Cap.

 1     20|     lágrimas, tan eficaces sus ruegos! ¡No  qué principio de
 2     27|        sois caballero, oíd mis ruegos por piedad. Idos. Soy mujer,
 3     31|       desconfío y tiemblo. Sus ruegos pudieran vencerme... Por
 4     31|      podré yo abrir aunque sus ruegos me ablandaran. Corre en
 5     34|   lecho había sido dispuesto a ruegos del prisionero en la caverna,
 6     35|        ya por sí... A poder de ruegos, en fin, y de observaciones,
 7     36|       amor.~ ~ ~ ~No más a mis ruegos te muestres impía,~ ~ ~ ~
 8     36|  Fueron tales, por último, sus ruegos y sus amenazas, que fue
 9     39| dispensado, que a pesar de los ruegos de doña María de Albornoz
10     39|       de su baja ambición. Los ruegos, sin embargo, de la generosa
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