Su Alteza, no era posible que se enredasen
166     23|          que ninguna de sus heridas era mortal, con tanta seguridad
167     23|         Ahora bien: sabido esto, no era difícil que la pública maledicencia
168     23|              cuya natural prudencia era pública, tratando de evitar
169     23|           al hidalgo, que aunque no era caballero, era marido, y
170     23|            aunque no era caballero, era marido, y según malas lenguas
171     23|          propalar estas especies no era, en verdad, servir amistosamente
172     23|           acreditado caballero como era Macías, y de hacer desaparecer
173     23|             de los dos combatientes era su señor, pero luego que
174     23|             todo caso lo más seguro era separarlos, y sólo al asir
175     23|              y sólo al asir del que era realmente su amo, le había
176     23|             conocido. No sabemos si era su intención favorecer,
177     24|          rey don Enrique; pero esto era, en realidad, resistirse
178     24|      ínterin, y sólo Luis de Guzmán era el que no perdonaba medio
179     24|      esperaba; pero el rey Doliente era demasiado justiciero para
180     24|             su partido. Don Enrique era, entretanto, el mejor librado,
181     24|         hacía más papel que Macías; era raro el día que no tenía
182     24|            lo mejor que podía hacer era aventurar alguna pregunta;
183     25|              la orden de caballería era en aquel tiempo la más alta
184     25|             aquella noble cofradía. Era preciso ser hidalgo por
185     25|         menos de tres generaciones; era preciso haber dado pruebas
186     25|             públicamente el doncel, era porque habiéndole tomado
187     25|          denigrante, sino que antes era tan honorífico, que muchísimos
188     25|         sólo en grandes peligros le era lícito tomar armas por sí
189     25|             del maestresala, que ya era por sí una dignidad, aunque
190     25|             conde de Cangas y Tineo era un personaje bastante calificado
191     25|        dulcemente sus instrumentos. Era gran gusto oír la desacorde
192     25|           se llegaba a presumir que era una persona y no una estatua
193     25|            la fijación de sus ojos, era preciso creer que un maleficio
194     26|      personajes de nuestra historia era bien precaria. No hablemos
195     26|           sino la suya propia, pues era condición de tales juicios
196     26|           semejante tardanza, si no era a las brujerías de don Enrique
197     26|         Villena. Mientras tanto, no era menos cierto que Elvira
198     26|            La conducta de su esposo era incomprensible, al mismo
199     26|       venganza contra el doncel, no era más feliz. Había llegado
200     26|        debía estar seguro ya de que era la acusadora de don Enrique;
201     26|             sus sospechas, que ésta era la única razón por que no
202     26|       esposa, porque creía que éste era, si había alguno, el medio
203     26|            idea de que el contrario era Macías, que pasaba con razón
204     26|  compareciese el día aplazado? Esto era lo que formaba el objeto
205     26|          contra el conde.~ ~ Macías era de todos el menos inquieto,
206     26|           del esfuerzo de su brazo, era para él una gloria, una
207     26|              que Elvira o la muerte era la única alternativa que
208     27|          llegó a cerciorarse de que era yo...~ ~ -Pudiera ser, pero
209     27|            a ella; es imposible; no era culpable...»~ -¿Eso decía?~ ~ -
210     27|       convencerle de cuán temerario era el paso que acababa de dar
211     28|            la del encerrado doncel. Era, efectivamente, aquélla
212     28|           parte; y ¿cómo no amarle? Era, pues, tan inocente como
213     28|           en tal estado, que así le era fácil sacudir el yugo, como
214     28|          donde Macías había entrado era compuesta de dos altas hojas,
215     28|          voluntad. Efectivamente no era mi estrella cazar hoy. De
216     28|            en su exterior se notaba era, comparada con el desorden
217     28|            no se escape sobre todo; era el favorito de Su Alteza,
218     29|           tener presente cuán serio era el lance, prima mía, para
219     29|            condescendencia? ¿En qué era, pues, risible? ¿En amarme?
220     31|       manera su primer pensamiento, era nada menos que el mismo,
221     31|            por mejor decir, el amor era mi constelación. Encontrando
222     31|            mundo una mujer heroica, era mi destino ser un héroe.
