Cap.

 1      1|     género. Esto nos movió a hablar del Comendador Mendoza.~ ~ -¿
 2      7|    movimientos de su boca al hablar eran graciosos. Los dientes
 3      8|      sobrina, hubiera podido hablar a su placer con D. Carlos;
 4      8|     que casi no se atrevía a hablar a Clara; pero de repente,
 5      8|  Lucía, que era aficionada a hablar, soltó la tarabilla y prosiguió
 6      8|     qué?~ ~ -Porque te gusta hablar, y lo que exijo es que calles.~ ~ -¿
 7     11|      buscar modo de ver y de hablar a la severísima Doña Blanca;
 8     11|      Doña Blanca se volvía a hablar con su marido.~ ~ Es evidente
 9     12|      duda goza; pero me urge hablar con V. Hágame el favor de
10     13| distinguir. Si tú tienes que hablar, no debes decir jamás mentira
11     13|      pasar el rato, volvió a hablar un tanto picado, diciendo:~ ~ -
12     16|     le servían de adorno. Al hablar usaba D. Casimiro de cierta
13     16|  Doña Clara despejasen, para hablar a solas con Doña Blanca.~ ~
14     16|    mayor tino y mesura en el hablar, y ciertas atenciones y
15     16|  física y el desenfado en el hablar? ¿Será menester buscarle
16     18|     señora, prometiéndole no hablar con Clarita de la proyectada
17     19|    no abusó de su derecho de hablar en secreto con Clarita para
18     23|   modérate. En seguida iré a hablar con Doña Blanca. Ella es
19     23|  vino. Entonces podrás ver y hablar a Doña Blanca. Para evitar
20     24|   Clarita, no quiso el padre hablar con Doña Blanca y proponerle
21     24|     necesitaba a veces oírle hablar para penetrar sus intenciones
22     24|      y piensa. ¿A qué, pues, hablar conmigo de Dios? Deje V.
23     24|       no obstante, mucho que hablar; y para que la conferencia
24     24|       D. Fadrique. ¿Para qué hablar? Nos atormentaremos y no
25     25|      viniese el P. Jacinto a hablar con él inspiraba al Comendador
26     26|   voz de Lucía - . Tengo que hablar con V. ¿Puedo entrar?~ ~ -
27     27|     Doña Blanca, su continuo hablar de nuestra perversidad nativa,
28     28|    Si bien Clara no volvió a hablar del estado de su alma, sin