Cap.

 1      1|            la fe ha pasado, no hay mujer bermejina que se aventure
 2      2| aprendiesen nada. La ciencia en la mujer hubo de considerarse como
 3      4|         presenciar la muerte de su mujer, de un hijo suyo y de otros
 4      5|        chacha Victoria. ¡Qué noble mujer aquélla! Aseguro a V. que
 5      5|            que no he hallado igual mujer en el mundo. Si la hubiera
 6      6|         redonda. Con un vestido de mujer por túnica, una colcha de
 7      6|          de 1794.~ ~ Doña Antonia, mujer de D. José, y sus dos hijos,
 8      8|    completo desenvolvimiento de la mujer. El cabello de Doña Clara
 9      8|          enojo de aquella terrible mujer hace que tiemble D. Valentín
10      8|        como tiene tanto miedo a su mujer y quiere darle gusto siempre,
11      9|            y no muy distante de su mujer.~ ~ El aspecto de Doña Blanca
12      9|          pacífico, enamorado de su mujer en los primeros años de
13      9|           doméstica tiranía de una mujer dotada de voluntad de hierro,
14      9|            La devota sumisión a su mujer añadía a dicha calidad de
15      9|       Ahora, por no desazonar a su mujer, se esforzaba por remedar
16      9|           dijo:~ ~ -¡Válgame Dios, mujer, qué falta de caridad es
17      9|      pecadora de las mujeres. Esta mujer, con el auxilio de la religión,
18     11|          cosa sin mirar antes a su mujer para notar la cara que ponía
19     11|         los fulminantes ojos de su mujer. Casi no se puede describir
20     11|            Cristo y contestar a su mujer lo que merecía; pero el
21     13|            pecador, cómplice de la mujer, en aquel delito cuya consecuencia
22     14|     ocultas. La buena fama de esta mujer aparece aún, después de
23     16|            como si no fuese ya una mujer, como si fuese una niña
24     16|          el fin que se propone una mujer agradando no va más allá
25     16|             Cómo quiere V. que una mujer de diez y seis años ignore
26     16|          de amarle? Pues qué, ¿una mujer de honor, una buena cristiana,
27     17|            llevar y resignarse. La mujer no ha venido al mundo para
28     17|    reconoció en ella un corazón de mujer que antes no había sospechado
29     18|           menos noblemente que una mujer fanática y desatinada, lo
30     18|          no era suyo; no la quería mujer de D. Casimiro; no la quería
31     21|            que tenía por amiga una mujer de mucho mérito.~ ~ Nicolasa,
32     21|           tío Gorico de su primera mujer, alcanzaba fama en casi
33     21|     mientras que Juana, la segunda mujer del tío Gorico, era la propia
34     21|        puede hacerte que sea yo la mujer legítima de D. Casimiro? ¿
35     21|            Dios? Contesta.~ ~ -No, mujer; ¿cómo he de querer yo ofender
36     23|            V. que Paca, la primera mujer del tío Gorico, fue una
37     23|       conciencia le dicta.~ ~ -Esa mujer está loca, P. Jacinto. Esa
38     23|         está loca, P. Jacinto. Esa mujer está loca, y creo que su
39     23|      criminales. ¿No comprende esa mujer de Satanás que la educación
40     24|         Debe de ser repugnante una mujer sin religión!~ ~ -No 
41     24|              No  lo que será una mujer sin religión, ni hubiera
42     24|      tuviera. Lo que  es que una mujer exaltada por el fanatismo
43     25|      Aunque no hubiera habido otra mujer en la tierra... su corazón
44     27|          entrar en la alcoba de su mujer para que no le despidiese
45     27|       estar allí cerca para que su mujer no le acusase de indiferente,
46     27|      consideraba indigna. Para ser mujer de D. Casimiro me sentía
47     27|          he creído digna ni de ser mujer de D. Casimiro. Me he espantado
48     27|           que mi elección será ser mujer de D. Carlos. Su talento,
49     28|            violentísimo de aquella mujer, exacerbado por la continua
50     28|      compasión y del terror que su mujer le inspiraba, seguía viniendo
51     29|         sabido hacer dichosa a una mujer tan santa y tan buena.~ ~
52     29|             cuando vio muerta a su mujer, sintió por un lado una
53     29|       ilusión, el tiempo en que su mujer le quería; y todo ello enterneció
54     30|            de Mendoza, a más de su mujer y de su hija Lucía, el Comendador
55     30|           de verse tan amado de su mujer, y de tener por hijo a un
56     30|         compartió la alegría de su mujer, y recordando que debía
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