2.3. despertar el sentido misionero
Uno de los retos mayores para toda la Iglesia es el de
despertar el sentido misionero, asumir las motivaciones auténticas para
dedicarse a ellas, encontrar formas concretas de realización. Ha sido éste el
objetivo de la encíclica Redemptoris Missio: es una de las preocupaciones
mayores del Papa. Lo exige la situación del mundo, donde el número de los no
cristianos aumenta también proporcionalmente. Lo exige la naturaleza misma de
la Iglesia, de cada Iglesia y comunidad cristiana. Sólo si la Iglesia es
misionera en sentido fuerte, frente a los no cristianos, es auténtica. Es éste
el mandato principal que el Señor le ha confiado (cfr RM 22-23). "La
misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo
entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola! La
nueva evangelización de los pueblos cristianos hallará inspiración y apoyo en
el compromiso por la misión universal" (RM 2). Es éste el primer deber de
las Iglesias y de los pastores en los distintos niveles, en su propio
territorio y a favor de la misión universal.
Transmitir el impulso misionero
con todas sus exigencias es el gran reto para los Institutos misioneros y para
las Iglesias locales. La
apuesta del futuro es la misión.
La encíclica misionera recuerda la aportación específica de
los distintos Institutos (cfr RM 69-70). A los Institutos que por vocación se
dedican a la misión ad gentes recuerda que representan "el paradigma del
compromiso misionero para la Iglesia. Continúan siendo muy necesarios no sólo
para la actividad misionera ad gentes, como es su tradición, sino también para
la animación misionera tanto en las Iglesias de antigua cristiandad, como en
las más jóvenes" (RM 66).
Para responder a las necesidades de la misión ad gentes se
necesitan misioneros procedentes de todas las Iglesias. Esto da vigor a la vida
de las Iglesias mismas y promueve la evangelización de los pueblos, lo cual
constituye el deber principal de la Iglesia. La promoción de
las vocaciones misioneras incumbe a los obispos (RM 64) y a todas las
comunidades (RM 79-80).
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