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P. Jacques Thomas, CICM
Miss. ad gentes e inst. excl. misioneros

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  • 2. Segundo período: 1930-1965
    • 2.2. Puesta en marcha concreta
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2.2. Puesta en marcha concreta

2.2.1. Lugares

Es el momento en que nos movemos hacia regiones que pueden considerarse de primera evangelización. Expulsados de China, vamos a América latina: Haití, Guatemala, República Dominica y Brasil. Se trata de cristiandades más antiguas cuya situación exige volver a emprender la actividad misionera. Concretamente, en estos países, los misioneros reemplazan la falta de sacerdotes en zonas generalmente desfavorecidas.

2.2.2. Métodos

En la práctica misionera, allí donde décadas de evangelización han dado sus frutos, la actividad misionera asume paulatinamente la forma de una aportación a la plantación y organización de la Iglesia local.

La tarea esencial del misionero era la de anunciar a Jesucristo y fundar nuevas misiones. Este anuncio consistía sobre todo en la transmisión oral de una doctrina. La fe era asentimiento intelectual a un conjunto de verdades. La misión se identificaba por consiguiente con la proclamación explícita del Evangelio, y la salvación en Jesucristo dependía de un mínimo de conocimientos intelectuales. Por consiguiente misión y conocimientos religiosos iban estrechamente unidos.

Plantar la Iglesia, quería decir multiplicar los puestos de misión con vistas a crear parroquias, construir iglesias, fundar comunidades de hermanas, crear escuelas y organizar algunas obras de caridad. A pesar de su buena voluntad, los misioneros trasplantaron sobre todo estructuras, tomando como modelos las Iglesias de Europa, más que dando testimonio de un estilo de vida particular.

Esto no significa que no ejercieron ninguna influencia sobre la vida cotidiana de la gente. Por el contrario, a veces intervinieron enérgicamente para erradicar la idolatría y las supersticiones. A menudo, se les ha reprochado destruir las culturas locales. En realidad, esta afirmación debe ser matizada. Numerosos misioneros han estudiado las lenguas indígenas y las culturas para poder transmitir la Buena Nueva de manera adecuada. En Africa central, por ejemplo, han llamado a Dios con los nombres que le da la religión tradicional. Han defendido a menudo a los autóctonos en contra de los abusos de algunos administradores coloniales, se han ocupado de los huérfanos, de los enfermos, de los pobres. Pero sus obras de caridad y las escuelas eran consideradas como medios para atraer a la gente hacia la Iglesia.

2.2.3. Compromisos

Se hace un esfuerzo particular con vista a la promoción de las vocaciones diocesanas, esfuerzo que se prolongará, después del Concilio, por medio de la formación del laicado y la catequesis de adultos.

La urbanización empieza a desarrollarse rápidamente (en Kinshasa había sólo 40.000 habitantes en 1940). Se crea un nuevo estilo de parroquias urbanas, más integrado. Al ser el clero local a menudo insuficiente, en particular en los centros urbanos, la presencia misionera toma la forma de un reemplazo.




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