33. Esta mente voluble e
inestable, tan difícil de gobernar, la endereza el sabio como el arquero la
flecha.
34. Esta mente tiembla
como un pez cuando lo sacas del agua y lo dejas caer sobre la arena. Por ello, hay
que abandonar el campo de las pasiones .
35. Es bueno controlar la
mente: difícil de dominar, voluble y tendente a posarse allí donde le place.
Una mente controlada conduce a la felicidad.
36. La mente es muy difícil
de percibir, extremadamente sutil, y vuela tras sus fantasías. El sabio la controla. Una mente controlada
lleva a la felicidad.
37. Dispersa, vagando
sola, incorpórea, oculta en una cueva, es la mente. Aquellos que la
someten se liberan de las cadenas de Mara.
38. Aquel cuya mente es
inestable, no cono ce la enseñanza sublime, y aquel cuya confianza vacila, su
sabiduría no alcanzará la plenitud.
39. Aquel cuya mente no
está sometida a la avidez ni es afectada por el odio, habiendo trascendido
tanto lo bueno como lo malo, permanece vigilante y sin miedo.
40. Percibiendo que este
cuerpo es frágil como una vasija, y convirtiendo su mente tan fuerte como una
ciudad fortificada vencerá a Mara con el cuchillo de la sabiduría. Velará por
su conquista y vivirá sin apego.
41. Antes de que pase
mucho tiempo, este cuerpo, desprovisto de la consciencia, yacerá arrojado sobre
la tierra, siendo de tan poco valor como un leño.
42. Cualquier daño que un
enemigo puede hacer a su enemigo, o uno que odia a uno que es odiado, mayor
daño puede ocasionar una mente mal dirigida.
43. El bien que ni la
madre, ni el padre, ni cualquier otro pariente pueda hacer a un hombre, se lo
proporciona una mente bien dirigida, ennobleciéndolo de este modo.
41. Antes de que pase
mucho tiempo, este cuerpo, desprovisto de la consciencia, yacerá arrojado sobre
la tierra, siendo de tan poco valor como un leño.
42. Cualquier daño que un
enemigo puede hacer a su enemigo, o uno que odia a uno que es odiado, mayor
daño puede ocasionar una mente mal dirigida.
43. El bien que ni la
madre, ni el padre, ni cualquier otro pariente pueda hacer a un hombre, se lo
proporciona una mente bien dirigida, ennobleciéndolo de este modo.
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