Posibilidades
para los misioneros laicos
Somos conscientes de que hay posibilidades y oportunidades para sacerdotes
y religiosos/as en lo relativo a la misión ad gentes, pero las hay menos
para los laicos en misión. Tendemos a considerarlos como personas que ayudan en
nuestros proyectos, más que misioneros con todos sus derechos. En muchos
lugares, se tiende a persuadir a los laicos a que llenen la brecha causada por
la falta de vocaciones clericales; a los misioneros laicos se les confían
tareas que el sacerdote o el religioso no puede desempeñar por falta de tiempo.
Los laicos en misión, sobre todo las familias, saben ponerse en contacto con sectores
de la sociedad que, de lo contrario, quedarían marginados. Tienen también la posibilidad de
ponerse en contacto con personas no vinculadas a la Iglesia mediante el
trabajo, su condición social o profesional. El reto es entender cómo promover
la vocación de los misioneros laicos y no considerarlos reemplazantes de
sacerdotes y religiosos/as, sino más bien como un don precioso para toda la
Iglesia.
Otro reto importante es el
de ayudar a los Asociados a reintegrarse en la comunidad de la Iglesia local
que los envía. La vocación del asociado/a es única en la relación que el
asociado/a mantiene con la Iglesia que le/la envía. Nos falta aún por descubrir
cómo explotar al máximo las capacidades de los misioneros que vuelven y cómo
promover la dimensión misionera de la Iglesia en su comunidad.
Debemos descubrir las
posibilidades de evaluar mejor la función del misionero asociado como
constructor de un puente entre dos culturas y dos Iglesias.
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