Cap.

  1      2|          Habéisle conocido?~ ~ -Es Hernando, criado del Doncel.~ ~ -¿
  2      2|          de común con la venida de Hernando?~ ~ -Mucho; me temo que
  3      2|                Y en qué estamos de Hernando y de su comisión? -interrumpió
  4      2|            quiere ser maestre; que Hernando puede traer noticias de
  5      2|      caballeros - que la venida de Hernando nos traería novedades de
  6      2|         bajo?~ ~ -Sí; él es...~ ~ -Hernando es el otro.~ ~ -¿Qué apostáis
  7      2|        ambicioso juglar y detrás a Hernando con entrambos caballos de
  8      2|      nuestros viajeros seguidos de Hernando.~ ~ Ya era a la sazón cerrada
  9      5|            mesa ardía, aquel mismo Hernando que tan intempestivamente
 10      5|          del monte enmarañado.~ ~ -Hernando -dijo por fin el angustiado
 11      5|     tañerás de acogida? -respondió Hernando.~ ~ Debemos advertir para
 12      5|            diálogos sucesivos, que Hernando, hijo de un montero de don
 13      5|      montero. Sólo se le conocía a Hernando un flaco, que contrapesaba
 14      5|            La pregunta que acababa Hernando de dar por respuesta al
 15      5|       quien se dirigía.~ ~ -Nunca, Hernando, nunca -repuso el atribulado
 16      5|     nigromante de...~ ~ -Silencio, Hernando; haces mal en ofender al
 17      5|        salgo con la res.~ ~ -Bien, Hernando; pero el venado de los montes
 18      5|           tañer de sencilla *.~ ~ -Hernando, calla, calla por Dios y
 19      5|        parece que no habrá sufrido Hernando cuando ha oído esta tarde
 20      5|                Seguiré tu consejo, Hernando -repuso el caballero lanzando
 21      5|            Madrid. Recógete, pues, Hernando, y descansa.~ ~No había
 22      5|         tambor.~ ~ -Bravonel -dijo Hernando acercándose y dándole una
 23      5|    silencio!~ ~ Lamió las manos de Hernando el animal, más tranquilo
 24      5|          sonaron en la puerta, que Hernando se acercó a abrir, preguntando
 25      5|           que la emitía.~ ~ -Abre, Hernando; es la señal -dijo en oyéndola
 26      5|           de don Enrique!~ ~ Abrió Hernando la puerta, y Jaime el pajecillo,
 27      5|     alcázar de Madrid.~ ~ Retiróse Hernando, obediente a las indicaciones
 28      6|        Señor -respondió Macías - , Hernando y yo no hemos cesado de
 29      6|            que daba a la cámara de Hernando y llamólo en voz baja.~ ~ -¿
 30      6|          monte?~ ~ -Si algo oíste, Hernando, esta noche -dijo el doncel -
 31      8|      ayudaba. No quiso despertar a Hernando, que sordamente roncaba,
 32     14|          se presentó delante de él Hernando, diciéndole con su acostumbrada
 33     14|  desconocidos.~ ~ -¿De qué hablas, Hernando? ¿Quién es esta dama? -preguntó
 34     14|            testigos:~ ~ -Retírate, Hernando -dijo -; yo te llamaré cuando
 35     18|          no le alcanzaría el mismo Hernando, que no hay corza que no
 36     21|            que está decidido -dijo Hernando - que vais a ver a ese astrólogo?~ ~ -
 37     21|                Citóme esta mañana, Hernando -repuso Macías - , y no
 38     21|       juicio, señor!~ ~ -¿Por qué, Hernando?~ ~ -Por el soto de Manzanares,
 39     21|                Así estaba escrito, Hernando; mi negra estrella lo dispuso
 40     21| conjurarlos, ¿por qué no me dices: Hernando, escatima el rastro de aquel
 41     21|          me incomoda? Mal año para Hernando si antes de la luna nueva