223     31|           amor, ¿quién lo creyera?, era el único que no debía dejar
224     31|       arrojándose hacía la ventana. Era tarde, empero. Macías se
225     32|          maestrazgo de Calatrava, y era una de las primeras que
226     32|          irregulares callejones. No era, sin embargo, tan pequeña
227     32|      eclesiásticos de Jaén, no sólo era la iglesia parroquial, sino
228     32|        iglesia parroquial, sino que era una obra moderna que no
229     32|          sombrío y viejo, que si no era de los más fuertes y afamados
230     32|          centro de sus operaciones. Era fama por el país que, en
231     32|        encerrando en el castillo, y era todo su placer, cuando veía
232     32|            redes de su pérfido amor era contestarlas como le había
233     32|         dolor y sentimiento.~ ~ Tal era la explicación que se daba
234     32|          muchos aficionados, porque era común opinión que el que
235     32|           del castillo presidía.~ ~ Era igualmente aborrecido el
236     32|       tercera maravilla de Monilla. Era ésta una casa no muy grande,
237     32|         suficientemente que aquélla era la posada, o parador, o
238     32|          alta y piramidal chimenea, era todo el mueblaje, si se
239     32|             superficie de cada mesa era tan desigual como la superficie
240     32|          construcción de los bancos era un tanto cuanto picaresca
241     32|            hablar con su huésped, y era preciso sujetar al rebelde
242     32|             candil, cuya materia no era fácil adivinar al través
243     32|            corpulento arcón que así era de paja como de cebada,
244     32|         señor; pero, fuera de esto, era preciso confesar que entre
245     32|            para con el forastero no era preciso ser un lince para
246     32|         lince para inferir que éste era hombre que disponía de más
247     32|            mis dudas, pesia a mí. Y era cierto que hacía ya algún
248     32|            conmigo todas mis dudas; era tarde ya, y  efectivamente
249     33|             parte que él sabia, que era lo muy bastante para poner
250     33|             pude a la pared; el que era se asomó, efectivamente,
251     33|           de una espada rota. ¡Ésta era la osera!, dije para mí;
252     33|         fuese, reconocí los trozos; era la espada de mi señor. ¿
253     33|              Más claro, Peransúrez. Era fuerza, sin embargo, asegurar
254     33|           de que don Luis de Guzmán era el que, por su posición
255     34|        persona~ ~ ~ ~A más que esto era obligado.~ ~ ~ ~Rom. de
256     34|              Por otra parte, Ferrus era hombre fríamente malo y
257     34|         hablar por esta causa. Éste era hombre duro y fiel: por
258     34|            a población, y en que si era fácil impedir la entrada
259     34|       entrada a los extraños, no lo era tanto estorbar que tuvieran
260     34|            de su propio viaje. Ésta era la verdadera causa de aquella
261     34|     arrojado intento.~ ~ Entretanto era varia la posición de los
262     34|       ejemplo, pero ni sabían quién era ni le habían vuelto a ver.
263     34|             que esto y no otra cosa era cada paredón del castillo.
264     34|             y espaciosa plataforma. Era preciso, pues, pasar la
265     34|             sucedía a la sazón, que era dueño de él el conde de
266     34|  columbraban las temerosas sombras, era cuando solía mezclarse con
267     34|           voz aguda y dolorosa, que era la que tenía espantada la
268     34|         suspendidas en las paredes, era el departamento principal.
269     34|           gesto displicente. El uno era Ferrus. En su rostro brillaba
270     34|       méritos y esperanzas. El otro era Rui Pero. Su continente
271     34|             Rui Pero. Su continente era el de un hombre, por el
272     35|          dirigiéndose a Ferrus, que era el más afectado del licor - ,
273     35|          medio y sus copas delante. Era cosa de ver la figura que
274     35|           sus palabras que la torre era el lugar del castillo destinado
275     35|   prisionero. Estaban en ella, pero era indispensable hallar una
276     35|        punto a esto convinieron que era preciso ponerse en manos
277     35|             la sazón en aquel punto era un mancebo profundamente
278     35|      aquella extraña sombra, que no era otra cosa lo que a su vista
279     35|           No -continuó -. ¡Hernando era montero! -y volvió a quedar
280     35|          porque si bien su estatura era muy diversa, también era
281     35|            era muy diversa, también era de advertir que habían entrado
282     35|           todo se lo parecía cuando era hecho en obsequio de su
283     36|      silencio y cuidado con que les era indispensable proceder,
284     36|          Dolor hoy se vuelva lo que era alegría.~ ~ ~ ~La copa alevosa,
285     36|           Dolor no se vuelva lo que era alegría.~ ~ ~ ~Mas ¡ay!
286     36|            forzosamente la prisión, era caso imposible, en vista
287     36|       relevaba antes del alba, como era de pensar, acaso no sería
288     36|          puente del castillo, donde era más que probable que no
289     36|            a su salida, siendo como era ya la hora a que había dejado
290     36|          alarma, y en pocos minutos era el castillo todo un teatro
291     36|        paladines... en una palabra, era el castillo todo desorden
292     37|            cómo sabía que su esposa era la acusadora de don Enrique
293     37|      imprudente generosidad, que no era tiempo ya de remediar, la
294     37|           podía pesar de ello; pero era bien triste reflexionar
295     37|             en voz alta repitió que era llegado el día en que aquél
296     37|            permitirás, señor...!~ ~ Era tarde ya, empero, para deshacer
297     37|         cada ruido que se oía; todo era para ella preferible al
298     38|              y exigióme ciento. ¿No era bastante andar un día entero
299     38|         brillante como el ébano. No era ya aquella perfecta hermosura
300     38|            manifestaban cuán grande era su pesar. Seguíala al lado,
301     38|          más de lejos le veían, que era Mateo Sánchez, verdugo de
302     38|      hermosa continencia. Su rostro era el único que estaba en contradicción
303     38|             aún su indignación.~ ~ ¿Era posible que Ferrus hubiese
304     38|        aquel trance, que su demanda era justa y buena, y que no
305     38|             que más animado parecía era nuestro montero, a quien
306     38|             suspensión del combate. Era tarde ya, sin embargo. Convencido
307     38|          ora queriendo descifrar si era, efectivamente, su antigua
308     38|     limpióse el rostro del vencido: era el generoso don Luis de
309     39|      prisioneros se había escapado. Era, en verdad, el más importante;
310     39|             Andújar tan presto como era su intención, a pesar de
311     39|            aquel subterráneo, si no era el monótono rumor del torrente,
312     39|            se ponía a su paso; pero era evidente que hallándose
313     39|      gritando -: ¡Pieza! ¡pieza! No era digno el infame de morir
314     39|          que privado de su amo, que era el único que podía hacerle
315     40|       proporciones agradables. Esto era todo lo que se podía decir.
316     40|            sepulcro. Efectivamente, era la loca.~ ~ -Loca -le dijo
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