334. Los deseos de un
hombre negligente crecen como la enredadera maluva. El corre de aquí para allá
(de una a otra vida) como un mono en el bosque buscando la fruta.
335. Quienquiera que en
este mundo es vencido por el vasto deseo, el apego, sus penas crecerán como la
hierba birana después de haber llovido.
336. Pero quienquiera que
en este mundo vence el vasto deseo, tan difícil de doblegar, sus penas le
abandonarán como el agua se desliza por la hoja del loto.
337. Yo declaro esto:
¡Afortunados los que os habéis reunido aquí! Cortad las raíces de la avidez
como el que corta la dulce raíz de la birana. No seáis como el junco, al que
Mara arrasa una y otra vez.
338. De la misma forma
que un árbol cortado crece de nuevo si sus raíces están firmes e intactas, de igual
modo, cuando permanecen las raíces del deseo sin haber sido destruidas, el
sufrimiento surge una y otra vez.
339. Las treinta y seis
corrientes del deseo que arrastran hacia el placer vigorosamente, encadenan a
la persona de mente ofuscada, llevándola tras el torrencial apego.
340. Las corrientes (del
deseo) fluyen por todas partes. Sus raíces retoñan y se desarrollan.
Contemplando cómo retoñan, hay que cortar esas raíces con la sabiduría.
341. En los seres surgen
los placeres y son saturados por la avidez. Inclinados hacia la felicidad,
buscan la felicidad. Verdaderamente, tales hombres nacerán y decaerán.
342. Acorralados por la
avidez, están aterrados como liebres cautivas. Encadenados por grilletes,
hallarán sufrimiento una y otra vez por mucho tiempo.
343. Los seres humanos
atrapados en el deseo sienten el mismo terror que una liebre atrapada en el
cepo. Por ello, que abandone el deseo aquel monje que desea el desapego.
344. Quienquiera que,
liberado del deseo, encuentra disfrute en el bosque, pero más adelante es
tentado por el deseo y vuelve a casa, tal hombre, ¡cotempladlo!, era libre y ha
vuelto a la esclavitud.
345, Aquello que es
fuerte no es la atadura hecha de hierro, madera o cuerda, sino el apego a
piedras preciosas y adornos, el anhelo de mujer e hijos, tal es la gran
atadura.
346. La atadura es
fuerte, dicen los sabios. Pero incluso esta atadura que amarra a los seres -
que se afloja, pero tan difícil es de cortar totalmente -, los sabios acaban
cortándola definitivamente y, abandonando los placeres de los sentidos, libres
de anhelos, renuncian.
347. Aquellos que están infatuados
con la codicia penetran en una corriente que les atrapa como la tela que la
araña ha tejido de sí misma. Por esta razón, el sabio corta con todo ello y se
aleja abandonando toda tribulación.
348. Abandonad el apego
al pasado; abandonad el apego al futuro; abandonad el apego al presente.
Cruzando a la otra orilla del devenir, la mente, liberada por todas partes, no
retornaréis al nacimiento y el envejecimiento.
349. El que se perturba
con perversos pensamientos, que es excesivamente ávido, que se recrea en
pensamientos de apego y aumenta más y más la avidez, hace cada vez más sólidos
los grilletes de Mara.
350. El que se recrea en
someter los males pensamientos, medita en las impurezas del cuerpo, permanece
muy atento y se esfuerza por superar la avidez, él se libera de los grilletes
de Mara.
351. El que ha alcanzado
la meta, sin miedo, permanece sin avidez, desapasionado, ha eliminado las
espinas de la vida. Este es su último renacimiento .
352. El que permanece sin
avidez ni aferramiento, y es sagaz en la etimología y los términos, y conoce
los grupos de letras y sus secuencias, está llamado a vivir su último
renacimiento, siendo un gran hombre de profunda sabiduría.
353. Yo todo lo he
dominado, todo lo conozco. De todo me he desapegado. A todo he renunciado. He
destruido totalmente toda avidez. Habiendo comprendido todo por mí mismo, ¿a
quién llamaré mi maestro ?
354. El regale de la
Verdad es más excelso que cualquier otro regale. El saber de la Verdad es más
excelso que cualquier otro saber. El placer de la Verdad es más excelso que
cualquier otro placer. El que ha destruido la avidez, ha superado todo
sufrimiento.
355. La riqueza arruina
al necio, que no busca el Nibbana. Por culpa del aferramiento a las riquezas,
los hombres ignorantes se arruinan a sí mismos y a los otros.
356. La cizaña daña los
campos como la avidez a la humanidad. Por lo tanto, cuando se produce sin
avidez, los frutos son abundantes.
357. La cizaña daña los
campos como el odio daña a la humanidad. El que se desembaraza del odio,
produce abundantes frutos.
358. La cizaña daña los
campos como la ignorancia a la humanidad. Por lo tanto, el que se desembaraza
de la ignorancia, produce abundantes frutos.
359. La cizaña daña los
campos como la codicia daña a la humanidad. Por lo tanto, el que se desembaraza
de la codicia, produce abundantes frutos.
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