INSTITUTOS EXCLUSIVAMENTE MISIONEROS
Para profundizar lo que
hemos escuchado ayer y hoy, considerando la naturaleza de nuestro grupo,
considero útil referirnos a la última parte de la ponencia del P.J.Thomas. Tras
una rápida, pero atenta visión sobre la postura de su Instituto en relación al ad
gentes a partir de su fundación y siguiendo su evolución histórica, el
P.Thomas presenta la situación de hoy (1985-1998).
Propongo referirnos a dicha
situación para ver si y cuándo la encontramos en la situación de nuestros
Institutos respectivos.
Resumo brevemente:
Supuestos teológicos
La orientación ad gentes ha
vuelto a ser clara y específica, y prevalece sobre la orientación ad
extra.
Se buscan
situaciones - geográficas y humanas - "de frontera", con
relación al conocimiento de Cristo y a las situaciones de pobreza humanas
y sociales, etc.
Nuestros compromisos se
consideran temporales: nuestros Institutos quieren acompañar a las
comunidades cristianas hasta que haya una necesidad específica, para
luego dirigirse allí donde nuestra presencia es más necesaria.
Actuación concreta
El ad extra permanece,
y se ha vuelto a definir con relación a los miembros que entran en el
Instituto también desde países considerados tradicionalmente de misión.
Anuncio, diálogo
interreligioso y solidaridad con las pobreza más graves constituyen las
modalidades concretas de nuestro actuar.
Es necesario hacer una
"auto-evaluación" sobre la coherencia efectiva entre nuestros
cometidos y las orientaciones que delinean hoy el carisma de nuestros
Institutos. Esto se hace mediante: el "proyecto misionero" que
defina claramente la "cómo concibe la misión hoy en el contexto
específico de la región donde los hermanos viven y trabajan";
las convenciones o contratos,
que presentan y actualizan el carisma;
la opción de nuevas
fundaciones que respondan no simplemente a peticiones de personal, sino a
nuestras finalidades específicas.
Dificultades estructurales
A menudo no logramos
identificar el momento oportuno para dejar aquello que nosotros mismos
hemos fundado, por escasez de personal o por miedo a que no puedan
mantenerse estructuras demasiado costosas.
El tiempo y el cansancio
necesarios para la aculturación y la integración contrastan en la práctica
con la movilidad que nos gustaría tener.
Existen dificultades
psicológicas de parte de los misioneros a la hora de dejar a personas y
lugares donde han trabajado durante mucho tiempo.
El hecho de reclutar en
Iglesias tradicionalmente de misión exige un cierto arraigo en las
mismas, con alguna estructura de base y con una actividad de animación
misionera.
La
orientación a reducir la dependencia económica de Occidente pide recurrir
a recursos locales que se encuentran justamente en aquellas actividades y
estructuras que al estar ya bien radicadas deberíamos dejar, mientras que
escasean o son ausentes en las situaciones de frontera a las que nos
sentimos llamados;
El hecho
de apoyarnos a centros de formación no nuestros constituye un límite; a
nuestros miembros se los prepara más para la pastoral parroquial que para
nuestras finalidades misioneras específicas;
Tenemos
un grave problema de personal: la franja de edad desde los 40 a los 55
años, que debe asegurar el liderazgo y la formación, es numéricamente
débil.
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