4. Cuarto período: después de 1985
4.1. Presupuestos teológicos
La mayoría de nuestros Institutos misioneros han terminado
la revisión de sus Constituciones empezada después del Concilio y han integrado
en ellas los hallazgos de la teología de la misión y de las religiones no
cristianas.
Esto ha llevado a una reafirmación de nuestra identidad. Hoy
se entiende mejor en qué consiste la orientación ad gentes que está en el
centro del carisma misionero de nuestros Institutos, y constituye nuestra
especificidad, mucho más que el desplazamiento geográfico ad extra. Como
expresado en nuestras Constituciones CIMC de 1987: "Somos enviados a las
naciones para anunciar la Buena Nueva donde nuestra presencia misionera es más
necesaria, especialmente donde el Evangelio no es ni conocido ni vivido"
(Const.art.2).
Hay necesidades misioneras en todas partes, pero no todas
tienen la misma urgencia. Debemos estar dispuestos a ir allí donde las
necesidades son mayores, es decir en las situaciones de frontera como lo
son las zonas geográficas donde el Evangelio no es conocido ni vivido, regiones
aisladas donde la gente se siente abandonada, grandes ciudades donde domina la
sensación de anonimato, grupos marginados, refugiados o personas desplazadas,
gente que vive en una pobreza extrema, jóvenes que tienen la sensación de que
para ellos no hay futuro.
Esto supone el carácter temporal de nuestros compromisos.
Acompañamos a las comunidades cristianas que se constituyen a partir de nuestro
anuncio hasta el momento en que son suficientemente dinámicas y misioneras para
anunciar a su vez la Buena Nueva. En el momento en que estas comunidades, en
comunión con la Iglesia universal alcanzan la madurez y se convierten en una
Iglesia local que asume totalmente sus responsabilidades en la misión
universal, debemos volver a emprender el camino e ir a otro sitio, allí donde
nuestra presencia es más necesaria.
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