 42     21|          bestia.~ ~ -Muchas veces, Hernando, conviene cazar de otra
 43     21|     alzapié.~ ~ -Bien se trasluce, Hernando, que se te alcanza más de
 44     21|      pudiendo cazar.~ ~ -No temas, Hernando, que en el último apuro
 45     21|       pasada.~ ~ Sentóse a un lado Hernando dichas estas últimas palabras,
 46     22|        exclamó Macías -; ¿eres tú, Hernando? ¿Es a ti a quien debo esta
 47     22|            está la fiera allí está Hernando.~ ~ -¡Hernando! -exclamó
 48     22|           allí está Hernando.~ ~ -¡Hernando! -exclamó Macías arrojándose
 49     22|            estaba ahí tendida?~ ~ -Hernando, me recuerdas mi deber;
 50     22|               Esta es buena! -dijo Hernando - Los pícaros lo han llevado. ¡
 51     22|        cogido un venablo.~ ~ -¡Ea! Hernando, esas reflexiones son para
 52     22|          Vamos, señor; ¡vive Dios! Hernando quiere que lo manteen a
 53     23|    Introducido en su cuarto, salió Hernando inmediatamente a buscar
 54     23|           sobrenatural del montero Hernando, quien, luego que había
 55     32|            en Arjonilla a mi amigo Hernando, el montero de Su Alteza!~ ~ -¿
 56     32|           en nuestros abriles. Con Hernando al lado, ya me curaría yo
 57     32|       castillo no he menester yo a Hernando, ni a nadie.~ ~ -¿Vos? -
 58     33|            conde Claros.~ ~ -¿Vos, Hernando, en Arjonilla? -dijo Peransúrez
 59     33|           amigo Peransúrez -repuso Hernando deteniéndose en un ribazo
 60     33|      Refirió en seguida el montero Hernando, lo mejor que pudo y supo,
 61     33|           capítulo XXXI, prosiguió Hernando en la forma siguiente:~ ~ -
 62     33|        verdad, Bravonel? -preguntó Hernando a su hermoso alano, que
 63     33|       saber el fin del cuento, que Hernando había interrumpido para
 64     33|     empresa?~ ~ -¿Cómo si insisto? Hernando -dijo Peransúrez levantándose
 65     33|      denodada?~ ~ -Guardaos, amigo Hernando, de ejecutar tan descabellado
 66     33|          la buena de Dios -replicó Hernando - ¡Bravonel, Bravonel, vamos!
 67     34|          de haberse él recogido, y Hernando, a quien importaba no ser
 68     34|       reuniéndose a toda prisa con Hernando, procedieron a dar el paso
 69     35|        maravillas.~ ~ -¡Prudencia, Hernando! Sepamos lo que nos hacemos,
 70     35|       Peransúrez; es nuestro -dijo Hernando -. Hace la señal del pezuño
 71     35|        vengan...~ ~ -Sí; pero ved, Hernando, que no es lo difícil la
 72     35|      proveerá y mi venablo -repuso Hernando, componiéndose sus hábitos
 73     35|          bajo de la mesa al pie de Hernando, que de puro impaciente
 74     35|           acabar de despertarse; a Hernando, Ferrus, cuyo asombro fue
 75     35|      llevando en la mano izquierda Hernando, que iba delante, una linterna
 76     35|       todas partes.~ ~ -No -repuso Hernando -; aquélla debe ser su prisión: ¿
 77     35|      religioso fervor el hábito de Hernando; éste, inmóvil en su puesto,
 78     35|               Repuesto algún tanto Hernando de su primera sorpresa,
 79     35|            dijo por fin animándose Hernando y descubriendo su rostro - ,
 80     35|      hablad: ¿qué nos queréis?~ ~ -Hernando, ¿sois vos? -exclamó la
 81     35|               Ah! No -continuó -. ¡Hernando era montero! -y volvió a
 82     35|          estupor.~ ~ No pudo menos Hernando, al oírse nombrar por la
 83     35|      Peransúrez, salvémonos -gritó Hernando retrocediendo.~ ~ -¿Adónde?
