1.1. en campo
socio-económico-político
Los cambios han sido
radicales para las personas y para la misión. En todos los países se ha dado el
paso de la situación colonial a la independencia. La autoridad política
ha pasado de los extranjeros a los locales, que forman la nueva clase política.
La unidad del Estado central ha tenido dificultad en alcanzar la base y no
siempre ha superado tendencias etnocéntricas. A menudo ha empeorado la situación
económica de las masas. Y así, paulatinamente, hemos pasado del encanto de
la independencia al desencanto de los sistemas, a menudo muy difíciles de
cambiar.
La economía ha pasado de
la subsistencia tradicional al mercado con un empobrecimiento paulatino. En
el momento de la independencia la mayoría seguía viviendo gracias a una
economía familiar. El mercado que exige producciones monoculturales da ventajas
a una clase limitada, empobreciendo a la mayoría. La gestión
económica se hace difícil por la escasez de los recursos disponibles y por su
acaparamiento de parte de las autoridades. Poco a poco, hemos pasado del aislamiento económico unido
a las metrópolis ex-colonizadoras al mercado global, sin un reparto
adecuado entre la población.
Los cambios socio-políticos
han exigido un cambio de mentalidad y de maneras de actuar por parte de los
misioneros, y un cierto número de ellos han vuelto a su país de origen. Por
ejemplo, casi la mitad de los belgas ha vuelto del Congo tras los tumultos de
los años sesenta. La situación precaria de la gente ha implicado más a los
misioneros en el desarrollo social.
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