1.4. en campo eclesial

Pasamos del estatuto de misión a la Iglesia local. Crece el clero local diocesano. Los obispos locales se multiplican y asumen la responsabilidad en las diócesis. Jurídicamente con la erección de las diócesis los Institutos misioneros dejan de ser responsables del territorio, pero siguen su servicio según los acuerdos bilaterales. Cesa el mandato, pero los convenios a menudo no se dan. Los religiosos extranjeros se convierten en minoría.

Las ayudas económicas que llegaban del cauce misionero se secan en el estanque local. Dejan de recibirse las ayudas, que procedían en gran medida de las familias y de los bienhechores de los misioneros individuales, o por lo menos se reducen de manera considerable con la disminución de misioneros extranjeros occidentales. Crecen las ayudas de los organismos misioneros nacionales (p.e. Missio) que subvencionan proyectos particulares, pero no cubren los gastos ordinarios de la misión. Por esto muchas diócesis viven en estrecheces económicas, también porque aumenta el personal apostólico. Las comunidades locales no pueden o no están educadas para sostener a los pastores, que a veces tienen estilos de vida muy distintos del común de los mortales. A veces a los Institutos se los mira con sospecha, como si no quisiesen compartir los bienes económicos con las diócesis.

Los nuevos reclutas apostólicos salidos de los seminarios locales han decepcionado a los misioneros en ciertos países por su estilo de vida y por falta de espíritu apostólico. La formación se ha ido planteando como uno de los retos prioritarios.

A nivel de la actividad misionera dirigida por los nuevos pastores se detectan algunas tendencias determinadas por múltiples factores, como los nuevos retos, los nuevos agentes, el crecimiento de las comunidades cristianas. Los retos causan preocupación y problemas si no se encaran con lucidez y valor. Simplificando es posible notar:

el paso de la expansión evangelizadora a la organización de las comunidades existentes, por lo que disminuye el celo por la primera evangelización, mientras se da mayor importancia a la formación de las comunidades. Esta tendencia mortifica a muchos misioneros, que se sienten obligados a hacer de pastores; el paso del enfrentamiento o de la ignorancia de las religiones al diálogo con sus miembros, lo cual en algunos casos permite a los cristianos salir del aislamiento. La iniciativa en este campo queda reducida, también a causa de la falta de preparación del personal; el paso de las obras de misión (escuelas, desarrollo, hospitales) a la gestión estatal. La Iglesia intenta realizar la evangelización integral, integrando los varios aspectos de la misión. Los estados independientes en varios casos han nacionalizado las escuelas; el paso del ajuste a la inculturación, sin encontrar caminos fáciles. Ciertas improvisaciones han creado divisiones.

En conjunto las Iglesias locales han crecido gracias a vocaciones sacerdotales y religiosas, a una programación de la pastoral, a un rostro más local, y en ciertos casos gracias a iniciativas misioneras.