 84     35|        Vivís aún, señora! -exclamó Hernando al sentirse detenido por
 85     35|            trae a esta prisión?~ ~ Hernando, sumido en el más profundo
 86     35|           salvaros, señora -repuso Hernando - Conocedme, ¡voto va! El
 87     35|    Conocedme, ¡voto va! El montero Hernando, señora, os ha de sacar
 88     35|          sangre.~ ~ Mucho tardaron Hernando y Peransúrez en determinar
 89     35|        Resolvióse unánimemente que Hernando se despojaría del hábito
 90     35|          amanecer.~ ~ Cortó, pues, Hernando el hábito con su cuchillo
 91     35|           sacarle y salir el mismo Hernando del castillo, cosa que a
 92     36|           podía ser. Sacó entonces Hernando la cabeza por la angosta
 93     36|        luna en su ocaso advirtió a Hernando, así como la posición de
 94     36|    fervorosamente se encomendaron. Hernando hizo voto a la Virgen de
 95     36|          reconocieron la hermosa y Hernando, los dejaron suspensos.~ ~ -¡
 96     36|        pared.~ ~ -¡Bravonel! -dijo Hernando -. ¡Bravonel! Vamos, silencio.~ ~ -¿
 97     36|            es quien va! -respondió Hernando lanzando su venablo, el
 98     36|          Venga en hora buena -dijo Hernando, caliente ya el feliz éxito
 99     36|            de sangre que salpicó a Hernando, y a poco el infeliz había
100     36|      soltar el rastrillo? Perplejo Hernando miraba a una parte y otra,
101     36|             Voto va! -dijo por fin Hernando -. Denme a mí la fiera en
102     36|           deliberar, y por último, Hernando decidió que lo más acertado
103     36|       generosa determinación; pero Hernando les convenció, probándoles
104     36|           posición del doncel y de Hernando, aun dado caso que quedase
105     36|           de salvación. Hízole así Hernando, y arrojando sus vestidos
106     37|         exponer sencillamente cómo Hernando, fiel criado del doncel,
107     37|         alguna ni del doncel ni de Hernando. Todos los que conocían,
108     38|     repetidas.~ ~ -¿Habráse salido Hernando con la suya? -dijo el montero
109     38|           armadura del doncel, que Hernando le había dejado, se había
110     39|            en su poder, permanecía Hernando en su puesto con su alano,
111     39|             Quedábale que vencer a Hernando una dificultad. En lo alto
112     39|         Quién va? -preguntó éste a Hernando, luego que le vio acercarse.~ ~ -
113     39|   acercarse.~ ~ -Compañero -repuso Hernando, tratando de ganarle por
114     39|                Malo! -dijo para sí Hernando.~ ~ -No conozco yo la voz
115     39|           Cristo! -exclamó furioso Hernando, viendo que su astucia no
116     39|       disparó su ballesta; recibió Hernando la saeta en el brazo izquierdo;
117     39|         seguida la saeta del brazo Hernando, y pasándola por los talones
118     39|         corría, abalanzóse después Hernando con las llaves a la escalera,
119     39|           hallaba en los brazos de Hernando. No acababa el prisionero
120     39|          ojos.~ ~ -Ea, señor -dijo Hernando, después de una breve pausa - ,
121     39|             Salgamos.~ ~ -¿Adónde, Hernando...? ¿Quién te trajo? ¿Dónde
122     39|           Después, después -repuso Hernando mirando a todas partes con
123     39|            urge el tiempo.~ ~ -No, Hernando; déjame morir en esta soledad -
124     39|               Voto a tal! -exclamó Hernando aplicando el oído -. Me
125     39|              Ven, villano -gritaba Hernando a Ferrus - , ven, juglar
126     39|              él es traidor; ¡muera Hernando, muera!~ ~ Macías, animado
127     39|            de sus contrarios. Él y Hernando se vieron precisados, después
128     39|       prisión. No pudo evitar esto Hernando, ni menos que Hernán Pérez,
129     39|       muerto!~ ~ No osaba llegar a Hernando ninguno de los del castillo
130     39|           Ea, pues, vamos -replicó Hernando, y llevándole siempre asido
131     39|         que se ofreció a sus ojos! Hernando, asomado a una galería sobre
132     39|  explicarse porque no tomase luego Hernando mayor venganza de la catástrofe
133     39|          No concediéndole, empero, Hernando parlamento, y viéndose Ferrus
134     39|            hubo de ceder y ayudó a Hernando como pudo a soltar las cadenas.~ ~ -¡
135     39|       sálvate! -gritó desde arriba Hernando con voz que retumbó en todo
136     39|           voz desesperada Ferrus a Hernando, y al mismo tiempo, cediendo
137     39|          sabías? -gritó únicamente Hernando desesperado, y se precipitó
138     39|       minutos, al mismo tiempo que Hernando le animaba gritando -: ¡
139     39|      pendón real en una almena.~ ~ Hernando, que había tomado a su cargo
140     39|        mayor, no se volvió a ver a Hernando ni a su alano. Se presume
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